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TANGOS Y MILONGAS

(por Homero Manzi)

 

Monte criollo

 

Cuarenta cartones pintados

con palos de ensueño, de engaño y amor.

La vida es un mazo marcado,

baraja los naipes la mano de Dios.

Las malas que embosca la dicha

se dieron en juego tras cada ilusión,

y así fue robándome fichas

la carta negada de tu corazón.

 

¡Hagan juego!

Monte criollo que en tu emboque

tu ternura palpité.

¡Hagan juego!

Me mandé mi resto en cope

y después de los tres toques

con tu olvido me topé.

 

Perdí los primeros convites

parando en carpetas de suerte y verdad.

Y luego, buscando desquite,

cien contras seguidas me dio tu maldad.

Me ofrece la espada su filo,

rencores del basto te quieren vengar.

Hoy juego mi trampa tranquilo

y entre oros y copas te habré de olvidar.

 

 

 

Sosteniendo recuerdos

 

Contemplando las tardes
a la sombra del rancho,
parecieras un alma
que se ha puesto a fumar.

Arrugada la cara,
retorcidos los dedos,
desteñidos los ojos
de mirar y mirar.

Tu Jacinta descansa
en la casa del cielo,
tus muchachos son hombres
y los hombres se van...

Sólo quedan tus huesos
sosteniendo recuerdos,
y sobando correas,
y esperando el final.

¡Gaucho viejo!...
Quién te viera,
como entonces china en anca,
veinte abriles y un amor.

¡Quién te viera!...
Surco, reja, pan y mate,
potro, lonja, tropa y huella,
puro brazo y corazón.

¡Gaucho viejo!...
Por las leguas,
vientos Pampas se frotaron
contra el barro de tu piel.

¡Gaucho viejo!...
Tiempos duros,
soles fuertes,
y las frías noches largas,
dibujaron tu vejez.

 

 

 

Pena mulata

 

Pena mulata
que se desata
bajo la bata
de broderí.

Dolor de milonga
que apenas prolonga
con queja tristonga
la noche de abril.

Como un espejo
Bruñido y viejo
brilla el pellejo
del bailarín.

Clavel escarlata
que el ansia delata
temblando en la bata
su mancha carmín.

Tu madre murió de amores
en el Barrio del Tambor.
Le abrió caminos de ausencia
el puñal de un cuarteador.

Tu padre murió a la sombra
por vengar esa traición.
Mulata, nació tu estrella
en un cielo de crespón.

Luz de locura
brilla en la oscura
mirada dura
del bailarín.

Alcohol de añoranza
que al son de la danza
calienta venganzas
debajo la crin.

Pobre morena,
brotó en tus venas
una serena
flor carmesí.

Rencor en acecho,
pincel del despecho
pintando en tu pecho
la mancha carmín.

Tu madre murió de amores,
alma blanca y piel carbón.
Mulata, fueron sus labios
el rencor de un cuarteador.
Tu padre murió a la sombra
por vengar esa traición.
Mulata, nació tu estrella
en un cielo de crespón.

Pena mulata
que se desata
bajo la bata
de broderí.

Dolor de milonga
que apenas prolonga
con queja tristonga
la noche de abril.

 

 

 

Milonga de los fortines

 

Milonga de cien reyertas

templada como el valor.

Grito de pampa desierta

diciendo su alerta

con voz de cantor.

Milonga de quita penas.

Nostalgia de población.

Canto qu'en noche serena

su rezo despena

detrás del fogón.

 

Diana de viejas victorias

en la punta del tropel,

con tu vanguardia de gloria

serás en la historia

canción y laurel.

Son de querencia querida

en las noches del cuartel.

Pena de china querida

que al fin afligida

dejó de ser fiel.

 

Resuenan con tus acentos,

milonga del batallón,

gritos de viejos sargentos

cargando en el viento

con el escuadrón.

Y vuelven en los sonidos

agudos del cornetín,

ecos de mil alaridos

que estaban perdidos

detrás del confín.

 

Gime el desierto rodando

sus rumores de huracán...

Vienen las lanzas cargando

y están aguaitando

la Cruz y el Puñal.

Gloria de aquel comandante

que jamás volvió al cantón.

Besan su barba cervuna

la luz de la luna

y el fuego del sol.

