Experimentando a Krishna 

y Aryasamaj de Bombay

Bhakti de Krishna

La renovación espiritual bengalí, enteramente centrada en la Bhakti de Krishna, se nutre del Gíta Govinda de Jayadeva, que canta el amor del dios pastor por su predilecta Radha, y que más tarde inspirará la lírica de Candidasa y de Vidyapati.

La interpretación mística de la relación amorosa de Kriskna y Radha sirve de base al movimiento de los Radhá-Vallabhi, que elevan a Rádha al rango de divinidad suprema.

Los pasos de Jayadeva, Candídasa y Vidyápati son seguidos también por Vishvambhara Mishra llamado Chaitanya Mahaprabhu, que promueve el culto de Krishna y Radhacon celebraciones públicas en las que se recitan himnos religiosos acompañados con músicas, danzas y procesiones, que llevan con frecuencia a estados de exaltación estática.

 

Vishvambhara predicó su doctrina por diversas partes de la India, suscitando grandes entusiasmos con su exaltación religiosa, muy emotiva, centrada por completo en el amor de Radha y Krishna.

Entre sus seguidores no faltaron intelectuales que buscaron un fundamento teológico de su doctrina: con ello el movimiento de Krishna, amplió su interés también al campo racional.

En efecto, si bien determinadas expresiones de los devotos de Krishna en Bengala pueden parecer manifestaciones de irracionalismo emocional ligado a una religiosidad que hunde sus raíces en un Saktismo aborigen y "primitivo", la búsqueda teológica insertó

a Krishna en el mareo una doctrina Bheda-Abheda (diferencia y no diferencia entre Dios, las almas y el mundo), que sólo se puede conocer plenamente en la esfera de la mística, pero que se puede expresar parcialmente mediante las categorías del juego –Lila- creacionista de dios y de sus fuerzas (Shakti).

Dios es un ser personal y se manifiesta a través de la imagen fascinante de Krishna, que atrae hacia sí los corazones humanos y permite instaurar una relación de amor y devoción que se denomina Prema-Bhakti y que abarca la vida entera.

El amor a Dios es la culminación de todo un camino de fe que se inicia con la observancia del Dharma (de la ley cívico-religiosa) acompañada por un completo abandono en el Señor y una devoción constante.

En el amor del hombre a Dios-Krishna no hay ninguna manifestación erótica: el Prema no es sino una íntima unión con Krishna que dilata el corazón del fiel y lo hace capaz dc un amor universal de toda la Humanidad; por eso, la alegría y el entusiasmo que caracterizan

a los seguidores de Krishna son la expresión de una posesión divina que se produce tras la purificación de los sentidos y del espíritu.

La influencia del krishnaísmo de Chaitanya ha sido enorme, tanto en la cultura bengalí como en los actuales movimientos del Bhakti-Vedanta, que intentan difundir más allá de las fronteras de la India la teología y el culto del Dios-pastor mediante la traducción y la divulgación del Bhagavad-gita, y del Bhagavara-Purúna, y mediante la creación de centros comunitarios dedicados a la oración y a la caridad.

Sería difícil comprender el movimiento devocional a Krishna sin tener en cuenta el alto valor simbólico de la figura de Krishna y el profundo significado teológico de la doctrina que constituye su fundamento, emanada de autores como Nimbarka (el filósofo del Bheda-Abheda) y Vallabha, los cuales, como hemos visto a propósito del Vedanta, tratan de conciliar la tradición Brahmánica del Vedanta-Sutra y la riqueza mitológico-simbólica del movimiento de devoción a Krishna.

La devoción a Krishna es posible dejar de evocar la figura de la princesa Mira Bai, autora de delicadas y profundas poesías en honor al Dios, al que, siendo joven viuda se consagró de por vida.

Vivió en el Rajasthan y escribió sus composiciones en los idiomas Braj y Gujarati pero la fama de su santidad y la belleza de sus poemas superaron las fronteras de su región y alcanzaron gran resonancia. El sentido de la religiosidad de

Mira Bai consiste esencialmente en la sublimación del amor humano, el amor frustrado de la viudez, las humillaciones experimentadas por la princesa en el seno de su propia familia, la indujeron a un cambio de vida, a una conversión, y a una completa transfiguración de sus sentimientos y de todo su ser.

 

El movimiento Aryasamaj de Bombay

Más fiel a la tradición, sobre todo a la tradición Védica, fue Dayánanda Sarasvatí que fundó en Bombay la Arya Samaj (sociedad de los arios) a fin de promover la cultura india según su inspiración originaria.

Arya Samaj predica el monoteísmo, condena el culto a las imágenes, considera los Vedas como fuente de toda sabiduría y tiene como objetivo fundamental el bien de toda la humanidad, bien que se debe alcanzar mejorando las condiciones físicas, espirituales y sociales de los hombres; en efecto, nadie debe buscar únicamente su propio bienestar individual o su perfección espiritual, sino que debe considerarse a si mismo como parte de un todo, estando el destino de cada uno estrechamente vinculado al de los demás. En cuanto a las reformas concretas, Arya Samaj ha tratado de abrir camino a todos los habitantes de la India, hombres y mujeres, al estudio de los Vedas, recordemos que antiguamente sólo los miembros de las tres Varna superiores podían estudiar los Vedas, quedando excluidos los Sudras y las mujeres, y ha condenado reiteradamente los sacrificios cruentos e incruentos, considerándolos como supersticiones, al igual que otras prácticas del hinduismo, como las peregrinaciones y el culto a los muertos.

La inspiración nacionalista y democrática de esta asociación la ha convertido en uno de los pilares ideales de la "hinduización" de los movimientos de independencia política y cultural.