El Principio Divino
La armonía, la precisión y el orden reinan en la naturaleza y en el
cosmos. Durante millones de años, los ciclos del universo, de la naturaleza y
de la vida se han repetido con una consistencia muy notable, y es imposible que
este universo ordenado y complejo sea el resultado de un accidente. Todo lo que
existe, inclusive la partícula más pequeña, tiene una finalidad. Por ejemplo,
cada parte del cuerpo humano tiene una función individual específica e
interactúa con los otros elementos con un objetivo superior: mantener y
multiplicar la vida. Debe existir un origen de este orden universal que da una
finalidad a todas las cosas y mantiene la armonía del universo. Nosotros
llamamos a esta primera causa: Dios.
¿Cómo
podemos saber lo que se refiere a esta primera causa, si es invisible e
intangible y, por lo tanto, es inaccesible al reconocimiento de la ciencia? Según
las escrituras de numerosas religiones, podemos comprender los atributos de Dios
al examinar el mundo que nos rodea.
§ Lo que es invisible
desde la creación del mundo se deja ver a la inteligencia a través de Sus
obras, Su poder eterno y Su divinidad. Romanos 1:20
§ El poder de las fuerzas
espirituales está activo por todas partes en el universo. Invisible a los ojos
e impalpable a los sentidos, él es inherente a todas las cosas.
Confucio, Doctrina de la Vida 16.
De
la misma forma que las obras de un artista nos revelan los aspectos de su
personalidad, y el comportamiento de una persona nos revelan los aspectos de su
carácter, de la misma manera la personalidad de Dios, El mismo, está reflejado
en todo aquello que ha creado. Esto resulta naturalmente del principio de causa
y efecto. ¿Podría una causa caótica engendrar un universo armonioso? ¿Podría
un Dios sin corazón crear un mundo que contiene tanta belleza? Esto desafiaría
toda lógica. Deducimos que se puede conocer verdaderamente la causa Dios,
estudiando Sus resultados, la creación.
La Naturaleza Paternal de Dios
¿Cuáles
son los atributos universales que se pueden encontrar en el mundo creado? Uno es
que todas las entidades poseen los atributos de masculino o femenino o, en el
reino mineral, de positivo o negativo. Este sistema de dualidad está
representado por los hombres y las mujeres, los animales machos y hembras, el
estambre y el pistilo de las plantas. El mundo está hecho de tal manera que
todo existe y se multiplica gracias a la relación recíproca entre lo masculino
y lo femenino, o lo positivo y lo negativo. Si estas características duales
existen en todos lados del universo, entonces Dios, que es la causa, debe poseer
en Su personalidad divina, a la vez, la esencia de la naturaleza masculina y la
esencia de la naturaleza femenina.
Existe
una segunda dualidad que comparten todas las cosas creadas: ellas tienen cada
una un carácter interior al mismo tiempo que una forma exterior. Vemos que a
cada nivel de la existencia, una conciencia, una razón, o un principio
determina el comportamiento de la energía. Los seres humanos, en particular,
tenemos no sólo un cuerpo compuesto de células, sino también un espíritu único
que nos permite pensar y sentir de una manera. Dado que todo lo que Dios ha
creado posee un doble aspecto interior y exterior, El mismo, debe poseer estas
mismas características. El aspecto externo de Dios es la energía primaria, que
es la causa de toda la energía física y por lo tanto de toda materia. Dios la
utiliza para crear, desarrollar y conservar el cosmos. Por el contrario, el propósito
y la finalidad inherentes a la creación, manifiestan el aspecto interno de
Dios.
Para
comprender el aspecto interno de Dios, debemos mirar nuestro propio interior;
porque nosotros, Sus hijos, somos los que más nos asemejamos a El.
