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Sumario - Quienes somos - Reportajes rescatados |
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POEMAS (por Horacio Ferrer)
Milonga del trovador
Soy de una tierra hermosa de América del Sur, en mezcla gaucha de indio con español. De piel y voz morochas vi en mi guitarra que al mundo van las coplas, y me fui yo.
Con un rumor de nido volaban tras de mí, aquellos pañuelitos en la estación. Pero soy peregrino y a mi nostalgia le canto así en la oreja del corazón:
Vamos a la distancia, sí, que soy el trovador, si la distancia llama, yo jamás veré ponerse el sol.
Vamos a la distancia, ya, y si no llego, amor, vos le darás mi alma de argentino y de cantor.
Mi casa es donde canto porque aprendí a escuchar la voz de Dios que afina en cualquier lugar, ecos que hay en las plazas y en las cocinas, al borde de una cuna y atrás del mar.
Si en esta andanza un día me espera la vejez, ya mi niñez le hará la segunda voz; y al fin con dos gargantas, a mi agonía, le cantaré en la oreja del corazón:
Vamos a la distancia, sí, que soy el trovador, si la distancia llama yo jamás veré ponerse el sol.
Vamos a la distancia, ya, y si no llego, amor, vos le darás mi alma de argentino y de cantor.
Libertango
Mi libertad me ama y todo el ser le entrego. Mi libertad destranca la cárcel de mis huesos. Mi libertad se ofende si soy feliz con miedo. Mi libertad desnuda me hace el amor perfecto.
Mi libertad me insiste con lo que no me atrevo. Mi libertad me quiere con lo que llevo puesto. Mi libertad me absuelve si alguna vez la pierdo por cosas de la vida que a comprender no acierto.
Mi libertad no cuenta los años que yo tengo, pastora inclaudicable de mis eternos sueños. Mi libertad me deja y soy un pobre espectro, mi libertad me llama y en trajes de alas vuelvo.
Mi libertad comprende que yo me sienta preso de los errores míos sin arrepentimiento. Mi libertad quisieran el astro sin asueto y el átomo cautivo, ser libre ¡qué misterio!
Ser libre. Ya en su vientre mi madre me decía “ser libre no se compra ni es dádiva o favor”. Yo vivo del hermoso secreto de esta orgía: si polvo fui y al polvo iré, soy polvo de alegría y en leche de alma preño mi libertad en flor.
De niño la adoré, deseándola crecí, mi libertad, mujer de tiempo y luz, la quiero hasta el dolor y hasta la soledad.
Mi libertad me sueña con mis amados muertos, mi libertad adora a los que en vida quiero. Mi libertad me dice, de cuando en vez, por dentro, que somos tan felices como deseamos serlo.
Mi libertad conoce al que mató y al cuervo que ahoga y atormenta la libertad del bueno. Mi libertad se infarta de hipócritas y necios, mi libertad trasnocha con santos y bohemios.
Mi libertad es tango de par en par abierto y es blues y es cueca y choro, danzón y romancero. Mi libertad es tango, juglar de pueblo en pueblo, y es murga y sinfonía y es coro en blanco y negro
Mi libertad es tango que baila en diez mil puertos y es rock, malambo y salmo y es ópera y flamenco. Mi libertango es libre, poeta y callejero, tan viejo como el mundo, tan simple como un credo.
De niño la adoré, deseándola crecí, mi libertad, mujer de tiempo y luz, la quiero hasta el dolor y hasta la soledad.
Bailando en Buenos Aires
Bailando el Tango en Buenos Aires, bailá desconocida de un lejano país, es la ciudad que sueña el Tango al dormir y en este tango me ha soñado con vos.
Después tu nombre entre mis labios pondrás, Ingrid, Giulietta, Sally, Lupe o Brigitte, con la elegancia de su corte mejor late a tus pies mi corazón.
Bailar el Tango es dar el alma al bailar, cuando la orquesta es como un pulso interior, la multitud se pone íntima y va bailando en éxtasis igual que los dos.
Bailando el Tango en Buenos Aires así, un paso y dos y tres, la pausa y seguir del Bajo a Ezeiza y en la aduana bailar sin recordar que has de partir.
