Del mercado y la libertad

Entrevista con Noam Chomsky

Tor Wennerberg
El Viejo Topo, nº 144
Traducción de Artur Colom
Distribuido en Internet por La insignia 10/2000


Si hay alguien que no tiene pelos en la lengua es Noam Chomsky. En sus conlerencias, libros y artículos, Chomsky se ha caracterizado por ir al meollo de las cosas, desenmascarando las diversas farsas que el complejo financiero-militar-político-mediático va construyendo para ocultar la realidad. Así, no le han dolido prendas para denunciar una y otra vez la criminal política estadounidense contra la población iraquí, los desmanes de la OTAN en los Balcanes o los abusos que se cometen contra la inmensa mayoría de los seres humanos en nombre del sacrosanto mercado.

-Una idea interesante es la noción de que, del mismo modo que nuestras capacidades lingüísticas vienen determinadas genéticamente, nuestra capacidad para emitir juicios morales también viene predeterminada. ¿Qué implicaciones ve en la idea de que nuestra capacidad moral es innata?

-Bueno, no creo que haya mucho que decir. Estamos constantemente realizando juicios morales de situaciones nuevas dentro de un amplio abanico de opciones, y lo hacemos de un modo convergente. No nos diferenciamos tanto unos de otros. Es más, los niños pequeños lo hacen muy deprisa, y también convergen.

Por supuesto que eso tiene efectos sobre la cultura, la sociedad y la historia, ya que a la hora de ponerla en práctica tiene que hacerse sobre algo. Si observamos este tipo de fenómenos, existen sólo dos posibilidades: una es que sea un milagro, y la otra es que esté arraigada en nuestra naturaleza del mismo modo en que lo está el lenguaje, o llevando el argumento al extremo, el tener brazos y piernas. Toma diferentes formas dependiendo de las circunstancias, del mismo modo que los brazos y las piernas dependen de la alimentación. Hay algo que fluye de nuestra naturaleza, o de otra manera no lo usaríamos de forma sistemática, con excepción de cuando repetimos lo sucedido anteriormente. Por lo tanto, algo de eso hay.

¿Cuáles son las implicaciones? Una de ellas es que debemos interesarnos en descubrir qué es. Aprenderíamos cosas importantes de nosotros mismos. A este nivel no podemos pretender aprender nada de la biología. La biología todavía no llega tan lejos. En principio debería, pero de momento se preocupa de un montón de problemas más nimios. Costó mucho tiempo y trabajo entender cómo funcionan las abejas, imaginese a los humanos.

Creo que podemos aprender cosas a través de la historia y la experiencia. Veamos por ejemplo el debate sobre grandes temas, como la esclavitud o los derechos de las mujeres. No se trataba tan sólo de gente gritándose mutuamente. Había discusiones interesantes y razonamientos en ambos lados. Los proesclavistas tenían un discurso sólido y razones que no son fáciles de replicar.

Pero existía un sustrato moral común en el que discurría una buena parte del debate. A medida que éste iba resolviéndose, como finalmente ocurrió, se percibe una conciencia emergente de lo que verdaderamente es correcto, lo cual constituye un reflejo de nuestra construcción de la concepción de lo que es correcto. Esto es algo que más bien se aprende con el tiempo; nos formamos mejor una idea de lo que está surgiendo de nuestra naturaleza. Las implicaciones para nuestro nivel de comprensión son muy importantes. Es mejor tener un conocimiento consciente de lo que te está guiando, hasta donde puedas, que no reaccionar intuitivamente, sin conocimiento. Esto es así tanto si se es un carpintero pensando en cómo construir artilugios de madera o un ser humano moral pensando cómo decidir su comportamiento hacia los otros.

- Un ejemplo que me viene a la mente es que incluso los neoliberales más extremistas nunca defienden la desigualdad de la renta en sí misma; siempre suponen que beneficia al pobre.