Los
atributos principales de la personalidad humana son la sensibilidad, el
intelecto y la voluntad. Nosotros poseemos la capacidad del amor desinteresado y
la compulsión que nos empuja a buscar la verdad y la bondad. Damos un valor a
la belleza de la naturaleza; nos alegramos de la llegada de un recién nacido; y
amamos expresar nuestra propia creatividad. Aspiramos al conocimiento y a la
sabiduría. Nuestra conciencia nos incita a hacer el bien y a apartarnos del
camino del mal. Todos los padres desean que sus hijos sean mejores que ellos
mismos. Cada uno sueña con un mundo de paz y armonía.
¿De
dónde nos vienen todas estas cualidades y estas aspiraciones comunes si no de
nuestro Creador? Dios debe ser la fuente de los valores que todos nosotros
queremos poseer: el amor, la verdad, la belleza y la bondad. De este modo, el
poder de Dios debe ser siempre guiado por una finalidad y una sabiduría, y por
encima de todo, por el amor. El corazón es la esencia de Dios. El corazón es
la pulsión del amor, y busca siempre un objeto al cual amar. Dios experimenta
alegría en el momento en que puede intercambiar el amor con Sus hijos. Dios nos
ama a todos individualmente, y se alegra cuando Le retribuimos Su amor, y de que
todos lo multipliquemos amándonos los unos a los otros.
El Objetivo de la Vida: la Perfección del Amor
Según
la Biblia, Dios dio a los seres humanos tres bendiciones: «Sed
fecundos, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla» (Génesis 1:28). La
primera bendición, «sed fecundos»,
nos da el privilegio de participar en la formación de nuestro propio carácter.
Un
árbol está maduro en el momento en que se hace adulto y lleva frutos. De la
misma manera, un individuo «fecundo» es aquel que ha desarrollado su espíritu, su intelecto y
su sensibilidad y que lleva los frutos del amor, de la sabiduría y de la
bondad. Un individuo así personifica la naturaleza y el corazón de Dios y,
naturalmente, vive y se comporta de acuerdo con la voluntad de Dios.
§Yo soy la vid; vosotros
los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, ese da mucho fruto.
Juan 15:5
Aunque
la humanidad haya caído en la mediocridad espiritual, Dios no ha renunciado
nunca a nosotros. Con Su ayuda y mediante nuestros propios esfuerzos, llegaremos
eventualmente a nuestro potencial pleno y experimentaremos la alegría infinita
y la felicidad anhelada por hombres y mujeres a través de la Historia.
La
segunda bendición de Dios a nuestros ancestros fue de multiplicarse, pero esto
no podía ser realizado más que sobre la base de la madurez individual. No eran
solamente descendientes lo que Dios deseaba que Adán y Eva multiplicasen, sino
también la bondad y el amor. El nunca quiso que multiplicásemos el egoísmo y
la corrupción. De hecho, Su deseo fue el de bendecir en matrimonio a un hombre
y una mujer verdaderos, que hubiesen obtenido respectivamente la perfección
individual, y que juntos concibiesen y educasen hijos sin pecado. A través de
dichos padres, estos hijos descubren a Dios como una realidad viviente, y crecen
para volverse ellos mismos hombres y mujeres perfectos, es decir espiritualmente
maduros.
En
una verdadera familia, el amor de Dios se expande a todos los niveles: de los
padres a los hijos (amor paterno), entre el marido y la mujer (amor conyugal),
de los hijos hacia los padres (amor filial), y entre los hijos (amor fraternal).
Cada miembro de la familia vive para los otros y la familia entera vive para
otras familias en la sociedad. De esta forma, a partir de una verdadera familia
se desarrolla una sociedad, una nación y un mundo donde reinan el amor y la
paz.
Podemos
reconocer fácilmente que la fuerza de una sociedad reside en la fuerza de sus
familias. Si no podemos establecer familias sanas, no podremos construir una
sociedad sana. Una sociedad que reniega del carácter sagrado de la familia
tradicional -la célula de base- y que está marcada por el crecimiento
alarmante de los divorcios, de la promiscuidad y de la homosexualidad, no puede
más que declinar. Es esta la razón primordial de que las principales víctimas
de los hogares quebrantados y permisivos son los hijos, quienes a su vez decidirán
el futuro de nuestras comunidades, de nuestras naciones y del mundo.