 

 

 

Betinotti

 

En el fondo de la noche

la barriada se entristece

cuando en la sombra se mece

el rumor de una canción.

Paisaje de barrio turbio

chapaleado por las chatas

que al son de cien serenatas

perfumó su corazón.

 

Mariposa de alas negras

volando en el callejón,

al rumorear la bordona

junto a la paz del malvón.

Y al evocar en la noche

voces que el tiempo llevó,

van surgiendo del olvido

las mentas del payador.

 

Estrofa de Betinotti

rezongando en las esquinas.

Tristezas de chamuchina

que jamás te olvidarán.

Angustias de novia ausente

y de madre abandonada

que se quedaron grabadas

en tu vals sentimental.

 

Y la noche de los barrios

prolongó un canto de amor

animando tu recuerdo

¡Betinotti, el Payador!

 

 

 

De barro

 

Estoy mirando mi vida

en el cristal de un charquito

y pasan mientras medito

las horas perdidas,

los sueños marchitos.

 

Y están tus ojos queridos

en el espejo de barro,

fantasma de mi cigarro,

reproche y olvido,

condena y perdón.

 

Vuelven tus ojos lejanos

con el llanto de aquel día.

Pensar que puse en tus manos

una culpa que era mía.

Pensar que no te llamé

y me alegré

mientras estabas penando,

pensar que no te seguí

y me reí

cuando te fuiste llorando.

 

Y hoy que no vale mi vida

ni este pucho del cigarro,

recién sé que son de barro

el desprecio y el rencor.

 

Así midiendo tu pena

noches y noches consumo

buscando ver en el humo

del pucho que fumo

tu imagen serena.

 

Y al encontrarte perdida

entre cigarro y cigarro,

sé que fue todo de barro,

de barro mi vida,

de barro mi amor.

 

 

 

Discepolín

 

Sobre el mármol helado, migas de medialuna

y una mujer absurda que come en un rincón ...

Tu musa está sangrando y ella se desayuna ...

el alba no perdona ni tiene corazón.

Al fin, ¿quién es culpable de la vida grotesca

y del alma manchada con sangre de carmín?

Mejor es que salgamos antes de que amanezca,

antes de que lloremos, ¡viejo Discepolín!...

 

Conozco de tu largo aburrimiento

y comprendo lo que cuesta ser feliz,

y al son de cada tango te presiento

con tu talento enorme y tu nariz;

con tu lágrima amarga y escondida,

con tu careta pálida de clown,

y con esa sonrisa entristecida

que florece en verso y en canción.

 

La gente se te arrima con su montón de penas

y tú las acaricias casi con un temblor...

Te duele como propia la cicatriz ajena:

aquél no tuvo suerte y ésta no tuvo amor.

La pista se ha poblado al ruido de la orquesta

se abrazan bajo el foco muñecos de aserrín...

¿No ves que están bailando?

¿No ves que están de fiesta?

Vamos, que todo duele, viejo Discepolín...

 

 

 

Juan Manuel

 

Candombe de los morenos

por los Barrios del Tambor.

Candombe de noche roja

por la Niña y el Señor.

 

CORO:

Cuntango, carancuntango,

cuntangó, carancuntán.

 

En vaina de sombra turbia

la traición es un puñal.

Urquiza viene llegando,

lo saldremos a esperar.

 

Juan Manuel,

al revolear de los ponchos

banderín del escuadrón,

los colorados más bravos

ya se fueron a Morón.

Juan Manuel,

para luchar por la gloria

de tu estrella Federal,

con tamboril de morenos,

la Mazorca con puñal.

El diecinueve de octubre

murió Doña Encarnación.

Los parches retumban duelo,

llora la Restauración.

 

CORO:

Cuntango, carancuntango,

cuntangó, carancuntán.

 

Candombe de los morenos

por los Barrios del Tambor.

Candombe de noche negra

por la Niña y el Señor.

 

Emponchado en la derrota

se fugó en un barco inglés.

Dicen que estaban llorando

los ojos de Juan Manuel.

 

CORO:

Cuntango, carancuntango,

cuntangó, caranguntán.

 

Con un silencio de potros

la pampa los despidió.

No pudo volver al pago y

en otra tierra murió.

 

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