-Éste es un principio universal. Cualquier propuesta que se haga se hace diciendo que ayuda a la gente pobre. No importa de lo que se trate. De hecho esto es algo que ha sido señalado por economistas ortodoxos, como Paul Krugman. Éste tiene un artículo en un diario profesional, InternationalAffairs, en el que examina el concepto de desarrollo económico. Señala que la gente siempre ha tenido diferentes ideas o concepciones acerca del desarrollo económico, pero siempre están seguros de que están en lo cierto. Están completamente convencidos de que aquéllo va a ayudar a todo el mundo. Claro que poco después resulta que todo eran castillos en el aire, y cambian alguna idea con la misma seguridad que antes de que aquéllo va a ayudar a todo el mundo, incluyendo a los pobres, aunque mirando retrospectivamente reconocen y se dan cuenta de que la primera fue una mala idea. Krugman añade que hay gente que sostiene que las malas ideas germinan porque resultan beneficiosas para la gente con poder. Bueno, sí, probablemente esto sucede en el 100% de los casos. Pero tiene usted razón, estas ideas han sido siempre expresadas como favorables para los pobres. Nadie se levanta y dice: "voy a tomar esto porque lo quiero". Más bien diría: "voy a tomarlo porque probablemente me pertenece y es mejor para todos que yo lo tenga". Es cierto que los niños se pelean por los juguetes. Es cierto que los gobiernos hacen la guerra. Nadie está nunca involucrado en una guerra agresiva, siempre es una guerra defensiva, según proclaman ambas partes. Se tienen que presentar las cosas de manera que se correspondan con la interpretación de la gente sobre aquello que está bien o mal. A veces llegando a niveles ridículos. Tomemos como ejemplo a los nazis y los judíos. Esta cuestión fue presentada a la población como una acción defensiva. Los alemanes se estaban defendiendo del ataque judío.

-Sí hacemos el experimento, puramente mental, de imaginarnos a toda una generación de niños a los que se les ha dado la oportunidad de crecer con cariño en un medio que estimule el respeto y a través de un modelo educativo liberador, de modo que fueran capaces de desarrollar plenamente su capacidad moral ¿sería entonces imposible, en su opinión, establecer un orden basado en una gran desigualdad y en el gobierno de una élite?

-No diría que fuera algo imposible, pero generaría una resistencia considerable. De hecho siempre genera resistencia. En este caso incluso generaría más. Es evidente. Si examinamos el concepto de igualdad en nuestra propia historia, desde los griegos hasta el presente, todos los líderes han contemplado la igualdad como un desiderátum obvio.

Tomemos el primer trabajo serio sobre política, la Polilica de Aristóteles. Éste señala que no es un ferviente partidario de la democracia, el menos malo de los sistemas. Pero dijo que la democracia no puede funcionar si hay diferencias extremas en la riqueza. Todo el mundo tiene que ser aproximadamente igual. Todo el mundo tiene que ser de clase media, dijo. De hecho, reclamó un Superestado del Bienestar. Dijo que en cualquier sociedad democrática los recursos públicos tendrían que ser empleados en una serie de medidas que cita, como por ejemplo comidas comunales, para asegurar que los pobres estén relativamente bien y que no existan grandes diferencias. De otra forma es imposible que la democracia funcione correctamente.

O vayamos por ejemplo a Adam Smith. Su defensa de los mercados fue matizada, no fue tan extremista como se dice. Sostuvo que bajo condiciones de perfecta libertad los mercados llevarían a una perfecta igualdad. Éste es básicamente su argumento. Quizás la primera ruptura real con esto, aparte de los casos patológicos, es la ideología capitalista. Así que, tras Ricardo, uno empieza a tener la sensación de que lo mejor para los pobres es que uno sea rico. A medida que la ideología capitalista se convierte en dominante, esta concepción de que ayudando a los pobres sólo se les perjudica va ganando terreno. Es entonces cuando toma cuerpo la idea de que uno no tiene derechos intrínsecos. La gran revolución intelectual del capitalismo, creo, fue el principio de que los seres humanos no tienen otros derechos que aquellos que puedan obtener en el mercado laboral. De modo que Malthus, Ricardo y otros dijeron que si uno no puede sobrevivir con aquéllo que puede ganar en el mercado, que se vaya a otra parte. Cualquier esfuerzo por intentar ayudarle a uno a largo plazo sólo le perjudicará, decían, debido a que está interfiriendo en el mercado. Esto fue una auténtica revolución intelectual, reflejo de la emergencia económica de las relaciones capitalistas de propiedad y producción. La gente luchó contra esto. El ejército británico anduvo sofocando revueltas durante las décadas de 1820 y 1830, ya que la gente no quería aceptar el hecho de no tener derecho a vivir.