La
tercera bendición, «llenad la Tierra y sometedla», es realizada por los individuos
centrados en Dios y perfectos espiritualmente que tienen una buena relación con
la naturaleza. Dios creó para nosotros un medio ambiente maravilloso para que
podamos vivir allí en plenitud. La belleza de la creación es testigo de la
abundancia del amor de Dios. Mientras tanto, Dios quiso que la relación del
hombre con la naturaleza estuviese basada en el amor y el respeto, y no en el
egoísmo, la negligencia y la explotación. No resolveremos los problemas del
medio ambiente más que liberando al hombre del egoísmo y a la sociedad de la
corrupción.
¿Cómo se Efectúa el Crecimiento Espiritual?
De
la misma forma que el mundo físico es el medio ambiente creado para nuestro ser
físico, el mundo espiritual es el medio ambiente creado para nuestra persona
espiritual. Sin embargo nuestro pasaje por el mundo físico es temporal,
mientras que nuestra vida en el mundo espiritual es eterna. El hecho de que la
creación del cosmos haya tomado millones de años, implica que es necesario un
período de tiempo para la formación de cualquier cosa. Una planta florida
comienza por una semilla; luego, día a día, se desarrolla hasta su madurez,
para finalmente producir flores y semillas para la siguiente generación. Los
seres humanos también tienen necesidad de un período de tiempo para crecer física
y espiritualmente. Pero, contrariamente al resto de la creación, ellos tienen
una cierta responsabilidad en su crecimiento. Tenemos el privilegio de ser,
junto con Dios, los co-creadores de nosotros mismos para volvernos Sus hijos y
Sus hijas.
§
La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después
trigo abundante en la espiga. Marcos 4:28
A
causa de que existimos a la vez en el mundo físico y en el espiritual, cada uno
de nosotros posee una persona física y una persona espiritual. El ser
espiritual, en la posición sujeto, da el objetivo y dirige a la persona física.
Esta se compone de un cuerpo físico (constituido por células), y de un alma física
(que se manifiesta, por ejemplo, en los deseos individuales). De la misma forma,
la persona espiritual tiene un cuerpo espiritual y un alma espiritual. El cuerpo
espiritual tiene una apariencia idéntica a la del cuerpo físico; es por ello
que ciertas personas que tienen contactos con el mundo espiritual, son capaces
de reconocer a los amigos o a los parientes difuntos. El alma espiritual es el
centro del ser viviente, comprende el corazón, la sensibilidad, el intelecto y
la voluntad. A través del alma espiritual, Dios es capaz de comunicarse con
nosotros, de inspiramos y de guiar nuestro crecimiento espiritual.
§
Este mundo es como un vestíbulo del mundo por venir; preparaos en ese vestíbulo
antes de entrar a la gran sala. Mshnah, Abot 4:21
El
crecimiento espiritual no es automático; la persona espiritual tiene la
necesidad de la persona física para crecer, y esta última es como el vientre
materno para el espíritu. Cada vez que una persona actúa de acuerdo con la
voluntad de Dios y los principios del amor y del servicio, su alma recibe la
vitalidad de su cuerpo, ella experimenta entonces la alegría verdadera, se
vuelve más receptiva al amor y a la verdad de Dios, y crece. En el momento en
que la persona espiritual se ha desarrollado perfectamente y ha realizado el
objetivo de la vida, su apego al cuerpo no es ya más esencial; entonces, luego
de la muerte física, ella prosigue su vida libremente, por la eternidad, en el
mundo espiritual.
