![]() |
|
Invitado |
Quienes somos - Reportajes rescatados |
|
LEÓNIDAS LAMBORGHINI (El poder de la parodia)
He preparado una pequeña introducción, y después
La Política y la Historia, o si se quiere la Historia Política del país vivida como constante presión sobre la escritura, encarnada allí como destino, como fatum contra el cual se lucha. Poesía, relato, narración en verso quebrado irregular y jadeo continuo, como síntoma de ese sobre esfuerzo en el que la voz emerge desde una situación de asfixia. Violencia contra violencia, transgresión por transgresión. Características que signan la etapa de El solicitante descolocado (1955-1970), que aparecen también en Partitas, donde está el poema "Eva Perón en la hoguera", o su reescritura, donde la presión rompe modelos y se llega al desmontaje y mutación de textos. Se repiten, si bien con un exacerbamiento mayor, en Estanislao del mate (1979-1985), escrito durante los años del Proceso en el exilio mejicano. No dejan de marcar al Odiseo confinado (1989-1991), en una de sus voces, la de Kalaf, el salvador. Y últimamente se remansa en el endecasílabo de la poesía más conceptual de Comedieta, un libro inédito escrito en 1994 a la espera de su publicación. Hay una pequeña novela, que se editó en 1994, Un amor como pocos, donde en el monólogo del ovejerito, al final, se hace un "cuadro de situación".
En rigor de verdad, más cercana o más lejana, la Política y la Historia Política siempre han estado haciendo esa presión sobre mi trabajo.
Otro que termina por dar una misma fisonomía a todo el conjunto es la forma de parodia trágica en la que se expresa. La risa conectada al horror, la desdicha cantada y contada desde la diversión del tono del lenguaje, la parodia anunciando la tragedia (como lo veía Nietzsche), o la historia como tragedia que cuando se repite lo hace como parodia (según Marx). Entre estos dos términos, creo, se define nuestra realidad histórico-política como supieron entenderlo y expresarlo los gauchescos: Hidalgo, Ascasubi, Del Campo, Hernández. La gauchesca como caricatura del modelo, la caricatura como la verdad del modelo. Ese Sarmiento con cara y gesto de orate, disfrazado de mariscal que ilustra el afiche en el que se anuncia este ciclo de conferencias.
Nuestra realidad histórico-política es de esa naturaleza. Comprendido lo que de trágico conlleva, y en trance de expresarla, la lágrima, el quejido, no tienen a mi parecer tanta eficacia como la actitud de asimilar esa distorsión, asumirla y devolverla multiplicada. Una épica de la antiépica con un antihéroe como héroe. Los paisanos payasos de Hidalgo, de Ascasubi, de Del Campo, y ese clown desgarrado que los resume a todos: Martín Fierro.
Se trata, en suma, de un arte artero, como la realidad contra la que se mide y reacciona. Arte artero por lo que tiene de sarcástico, de irónico. Por lo que tiene de ir a menos, en apariencia, cuando lo que se propone es apropiarse de la palabra del pueblero, o más bien borrarla para ubicar, en triunfo, a la palabra del marginado, del oprimido, en el centro del gran tinglado.
«Yo no soy cantor letrao», dice Fierro. Pero este carenciado, como se diría ahora, este "sin palabras", se quedará con la palabra de la gran poesía. Ese poder, el poder de la palabra poética.
He tratado de explicitar la estética en la que se inscribe mi obra, sobre todo en lo que hace a los hitos ya citados: exploraciones de nuevas posibilidades de lo cómico, y poesía dramática, de personajes frente a un lirismo trasnochado que no se hacía cargo de la historia ni de la política y que, en todo caso, adoptó un tono de poesía social mendicante. Lo cómico como un límite desde el cual se expresa lo trágico. Lo cómico como lo verdaderamente trágico de nuestra situación, especie de risa desahuciada. Lo trágico visto desde lo cómico. El encuentro con la parodia. La parodia como lo verdaderamente serio. Relación burlesca con el modelo. Crisis de todos los modelos.