Observemos lo que se dio en llamar «libertad» en Inglaterra, la primera revolución moderna y democrática, en los siglos XVII y XVIII. «Libertad» significaba libertad de propiedad, lo cual implicaba arrebatar a la gente sus derechos tradicionales, como sus derechos sobre las tierras comunales. Esto no era ninguna tontería. Hablar de derechos sobre las tierras comunales implicaba hablar de bosques, pastos, tierras para ganado y demás. Esto era lo que mantenía a la gente con vida, y era considerada propiedad comunal. Con los derechos de propiedad establecidos, y con esa libertad concedida a los propietarios, la tierra fue tomada y enajenada. A partir de entonces tenemos libertad formal, pero también privaciones para el pueblo, lo que proletarizó a la clase trabajadora británica. Hubo mucha resistencia. Resistencia que hoy día continúa. Pienso que es un sentimiento muy arraigado y comprensible. Todos reconocemos, en algún rincón de nuestro ser, que hay algo que no funciona cuando hay gente colmada de lujos superfluos y gente muriéndose de hambre.

-Simplemente observando el último Informe sobre el Desarrollo Humano los datos de la riqueza de las 250 personas más ricas del mundo...

-Pero cabe señalar que esos 250 lo criticaron. No es que digan: ¿es maravilloso> verdad? Dicen que algo va mal. Todo el mundo dice que algo va mal. Los únicos argumentos que salen en su defensa sostienen que todo el mundo se beneficía porque esta riqueza gotea hacia abajo (1). Tales argumentos son ridículos, pero es interesante que tengan que dar explicaciones. Las explicaciones de una guerra defensiva son a menudo igual de ridículas.

-Si consideramos lan probabilidad de que nosotros, en tanto que seres humanos, tengamos un instinto para la creatividad y un instinto moral, ¿qué hay en nuestro sistema educativo que pervierte o aparta estos instintos de un pleno desarrollo?

-Un buen sistema educativo debería alimentar e incentivar estos aspectos de la vida humana y dejarlos aflorar. Pero eso da problemas, por supuesto. Por un lado se supone que anima a desafiar a la autoridad y la dominación. Anima a cuestionar el poder de las instituciones. El hecho es que la honestidad, la integridad, la creativídad y todas estas cosas que se supone que tenemos que valorar se enfrentan a la estructura jerárquica y autoritaria del marco institucional en el que vivimos. Dado que es la estructura lo que sienta el marco básico en el que las cosas suceden, llega a ser virtualmente contradictorio implementar los valores que uno encuentra el domingo en la iglesia. Así que lo que uno hace es apartar esos valores, guardárselos para la misa del domingo y continuar con su existencia. El domingo es cuando uno dice, sí, el amor, el ser bueno, la caridad, la igualdad y todas las cosas son el alma de la vida. Pero los otros seis días de la semana uno está trabajando en las instituciones de autoridad, dominación, control, autoenriquecimiento, etc. Y hay que cumplir, ya que de no hacerlo se van a sufrir las peores consecuencias.

Las escuelas son así. La manera en que de facto las escuelas funcionan (no todas, claro) es así porque existe una contradicción.

Así surgen toda clase de aspectos a considerar dependiendo del maestro, etc. En un sentido amplio existe una tendencia muy fuerte a considerar que a largo plazo, y en general, las escuelas tienen un tipo de efecto filtrante. Filtran la independencia de pensamiento, la creatividad, la imaginación, y en su lugar fomentan la obediencia y la subordinación. Creo que todos sabemos algo de esto a partir de nuestra historia personal. ¿Cómo entré yo en una buena escuela superior? Yo siempre fui muy crítico y disidente, pero entré callando. Pasé a la escuela superior pensando que todo era realmente estúpido, autoritario y aburrido, pero fui obediente, estuve callado, no tuve un comportamiento problemático, jamás le dije al profesor que pensaba que lo que estaba enseñando era ridículo cuando pensaba que lo era. Y así obtuve un título.

Hay gente que no acepta, que no es obediente. Son suprimidos porque tienen un comportamiento problemático. A largo plazo lo que se incentiva es la recompensa y el fomento de la subordinación. Comienza en el parvulario y continúa a lo largo de toda la carrera, profesional o de cualquier otra carrera. Si uno desafia a la autoridad, acaba teniendo problemas. No en el 100% de los casos, y existen algunas áreas de la vida en las que no es de ningún modo el caso, pero en general es así.

-Acabo de releer en el capítulo "Psychology and Ideology" del Chomsky Reader, su crítica a Skinner. El conductismo (2) es mucho menos influyente hoy en día (hace dos o tres décadas que usted escribió sobre esto), pero ¿qué cree que ha sucedido durante este tiempo con la teoría de la maleabilidad humana?