La Caída del Hombre, la Causa del Sufrimiento
Dios
es un Ser todopoderoso, de amor infinito y de bondad; y a pesar de ello, el mal
existe. El Reverendo Moon ha luchado durante numerosos años para descubrir la
causa del mal. Si miramos en nosotros mismos, descubrimos que tenemos dos deseos
contradictorios: el primero nos incita a valorizar y a ayudar a los demás, y el
segundo nos empuja a buscar primero nuestro propio interés, en menosprecio o en
detrimento de los otros. ¿De dónde viene este conflicto? Es posible que Dios,
luego de haber creado un universo de belleza y de equilibrio, se haya luego
equivocado y haya concebido en el interior mismo de Su creación suprema, una
contradicción, como un agujero en el fondo de una taza? Esto es imposible.
§
Si hubiese, en los cielos y sobre la tierra, otros dioses que Dios, habría
habido confusión en los dos. Corán 21:21
Ningún
documento histórico narra la aparición del mal en este mundo. La Biblia cuenta
que Adán y Eva cometieron el primer pecado, pero este relato está envuelto en
simbolismo y no explica claramente lo que Adán y Eva hicieron. Sin ninguna
duda, el pecado de los primeros ancestros tuvo consecuencias formidables, dado
que todos sus descendientes fueron afectados por este. El Reverendo Moon ha
descubierto cómo los primeros ancestros humanos perdieron su relación con
Dios, y por qué sus descendientes se encuentran separados de Dios.
El Mal Uso del Amor
La
Biblia habla del Jardín del Edén, en el centro del cual había dos árboles:
el «árbol de la vida» y el «árbol de la ciencia del bien y del mal»,
portador de un fruto prohibido. En este.-jardín vivían Adán y Eva, Dios les
dio la siguiente orden: no comáis del fruto del árbol de la ciencia del bien y
del mal, o moriréis. Luego apareció una serpiente y convenció a Eva para que
comiese la fruta, a pesar de la orden de Dios. Eva, a su vez, compartió la
fruta con Adán. Fue entonces que el hombre y la mujer experimentaron el miedo y
la vergüenza, cubrieron sus partes sexuales y se escondieron de Dios. El les
cerró el camino que llevaba al árbol de la vida y los expulsó del jardín.
Luego
de haber pecado, Adán y Eva, avergonzados, cubrieron súbitamente las partes
sexuales de sus cuerpos (Génesis 3:7). ¿Por qué? Si Adán y Eva hubiesen
pecado comiendo un fruto literal, ellos hubieran cubierto sus bocas de vergüenza.
La Biblia dice: «¿He disimulado mis transgresiones como Adán, he ocultado mi
falta en mi seno?» (Job 31:33). Este versículo indica que el pecado de Adán y
Eva comer el fruto fue un acto sexual, lo que fue la intuición de grandes teólogos
como San Agustín.
La Enfermedad Inherente a la Humanidad
A
través de la expulsión, Adán y Eva, los primeros ancestros, perdieron su
pureza y adquirieron una tendencia al egoísmo que ellos transmitieron como una
enfermedad hereditaria a sus hijos. Las consecuencias fueron trágicas: Abel no
pudo compartir la bendición de Dios con su hermano mayor y los celos de Caín
causaron la primera muerte de la historia humana. Este fue el principio de un
ciclo de odio y de violencia que se ha continuado hasta estos días.
La
expulsión original del hombre fue en realidad la deformación y la destrucción
del amor verdadero. Este amor verdadero, hecho de sacrificio y no de posesión
egoísta, debiera ser el centro mismo de la vida humana y la esencia del Reino
de los Cielos sobre la Tierra. En lugar de esto, el amor egoísta se ha vuelto
norma en las relaciones humanas, y ha engendrado el infierno sobre la Tierra.
Las relaciones sexuales debieran ser la expresión más hermosa y la más
sagrada del amor eterno entre el marido y la mujer.
Desgraciadamente,
mucha gente confunde el amor con el sexo, y lo reduce a un acto únicamente
carnal. Mientras que la sexualidad no hubiera debido ser realizada más que en
los lazos sagrados del matrimonio, hoy el amor ha sido alterado de tal manera
que los hombres y las mujeres se permiten todas las formas de la sexualidad
fuera del matrimonio. A causa de estos abusos de las relaciones sexuales, se ha
practicado el celibato en diferentes religiones como un medio de acercarse a
Dios.