Acá hago algunas anotaciones: cuando hablo de la parodia hablo de la mezcla, del gusto por la mezcla, del gusto por el disfraz, por el remedo. Recuerdo que Macedonio [Fernández], cuando le preguntaban qué poetas le gustaban, solía decir: «Mallarmé... Estanislao Del Campo...».
Quiero insistir en una idea que últimamente ha venido a servir de soporte para ensayar nuevas incursiones en esto que yo llamo lo cómico que es lo trágico. Cuando yo digo que la verdad del modelo es su propia caricatura, retomo una idea de Barthes cuando dice que el modelo, el arquetipo, está ahí instalado, felizmente, dichosamente y la parodia se relaciona con ese modelo y con cualquier modelo en término de mofa, de burla. Entonces esta presunta perfección del modelo se viene abajo y muestra esa caricatura, lo que realmente es. Un modelo (político, social, el que ustedes quieran) puede estar siendo ofrecido como una panacea hasta que aparece el parodista y demuestra, por ejemplo, que la verdad de ese modelo es una caricatura trágica, sangrienta. Es un genocidio, por ejemplo.
Entonces aquello de Nietzsche que dice: «empieza la parodia, empieza la tragedia», que lo dice en La gaya ciencia, en las últimas páginas. Empieza la parodia, empieza la tragedia... Y Marx que dice «La historia como tragedia y luego se repite como parodia». Son los dos hombres que le han dado ese lugar a la parodia frente a la tragedia. Han reemplazado comedia y han puesto parodia, y han visto la interelación que hay entre estas dos. Y le dieron esa imponancia y ese lugar, que no es el que le dan los diccionarios o las preceptivas literarias. El lugar menor de un género que se burla de una obra consagrada.
Ahora bien. Todo el arte contemporáneo está teñido de parodia. Es paródico. El teatro del absurdo. El cine. Lo que se puede ver en televisión. Y si le sacamos el matiz peyorativo y lo vemos en términos de que la parodia es una relación, nos preguntamos: ¿relación con qué?. Y.. con el modelo, ¿Pero relación de qué?
Y... de contraste y semejanza.
En realidad, la que se entiende bien es la parodia burlesca porque es de contraste con el modelo. La que se tendría que entender major es la parodia como canto paralelo, como semejanza con el modelo. Que no es igualdad. Es semejanza. Como la relación de padre a hijo. Es paródica: hay elementos de semejanza y elementos de diferencia.
Yo he usado en este ciclo la parodia, como decíamos, para desenmascarar al modelo desde la risa. Y en vez de llorar frente a él, o de quejarse, reírlo. Esa risa crítica, ¿no?
El ciclo comprende Las patas en la fuente, La estatua de la libertad y Las diez escenas del paciente. Las patas en la fuente, hablando de semejanza y contraste con un modelo, intenta relacionarse (en ese momento estábamos en el '66, plena resistencia peronista) con ese modelo que es el Martín Fierro. La semejanza era que había una masa marginal que aparecía en el canto de Fierro, "El gauchaje", que después fue "La Chusma" durante Irigoyen y Los "Cabeza Negra" en el peronismo. Había semejanza: masas proscriptas, gauchaje proscrito, matrerismo en la campaña, matrerismo de este personaje, El Solicitante Descolocado, en la ciudad. De modo que yo trabajé bajo un esquema de "Gauchesco urbano" (lo bauticé así en ese momento).
Y no me cuidé ni siquiera de hacer una especie de payada, de contrapunto entre el Solicitante Descolocado y el Saboteador Arrepentido. Como diríamos entre Fierro y Cruz. Con un momento en el contrapunto donde, si no se introduce la voz del otro, no puede seguir el poema.
