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XUL SOLAR

(Rafael Squirru)

 

 

Escribir sobre Xul Solar es tarea que ofrece un doble aspecto: por un lado está el Xul exotérico, el que puede ser sometido al análisis del artista que se expresaba a través de la pintura. Después de todo los cuadros de Xul como los del resto de sus colegas pertenecen a esa definición que con lucidez codificó Maurice Denis cuando habló de una superficie plana en la que se organizan formas y colores.

 

Podremos hablar de las influencias del expresionismo alemán y de su no lejano parentesco con Klee, podremos recordar a Kandinsky y aquel colorido tan particular de rojos y de azules de Franz Marc. Pero el exoterismo se va desdibujando desde los mismos comienzos de su existencia terrenal con sólo pensar que aquel otoño de su nacimiento, 1887, Oscar Alejandro Agustín Schulz Solari (Xul Solar), lo comparte con este otro gran iniciado que se llama, también por voluntad propia, Marc Chagall, a partir de su verdadero nombre, Moshe Shagal.

 

Desde Arenales

 

En este mismo cuarto de mi departamento de la calle Arenales y Talcahuano he recibido en repetidas ocasiones la visita de Xul, a veces acompañado por Lita, su mujer; otras, las menos, solo. Es curioso que aquí esté escribiendo estas reflexiones, ya que para mí lo usual es hacerlo en mi estudio de la calle Santa Fe, tan sólo que por motivos de salud me veo obligado, en este invierno de 1989, a no moverme de mi casa y a utilizar la máquina de escribir de mi hija mayor (hoy en Australia), quien junto a su hermana, siendo niñas curiosas, no escatimaban su atención cuando aparecía el extraño visitante, quien siempre las trataba con invariable cariño y amable sonrisa.

 

¿Es que para el otro Xul, es esotérico, forma todo parte de la gran trama de los "hilos invisibles", como diría Poroto Botana?
¿Es que ese espíritu huidizo y purísimo de Xul me exige tocar el teclado de la máquina de escribir, a partir de esa niña ausente, como una introductora más adecuada a mi tema que el de mis herramientas de todos los días, para el resto de las ocasiones...?
Es en este mismo cuarto que Xul me contó que en su niñez había concurrido a un colegio inglés, amén de otro francés, tal como lo corroboran los apuntes manuscritos de Lita que me facilitara Jorge Natalio Povarché.

 

Ancestros y primeros pasos

 

Su ancestro, lo sabemos, era alemán por parte de padre: Emilio Schulz Riga, nacido en Riga en 1853.

 

En 1885 se casó con Agustina Solari, nacida en San Pietro di Rovereto, en Génova, hija de Agustín Solari y de Teresa Campodónico, quienes tuvieron dos hijos, nuestro Xul, el mayor, y una hija, Sara, que murió cuando tenía poco más de dos años. ¡¿Quién podrá medir la pérdida de esa hermanita para aquel chico de 5 años en cuyos ojos quedó marcada para siempre una melancolía que su excelente buen humor nunca pudo ocultar...?!

 

Luego de una accidentada carrera de estudiante secundario, ingresó a la Facultad de Ingeniería, festejando el ingreso con la compra de un piano, premonición sin duda de sus verdaderas aficiones que lo llevaron sin terminar sus estudios a embarcarse en el England Carrier, un buque inglés con destino a Hong Kong, el que, siguiendo el itinerario astrológico del maestro, lo depositó en Londres, desde donde transitaría por Turín, París, Marsella, Venecia, Rovereto, Milán y eventualmente Florencia, donde se iniciaría una importante amistad con Emilio Pettoruti. También visitó Alemania, satisfaciendo sin duda su curiosidad respecto de sus propios ancestros.

 

La historia de su encuentro con Pettoruti está narrada por el maestro platense en "Un pintor frente al espejo" del mismo modo que las correrías con el grupo de la revista Martín Fierro aparecen noveladas en el Adán Buenosayres de Leopoldo Marechal, en la que Xul inspira la personalidad del astrólogo Schultze.

 

Grande es la tentación de demorarnos en los detalles de esta peculiar carrera de pintor, inventor, lingüista y astrólogo que apenas describen algunos aspectos de esta multifacética personalidad. Pero justo es reconocer que al respecto existen ya valiosos ensayos, des de el de Aldo Pellegrini al de López Anaya, pasando por los de Svanascini y Gradowczyk.

 

El Ensayo de Fernando Demaría

 

Pero también importa recordar que en un artículo (olvidado por regla general), Fernando Demaría aborda con el título "Xul Solar y Paul Klee" (publicado en Lyra, 1971), el tema de Xul, con rara profundidad, por lo que perdonará el lector si lo cito "in extenso" pues sería pena que este penetrante ensayo quedase pos-tergado en nuestra memoria.