La
degradación de la sexualidad siempre ha sido un fenómeno trágico en la
sociedad humana, pero sin duda el problema no ha sido jamás tan agudo como hoy.
En efecto, los padres, los educadores y los responsables religiosos, quienes se
esfuerzan en inculcar valores tales como la abstinencia sexual a los jóvenes,
deben afrontar la influencia colosal de la industria del espectáculo y de los
medios de difusión, quienes se apoyan en temas e imágenes sexuales para atraer
la audiencia más amplia posible.
La Dimensión Oculta de la Historia
El
misterio por el cual Dios no intervino para impedir la caída, está relacionado
con el principio de la libertad humana. Dios nos dio el don de la libertad de
manera que pudiésemos responder a Su amor. La libertad no funciona sin la
responsabilidad. Y el hombre tiene una parte de responsabilidad que cumplir.
Ciertas
personas piensan que Dios controla la historia humana. Pero, en realidad, el
progreso de la humanidad depende de nuestra parte de responsabilidad. La gracia
de Dios siempre nos es accesible, porque Su corazón desea ardientemente la
salvación de todos Sus hijos. Pero como nosotros somos los responsables de la
expulsión, depende de nosotros el establecer las condiciones de nuestra salvación.
La
Biblia revela que la Historia tiene un objetivo, un orden y una dirección. La
finalidad que la Historia persigue es invertir el curso de la expulsión para
salvar a la familia del pecado original, con el fin de crear la base para la
Llegada del Mesías. Nosotros llamamos a esta dimensión oculta de la Historia
la Providencia de la Restauración. La humanidad debe estar muy seriamente
preparada para recibir al Mesías. De otra manera, el Hijo de Dios no tendría
ninguna oportunidad de ser comprendido y recibido por sus contemporáneos.
La Providencia de la Restauración
Dios
quería realizar este fundamento en la primera familia. Al principio pidió a
los dos hijos de Adán, Caín y Abel, que le hiciesen una ofrenda para
atestiguar su fe. El deseaba que Caín respetase y amase a su joven hermano
Abel. Esta condición hubiese restaurado la inversión de las posiciones que se
operó en el momento de la Expulsión, cuando el arcángel Lucifer, en posición
de primogénito, dominó a Adán, en posición de segundo de la familia. Caín y
Abel hubieran establecido entonces un fundamento real de amor en su familia.
Esta base hubiese podido ser extendida a Eva y finalmente a Adán. Pero, en
aquello que fue la primera muerte de la historia humana, Caín mató a Abel,
reproduciendo la destrucción de Adán por Lucifer.
Tuvieron
que pasar muchas generaciones antes de que Dios encontrase un hombre leal cuya
familia estuviese en estado de reparar el fracaso de la familia de Adán. Noé
fue este hombre que estableció el Fundamento de la Fe, obedeciendo la orden de
Dios de construir el arca, y que permanece fiel a El durante el largo tiempo del
diluvio. Mientras tanto, Cam, el segundo hijo de Noé, en lugar de mostrarse
leal hacia este hombre ejemplar, del cual debía heredar el Fundamento de la Fe,
tuvo vergüenza de su padre y lo juzgó severamente. A causa de esta falta de
unión, la Providencia de Dios para enviar el Mesías fue otra vez postergada.
Cuatrocientos
años más tarde, Dios llamó a Abraham para que dejara su ambiente pecaminoso,
la ciudad de Ur, para errar en el desierto. Abraham demostró una fe absoluta al
obedecer la orden de Dios de sacrificara a su hijo, Isaac. Esto repara el
fracaso de Cam uniéndose a su padre y ofreciendo voluntariamente su vida en
sacrificio.