Ustedes recordarán que el Martín Fierro cuando en la primera parte termina de decir lo suyo es un hombre que no va a ninguna parte. Perdió la hacienda, perdió la prenda, no va a ningún lado. Justo en ese momento entra la voz de Cruz que dice: «amigazo pa' sufrir han nacido los varones». Es decir: lo motiva, le expone su experiencia afín, le hace ver que no está solo y después, cuando sale la voz de Fierro, es la de un Fierro animoso que va a cualquier parte. Toma la iniciativa de decir «vamos a Los indios». Pero la cosa funciona desde la estructura misma, desde el contrapunto mismo. Si en ese momento no entra la voz de Cruz, tenemos un Fierro derrumbado.
Acá también hay un punto en el que el Descolocado habla desde la descolocación y el Saboteador Arrepentido le contesta como un hombre que ya ha pasado por eso. Como si uno estuviera en el infierno y el otro en una especie de purgatorio.
El Solicitante Descolocado dice: «Me detengo un momento por veriguación de antecedentes». Este «me detengo un momento», hablando de una relación buscada de semejanzas y diferencias, es el «Aquí me pongo a cantar». Es decir: en el «Aquí me pongo a cantar» hay una detención de un personaje que es un deambulante, un matrero. Por supuesto: si no se detiene, si no se pone a cantar, no hay poema.
Me detengo un momento
De pronto estamos en el circo, estamos con el clown que salta a la pista y empieza a hacer de las suyas. La primera parte es la decepción de la caída del peronismo. Y acá ustedes lo van a notar:
Pueblo goloso perezoso lujurioso
Y antes de sucumbir
Sigue con una parte de deambulación, de matrerismo, de vagancia, perdido en una ciudad, shockeado por sus temas.
En el rebusque
Descubro inscripciones
Apenas este tiempo para nada
"No son todos los que están
En los viejos tranvías
Cuando un golpe de sol:
Mi horario es justo para
–Nuestra madre es feliz
Aprovechando mi hora libre
Crack crack crack
Volviendo un día al barrio
Cómo se pianta la vida
Y la Gran Puta huyó a París
Acariciando mi alma en mi soledad
Entra la voz del Saboteador Arrepentido y recuerda cuando él tuvo un puesto de gerente de la Fábrica. Ahora coyó y no es nada. Está en la espera. Cuenta su experiencia en la fábrica y termina así:
En mi rostro está escrita la aceptada
Y aquí viene, también en términos de semejanza, cómo de
pronto funciona el contrapunto. El Saboteador está en una espera como de
Purgatorio. Dice: «Esta guitarra cae ya / volcada de mi alma / su última
nota / espera».
Telegrama-respuesta
Ahí se arma un final a dos voces:
–Al Divino Botón
Este es el primer poema del ciclo de El solicitante descolocado. Y, como ustedes ven, el título se Las trae. Porque "Solicitantes" somos todos. La naturaleza del hombre es solicitor. Unos por medio de la oración, otros por media de la militancia política. Y éste termina solicitando, en la última parte, el mundo. Empieza solicitando un empleo que no tiene y termina solicitando el Poder. Vamos a decirlo llanamente.
Este es el gran drama, ¿no? Así que este solicitante, descolocado como digo, empieza, aparentemente, pidiendo un trabajo que ha perdido (aunque no dice "desocupado", dice "descolocado") y vamos viendo, en el transcurso del poema, que lo que lo hace sentir mal es no tener el poder para revertir la situación. Y desgraciadamente seguimos en eso. No tenemos el poder. Será por eso que, al releer para mí mismo todo el ciclo, me digo que tiene actualidad todavía. Es decir: permanece.
Por lo menos frente a mí. Puedo conversar todavía con él. No me resulta viejo, vetusto. Encuentro partes en que me identifico, y a través de él veo también que se pueden identificar mucha gente.
Aportes, sugerencias o comentarios a: eurindia@live.com.ar Se permite la reproducción citando www.ratacruel.galeon.com como fuente |
|