-El conductismo fue muy popular entre las clases dirigentes por razones nada sorprendentes, ya que otorgaba un derecho moral a controlar y dominar a la gente. Si la gente carece de una naturaleza intrínseca, entonces no hay ninguna barrera moral para controlar o manipular. Todo en su propio interés, por supuesto. De alguna forma "nosotros", los controladores, somos inmunes a esta condición humana dc infinita maleabilidad; sin embargo "nosotros" tenemos una determinada naturaleza y nosotros entendemos lo que está bien, es como una premisa oculta. Ahora bien, el resto, la 'purria', son simples objetos pasivos, y podemos controlarlos, dirigirlos y organizarlos utilizando las últimas técnicas de comportamiento, y así se estarán quietecitos.

Ésta es una línea de pensamiento que se encuentra en toda la cultura intelectual dirigente, desde los curas hasta los comisarios leninistas pasando por los teóricos liberales contemporáneos. El conductismo proporcionaba una justificación intelectual perfecta. Ello no quiere decir que sus fundamentos intelectuales fueran débiles. Tenía una función y por eso sobrevivió. Los sectores sociales que se servían del conductismo todavía se lo creen, se lo creen más que nunca.

Pero dejemos de hablar sólo de cuestiones académicas y vavamos a las grandes instituciones, como por ejemplo la industria de la comunicación pública (3). Ahora su poder y significado es de mucha mayor magnitud. Desde el comienzo se basó en una misma idea: la de que es necesario controlar a la opinión pública. La industria moderna de la comunicación fue de algún modo una consecuencia deseada del incremento de la democracia. Leamos los manuales, hablan de eso en los años 20 y más adelante. Con la expansión de los derechos políticos, con la aparición de la clase obrera y de otros actores en la arena pública, no se puede asegurar que la riqueza, los "capaces" y los "ilustrados" se vayan a ocupar de todo. Por lo tanto se hace necesario usar técnicas de propaganda. Justo tras la I Guerra Mundial esto tuvo una importancia preeminente debido al enorme éxito de la propaganda angloamericana durante la guerra, realmente exitosa ya que logró modificar el punto de vista de la gente, y había consciencia de ello.

En Inglaterra, por ejemplo (han aparecido recientemente documentos al respecto), el partido conservador reconoció que su dominio tradicional de la política inglesa fue amenazado seriamente por la expansión de los derechos políticos. Concluyeron que debían adoptar técnicas de propaganda como las utilizadas durante la experiencia del período de guerra, cuando el ministro británico de información había empezado, según ellos escribieron, a controlar la opinión pública del mundo (particularmente de EE UU, porque esto era lo que les preocupaba, que EEUU llegara y les salvara del desastre). El partido conservador se amparó en la propaganda de cara a superar el peligro de la democracia. Algo parecido ocurrió aquí, pero llegó básicamente a partir del desarrollo de la comunicación pública, que alcanzó a ser una gran industria ansiosa por "controlar a la opinión pública". La "minoría inteligente" debe "regir la opinión pública al detalle, del mismo modo que un ejército rige los cuerpos de sus soldados".

He citado un manual escrito por un intelectual moderno del New Deal, para quien todo esto era de naturaleza secundaria (daba por supuesto que se tiene que controlar a la opinión pública). Dicho intelectual surgió del Ministerio de Propaganda, en tiempos de guerra, durante el período de Woodrow Wilson, el primer Ministerio de Propaganda de la historia americana, el cual tuvo mucho éxito. Cabe recordar que durante la I Guerra Mundial la población aquí era pacifista; la tradición era: no nos metamos en el maldito sinsentido europeo, no es de nuestra incumbencia, nosotros somos el Nuevo Mundo. De alguna manera, WoodrowWilson tenía que cambiar (fue elegido en 1916 con el eslogan "Paz sin Victoria") rápidamente a todo el país para llegar a tener fanáticos y delirantes patriotas, capaces de odiar cualquier cosa que fuera alemana. Lo hizo con notable éxito. El partido conservador británico estaba impresionado, el mundo de los negocios estaba extremadamente impresionado (fue entonces cuando llegó el enorme crecimiento de la industria de la propaganda). Otro que se quedó impresionado al respecto fue Adolf Hitler. Escribió en Mein Kampf que los alemanes perdieron la guerra por culpa de la propaganda, y que la próxima vez "nosotros también tendremos". La idea de que se puede controlar a la gente fue respaldada por esta experiencia. No leyeron a Watson o Skinner. Sólo creen que pueden y deben controlar a la gente. Por supuesto que en el propio interés de la gente, ¡siempre es por su propio interés!