Jacob,
el hijo menor de Isaac, trabajó con su madre Rebeca, logró reconciliarse con
su hermano mayor Esaú, quien había jurado matarlo. Luego de esta victoria Dios
bautiza a Jacob «Israel» y funda el pueblo elegido a partir de su
descendencia. Al eliminar el resentimiento de Esaú (que como hermano mayor
estaba en la posición de Caín), Jacob estableció el modelo de la victoria
sobre Satanás y de la restauración del reino del amor de Dios. Al mismo
tiempo, Rebeca restauró el fracaso de Eva a guiar a Abel. Dios pudo entonces
reclamar como suyos a los descendientes de Jacob, cuya descendencia encarnó, no
sin frecuentes desviaciones, la tradición celestial de abnegación y el vivir
para el bien de los demás. Dios comenzó entonces Su Providencia para
establecer el Fundamento nacional para la Llegada del Mesías. El guió y educó
a los israelitas, los descendientes de Abraham, Isaac y Jacob. Y les hizo
atravesar numerosas pruebas para fortificar su fe. El les reveló que un día
Les enviaría al Mesías, quien instauraría una nueva era de paz y de justicia.
El pueblo de Israel se puso a esperar ardientemente la Llegada del Mesías.
La Preparación para Recibir al Mesías
Jesucristo
apareció luego de dos mil años de historia judía, para establecer el Reino de
los Cielos sobre la Tierra.
Dios
había llevado a cabo, además, todo un trabajo de preparación para la expansión
mundial de la misión de Jesús. Concentrando Sus esfuerzos sobre la nación de
Israel, Dios preparó también al resto del mundo para la llegada del Mesías.
Antes de Jesús se constituyó el inmenso Imperio Romano, con su amplia red de
comunicaciones. Este se había extendido en forma muy amplia, tocando la mayor
parte de las otras civilizaciones avanzadas.
Dios
preparó también inferiormente al mundo para la Llegada del Mesías. En la
India, Gautama Buda rechaza la comodidad de su palacio para buscar el verdadero
camino de la vida. A partir de su ejemplo y de sus enseñanzas se desarrolló el
Budismo, que se convirtió en una de las religiones más influyentes de Oriente.
En China, apareció Confucio, quien enseñaba un humanismo ético muy elevado.
En Grecia, los grandes filósofos clásicos, Sócrates, Platón y Aristóteles,
buscaron ardientemente el conocimiento y se esforzaron por definir las normas éticas.
Por
estos y otros medios, Dios creó la base para el establecimiento de Su Reino
sobre la Tierra, del cual Jesús habló frecuentemente. Jesús debía desterrar
el pecado del hombre y crear familias ideales centradas en el amor a Dios. A
través de dichas familias, Jesús hubiera podido establecer el mundo del amor
verdadero. El objetivo de Dios nunca ha cambiado.
Mientras
tanto, los profetas también habían predicho que sin la fe del pueblo de Israel
en el Hijo de Dios, Jesús estaría obligado a soportar el sufrimiento. Para
impedir esto, Dios envió a Juan Bautista, con la misión de «Preparar
el camino para el Señor». Juan llevaba una vida ascética, ejemplar, y era
respetado a lo largo de todo Israel. Entretanto, mientras rendía testimonio a
Jesús como el Mesías, él falló en seguir a Jesús (Mateo 1 1, Juan l). Desde
el comienzo de su ministerio, Jesús pedía a la gente que «creyeran
en él como el enviado de Dios».
§
Al acercarse y ver la ciudad, lloró por ella, diciendo:«¡Si también tu
conocieras en este día el mensaje de paz! Pero ahora ha quedado oculto a tus
ojos.» Lucas 19:41-42
Jesús
hizo todo lo que pudo para convencer a sus contemporáneos de que El era el Hijo
de Dios. Sin embargo, ellos se rehusaron a creerle. Es evidente que si ellos
hubiesen comprendido quién era Jesús, nunca lo hubiesen perseguido y
rechazado. Como lo dijo el apóstol Pablo, «desconocida
(la importancia de Jesús) de todos
los príncipes de este mundo - pues de haberla conocido no hubiesen crucificado
al Señor de la Gloria» (1 Corintios 2:8). Fue con un torrente de lágrimas
que el Reverendo Moon recibió la revelación de esta verdad oculta hasta este
momento. Nadie ha llorado tanto por el sufrimiento de Jesús.