Je t'aime, Ti amo, I love you, Ich liebe dich, te amo, ¡te amo!
Bailá este tango que al bailar hace florecer los cinco sentidos. Qué ensimismada y linda vas, sí, qué linda estás recostada en mí. Cuando muy lejos te encontrés, mimo bailarín, por dentro yo te abrazaré.
Bailando el Tango en Buenos Aires, bailá desconocida de un lejano país, entrá al abrazo del que nunca saldrás, con su compás que se copió del vivir.
En nuestro abrazo ha de bailar otra vez la yunta criolla que hace un siglo engendró el primer tango en gracia sacramental de Eva y Adán del arrabal.
Bailar el Tango es un hipnótico andar, siendo uno el otro en un instante y, al fin, espiritualizadamente bailar sobre el pañuelo del adiós al partir.
Bailando el Tango en Buenos Aires así, un paso y dos y tres, la vida bailás, la vida misma, un tango amargo y feliz sabio en amor y despedidas.
¡Arriverderci, bella! ¡Au revoir, mon amour! ¡Bis immer, mein schatz! ¡Adiós, mi vida, adiós!
Bailando el Tango te encontré, bailando el Tango te perdí.
Milonga en ay menor
No me consueles. Para morirme, no quiero apuntador. Moriré de mí mismo, lo sé, lloverá.
Soy el perdido Protagonista de un drama que Roberto Arlt se olvidó de escribir: yo lo hacía llorar.
Crucificado por las antenas que florecieron las azoteas, viví mezclando, para encontrarme, las luces tristes de veinte tardes.
Al fin la lluvia borró la calle que yo tenía para buscarme. No sé si existo, pero ya entiendo porque la lluvia llueve en porteño.
No me consueles. Para morirme no quiero apuntador. Moriré de un mordisco de mi corazón.
Tendrá la lluvia sabor del llanto que gritará Roberto Arlt a un tal Dios más allá, al mirar hacia atrás, al saber que viví.
Bocha
Vamos, Bocha viejo, tan querido, te lo había prometido y aquí estoy, ¿cómo te va?
Sé que de silencio estás vestido, pero el alma de un amigo se oye clara por igual.
Qué de cosas nuevas que sabrás, los misterios que has entrado a ver: debe ser hermoso, en serio, sospechar la eternidad, sin cuerpo y sin edad.
Bocha, vos que tanto me decías que al morir todo termina, de otro modo pensarás.
¿Viste?, hay que tener filosofía, si el dolor de cada día nos insiste en que no estás.
Mis ojos se preguntan por qué no te ven más, y siento que se inundan; yo no, ¿por qué llorar?
Yo no, porque me digo, no sé si bien o mal, que mientras yo esté vivo, conmigo vivirás.
Y ¡qué le vas a hacer! Es duro pero es cierto: yo también un poco he muerto, vamos, Bocha, no aflojés.
Siempre, en el café pido dos copas, y al beber la tuya, Bocha, por mi boca conversás.
Y, otra vez, me hablás de fantasías, de las pibas, de la guita que ya no necesitás.
Porque ahora sos un sabio y yo por tu ser palpito a Dios, y ayer alguien dijo que estoy loco, que hablo solo, y lo miré ¡sabés con qué piedad!
Sé que hay que dejarse de macanas, que vivir de la nostalgia no es posible, ¿para qué?
Vamos, Bocha viejo, que en la vida nunca hay última partida cuando el lazo aprieta bien.
Mis ojos se preguntan por qué no te ven más, y siento que se inundan; yo no, ¿por qué llorar?
Yo no, porque me digo, no sé si bien o mal, que mientras yo esté vivo, conmigo vivirás.
Y ¡qué le vas a hacer!, es duro, pero es cierto: yo también un poco he muerto, vamos, Bocha, no aflojés.
Vení, varón: Quiero la dulce tempestad de niño triste que tenés. Quiero tu sed, tu rebelión, tu plenitud de par en par.
Balada para él
Cayó la tarde y él tenía tangos, whisky en la zurda y, en la otra, sed. Su voz, un gusto de magnolia macho, los muslos duros de saber volver. Cayó la tarde y él tenía tangos, tangos alzados que sabía él, él, él.