Todo esto se puede leer en la Encyclopedía of the Social Sciences, escrita por uno de los fundadores de la moderna ciencia política americana, Harold Lasswell. En un artículo sobre la propaganda, dice que no deberíamos sucumbir a "los dogmatismos democráticos que afirman que los hombres son los mejores jueces de sus propios intereses". No lo son, son demasiado "estúpidos", demasiado "ignorantes"; nosotros somos los mejores jueces de sus intereses, y aunque ellos tengan oficialmente el derecho de votar, tenemos que asegurarnos de que no hagan ningún uso de él de forma irracional. Lo hacemos a través del control de la opinión pública, de la propaganda. Así es como piensan.

Tras la II Guerra Mundial, el mundo de los negocios, particularmente en EE UU, se asustó ante el hecho de que la mayor parte del mundo, el mundo industrial, estaba siendo invadido por ideas democráticas radicales (expropiación de empresas y de todo tipo de actividades, incluyendo eventualmente EE UU). El mundo de los negocios estaba aterrorizado. Se puede leer en sus manuales y declaraciones. Decían que tenían pocos años para intentar cambiar esta tendencia, tenemos que luchar en "la eterna batalla por la opinión pública", y "adoctrinar a los ciudadanos en la historia del capitalismo" hasta que "sean capaces de repetir la historia con notable fidelidad". Enormes campañas se llevaron a cabo, abarcando todo lo que se pueda imaginar. En las fábricas se disponía de una audiencia cautiva, así que empezaron lo que llamaron seminarios económicos sobre los principios de "la libre empresa", y seminarios americanistas que continuaron en la radio y la televisión. Apuntaban a las iglesias y escuelas, incluso a las ligas deportivas. Existía una enorme campaña coordinada, muy ambiciosa. Demonizaron a los sindicatos. Se inculcó la idea de que el gobierno no trabaja para ti; ya no es tu gobierno, es algo diferente y perjudicial, roba tu dinero y tus impuestos, etc. La única libertad real es la de funcionar en una economía de mercado. Dedícate a ser un consumidor y no te preocupes de nada más que no sean diversiones, entretenimientos, deportes, etc.

En sociedades donde la gente ha conseguido un cierto grado de libertad con respecto al Estado coercitivo, se tienen que contemplar técnicas de propaganda, de control de la opinión.Todo apartir de la suposición de que la gente no es sólo maleable, sino que está mejor si es maleada. Hay una sorprendente similitud entre la doctrina leninista y la doctrina liberal occidental en este tema, son casi intercambiables. A veces he cotejado párrafos, y si se cambian unos pocos nombres apenas se nota la diferencia.

-Diversas corrientes de economistas vienen diciendo que estamos a punto de ver una repetición de la Gran Depresión. Clinton y Blair se apuntan a una retórica que previene acerca de la necesidad de regular los mercados y el Bussines Week expone el tema de los controles de capital ¿Qué está pasando y qué nos dice esto de la pasada década de triunfalismo capitalista?

-El triunfalismo fue la expresión de que un sector muy pequeño de la población se estaba enriqueciendo. Ahora la crisis es tal que ya está afectando a los ricos, y precisamente por esto se le llama crisis. Pero la crisis está ahí desde hace ya 25 años. Hubo un período tras la II Guerra Mundial hay quien lo llama la Edad de Oro del capitalismo, en el que se registraron tasas de crecimiento sin precedentes en la mayor parte del mundo industrializado. También hubo una mejora en el contrato social, en los derechos laborales, hubo reformas en los lugares de trabajo, así como crecimiento tanto en la economía como en la productividad. Todo ello duró hasta finales de los 60, más o menos.

Desde principios de los años 70 las tasas de crecimiento se han ralentizado, tanto las de la economía como las de las la productividad, y los salarios y los ingresos se han estancado básicamente para la mayoría de la población. Hubo un periodo en el que los beneficios de las empresas estaban disminuyendo, pero en los 90 (y esto es el triunfalismo) los beneficios se dispararon hasta cotas insospechadas. Léase la prensa de negocios en EE UU: cada año era "deslumbrante", "estupendo" (se quedaron sin adjetivos hace tiempo). Para un pequeño sector de la población, este largo retroceso les llevó a la extrema riqueza, básicamente a través de una redistribución hacia arriba. Observemos por ejemplo la recuperación en EE UU, el último estadio del ciclo económico en EE UU desde alrededor de 1991 hasta ahora. Es la más lenta recuperación de posguerra. Es la primera vez en la historia estadounidense en que la mayoría de la población quedaba excluida. Los salarios y los ingresos están apenas retornando a su nivel de 1989, y olvídemonos de los niveles de los 70. Hay una cosa explosiva, sin embargo: la Bolsa. Cuando uno lee las historias sobre "el cuento de hadas de la economía", sobre los estadounidenses que se sienten "satisfechos y prósperos" sólo se da un ejemplo: la Bolsa. Pero cerca del 50% de las acciones pertenecen a un 1% de hogares, y la mayor parte del resto pertenecen al 10% de la población, con lo que aproximadamente el 90% de las acciones están en poder del 10% de la población. Si observamos más detenidamente, el 0,5% más rico detenta el 40% de las acciones. Para este sector, la economía es sin lugar a dudas un cuento de hadas. Pero a lo mejor para las 2/3 partes de la población, o puede que hasta para el 70% de la clase trabajadora, los salarios se han estancado o han bajado, las condiciones laborales han ido a peor, las horas de trabajo se han incrementado, y tanto el marido como la mujer tienen que trabajar para llevar un plato a la mesa. Ha sido un largo declive en el mundo industrial, y ha perjudicado al mundo subdesarrollado de una forma mucho más severa.