La Salvación Espiritual a Través de la Cruz
En
el momento en que se hizo evidente que el pueblo de Israel no lo aceptaría como
el Mesías, Jesús supo que no tenía otro camino posible para traer la salvación,
que el de amar y perdonar a aquellos mismos que lo rechazaban, hasta la muerte.
Mediante este acto de grandeza, Jesús se separó de Satanás y permitió al
poder de Dios resucitarlo, creando así un espacio de salvación espiritual para
todos aquellos que eligieron seguirle.
La vida y el sacrificio de Jesús dieron testimonio del poder del amor verdadero y del sacrificio. Hasta la llegada de Jesús, el pueblo se regía por la ley del talión, que pedía venganza para toda injusticia - ojo por ojo, diente por diente -. Jesús mostró que Dios no es un Dios de venganza, sino un Dios paternal que perdona y ama a Sus hijos en forma incondicional a pesar de sus pecados. Mientras tanto, a pesar del sacrificio de Jesús, la humanidad debe siempre esperar al Señor del Segundo Advenimiento, que viene para eliminar completamente el pecado físico y espiritual y establecer finalmente el Reino de Dios sobre la tierra.
El Retorno de Cristo
Luego
de la muerte y de la resurrección de Jesús, Dios comenzó a trabajar a través
de la segunda Israel, la comunidad de cristianos, para preparar el retorno del
Mesías. Durante los cuatro siglos que siguieron, los cristianos sufrieron, como
anteriormente los hebreos en Egipto. Muchos fueron hervidos en aceite, enviados
a los leones como alimento, o quemados vivos. A pesar de esta terrible persecución,
los cristianos no abandonaron su fe. Al contrario, la persecución la reforzó
y, con el poder de Dios, ellos volvieron a expandir las enseñanzas de Jesús.
Durante
dos mil años el Cristianismo atravesó un camino paralelo a los veinte siglos
de la historia bíblica de Israel. Hoy, el ciclo se ha logrado y la historia
cristiana ha alcanzado su conclusión final. Y, no obstante, la civilización
cristiana se hunde. ¿Por qué? Numerosos cristianos creen que el tiempo
presente es el del Retorno de Cristo, el momento histórico de la acción
decisiva de Dios. ¿Pero el Cristo vuelve en las nubes? Absolutamente no.
Como
Adán y Eva no cumplieron con el ideal de Dios, y como Jesús fue rechazado por
sus contemporáneos, quienes impidieron instalar el Reino de Dios sobre la
tierra, debe venir un nuevo Mesías como el tercer Adán físico para concluir
la misión de Jesús. Dado que el Mesías debe ser el ejemplo de un individuo
perfecto -para cumplir la primera bendición- él debe nacer sobre la tierra,
como nacieron Adán y Jesús. Para cumplir la segunda bendición, debe casarse,
y con su esposa debe establecer una familia ideal. El debe igualmente guiar en
forma práctica a la humanidad para resolver los conflictos entre las naciones,
las razas, las religiones y las culturas, para establecer finalmente un mundo de
paz y de amor absoluto.
El
tercer Adán viene para hablar clara y abiertamente de la verdad, para librar a
los hombres y a las mujeres del sufrimiento y de la ignorancia, y para instalar
el Reino de Dios sobre la Tierra. Su motivación esencial, sin embargo, es
liberar el corazón sufriente de Dios.
El
Principio Divino enseña que el Señor del Segundo Advenimiento nació cerca de
1920 en Corea. Pero, como Jesús hace dos mil años, se puede esperar que sea
perseguido e incomprendido. De hecho, Jesús mismo nos lo advirtió cuando
preguntó: «Cuando venga el Hijo del
Hombre, ¿encontrará la fe sobre la Tierra?»