Emergiendo desde la
Atlántida al Santuario del Espíritu
Carta Nº 21
EL VALOR DEL PERDON
El
perdón es una decisión, una actitud, un proceso y una forma de vida. Es algo
que ofrecemos a otras personas y algo que aceptamos para nosotros
Víctor Manuel Guzmán Villena
Todo el conocimiento del mundo vale poco si nuestro
rencor sigue creciendo cada vez más que el comportamiento de un desconocido que
nos recuerda nuestras relaciones no sanadas. ¿De qué nos sirve conocernos a nosotros
mismos, si lo usamos para avivar el odio que
tenemos y el sentimiento de culpabilidad, que nos dicen que, a pesar de
todos nuestros esfuerzos, jamás seremos capaces de ser, de hacer, ni de servir
lo suficiente para ser dignos de nuestro amor propio?
El perdón supone aceptar de verdad nuestro propio
merecimiento como seres humanos, entender que los errores son oportunidades
para crecer, tomar conciencia y desarrollar la compasión, y comprender que la
magnitud del amor por nosotros mismos y por los demás es el pegamento que
mantiene unido al universo.
El perdón es una respuesta, la respuesta implícita de
nuestra existencia. El perdón es el medio para reparar lo que está roto. Coge
el corazón roto y lo repara. Coge el corazón atrapado y lo libera. Coge el
corazón manchado por la vergüenza y la culpa y lo devuelve a su estado
inmaculado. El perdón restablece en el corazón la inocencia que conocimos en
otro tiempo, una inocencia que nos permite la libertad de amar.
Cuando perdonamos y somos perdonados, siempre se transforma
nuestra vida. Las dulces promesas del perdón se cumplen y se nos ofrece un
nuevo comienzo con nosotros mismos y con el mundo. El concepto del perdón puede
provocar dos cosas: o bien imposibilitarnos, limitando nuestra capacidad para
la claridad y la alegría, o bien animarnos, ofreciéndonos una manera de dejar
el pasado y ser libres para vivir con mayor paz y felicidad.
Perdonar no es justificar comportamientos negativos o
improcedentes, sean propios o ajenos. El maltrato, la violencia, la agresión,
la traición y la deshonestidad son solo algunos de los comportamientos que
pueden ser totalmente inaceptables. ¿Se puede perdonar a un trabajador
incompetente y despedirlo por no hacer bien su trabajo? No es preciso ir y
decirle: Te perdono, aunque a veces esto puede ser una parte importante de
perdonar. El perdón solo requiere un cambio de percepción, otra manera de
considerar a las personas y circunstancias que creemos que nos han causado
dolor y problemas.
Como todos sabemos, la rabia y el rencor son
emociones muy fuertes que desgastan nuestra energía de muchas maneras. Cuando
nos quitamos las capas, probablemente se
descubrirá que esa rabia en realidad es un sentimiento superficial. No en el
sentido que sea trivial o falso, sino en el de que hay muchos sentimientos y
dinámicas por debajo de él. Cuando nos perdemos en la rabia nos volvemos sordos
a nuestros sentimientos más profundos. Hemos aprendido a escuchar solo aquellos
que saben gritar más fuerte.
Muchos creen que permanecer enfadados, aferrarse al
rencor es sinónimo de poder, energía y dominio. Pero en realidad lo único que
descubren son sentimientos de impotencia, desilusión, inseguridad, aflicción o
miedo y los usan con frecuencia en sustitución de los sentimientos de verdadero
poder personal.
A veces es mucho más cómodo sentir rabia que sentir
el temor y la tristeza. De hecho, una razón por la que suele ser difícil
perdonar es que para hacerlo se debe sacar a la luz y aceptar la verdad de lo
que realmente sentimos. Esto puede ser una revelación dolorosa si hemos
aprendido a convivir con la negación y la represión. Sin embargo, se debe
tratar de recodar que al otro lado del dolor está el alivio y una mayor paz
mental. Cuando se lleva gran parte de la vida sintiéndose víctima, puede que
halle una enorme resistencia a perdonar, porque al hacerlo renuncia a una buena
parte de su identidad. Perdonar no significa negar que se haya sido una
víctima, quiere decir que el hecho de haberlo sido ya no domina necesariamente
la identidad y la vida emocional actual.
A medida que se vaya trabajando con el perdón, es
importante tomar en cuenta los pensamientos que afloran y las reacciones. Si
aparece el temor, la autocrítica, las dudas hay que ser amable consigo mismo.
Estos sentimientos son como una parte natural del proceso de cambio. En
realidad, ser amable consigo mismo es, de por sí, un gran acto de perdón para
con uno mismo. Al margen de los pensamientos o sentimientos que surjan, afirma
el compromiso de tratarse con amabilidad. Se amable con uno mismo no significa
que no ponga esfuerzo y voluntad, ni que se justifiquen pensamientos o
comportamientos que se consideran impropios, sino que se puede aprender sin
necesidad de azotarse la dureza con uno mismo y que alimenta un ciclo
contraproducente que quita poder y favorece el sentimiento de culpa, falta de
respeto y autoestima por uno mismo.
El perdón es una decisión, una actitud, un proceso y una
forma de vida. Es algo que ofrecemos a otras personas y algo que aceptamos para
nosotros. El perdón es una decisión, la de ver más allá de los límites de la
personalidad de otra persona, sus miedos, idiosincrasias, neurosis y errores,
la decisión de ver una esencia pura, no condicionada, por historias personales que tienen una
capacidad ilimitada y siempre digna de respeto y amor.
Cada vez que se hace un cambio, debilitamos el
monopolio del ego sobre nuestras percepciones y nos capacitamos para dejar
marchar, liberar y olvidar el pasado. El perdón suele experimentarse como un
sentimiento de dicha, paz, amor y apertura del corazón, alivio, expansión,
confianza, libertad, alegría y una sensación de estar haciendo lo
correcto. El perdón es una forma de vida
que nos convierte gradualmente de víctima de nuestra propia circunstancia en
poderosos y amorosos creadores de nuestra realidad. Supone un compromiso de
experimentar cada momento algo nuevo,
con claridad y sin temor. Es la desaparición de las percepciones que
obstaculizan nuestra capacidad de amar.
El perdón nos enseña que podemos estar en desacuerdo
con alguien sin retirarle el cariño y respeto. Nos lleva más allá de los
temores y mecanismos de supervivencia propio de nuestro condicionamiento, hacia
una visión valiente de la verdad que nos ofrece un nuevo campo de elección y
libertad, en donde podemos descansar de nuestras luchas. Nos guía hacia donde
la paz no es desconocida y nos da la posibilidad de saber cual es nuestra
fortaleza.