Emergiendo desde la
Atlántida al Santuario del Espíritu
Carta Nº 20
EL SILENCIO
El
espacio y el silencio son necesarios para ir más allá de las limitaciones de la
conciencia
Víctor Manuel Guzmán Villena
La realidad no nos dice nunca que hacer, ella no habla, nunca es
imperativa; el universo habla de indicativo y presente; el juego de la vida no
es otra cosa que la inteligencia tomando conciencia de sí mismo a través de una
multitud de formas, y estas formas siempre semejantes a ella misma.
En el universo no hay el ahora y aquí todo es presente. El
universo es y el resto no es más que comentarios; (el universo es uno, nada
existe fuera de esa realidad única) hay que percibir desde el interior el universo
porque el centro soy yo. Conocer es ser y para ello no hay otra vida que el
silencio; es la condición suficiente y necesaria para que la intuición se
manifieste, y el silencio no es la ausencia de palabras, es la cesación de toda
identificación con lo que sea, es fija su abstracción sobre la observación;
este silencio esencial llamamos vigilancia interior, es el universo, es ser
consciente en el cual el humano es el
centro del universo.
El silencio no puede existir si no hay sonido, por lo que hay
que hacer el ejercicio del silencio para llegar al sonido. El silencio tiene
una particularidad, forzar al individuo a conversar consigo mismo, a mirar a si
mismo y a conocerse a si mismo. Por tanto este misterio no se encuentra ni se
descubre en el mundo, se encuentra y se aprende en el corazón de los hombres
que lo buscan para mejorar su existencia. El silencio, aunque parezca raro decir, puede ayudar al
ser humano a encontrar respuestas a su propio misterio.
Hay tres tipos de silencio:
- El silencio físico
que consiste en no hablar y
estrictamente no generar ruido.
- El silencio mental se
reduce a no pensar.
- El silencio espiritual
es llegar al silencio total para encontrar el campo de la manifestación
suprema.
Los pasos para encontrar el silencio
son: El silencio como ejercicio mismo; y la meditación.
El primer paso es: Silencio por el silencio; que radica en la
fuerza de voluntad para ejecutarlo. Es aprender a controlar el manejo exacto de
las palabras. Para lograr este silencio es necesario concentrar la atención en
elementos mucho más sutiles casi imperceptibles que nunca está acostumbrado a
escuchar como es el latir del corazón, el crujir de los pisos, la respiración.
El otro paso: Callar para escuchar; si estamos en la naturaleza magnimus y optamos por callar y
suspender toda acción humana y demostramos un acto de humildad y de respeto
aprendemos a escuchar los mensajes de la naturaleza a través del viento, el
agua, los árboles y todo ello constituye un alimento a nuestro espíritu para
sentir los mensajes puros sin prejuicios
e intenciones.
El tercero es: La meditación; es un paso más allá del silencio
en sí. Ya no es un alimento para el alma sino que constituye la esencia divina.
La meditación nos permite realizar el silencio físico y el silencio mental,
donde ya no es la voluntad sino que existe una fuerza más ajena que nos hace
callar a nuestra mente. Es el momento en que tenemos que aceptar al pensamiento
como un río, que fluye ideas hasta que llega un momento en que se calla y lograr
que fluya solo energía.
La concentración de la energía y la atención en el asiento del
alma, sin aprehensión, sin deseos, sin ansiedades, dejando que se haga es
imprescindible. La vida que llevamos tiene poca soledad, pero la misma que está
cargada de penas, conflictos, alegrías, pero se vuelven insensibles, ya que
jamás estamos solos, ya que estamos atados al ayer, al recuerdo; y los llevamos
con nosotros estas cargas que no nos permiten dejar atrás el pasado y solamente
cuando afrontamos y resolvemos en el momento preciso llegamos a la soledad. Es
importante llegar a la soledad y dar a este espacio importancia en la búsqueda
de la virtud y la libertad.
Ninguna virtud puede funcionar sin este espacio vasto en sí
mismo, nos es necesario el silencio ya que no podemos tener contacto con lo
nuevo si no estamos solos, sin ninguna experiencia, influencia, es decir
tenemos que estar vacíos, -la vasija tiene que estar vacia para llenarlo-, y
solo su espíritu silencioso tiene la posibilidad de ser claro. La única meta es
generar un estado de espíritu capaz de dominar el pensamiento y si nosotros no
establecemos verdaderos fundamentos contra el
miedo, dolor, ansiedad no podremos salir y tener un espíritu libre de
tortura.
El espacio y el silencio son necesarios
para ir más allá de las limitaciones de la conciencia. La pregunta es ¿Cómo un
espíritu activo puede estar en calma? Nosotros podemos moldearlo, perseguir un
ideal que consiste en tener un espíritu calmado, pero no tiene ningún efecto si
actuamos con rigor ya que se estanca. Ejercer un control en cualquier forma es
represión, es decir se ejerce un conflicto, y la mayor parte de nuestras vidas
son disciplinadas por las presiones exteriores de la sociedad, de la familia,
de nuestros sufrimientos, de nuestras experiencias, nuestro conformismo a una
ideología y a su estructura. Estas disciplinas son mortales, por lo cual
debemos evitarlos a través de eliminar las represiones, temores.
Nuevamente nos preguntamos y ¿Cómo hacerlo? No se trata de
disciplinarlo y luego adquirir la libertad. La libertad hay que adquirirlo al
principio y no al final. Comprenderlo es liberarse del conformismo en materia
de disciplina . El acto mismo de aprender es disciplina, es decir se convierte
en claridad para comprender la naturaleza de las cosas y toda su estructura.
El silencio permite el encuentro consigo mismo, es un paso a
otro nivel del sonido más armónico, por lo cual el silencio no puede ser
descrito, ya que todo aquello que se puede describir es conocido, y uno no
puede librarse de lo conocido sino sólo muriendo todos los días, para que las
células del cerebro estén siempre frescas e inocentes, Pero esta cualidad no es de la belleza del silencio, este
silencio es un pequeño comienzo como si uno pasara de un pequeño hueco hacia la
inmensidad del océano y no podemos comprenderlo verbalmente sino hemos
comprendido la estructura de la conciencia.