Podemos grosso modo ponerle fecha: estamos hablando de principios de los 70. Sucedió un hecho crucial: el sistema de Bretton Woods fue desmantelado. El sistema de Bretton Woods (el sistema económico de posguerra) estaba basado en un esfuerzo para liberalizar el comercio de las restricciones existentes, pero simultáneamente para regular las finanzas. EE UU dio el primer paso para destruirlo, Gran Bretaña le siguió, y gradualmente otros poderes financieros siguieron de la misma forma, y el resto del mundo también tuvo que hacerlo. Algunos países se frenaron, como Corea del Sur, que mantuvo el sistema de controles hasta finales de los 80. Luego fue más o menos forzada a abandonar. Ésta fue una de las condiciones de entrada en la OCDE. EEUU presionó enormemente para que revaluara su moneda, para que importara más de EEUU, para que desregulara sus mercados financieros y demás. Y Corea sucumbió. Fue entonces cuando asistimos a ese enorme fallo del mercado, en gran medida responsable de la llamada crisis asiática.

Primero, los expertos hablaban de capitalismo clánico y de este tipo de cosas como explicación, lo cual es una tontería. Es decir, allí existe, por supuesto, pero también aquí y en todas partes, y se dio durante el periodo de crecimiento. Lo que fue diferente en este episodio de declive fue que asistimos a algo cercano a un fallo clásico de los mercados financieros; enormes flujos de capitales se pusieron en movimiento; se manejaron enormes prestamos, préstamos privados; hubo un comportamiento tipo manada; y luego la reacción fue otra acción irracional tipo manada. Suena familiar. Keynes ya avisó de esto 60 años atrás, cuando expuso que las finanzas debían ser estrechamente reguladas y controladas. Los bancos quieren tenerlas controladas o de otro modo todo estalla.

Durante esta escalada neoliberal, los ricos y los extraordinariamente ricos tenían la sartén por el mango, mientras la mayoría de la población sufría. Extendieron las condiciones que apoyaron este triunfo lo más ampliamente posible. Ahora la crisis ha llegado a casa, afectándoles a ellos también.

Subrayaremos que no hay nada nuevo en lo que se refiere a la volatilidad. Desde principios de los 70, los mercados se han vuelto mucho más volátiles, contrariamente a las predicciones de muchos renombrados economistas. Milton Friedman predijo con convencimiento que si se liberaran las tasas de intercambio, si se dejara al mercado gobernar, todo se asentaría, todo sería estable. Fue exactamente al revés. Con la reducción de las restricciones al capital, los mercados se volvieron mucho más volátiles, con picos y depresiones muy pronunciados. El FMI recientemente hizo público un documento donde se dice que de sus aproximadamente 180 miembros cerca del 20% ha sufrido severas crisis financieras, y cerca del 60% ha sufrido ligeras crisis tras el período triunfalista de posguerra (1980 a 1995). Ésta es la manera en que los mercados financieros operan. No hay una teoría de los mercados financieros. Se trata básicamente de psicología de aficionados. Cuando uno lee a economistas (Alan Greenspan y otros) hablando de política económica, ve que lo hacen para insuflar confianza: "esto hará que la gente se sienta mejor", o algo parecido. Se puede disfrazar de fórmulas si se quiere, pero es una especie de psicología de aficionados, no hay una teoría real aplicable.