 

Luego de narrar su primer encuentro con Xul en mi casa, cuando el maestro le quitó un dolor de cabeza con pases magnéticos portadores de prana, Demaría pasó a rechazar el ofrecimiento de parte de Xul de hacerle su horóscopo alegando que la voluntad es la estrella de cada cual. (Como dice Shakespeare en su Julio César: "Fortune does not lie in the stars but in ourselves". La fortuna no está en las estrellas sino en nosotros mismos.) No es aquí el momento de entrar en la discusión sobre el sentido de la astrología profunda, que va bastante más lejos de predecir el futuro.

 

Lo cierto es que el espíritu fino de Demaría sintió que había quedado en una suerte de deuda para con el de Xul, y la nota en cuestión apunta a corregir esa deuda. Nos dice Demaría: "Deploro ser personal en este artículo: ello contraría mi adhesión inquebrantable por la cultura inglesa. Pero tengo una impresión suficientemente modesta de mi encarnación argentina como para narrar las circunstancias como lo son.

 

"Mi valoración de la obra de Xul Solar no me ha sido ni me es fácil. Toda obra de arte es un efecto espiritual que busca su causalidad también en el contemplador.

 

"La obra es un efecto que busca su causa en nuestra conciencia, introduciéndose en ella, a veces entrometiéndose, obligándola a abrirse o cerrarse, a expeerimentar agrado, indeferencia o rechazo. La obra de Xul Solar nunca me fue indiferente: siempre llegaba hasta la zona de rechazo de mi alma, por su primitivismo y por su magia, por su revelación de la permanencia de lo terreno, de su ubicuidad eterna junto al espíritu, en una palabra, por presentarnos al ángel en el infierno.

 

"No le fue fácil al espíritu humano elevarse de la astrología hasta la astronomía, pero nos equivocaríamos si desconociéramos que un auténtico astrólogo, como Xul Solar, está próximo a la fuente de los astros. Y los astros no surgen sólo de la idea lumínica del Creador, sino que fue necesario que la madre materia, maternal y oscura, la aceptase con sus ojos ciegos y en su vientre sólo sensible para la vida de su engendro. Por eso en los cuadros de Xul Solar el ángel recorre su peregrinación por el infierno, su contacto con las Babeles eternas y la decorosa serpiente que las rige.

 

"El primitivismo de Xul Solar es anterior a la aparición de los Dioses. Los Dioses corresponden a una forma más evolucionada de la energía. Una obra de Xul Solar, en cambio, nos introduce con su ironía en esa zona de nuestra alma donde nos esperan los brujos, tan contemporáneos como las torres y los animales de la selva, en cada uno de los cuales cobra forma y expresión un apetito y una idea del espíritu creador.

 

"Sentir el brujo que hay en nuestra alma y el animal que nuestra conciencia ha replegado contra su subsuelo, quizá no constituya una experiencia grata para el pacífico filósofo de la actualidad. Y el filósofo también tiene sus motivos, pues su deber es llegar a la paz. Y sin embargo la realidad conservada por Xul Solar en sus cuadros está también en las bases del alma, apuntalando su progreso ulterior, enviándole continuamente su remesa de energía y primitivismo para que ensaye con ello nuevas formas. Para que no le falte combustible en su ascensión hasta los Dioses. Esa síntesis de salvación y caída que hay en una obra de Xul Solar y que se revela hasta en el enigmático color de sus fachadas, como en Antigua Ciudad, es una experiencia que puede angustiar al contemplador contemporáneo. Y esto nos lleva a una primera constatación: Para colgar un cuadro de Xul Solar debemos agrandar nuestra casa. No sólo materialmente, sino espiritualmente. Deberíamos hacer en ella el lugar adecuado para meditar ante una de sus obras, para recibir y permitirle su mensaje.
"Quizá no sería nuestro cuarto, que aspiramos de paz y término del viaje, sino en una cámara de trabajo, donde las fuerzas de la vida se nos hagan presentes, en un espacio de recogimiento, antes de emprender la acción.

 

"Allí, Xul Solar, abriéndose paso a través de su materia y de su forma, con la ironía del Brujo, nos mostraría en una imagen las constantes de la Creación, que reclaman su sitio y que bajo ningún concepto se disponen a desaparecer.

 

"Creo que Xul Solar ha reconocido en todo humano al habitante de una de sus celdas difíciles, y no se ha equivocado".

 

Síntesis de salvación y de caída, el ángel en el infierno y la conclusión final que eso es lo que somos en lo más íntimo y ulterior de nuestra esencia.

 

El "Homo Novus"

 

Xul Solar habla en uno de sus escritos del "Homo Novus", bajo cuya misma advocación Demaría y yo fundamos la Editorial del Hombre Nuevo.

