Emergiendo desde la
Atlántida al Santuario del Espíritu
Carta Nº 3
EVOLUCION DE NUESTRO SER
Este
camino de la evolución nos permitirá comprender los principios
básicos del universo de manera concreta
VICTOR MANUEL GUZMAN
VILLENA.
La
evolución significa el desarrollo progresivo de la complejidad
organizativa. Esta definición es expresión de la idea de que el
organismo más capaz de controlar el medio y a todos los organismos que
lo habitan es el más desarrollado. “La supervivencia de los
más aptos” significa que el organismo más evolucionado en
un medio dado es aquel que se encuentra situado en la cumbre de la cadena
alimentaría en ese medio. Por tanto, y según esa
definición, el organismo más capaz de asegurarse su propia
supervivencia es el más evolucionado.
Nuestro profundo entendimiento nos dice que un ser
auténticamente evolucionado es aquel que valora a sí mismo, y que
valora el amor más de lo que valora el mundo físico. Ahora
debemos conseguir que nuestra comprensión de la evolución si
corresponda con este profundo entendimiento. Es importante que lo logremos,
puesto que nuestra comprensión habitual de la evolución refleja
la fase de ésta que estamos abandonando precisamente ahora. Si
realizamos un examen de esta comprensión, podemos percibir hasta que
punto hemos evolucionado, y qué es lo que estamos a punto de dejar
atrás. Al reflejar una comprensión de la evolución nueva y
en expansión, aquella que acepta nuestras verdades más profundas,
podemos comprobar hacia donde vamos evolucionando, y lo que eso significa para
nuestra experiencia, nuestros valores y la manera en que actuamos.
Este camino de la evolución nos permitirá
comprender los principios básicos del universo de manera concreta.
Gracias a nuestros sentidos, sabemos que cada acción es una causa que
provoca un efecto, y que cada efecto posee una causa. Sabemos los resultados de
nuestras intenciones. Sabemos que la cólera mata. Sabemos que la bondad
nos nutre. Además experimentamos nuestras habilidades para mejorar el
conocimiento. Por ejemplo comprobamos que un palo puede servir de herramienta y
podemos averiguar los efectos cuando la elegimos para utilizarla. Las manos que
fabrican bombas pueden construir escuelas.
Comprobamos también que cuando las actividades de la vida
se encuentran infundidas de respeto, se llenan de sentido y obtienen buenos
resultados. Vemos asimismo que cuando ese respeto es ajeno a las actividades
vitales, el resultado es otro que la crueldad, la violencia y la soledad. El
ruedo físico es un medio de aprendizaje magnífico. Se trata de
una escuela gracias a la cual, y a través de la experiencia, llegamos a
entender qué provoca que lleguemos a expansionarnos o a contraernos,
qué es lo que hace que crezcamos o, por el contrario, que nos encojamos,
qué alimenta nuestras almas y qué las agota, qué funciona
y qué no.
Cuando
se contempla el medio sólo a través de los cinco sentidos, la
supervivencia física se nos muestra como el único criterio de
evolución, puesto que no se puede detectar ningún otro.
Así, la supervivencia de los más aptos se nos presenta como
sinónimo de evolución y el dominio físico constituye,
aparentemente, la principal característica del avance evolutivo.
La necesidad de dominación física produce una
clase de competencia que afecta a cada aspecto de nuestras vidas. Influye en
las relaciones entre amantes y entre superpotencias, entre parientes y entre
razas, entre clases sociales y entre sexos. Quiebra la tendencia natural hacia
la armonía. El poder de controlar el medio y a quienes se encuentran en
él es un poder sobre el que todos hemos sentido, probado, visto o
escuchado. Se trata de un poder externo que puede ganarse y perderse, comprarse
o venderse, transferirse o heredarse. Se piensa en él como algo que
puede arrebatarse o encontrarse en algún lugar. Percibimos el aumento de
poder de una persona al tiempo que otra lo pierde. La violencia y la
destrucción son los resultados de contemplar el poder de esta forma.
Todas nuestras instituciones, sean políticas, económicas,
sociales reflejan esta manera de entender el poder. Las familias como las
culturas son patriarcales o matriarcales, algo que los niños aprenden
muy pronto y marcan sus vidas.
