Diosas del agua
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1: Maris
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-Soy Marisa Martínez. He llegado a Tokio
ayer. Es una ciudad mucho más grande y activa que Buenos Aires, pero igual me
gusta. Japón es el país que más me agrada. Empecé con las series de animación,
después con sus historietas, luego con su Jpop, más tarde empecé a escribir
historias –Fanfics, cuentos y hasta libros- ambientados en éste país, y por
último empecé a estudiar su idioma a los nueve años. Fue muy difícil, pero
después de cuatro años de estudio logré dominarlo, gracias a mis profesores y
algunos libros y programas informáticos que encontré en Internet. Ése fue el
último paso hacia mi meta, que he logrado; viajar a Japón. Espero conocer más a
fondo su cultura y sus costumbres-
La alumna de intercambio sonrió, después
de dejar a todos asombrados. Hablaba muy bien el japonés, incluso imitaba bien
el acento. El profesor había dicho que venía de Argentina, en Latinoamérica,
donde era una escritora reconocida. Todos se asombraron cuando el profesor dio
la noticia, porque algunos de sus cuentos habían llegado a publicarse en
revistas de tirada nacional. Empezaron a haber murmullos y cuchicheos en la
clase, pero poco después llegó ella, dejando a todos más perplejos que antes.
Miré a Ana y a Io. Él también estaba
sombrado, algo extraño en él. Ana miraba a Marisa con la misma mirada de
siempre, pero creí ver algo más de recelo que de costumbre en su mirada. Cuando
la nueva alumna pasó junto a mí, noté que me miraba con unos ojos muy dulces,
de color marrón. Su pelo era negro y le llegaba a la mitad de la espalda. Tenía
la piel algo bronceada, y creo que me sonrojé.
Ella se sentó en el banco que estaba a
mi derecha. Sacó sus cosas y la clase empezó. Creí que tendría algunos
problemas en entender nuestro idioma –oral o escrito- pero pasó muy bien la
clase de historia, anotando algunos datos. Al final de la clase me tomó del
hombro, y esperó que todo salieran. Saludé a Io y le dije que me esperara, que
ya iba.
-Tú eres Manta Oyamada, ¿verdad?-
preguntó Marisa.
-Sí- le respondí asombrado –¿Cómo lo
sabes?-
-El profesor pasó lista después de que
llegué-
-Oh- me sonrojé. Era cierto, pero, aún
así...
-Quisiera pedirte un favor, si no es
molestia-
Levanté la vista y le contesté que no
era ninguna molestia, siempre y cuando estuviera a mi alcance.
-Quisiera que me ayudaras un poco con la
tarea de historia. Sé algo y tengo algunos libros, pero son muy resumidos y no
tengo lo suficiente-
-Sí, no hay problema-
-¿Cuándo tenemos la próxima clase de
historia?- en verdad, tenía unos ojos hermosos.
-El miércoles- le respondí,
tartamudeando un poco. Era lunes.
-¿Puedo ir a tu casa mañana, a la salida
de la escuela?-
-Sí, les avisaré a mis padres-
-Muchas gracias. Disculpa, ¿puedo
llamarte Manta?-
-Sí, ¿puedo llamarte Marisa?-
-Llámame Maris. Así me dicen mis amigos-
Cuando se fue, me quedé embobado. La
verdad es que no sólo sus ojos eran lindos...
“Tal vez ése sea el encanto latino” me
dije, y me fui a casa, acordándome que Io me esperaba.
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-Es bonita, ¿verdad Manta?- me preguntó
Io, cuando salía de la escuela.
-¡IO!- me asusté un poco. Estaba todavía
pensando en Maris.
-Te quedaste mucho tiempo con ella
adentro Manta. Y tú no sueles retrasarte tanto... – me miró de una forma rara.
-Es que ella me pidió ayuda con la tarea
de historia... – no podía creerlo. Estaba transpirando más que la primera vez
que lo había visto, en el cementerio, en compañía de todos ésos fantasmas.
-Ella es una escritora famosa, y le
gusta mucho nuestro país... Sería un buen partido Manta-
-¡IO! ¡No digas eso!- ahora sí que
estaba nervioso.
-¡Manta! ¿Estás bien?- era la voz de
Maris. Estaba a mi lado, observándome con preocupación –Te escuché gritar- Sus
ojos estaban algo tristes.
-No, nada, es que me encontré con Io, es
un amigo, pero me sorprendió porque estaba pensando en otra cosa y... – me
callé, sin saber cómo seguir. ¿Y si me preguntaba en qué estaba pensando?
