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h i s t o r i a d e l i n s u l t o
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Los insultos y los términos vulgares (que no siempre son insultos) parecen ser un común denominador de todas las lenguas y, dentro de cada comunidad lingüística, de todos los estratos sociales. Sus orígenes vienen de la mano de la génesis misma de las lenguas y de la propia naturaleza de los hablantes, quienes encuentran en ellos una de las formas más primitivas de referirse a ciertas realidades del mundo que los rodea, en especial a aquellos temas que son considerados tabúes para la sociedad. Sin duda, es el sexo y sus temas afines los que parecen ser la mayor fuente de inspiración para la creación del más bajo registro lingüístico de la comunidad.
Desde el punto de vista psicológico, el insulto, por ejemplo, es la manifestación explícita de cierta carga agresiva de la persona que lo profiere. Ciertamente constituye una de las formas más directas de exteriorizarla y suele presentarse como reacción o respuesta inmediata a la causa que lo genera. Aunque esta causa puede ser de diversa índole, generalmente se trata de algo doloroso, como una situación frustrante (Ej. pérdida de un examen), dolorosa físicamente (Ej. una herida) o emocionalmente (Ej. enfermedad de una persona querida), o de una rivalidad o enfrentamiento con el prójimo. Lo cierto es que luego de proferir un insulto, más allá de los sentimientos de culpa que puedan generarse, un sentimiento de alivio suele ser una constante.
fuente: www.avizora.com
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