Él te sembró toda la piel de quieros, y quiero a quiero calentó tu piel, desabrochó tu soledad por dentro, de un sólo quiero y de una sola vez. Él te sembró toda la piel de quieros, quieros enteros que mordía él, él, él.
Su boca encinta de un misterio bravo, diez hembras hondas te empujó a crecer, porque en tu pelo y tu silencio largos, veinte varones él sabía ser. Su boca encinta de un misterio bravo, misterio en fardos que cargaba él, él, él.
Y tuvo tangos, otra vez, su tarde porteñamente sangradora y fiel, cuando se fue con todo el beso al aire, whisky en la zurda y, en la otra, sed. Y tuvo tangos, otra vez, su tarde, la tarde grande que moría en él, él, él.
Balada para mi muerte
Moriré en Buenos Aires, será de madrugada, guardaré mansamente las cosas de vivir, mi pequeña poesía de adioses y de balas, mi tabaco, mi tango, mi puñado de esplín.
Me pondré por los hombros, de abrigo, toda el alba, mi penúltimo whisky quedará sin beber, llegará, tangamente, mi muerte enamorada, yo estaré muerto, en punto, cuando sean las seis.
Hoy que Dios me deja de soñar, a mi olvido iré por Santa Fe, sé que en nuestra esquina vos ya estás toda de tristeza, hasta los pies. Abrazame fuerte que por dentro me oigo muertes, viejas muertes, agrediendo lo que amé. Alma mía, vamos yendo, llega el día, no llorés.
Moriré en Buenos Aires, será de madrugada, que es la hora en que mueren los que saben morir. Flotará en mi silencio la mufa perfumada de aquel verso que nunca yo te supe decir.
Andaré tantas cuadras y allá en la plaza Francia, como sombras fugadas de un cansado ballet, repitiendo tu nombre por una calle blanca, se me irán los recuerdos en puntitas de pie.
Moriré en Buenos Aires, será de madrugada, guardaré mansamente las cosas de vivir, mi pequeña poesía de adioses y de balas, mi tabaco, mi tango, mi puñado de esplín.
Me pondré por los hombros, de abrigo, toda el alba, mi penúltimo whisky quedará sin beber, llegará, tangamente, mi muerte enamorada, yo estaré muerto, en punto, cuando sean las seis, cuando sean las seis, ¡cuando sean las seis!
Balada para un loco
Las tardecitas de Buenos Aires tienen ese qué sé yo, ¿viste? Salís de tu casa, por Arenales. Lo de siempre: en la calle y en vos. . . Cuando, de repente, de atrás de un árbol, me aparezco yo. Mezcla rara de penúltimo linyera y de primer polizonte en el viaje a Venus: medio melón en la cabeza, las rayas de la camisa pintadas en la piel, dos medias suelas clavadas en los pies, y una banderita de taxi libre levantada en cada mano. ¡Te reís!... Pero sólo vos me ves: porque los maniquíes me guiñan; los semáforos me dan tres luces celestes, y las naranjas del frutero de la esquina me tiran azahares. ¡Vení!, que así, medio bailando y medio volando, me saco el melón para saludarte, te regalo una banderita, y te digo...
Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao... No ves que va la luna rodando por Callao; que un corso de astronautas y niños, con un vals, me baila alrededor... ¡Bailá! ¡Vení! ¡Volá!
Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao... Yo miro a Buenos Aires del nido de un gorrión; y a vos te vi tan triste... ¡Vení! ¡Volá! ¡Sentí!... el loco berretín que tengo para vos:
¡Loco! ¡Loco! ¡Loco! Cuando anochezca en tu porteña soledad, por la ribera de tu sábana vendré con un poema y un trombón a desvelarte el corazón.
¡Loco! ¡Loco! ¡Loco! Como un acróbata demente saltaré, sobre el abismo de tu escote hasta sentir que enloquecí tu corazón de libertad... ¡Ya vas a ver!
Salgamos a volar, querida mía; subite a mi ilusión super-sport, y vamos a correr por las cornisas ¡con una golondrina en el motor!