-Ah, bueno, me preocupé un poco- se
levantó y miró a Io -¿Tú eres Io Asakura, verdad?-
-Sí, soy yo- Io tenía su habitual
sonrisa.
-¿Desde cuándo eres amigo de Manta?-
Maris se había agachado hasta mi altura.
-Desde hace poco... pero es una
excelente persona- respondió Io.
-Bueno, espero poder conocerlos más a
los dos- dijo Maris, mirando a Io y a mí con una sonrisa. Su reloj sonó –Lo siento,
pero ya se me hizo tarde- Se levantó y corrió hasta la salida -¡Nos vemos
mañana!-
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-Llegaron tarde- nos dijo Ana, con una
voz especialmente dura. Ya se había sacado su uniforme, y llevaba puesto su
vestido negro, su collar azul y su pañuelo rojo en la cabeza.
-Ana, es que me retrasé hablando con la
nueva alumna, Io me esperó y... – Ana no esperó a que yo terminara.
-Manta, ve a tu casa. Io, la cena la
prepararás tú, y más te vale que esté deliciosa-
-Pero Ana- empezó Io –yo no sé cocinar
muy bien... –
-Manta, nos vemos mañana- dijo Ana,
cerrando la puerta.
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Ésa noche me dormí tarde. Pensaba en la
reacción que tuve con Maris... y después lo que habría hecho Ana con Io. Supuse
que estaba enojada porque Io había mirado a Maris con más atención de lo
normal... Pero después me dije que no, que debía ser por el retraso. Ana era
demasiado estricta, pero sabía que, en el fondo, quería a Io.
Me di vuelta en la cama y pensé que en
ése día no había visto a Amidamaru. Era raro, pero sospeché que debía estar en
casa, ayudando a Io. Me quedé con varias dudas en la cabeza, hasta que recordé
que no les había dicho a mis padres que Maris vendría la tarde siguiente a
estudiar. Salí de la cama y les dejé una nota a mis padres, por si se me
olvidaba.
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Al día siguiente les avisé a mis padres
que Maris vendría a estudiar conmigo a casa.
-Es una alumna nueva de intercambio que
vino de Argentina. Es una escritora muy famosa en toda Latinoamérica, y le
encanta Japón- les dije.
-Entonces se llevará bien conmigo- dijo
mamá –me encantan las buenas lecturas sobre nuestro país. Algunos de sus libros
se publicarán en unos meses en Japón, y le agradaron a la crítica-
La conversación siguió, y después me fui
a la escuela. Io llegó cansado, con ojeras, y supe de inmediato que no había
mentido. Era mal cocinero, y Ana lo había obligado a preparar veinticinco veces
la cena, o tal vez más, sin contar con su entrenamiento y las tareas
domésticas, que por lo usual hacía yo.
-Mejor descansa un poco Io, el profesor
aún no ha llegado- le dije, palmeándole la espalda. Después e pregunté -¿Y
Amidamaru?-
-Ana no lo dejó salir para ayudarme, y
por hoy tampoco, al parecer- respondió, medio dormido.
-Hola Manta- me dijo una voz familiar desde
la puerta -¿Cómo estás?-
-Hola Maris, estoy bien, ¿y tú?-
-Yo estoy bien, pero parece que Asakura
no durmió bien... – dijo, con voz algo apenada.
-Sólo estoy durmiendo un poco... – Io
apenas se escuchaba.
-Bueno, es temprano. Manta ¿hoy te
tocaba asear el salón?-
-Sí, junto con Io, pero parece que no
podrá... – le respondí.
-Entonces, ¿puedo tomar su lugar?- me
preguntó ella.
-Te lo regalo- dijo Io, con voz cansada.
-Io, toma, esto siempre me ayuda a tener
dulces sueños- dijo Maris, sacando unas galletitas cubiertas con un baño blanco
y granas de colores. Io levantó la cabeza –Las hice yo. Espero que te gusten-
-Gracias- dijo Io, y tomó una. Le dio un
mordisco y se le dibujó una sonrisa. Se la comió enseguida y después apoyó de
nuevo la cabeza sobre el banco, para dormir.
Maris y yo limpiamos rápido el salón, y
después nos pusimos a conversar. Maris me confesó que al venir a Japón esperaba
conseguir más inspiración para seguir escribiendo, y que era mucho más movido y
lindo de lo que pensaba.
-¿Eh?- le pregunté, sonrojándome.