Se conocen y están descritos comportamientos altamente irracionales, incluso desde el punto de vista de la doctrina del mercado. Se dan constantemente. Así, en un mercado racional los inversores se supone que buscan bases económicas, se supone que valoran una capacidad manufacturera sólida, una fiscalidad austera y todas esas cosas. Se supone que no hacen lo que se llama comercio técnico (4), ni buscan las tendencias del corto plazo ni miran si pueden obtener ganancias jugando a este juego durante unas cuantas semanas, o días, o incluso horas. Pero esto es exactamente lo que hacen. Alrededor del 80 por ciento del capital implicado en los intercambios internacionales rota durante menos de una semana; gran parte de éste un día o menos. Esto es lo que hay, son tipos elegantes, un montón de doctorados en matemáticas que están trabajando para empresas de Wall Street diseñando sofisticadas técnicas que extrapolan pequeños cambios en las fluctuaciones del mercado de divisas y cosas así, de tal modo que pueden ganar mucho dinero rápidamente.

Solamente se empezó a hablar de verdadera crisis cuando uno de los grandes fondos de riesgo se colapsó, lo cual se suponía que no pasaría, pero éste es el juego al que están jugando. No sólo no contribuye a la economía, sino que la perjudica.

-Ahora los contribuyentes están pagando la factura.

-De algún modo los ciudadanos están financiando todo esto, las cosas por su nombre. Capitalismo significa que los poderosos no asumen riesgos; es el ciudadano quien los asume, los poderosos asumen los beneficios. Tanto como sea posible, el riesgo y el coste son socializados y los beneficios privatizados. Es la premisa básica. Las cosas están tomando un cariz tan serio que ahora hasta los poderes fácticos más importantes se preocupan.

De esto hablan los ministros de finanzas, se habla en el G7, en Bussiness Week, en Fínancial Times, etc. Es lo que vienen diciendo de un tiempo a esta parte: a menos de que haya alguna regulación cuidadosa de los flujos financieros y algún tipo de penalización para la especulación a corto plazo, vamos a tener serios problemas. Ya ha habido problemas, estallido tras estallido. Hasta están deseando hablar de cosas que para ellos hasta hace muy poco eran anatema, como la tasa Tobin.

La tasa Tobin la propuso hace más de 20 años un premio Nobel de economía que apuntó que a menos de que se haga algo para echar arena en los mecanismos de los flujos especulativos de capital a corto plazo, éstos van a dañar seriamente la economía internacional. Nadie quiso oir nada, porque esto era retar a la ortodoxia, según la cual el mercado es maravilloso. Y era ortodoxo precisamente porque estaba beneficiando a la gente rica, no porque hubiera ninguna lógica en ello.

Existe un importante estudio sobre la tasa Tobin llevado a cabo por un grupo de economistas internacionales hace unos cinco años. El PNUD quiso distribuirlo, y aparentemente hubo presiones por parte de la administración Clinton para evitar dicha distribución, con lo que el libro es conocido principalmente por técnicos economistas. No todos los autores estuvieron de acuerdo en que fuera una gran idea. Hubo gente como el economistajefe del FMI a quien no le gustó para nada. Pero hubo una gran discusión sobre la posibilidad de implantación, y esta discusión se suponía que no figuraba en el orden del día. Sin embargo, hoy día en los periódicos se habla de ello ¿Cual es la diferencia? Que ahora los ricos tienen problemas.

-Dado el riesgo de que la economía mundial pudiera descontrolarse completamente, y considerando que la última vez, en los años 30, se necesitó una guerra mundial para superar la depresión, ¿hasta qué punto deberíamos preocuparnos ante la perspectiva de una guerra?

-La perspectiva de una guerra es menor ahora, pero por otras razones. Europa es, en la historia moderna al menos, la parte más violenta del mundo. Una de las razones por las que Europa conquistó el mundo es porque creó una cultura de la guerra. Todo ello se vino abruptamente abajo en 1945, y por una razón muy simple: todo el mundo entendió que la próxima vez que jugáramos a ese juego, íbamos a morir todos. Las técnicas de destrucción habían alcanzado tal perfección que la guerra ya no representaba ninguna opción para los países ricos y poderosos. Si lo volvieran a intentar, sería el fin. De todos modos, alguien podría ser tan irracional para hacerlo, pero sería dentro de algo al alcance de la racionalidad. No habrá guerra entre los países ricos. Así de claro.

