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Reportaje al escritor e historiador entrerriano Fermín
Chávez.
EL ROCK RETOMA LA TRADICIÓN
GAUCHESCA LIGADA A LA DENUNCIA
"Ya
lo decían los españoles Unamuno y Menéndez y
Pelayo, la poesía en estilo
gaucho es el fenómeno literario más original de Sudamérica durante el
siglo XIX y sus efectos se sienten hasta bien entrado el siglo XX", dice
el historiador Fermín Chávez, quien con el apoyo del editor Francisco
Montesanto publicó en 2004 una completa Historia y antología de la
poesía gauchesca. Son 700 páginas que reúnen obras de más de 80
poetas. La antología arranca en 1812 con algunos "cielitos" del
montevideano Bartolomé Hidalgo para culminar en 1872, el año en que se
publican Santos Vega de Ascasubi, Martín Fierro de Hernández
y Los tres gauchos orientales de Lussich. Pero el libro no olvida a
los payadores —como Gabino Ezeiza y José Betinoti— extendiéndose luego más
allá de 1930 con El paso de los libres de Jauretche, entre otros
autores y obras. También incluye investigaciones de los estudiosos Angel
Núñez, Guillermo Ara, José Gabriel y Aurora Venturini.
Y un curioso
"Vocabulario rioplatense" de Francisco Muñiz, de 1845.
"Borges se encargó de aclarar el malentendido que había sobre esta clase
de poesía, que algunos confundían con la producción folclórica. Por
definición, el folclore es anónimo, cantado y ceremonial. En cambio, la
poesía gauchesca se publicaba en diarios y folletos, fue escrita por
poetas cultos que vivían en la ciudad y usaban el lenguaje rural para
sus creaciones literarias; es el caso de Hidalgo, Ascasubi, Hernández y
tantos más", destaca Chávez.
Veterano periodista, poeta y autor de más de 40 libros —entre ellos, sus
recordadas biografías de Hernández, López Jordán y el Chacho Peñaloza—
ahora Chávez trabajó en archivos sudamericanos. En su opinión, el género
gauchesco "puede representar un Mercosur espiritual, porque su geografía,
su temática y su lenguaje abarcan el sur de Brasil y del Uruguay y las
provincias argentinas del Litoral: no es sólo Buenos Aires".
Por eso, en esta antología aparece el brasileño Amaro Juvenal (1851-1926)
con un fragmento de su poema de 1915 "Antonio Chimango", no muy lejos del
uruguayo Romildo Risso, autor de "Los ejes de mi carreta". ¿De dónde le
viene a Chávez el interés por este género literario? El lo dice así: "Soy
del campo, nací en 1924 en Nogoyá, Entre Ríos, aunque me eduqué en las
ciudades. Estudié filosofía en el convento porteño de Santo Domingo, luego
teología en el Colegio Dominicano del Cuzco, en Perú. Fue en Buenos Aires
donde publiqué, en 1959, mi biografía de José Hernández, autor que está en
el origen de esta gran pasión".
Chávez no cree que la gauchesca esté necesariamente confinada a la
nostalgia y los desfiles del Día de la Tradición. No lo duda: "Es parte de
nuestra identidad, ni más ni menos. Tenemos que releerla hoy para
comprobar cómo su espíritu reaparece en el tango —cuando el gaucho de las
orillas urbanas se transforma en el compadrito— pero también en la música
joven hecho aquí. El rocanrol retoma la tradición gauchesca ligada a la
denuncia social y política, además de las historias de amor, la
picardía, el humor ácido y la crítica de la vida cotidiana".
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