-Japón, Japón es un país mucho más
movido y más hermoso de lo que pensaba- dijo Maris.
-Ah- le dije, sintiéndome avergonzado.
El resto de la clase ya estaba empezando
a llegar. Io se desperezó, sonriendo.
-Tenías razón Maris, eso sí que me hizo
descansar- dijo, mirándola –Muchas gracias-
Maris le devolvió la sonrisa.
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Ana miraba a Maris con más atención que
antes. Después miraba a Io, quien apartaba la mirada de ella enseguida. Yo no
podía creerlo ¿Ana celosa de otra chica? Imposible. Traté de encontrar algo en
Maris, pero no tenía ningún espíritu o fantasma cerca de ella. Cuando se
acercaba a mí o me miraba, sólo le podía sonreír. Cuando terminó la clase, Ana
se llevó a Io, y sospeché que al día siguiente volvería a estar cansado. Maris
se me acercó y me dijo algo, pero en principio no la oí.
-¿Manta? ¿Me escuchas?-
-¿Eh?- estaba todavía pensando en ella y
en Io.
-Que si podemos ir a tu casa ahora-
-¡Ah, sí!- me sentía un tonto –¿Vamos?-
Junté mis cosas lo más rápido que pude,
y después la acompañé hasta la salida. Caminamos todo el camino, y más de una
vez Maris tuvo que pararme antes de cruzar una calle. Presté más atención, y
cuando llegué a casa, la hice pasar.
-Mis padres están trabajando, pero mi
madre dijo que le hubiera encantado verte-
-No hay problema- me dijo Maris.
Después pasamos a mi habitación, y nos
pusimos a estudiar. Bajé a la cocina por la merienda, rechazando la ayuda que
me ofrecía Maris. Estaba poniendo galletitas dulces en un plato cuando apareció
Amidamaru.
-Manta, ¿estás bien?-
-¡AMIDAMARU!- grité, asustado –¡me
asustaste!-
-Disculpa, no era mi intención-
-¿Vienes con Io?- le pregunté, más
calmado -¿está en la puerta?-
-No, he venido por orden de Ana-
-¿De Ana?- eso sí que era sorpresa.
-Ella sospecha que Maris es algo
especial, y me envía a decirte que tengas cuidado-
-Pero si hasta ahora ella se ha mostrado
como una hermos... eh, como una chica muy amable- me apuré a cambiar la frase.
-Manta, ¿te sientes bien?-
-Sí, es sólo que no esperaba encontrarte
aquí... y que justamente Ana te mandara. ¿Cómo está ella?-
-Más irritada que de costumbre. No me
dejó ayudar al amo Io-
-Ya lo sabía. Creo que ana está celosa
de Maris... –
-Pero, ¿por qué?- Amidamaru estaba muy
sorprendido.
-Creo que piensa que Io se puede
enamorar de Maris... creo-
Amidamaru tenía la boca abierta. Estaba
mudo de la sorpresa.
-Amidamaru, será mejor que me apure.
Maris me está esperando- Tomé la bandeja y me fui a la puerta de la cocina –Si
quieres verla, ven conmigo-
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Amidamaru me siguió, y al llegar, Maris
me saludó.
-Disculpa la tardanza, ya volví- le dije
al entrar.
-No hay problema Manta- me dijo ella con
una sonrisa.
Terminamos la tarea cuando estaba
anocheciendo. Maris confundía algunos kanjis y kanas, y no le quedaba en claro
algunas partes de la historia japonesa. AL despedirse, me agradeció el haberla
ayudado.
-Y no te preocupes, Manta, yo no muerdo-
-Sí, ya lo sé- y después agregó,
rápidamente –pero tal parece que a la chica que vive con Io no-
Amidamaru y yo nos asombramos. ¿Acaso
podía verlo?
-¿Cómo?- le preguntamos los dos, al
mismo tiempo.
-Bueno, me miraba con algo de
antipatía... y la ví hablar con Io en los descansos, y escuché que ella le
decía a tu amigo que tendría que hacer la cena, que tú tenías que ayudarme con
la tarea, y que no le gustaba mi presencia, pero se calló al verme-
-Ah- dije.
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Cuando ella se fue, le pregunté a
Amidamaru.
-¿Ana cree que ella es peligrosa? A mí
no me pareció-
-A ti te parece bonita- me dijo
Amidamaru –Y es muy bien educada. Además, es muy culta y amable. No hay muchas
de ése tipo-
-¡¿QUÉ DICES?!- me volteé a mirarlo,
enrojeciendo.