Por ejemplo, en plena Guerra del Golfo, alguien en el Pentágono filtró a la prensa (la cual ocultó la filtración) un interesante documento. Cuando una nueva administración llega al poder, la CIA y la Agencia de Inteligencia de Defensa y otros le proporcionan una especie de informe del mundo, un análisis estratégico del mundo. Alguien filtró parte del análisis estratégico de la administración Bush (esto habría sido a principios del 89), y una parte del análisis hablaba sobre la guerra. Aproximadamente decía: en caso de conflicto con "enemigos mucho más débiles" (implicación: esta es la única clase de conflicto en la que nos vamos a meter), tenemos que neutralizarlos "con decisión y rápidamente", porque cualquier otra cosa minaría el apoyo político". Así, se han acabado cosas como los bombardeos de Vietnam del Sur durante 15 años, y de ningún modo iremos a la guerra con ninguna de las grandes potencias. Esto fue bastante antes de la Guerra del Golfo de 1991. En esa época Saddam Hussein era un gran amigo, no era considerado un objetivo. Se podía invadir Panamá; secuestrar a Noriega e irse al cabo de un par de semanas; bombardear Sudán; bombardear Libia; bombardear Irak a distancia, muy rápido, y solamente verte involucrado en unos días de combate. Estas cosas se pueden hacer con un enemigo mucho más débil, rápidamente y con decisión, pero con nadie más.

Volviendo al otro punto que usted proponía, lo que de hecho llevó a superar la depresión no fue tanto la guerra como las economías semidirigidas. La economía británica empezó a despertarse a finales de los 30, cuando se desliberalizó y se implantó una especie de economía semidirigida. EEUU apenas estuvo en guerra, no hubo combates en su territorio. Pero la economía de guerra no sólo superó la Depresión, sino que triplicó su producción industrial. Pero era una economía semidirigida, fuertemente coordinada desde Washington, con control de precios y salarios, con una política industrial que decidía qué es lo que iba a ser producido. Funcionó maravillosamente, tal como funcionó en Inglaterra (Inglaterra superó en producción a Alemania y estuvo cerca de la de EEUU).

La activación de la economía llevó a superar la Depresión. La guerra estaba abierta y esa fue la justificación, pero la guerra no es lo que hizo superar la Depresión. Eso estaba clarísimo. A mediados de los años 40 había consenso entre los economistas estadounidenses, la patronal y otros actores: tras la guerra, el gobierno había abandonado sus tareas de coordinación de la economía, con lo que aparecía la amenaza de la Depresión debido a los fallos del mercado. Hubo acuerdo en que se tenía que hacer algo para que el gobierno estimulara de nuevo la economía.

Estaba claro (no hace falta acudir a Keynes para darse cuenta) que se puede estimular la economía de muchos modos distintos. Se puede estimular con gasto social o se puede estimular con gasto militar. Hubo una sensata discusión en Business Week sobre qué hacer. La conclusión era: bueno, el gasto social no es una mala idea y el gasto militar es una gran idea. La razón es que el gasto social tiene una cara oculta. Sí, puede bombear la economía, pero tiene también un efecto democratizador porque la gente se interesa por el gasto social, quieren saber dónde se va a construir un hospital o una carretera o algo y se implican. En cambio no tiene opinión sobre qué cazareactor construir. El gasto social también da a la gente más seguridad y mejores condiciones, mejor educación, más medios de comunicación, más capacidad de resistir la amenaza del paro. Hace a la gente, a los trabajadores, más poderosos, y por lo tanto más capaces de reclamar salarios más altos y mejores condiciones. El gasto social tiene un efecto democratizador y no es un regalo directo a las empresas. El gasto militar, en cambio, no tiene ninguno de estos defectos, no es democratizador (al contrario, la gente está más asustada y busca refugio bajo el paraguas del poder), ayuda a las empresas, y además no mejora las condiciones de vida de la masa de trabajadores; más bien, tiende a reforzar la disciplina en el puesto de trabajo. Redistribuye hacia arriba y es fácil de vender si se aterroriza al ciudadano. Así, lo que surge es un programa de política industrial basado en el Pentágono, que se está ahora flexibilizando un poco debido a la excesiva liberalización de los movimientos dc capital. Dicho programa tiene que ser rediseñado ligeramente, de tal modo que vuelva a beneficiar a los ricos, por supuesto.


Notas:

(1) «Gotear hacia abajo», en inglés «trickle down», del concepto «trickle down economics», economía de goteo. Concepto en que se basó la política económica, especialmente derechista, del Reino Unido y EEUU en la época de Thatcher y Reagan (Nota del traductor).
(2) "Behaviorism" en el original, también traducible por "behavorismo". N. del T.
(3). "Public relations industry" en el original, también traducible por "industria de la propaganda". N del T.
(4). "Technical trading" en el original. N. del T.
(5). "Hedge funds" en inglés. Fondos de inversión de naturaleza particularmente agresiva. N. del T.


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