Los policías y militares son producto de la percepción del
poder como algo externo. Las condecoraciones, las botas, uniformes, rangos,
implementos de comunicación y las armas son símbolos de miedo.
Quienes los llevan temen enfrentarse sin defensas al mundo. Los demás
temen el poder que representan. La policía y los militares, de la misma
manera que las familias y las culturas patriarcales o matriarcales, no tienen
origen en la percepción del poder como algo externo. Son reflejos de la
manera en que nosotros, en tanto que especie y como individuos, hemos llegado a
contemplar el poder.
La percepción del poder como algo externo ha marcado
también los sistemas económicos, cuyo control está
concentrado en muy pocas manos. Hemos creado los sindicatos y asociaciones para
proteger a los trabajadores de estas personas. Con el fin de salvaguardar los
intereses de los pobres hemos organizado sistemas de defensa. Todo esto es un
perfecto reflejo de cómo hemos llegado a percibir el poder: como una
posesión perteneciente a una minoría, al tiempo que la
mayoría cumple el rol de víctimas.
El dinero es un símbolo de poder. Quienes poseen
más riquezas tienen mayor capacidad para controlar su medio y a quienes
hay en él, mientras que los que carecen de ello tienen menor control del
medio y de quienes en él están. El dinero se adquiere pero
también se pierde, se roba, se hereda y se lucha por él. La
educación, la posesión social, la fama y los objetos que somos
propietarios son símbolos de poder externo. Pero en realidad es un
incremento de nuestra vulnerabilidad. Y esto es consecuencia de contemplar el
poder como elemento externo. A partir de esta percepción, aquellos que
se encuentran en la cúspide nos parecen los más poderosos y, por
lo tanto, los más valiosos y los menos vulnerables.
En el centro
de la consecución del poder se ubica la violencia. El beneficio secundario
se halla detrás de los conflictos regionales, ideológicos,
religiosos o personales. Esta percepción de poder hace pedazos la
psique, tanto si se trata de la del individuo como de la comunidad,
nación o región. No hay diferencia entre una esquizofrenia aguda
y un mundo en guerra, entre la agonía de una alma destrozada y una
nación devastada. Una pareja
se enfrentan al poder originan idéntica dinámica que
cuando los seres humanos de una raza temen a otra. Partiendo de este tipo de
dinámicas, hemos ido formando nuestra comprensión actual de la
evolución como un proceso de capacidad siempre en aumento para dominar
el medio y a todos los que se encuentra en él.
Pero nuestro entendimiento más profundo nos conduce a
buscar otra clase de poder. Un poder que ama la vida en cualquiera de sus
formas, que no juzga pero que
percibe su significado y las intenciones hasta el más íntimo
detalle sobre la tierra. Al sintonizar nuestros pensamientos y acciones con la
parte más elevada de nosotros mismos, nos llenamos de entusiasmo, de
objetivos y de significado. La vida es rica y plena; dejamos de tener
pensamientos rencorosos y recuerdos de miedo. Nos hallamos alegres y
comprometidos con nuestro mundo. Esta es la experiencia del verdadero poder.
Este poder auténtico hunde sus raíces en la fuente
más profunda de nuestro ser. El verdadero poder no puede comprarse,
heredarse o acumularse. Una persona verdaderamente poderosa es incapaz de
convertir a otra en víctima; es tan fuerte -tiene tal poder- que no
acepta la idea de utilizar la fuerza contra otros seres.
Una comprensión de la evolución no es adecuada cuando no se tiene como
núcleo el hecho de que nos encontramos realizando un viaje hacia el
auténtico poder, y que éste es el fin de nuestro proceso
evolutivo y el objetivo de nuestro ser. Evolucionamos desde una especie que
persigue el poder exterior hacia otra que busca el poder auténtico, y en
este camino dejamos atrás la exploración del mundo físico
como único medio de evolución y rechazamos el conocimiento que es
fruto de la conciencia limitada a la modalidad penta sensorial. Estos ya no son
los métodos adecuados para el mundo que estamos obligados a configurar.