-Tranquilo, yo no dije ni ví nada-
-¿Me lo prometes?- no sé porqué, estaba
asustado.
-Te lo prometo, pero deberías abrir más
los ojos-
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Cuando Amidamaru se fue, el primer
impulso que tuve fue el de llamar a Ana y preguntarle por qué había hecho eso,
pero después recordé que ella era una sacerdotisa. Tal vez fueran sólo celos,
pero si no... No, imposible. Maris no había visto a Amidamaru, había sido una
equivocación.
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A la mañana siguiente, Io estaba igual
de cansado. Ésta vez Maris no vino temprano, y yo tuve que limpiar solo el
salón. Cuando ella llegó, se disculpó, porque había tenido que hacer algo
importante la noche anterior y se había quedado dormida. Io la saludó con un
gruñido apagado.
Cuando empezó la clase, Io estaba
siempre con la cara apoyada en las manos, pestañeando con lentitud. Su banco
quedaba atrás del de Maris, y Ana lo miraba enojada, al lado de él, para
después mirar a Maris. Luego, cuando miré por la ventana, ví a Amidamaru.
Vigilaba a Maris de cerca, y al final terminé por mirarla yo. Ella notó mi
mirada y me sonrió, pero después prestó atención a las clases.
Ése día no la ví salir, y por lo que
dijo Ana, ella tampoco.
-Manta, aléjate de ella- me dijo.
-¿Qué?- le pregunté, perplejo.
-Aléjate de Maris-
-¿Por qué?-
-Amidamaru y yo hemos detectado en ella
un gran poder, pero no es el de una Shaman. Podría ser una enviada de alguien que
quiera hacerle daño a Io o a ti-
-¿Acaso es porque ella es más amable con
Io que tú?-
-Ése no es tu asunto- me dijo ana, con
voz de hielo, y después agregó –hoy tú harás la cena-
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Treinta veces debí repetir el plato, y
después lavar los trastos. Volví a casa a las dos de la mañana, y supuse que Io
se llevaría la peor parte, pero a la mañana siguiente él estaba tan sorprendido
como yo al verlo así.
-Ana no me reprochó nada- me dijo, en
voz baja –Pensé que me ordenaría hacer algo, pero sólo se acostó y me preguntó
si no iba a dormir. Amidamaru todavía no reacciona-
Ése día Maris estuvo tan sonriente como
siempre, pero Ana pareció volver a su estado de agresividad normal. No le
reprochó nada a Io ni a mí, y hasta le dijo algo en el almuerzo, que no
escuché. Para terminar con las sorpresas, Maris desapareció igual que la vez
pasada.
No tenía muchas ganas de volver a casa.
Me puse a caminar sin rumbo, y terminé en el cementerio, donde había visto por
primera vez a Io. Estaba anocheciendo, y ví a alguien en el árbol donde Io
siempre iba. Pensé que era él, y corrí a su encuentro.
Pero al llegar me di cuenta que no era
Io, sino una chica.
Maris.
-Hola, Manta, hace mucho que no venías
aquí- me dijo ella, volteándose para verme, sonriendo –Desde que conociste a Io
y a Amidamaru-
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Guts! Heme aquí otra vez. Dado que no
hay Fanfics en español sobre ésta genial serie, YO seré la primera en
escribirlo!!!!!!!!! JA!!!!! ¿QUIÉN ES LA MEJOR, SAYA? Nada, nada, una pequeña
rivalidad con una de ésas odiosas muchachitas... Que a los seis meses no se le
ocurrió nada que escribir, así que yo me adelanté y gané la apuesta! Espero que
me mandes ése archivo, o si no...
Bueno, pasando la sección de Saya, éste
es mi primer Fanfic sobre Shaman King. Me encanta ésa serie, es una maravilla.
Lástima que esté en el mismo horario que la novela “El clon” y que lo pueda ver
pocas veces, ya que la novela es una de ésas pocas que realmente valen la pena
(para que yo la vea, que pasé por alto muchos “éxitos” noveleros porque no me
interesaban...) En casa ya saben que a las siete el tele es mío y sólo mío, y
se resignan a que yo vea “ésos dibujitos japos, con los gatos maullando” Se
nota que no escucharon a Hikaru Utada, a las MAX o a Gackt...
Bueno, espero que me manden comentarios,
críticas y sugerencias a mi dire, ya que esto no terminará en cuatro o cinco
capítulos, y de ahora en más haré cada capítulo más largo de lo que los he
hecho hasta ahora.
Chau
Nakoruru
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