Emergiendo desde la
Atlántida al Santuario del Espíritu
Carta Nº 22
LA LIBERTAD
La libertad
supone un conocimiento más o menos claro de los actos que se ejecutan y una
voluntad perfectamente definida por el desarrollo de la inteligencia
Víctor Manuel Guzmán Villena
!La tierra no es el centro del universo¡
Haber logrado captar la verdad de esta afirmación ha sido sorprendentemente la
conquista de la libertad de la humanidad por conocer. Cuando Copérnico presentó
por primera vez su revolucionaria teoría, que afirmaba que la tierra giraba
alrededor del sol en lugar de ser al contrario, la gente pensó que estaba loco.
De hecho, cuando Galileo utilizó un telescopio para probar la teoría
heliocéntrica de Copérnico, se lo consideró hereje por desafiar las creencias
religiosas prevalecientes con sus concepciones científicas; Galileo fue
procesado y se le ordenó que renunciara a sus convicciones. Antes de
enfrentarse a la tortura, renunció a sus afirmaciones y fue puesto bajo arresto
domiciliario, donde permaneció los últimos ocho años de su vida. Se dice que
cuando se hallaba al borde de la muerte, sus últimas palabras fueron: “no
importa lo que ellos digan, la tierra gira alrededor del sol.”
Aceptamos la verdad de Copérnico y de
Galileo, pero existe hasta el día de hoy
creencias que lo impiden aceptar una verdad científica acerca del universo y
penetrar en el significado más profundo en el cual cada uno de nosotros es el
centro de nuestro propio universo, y no es que lo impida su capacidad mental
sino la perdida de libertad para pensar y enfrentar esas verdades y conceptos que subyacen más allá de su
mente.
La verdadera libertad se divide a juicio
de la filosofía, en externa e interna. La externa es la facultad que tenemos de
obrar conforme a nuestra voluntad, dada nuestra posición y las de los demás
humanos en el mundo. La interna es la facultad de pensar, apreciar los seres
humanos y sus actos conforme a los dictados de nuestra conciencia. Sobre esta
base de apreciación también dividiremos la libertad en positiva y natural.
Llamamos positiva a la primera, porque
está limitada por las leyes y costumbres que rigen a todos los seres; y natural
a la segunda, porque los seres nacionales disfrutan de ella en la esfera de su
mayor o menor desarrollo intelectual y moral.
La libertad
positiva disminuye o tiende a disminuir a medida que el ser humano avanza en su
saber, porque los complicados deberes y derechos que surgen del desarrollo
físico, intelectual y moral del mundo, reconocen por límites y deberes y
derechos iguales, que hay que respetar y que exigir de los demás.
¡Se podrá gozar de mayor libertad que en
un estado puro! Cierto, debemos contemplar el mundo libre de ilusión o
distorsión de la realidad que nos rodea, o de nosotros mismos; ver rosas donde
hay rosas, ver espinas donde hay espinas. Veremos que esa amplia e ilimitada
libertad en seres que conocen y que han desarrollado el conocimiento de la esencia
del mundo que los rodea significa conocer lo que es, conocer cómo operan las
cosas y conocerse a sí mismo y a los demás.; Manifestar al contrario es cuando
falta en el espíritu la luz del conocimiento, de la moral, del respeto a la
naturaleza y a éste ser le falta la verdadera libertad, supuesto que no se
piensa ni se obra sino en estrechos círculos de las acumulaciones materiales.
Por otra parte, es indispensable ejercitar
esa libertad individual, porque es indispensable conocerse y comprenderse a sí
mismos. Cuando abrimos nuestros ojos a la sabiduría, no estamos obligados a
elegir lo que vemos, sino que vemos exactamente lo que es. Esto puede
parecernos como un desafío, sin embargo, cuando nos apartamos de la fantasía y
vemos en verdad el modo de ser de las cosas, nos liberamos de la ilusión y
podemos comenzar a vivir más de acuerdo a la realidad.
Cuando las
organizaciones se desarrollan crean un mundo de derechos y deberes múltiples
que ofrecen al espíritu vasto campo para resolverse en el sentido que considere
más acertado. Entonces nace la responsabilidad moral, que es el más activo
elemento para el progreso, porque teniéndose un conocimiento más seguro del
bien y del mal, y siéndole imputable al hombre todo lo bueno y lo malo que
produzca con entera libertad y completo discernimiento; se deduce que cuando se
infringen las leyes morales, la acusación de la conciencia que es la tribunal
que siempre nos juzga, no se hace esperar, y las leyes positivas pueden
aplicarse con justicia. ¿No es ignorancia una circunstancia atenuante?
He aquí pues, explicado por qué la
humanidad ha progresado más pero mucho más, en los veinte siglos transcurridos,
que en el período o los períodos históricos, anteriores a la era cristiana. Y
se debe a que seguimos una progresión creciente, de acuerdo a los tiempos en
que desarrollamos nuestra inteligencia, que a tantos asusta, nos pone en
condiciones de desenvolver nuestras facultades en una campo más amplio cada
día.
La libertad no es otra cosa que la
consecuencia necesaria de la combinación de la voluntad y la inteligencia,
dirigida en variado sentido. Es un efecto del libre albedrío, innato en todo
ser humano, efecto genuino y grandioso, porque es el coeficiente más activo y
poderoso del progreso, y a su vez, da nacimiento a otro coeficiente de no menos
importancia, que se llama responsabilidad moral. En resumen: La libertad supone
un conocimiento más o menos claro de los actos que se ejecutan y una voluntad
perfectamente definida por el desarrollo de la inteligencia. Si en el hecho que
se ejecuta no entra como causa eficiente la voluntad de obrar no el
conocimiento de lo que se hace, la libertad no existe.
Y quien creyera que hay seres humanos que
combaten estos principios fundamentales como es el progreso en todas sus
manifestaciones trascendentales no sólo para la vida individual sino el
desarrollo de la sociedad en su conjunto que ha llegado a un grado de
desarrollo y que para la cual ha necesitado siglos para alanzar la meta de la
grandeza humana y que pese al tiempo transcurrido no logra todavía arrancar
todos sus secretos a la vida y a la ciencia.
De esta suerte todas las grandes
conquistas del género humano en lo que va a nuestra época, son combatidas con
tesón por quienes no creen en la igualdad, la tolerancia y la razón. Sin
embargo que la tolerancia es la precursora y la compañera eterna de la
libertad, y la igualdad es la mejor conquista de los pueblos.