Emergiendo desde la
Atlántida al Santuario del Espíritu
Carta Nº 16
LA BUSQUEDA DE LA
FELICIDAD
Si
se desea la felicidad, se deberían buscar las causas que en otras ocasiones le
han producido
Víctor Manuel Guzmán
Villena
El
primer paso en la búsqueda de la felicidad es aprender a identificar que las emociones y los comportamientos negativos
son nocivos y cómo son útiles las emociones positivas. Tenemos que darnos
cuenta de que dichas emociones no sólo son malas para cada uno de nosotros sino
también para la sociedad y el futuro del mundo. Saber fortalecer nuestra
determinación de afrontarlas y superarlas. Por otra parte, debemos ser
conscientes de los efectos beneficiosos de las emociones y comportamientos
positivos; ello nos llevará a cultivar, desarrollar y aumentar esas emociones,
por difícil que sea. Tenemos una fuerza interior espontánea. A través de este
proceso de aprendizaje, del análisis de pensamientos y emociones, desarrollamos
gradualmente la firme determinación de cambiar, con la certidumbre de que
tenemos en nuestras manos el secreto de nuestra felicidad, de nuestro futuro, y
de que no debemos desperdiciarlo.
Si
aceptamos el principio de causalidad como una ley natural. Al tratar con la
realidad, hay que tener en cuenta esa ley. Así, por ejemplo, en el campo de las
experiencias cotidianas, si se producen ciertos acontecimientos indeseables, el
mejor método para asegurarse de que no vuelvan a ocurrir es procurar que no se
repitan las condiciones que los producen. De modo similar, si se quiere tener
una experiencia determinada, lo más lógico es buscar y acumular aquellas causas
y condiciones que la favorecen.
Sucede
lo mismo con los estados y las experiencias mentales. Si se desea la felicidad,
se deberían buscar las causas que en otras ocasiones le han producido, y si no
se desea el sufrimiento, se debería procurarse que no vuelvan a presentarse las
causas y condiciones que dieron lugar al mismo. Es muy importante aprender a
apreciar este principio.
El
odio, la envidia, los celos, la cólera son estados negativos de la mente porque
destruyen nuestro bienestar mental; cuando se abrigan sentimientos de odio o de
animadversión hacia alguien, cuando la persona se siente llena de odio o de
emociones negativas, todo nos parece hostil. La consecuencia es que hay más
temor, una mayor inhibición e indecisión, una sensación de inseguridad. Estas
cosas se desarrollan en un mundo que se considera hostil. Todos estos
sentimientos negativos se desarrollan debido al odio. Por otro lado, los
estados mentales como la afabilidad, la compasión, la generosidad son
definitivamente muy positivos. Son muy útiles.
Para
alcanzar la felicidad hay que identificar y cultivar los estados mentales
positivos así como identificar y eliminar
los estados mentales negativos, clasificando las emociones simplemente
sobre la base de si conducen o no la felicidad última. Es decir hay que
producir una transformación en las perspectivas, en la forma de pensar, y eso
no es tan sencillo. Para ello es preciso aplicar muchos factores diferentes
desde distintas direcciones. No se debe tener la idea de que sólo existe una
clave, un secreto que, si se llega a desvelar, hará que todo marche bien. Es
como cuidar adecuadamente del propio cuerpo, se necesitan diversas vitaminas y
nutrientes, no sólo una o dos. Del mismo modo, para alcanzar la felicidad hay
que utilizar una variedad de enfoques y métodos, superar los variados y
complejos estados negativos. Si tratan de superar ciertas formas negativas de
pensar no se podrá conseguirlo practicando una técnica, el cambio requiere
tiempo y la aplicación de diversas técnicas y tomarse un tiempo necesario para
familiarizarse con ellas. se trata de un proceso de aprendizaje.
A
medida que pasa el tiempo, se van acumulando los cambios positivos. Cada día,
al levantarse se puede desarrollar una sincera motivación positiva al pensar:
“Utilizaré este día de una forma más positiva. No desperdiciaré este día”.
Luego, por la noche, antes de dormir analizar lo que se ha hecho y preguntarse
si ese día se utilizó como estaba previsto. Si todo se desarrolló tal como se
planificó se debe alegrarse por ello. Si alguna cosa salió mal, lamenta lo que
hizo y examinar críticamente. Gracias a este método se puede ir fortaleciendo
los aspectos positivos de la mente.
El
comportamiento ético es otra característica que conduce a una existencia más
feliz. Los grandes maestros espirituales como Buda aconsejan realizar acciones sanas
y evitar las que no lo sean, lo cual depende del grado de disciplina mental. Un
mente disciplinada conduce a la felicidad y una mente indisciplinada al
sufrimiento; de hecho, imponer disciplina en la propia mente es la esencia
misma de la enseñanza de Buda. Al hablar de disciplina hay que referirse a la
autodisciplina, no a lo que se nos impone externamente. También hay que
referirse a la disciplina aplicada para superar los rasgos negativos. Una
pandilla criminal puede necesitar disciplina para cometer un atraco con éxito,
pero esa disciplina es inútil.
En
términos convencionales, en nuestra vida cotidiana, se considera la educación
como un factor importante para procurar el éxito y la felicidad. El
conocimiento no es algo que llegue hasta nosotros de un modo natural. Tenemos
que practicar, tenemos que pasar por una especie de programa sistemático de
entrenamiento. Y consideramos que esa educación y entrenamiento convencionales
son bastantes duros; si no lo fueran, ¿por qué los estudiantes tienen tantas
ganas de que lleguen las vacaciones? Y sin embargo, sabemos que la educación es
necesaria en términos generales para alcanzar el éxito y el bienestar.
Estamos
hechos para buscar la felicidad. Y está claro que los sentimientos de amor,
afecto, intimidad y compasión traen consigo la felicidad. Todos tenemos la base
para ser felices, para acceder a estos estados positivos de la mente que
aportan felicidad. De hecho es que no sólo poseemos el potencial necesario para
la compasión, sino que la naturaleza básica o fundamental de los seres humanos
es
la benevolencia, por tanto hay que reconocer que si bien los conflictos son
originados por el mal uso de la inteligencia, podemos utilizar ésta para
descubrir medios que nos permitan superar. Al utilizar la inteligencia y la
bondad, todas las acciones humanas son constructivas. Al combinar un corazón
cálido con el conocimiento y la educación, aprendemos a respetar los puntos de
vista y los derechos de los demás. Eso es el cimiento de un espíritu
reconciliador que sirva para superar la agresión y resolver nuestros
conflictos.