De Vieytes nos aplauden: "¡Viva! ¡Viva!", los locos que inventaron el Amor; y un ángel y un soldado y una niña nos dan un valsecito bailador.
Nos sale a saludar la gente linda... Y loco, pero tuyo, ¡qué sé yo!: provoco campanarios con la risa, y al fin, te miro, y canto a media voz:
Quereme así, piantao, piantao, piantao... Trepate a esta ternura de locos que hay en mí, ponete esta peluca de alondras, ¡y volá! ¡Volá conmigo ya! ¡Vení, volá, vení!
Quereme así, piantao, piantao, piantao... Abrite los amores que vamos a intentar la mágica locura total de revivir... ¡Vení, volá, vení! ¡Trai-lai-la-larará!
¡Viva! ¡Viva! ¡Viva! Loca ella y loco yo... ¡Locos! ¡Locos! ¡Locos! ¡Loca ella y loco yo
Balada para un porteño viejo
Porteño, aristócrata y reo, varón pa' quererlo tanto la sabe lunga, profeta y burlón, más que por viejo, por diablo.
Gardel para el verso y las pilchas, el mismo con guita que pato, es rosista y donjuán y oye misa y aún lo erizan Ravel y Cobián.
Dramático, chiflado y buen gomía, se escapó de un cuento de Roberto Arlt, con pícara melancolía muere de nostalgia, pero vive al día.
Bribón que a un metejón le saca punta con la chiquilina del Che y de los jeans y al alba un whiscacho los junta. meditándolo a Discepolín.
Bebió soledad y tormenta, volvió de todas las copas, cuenta su amor por su loca ciudad ¡y echa una flor por la boca!
Su fe vio pasar los gobiernos y vino por planes y sueños abrazado al molino de viento donde insiste su patria ilusión.
Parece el buen Quijote en Buenos Aires, niño y atorrante, poeta y señor, los tangos son su Rocinante y el pampero ancho le sirve de Sancho.
Ya solo, con la luna en el bolsillo un dolor antiguo le puebla la voz y piensa que no hay más fortuna que un hermano en la buena de Dios.
Canción de los jóvenes amantes
Vení, varón:
Sé que en la piedra más
El amor imposible
Ah, el amor imposible: sepa el júbilo,
Chiquilín de Bachin
Por las noches, cara sucia dame un ramo de voz, así salgo a vender mis vergüenzas en flor. Baleáme con tres rosas que duelan a cuenta del hambre que no te entendí, Chiquilín.
Los hijos del río
A la orilla, a la orilla, hijos del río, hay que hacer nuestro pueblo, ¡qué desafío!
Nos haremos un alma, humildemente, con la fuerza profunda de la corriente.
A la orilla, a la orilla, hijos del río, vestiremos de algas a nuestros niños.
Con la sal y la bruma olvido haremos, con gaviotas que vuelvan el buen recuerdo.
A la orilla, a la orilla, hijos del río, se podrá en caracolas beber el vino.
Siete peces espada darán las armas, y el Pampero esta noche traerá guitarras.
A la orilla, a la orilla, hijos del río, ya tendremos descanso cada domingo.
Y en la fuga del agua, experta en irse, lavaremos algunos domingos tristes.
A la orilla, a la orilla, hijos del río, hay que hacer nuestro pueblo, ¡qué desafío!
Juanito Launa ayuda a su madre
Nacido en un malvón le hicieron el pañal con media hoja de "Clarín".
Su barrio de latón le dio para jugar los cuentos de una fea caperucita rea.
Juanito que es rabón, que es bueno como el pan, a veces come su bondad.
Y aguanta sin beber, sabiendo cuánta sed da el agua de la inundación.
Caracol, caracol tan chiquito y tenaz, con la cuna a cuestas, arroró sin sol, Juanito ayuda a su mamá.
Pichón de varón; corazón, corazón de pulgarcito de arrabal, baldea y viene y va y si ella al fin le pide el sol, Juanito cruza el mar en un jabón de lavar.
Por la noche, mamá le da un dulce jornal de mil besos y lo hace dormir.
"Larará, larará, larará, larará. Dormíte Juanito, ya me olvidarás, Juanito Laguna, cuando seas Juan".
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