 

Para mí al menos se trataba de una advocación salvífica, una referencia a la tradición de nuestra tradición cristiana. La respuesta de Cristo a Nicodemo como consejo de salvación: "Debes nacer de nuevo". Y la ulterior fórmula de San Pablo: "Revestíos del Hombre Nuevo".

 

Los conceptos a los que aquí se apunta y que creo que encuentran su contrapartida en el arte de Xul encierran la idea de lo esencial del hombre y la idea de su renovación.

 

En griego este poder renovador se llama "metanoia" (en hebreo "shub") y apunta no a lo que suele entenderse por arrepentimiento sino a un cambio de dirección, la modificación de aspectos que la experiencia y el dolor nos indicaron que eran errados. No excluyo la enfermedad de esta suerte de errores. Después de todo la fórmula para curar del Maestro de Maestros era: "Tus pecados te sean perdonados".

 

Esta toma de conciencia o de "nueva conciencia" es la que subyace en todo Renacimiento, ya queramos entenderlo como movimiento histórico, ya como fenómeno personal.

 

En las capas más hondas de la conciencia establecemos comunicación con fuerzas que nos trascienden y que no siempre son benéficas. Se trata de nuestro microcosmos, cuya contrapartida está en el macrocosmos. De allí las correspondencias anatómicas, propias del budismo tántrico y las astrales. En su lenguaje que en el fondo no por mera casualidad intenta un esoterismo parcial, se vuelve Xul campeón del Gran Juego, dueño y señor del lenguaje universal que sólo él puede descifrar y los pocos a quienes él ha iniciado y quieran tomarse el trabajo de seguir sus irónicos laberintos.

 

Recuerdo a título de anécdota que Lita me leyó una vez un cuadro de Xul cuya leyenda me tocaba directamente, atribuyéndome virtudes que quizá no tengo. Pero ese era el estilo de Xul para hacernos llegar sus crípticos mensajes.

 

Desasosiego con sentido renovador

 

El había establecido esa rara comunión mágica con el universo y desde los arcanos de esa "materia prima" a la que alude Demaría nos hacía llegar fuentes de energía para impulsarnos a nuestro más alto destino; no el de un "perpetuum mobile" sin sentido, sino el de un movimiento de renovación espiritual, que no otras son sus prédicas en las que transmuta el pigmento de los colores en las realidades no perecederas del espíritu.

 

Comprendo al filósofo que en su meta de paz prefiere situar en lugar específico de estudio estos ejercicios espirituales, al tiempo que admite que los mismos tonifican el alma.

 

Demaría ha penetrado hondo en la significación última de estas obras de arte que se nutren de materia para transfigurarla en energía esperitual.

 

Pero sería peligroso que nos quedásemos atrapados en estos laberintos tan caros al amigo y admirador de Xul, Jorge Luis Borges.

 

Pese al substratum de una magia blanca que es resorte y motivación del fenómeno expresivo, Xul Solar es un pintor y como tal un artista que se sostiene o se cae, más allá de todo andamiaje, por los méritos de su reación estética. El manejo de sus acuarelas sobre cartón y de sus témperas, se sostienen en base a su inherente magia, la que le otorga la maestría en el manejo de los pinceles. Podremos no leer las grafías inventadas por Xul, podremos o no seguirlo en sus mundos donde el bien se conjuga con el mal para remediarlo, o por lo menos para apuntar en la dirección de su redención, pero más allá de la tentación del filósofo o la del místico es en la no custionable jerarquía con que fue capaz de crear equivalencias plásticas de tan rico inconsciente donde reside eso que justifica su ingreso como creador notable en el mundo del arte visual.

 

No dudo de que puede intentarse un análisis más a fondo de la estilística de Xul según sus diversos períodos, análisis que llevaría un largo y prolijo trabajo avalado por todas y cada una de sus obras que se desenmadejan en el tiempo para deleite del contemplador; ni olvidemos que esa degustación es la primordial y esencial misión de todo arte.

 

Creo que esa tarea está reservada a una mente que se acerque a Xul desde un ángulo diferente al que yo fui destinado.

 

Si en 1930, cuando tenía cinco años, expuse un conjunto de acuarelas infantiles en ":Amigos del Arte", al año siguiente de la muestra de Xul y Berni, y un cronista de Crítica habló de mi parentesco en potencia con Xul; si entre mis más caros y secretos recuerdos atesoro haber compartido con él extrañas caminatas, por no menos extraños senderos en que fuimos visitados por benéficas y protectoras visitaciones, es demasiado mi compromiso con el Xul esotérico para que mi alma acepte el reposo y la objetividad que todo exoterismo exige.

 

En determinadas circunstancias el silencio también puede ser una forma elocuente del comentario.

 

Fuente: "Xulsolar.org.ar"

 

[Se permite la reproducción citando Eurindia.galeon.com como fuente]

 

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