Diosas del agua

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3: El secreto de Maris

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-¿¡LOS TRES!?- casi grité, pero no pude contenerme. ¿Acaso sí podía ver a Amidamaru?

-Tú, Io y Ana- respondió Maris –Supongo que ella los envió porque desconfía de mí... pero creo que se está pasando un poco-

Todavía estaba algo nervioso. ¿Estaba jugando con nosotros? Pero después vi su rostro serio y algo triste, y me dije que no, ella era incapaz de hacer eso.

-Manta, yo no miento. Además, no creo que Amidamaru se moleste tanto en que venga a ver una amiga mía que ha sido enterrada a su lado-

Ahora fue Amidamaru quién reaccionó.

-¿Puedes verme?- preguntó, sorprendido, pero si ella lo oyó, no lo demostró.

-Si es que aún está aquí claro- termino Maris. Y después de un corto silencio agregó –Io, ¿tú también venías a buscar un lugar tranquilo junto con Manta?-

Io titubeó. Yo me adelanté.

-Vinimos para ver si estabas bien. Es que hoy te portaste de una manera extraña, y estaba preocupado. Me encontré con Io en el camino, y me acompañó hasta aquí- Era lo más cercano a la verdad que podía decirle.

-Yo... puedo sentir que ése samurai está aquí... pero no está enojado, sino sorprendido. Supongo que no será común que una chica latina venga aquí muy a menudo. Io, ¿tú también lo sabes, verdad?-

Io respondió sin vacilar.

-Sí, lo sé, está muy sorprendido al verte aquí- dijo, sonriendo.

-Aquí antes había muchos fantasmas, Manta- me dijo, mirándome a los ojos –Pero ahora ya no están-

Era cierto. Desde que la había visto por primera vez, los fantasmas no habían aparecido. ¿Dónde estaban? Miré a Io. El también lo había notado, y Amidamaru estaba tenso.

-Así te quería ver, Asakura- dijo una voz, demasiado conocida para tres de nosotros, y tal vez, para Maris.

Era Len Tao. Estaba parado encima de la casa que había al lado del sitio donde estábamos nosotros, y llevaba su lanza. Su sonrisa maligna me hizo adivinar a qué había venido. Iba a pelear con Io. Por mí no importaba, pero Maris...

Len llamó a Basón y se fusionó con él. Io no lo dudó: si no se fusionaba, Maris saldría lastimada, o tal vez peor. Len tapaba la salida.

-¡Amidamaru, concédeme tu alma! ¡Fusión de almas!-

Pero no tenía espada, ni nada que se le pareciera. Tendría que encontrar a Ryo y a su espada de madera, pero no tenía idea de dónde podría estar.

Len Tao atacó con furia. Io no podía usar todo su poder, porque estábamos nosotros dos, a menos de cinco metros. Después, al menos diez metros de caída. Además, no traía su espada. Io empezó a retroceder, y entonces la ví.

Había un fantasma que no se había ido. Era una chica que me parecía familiar, tenía el pelo corto y negro, encima de la lápida de Yukari. Entonces recordé mi sueño, y por un momento me olvidé de Len Tao y de Io. Maris levantó la vista y sonrió.

-Yukari... Viniste- dijo ella, con voz dulce.

Después Yukari me miró a mí, y entonces entendí. Maris no podía verla, pero sí sentirla, y entonces me apuré a hablarle.

-Maris, ella... ella me dijo que por favor cuidaras a Minako, aunque no sé... – empecé, pero Maris se dio vuelta, sorprendida.

-¿Cómo las conoces?- quiso saber.

-Soñé con Yukari... y ella me lo dijo-

Maris sonrió.

-Ella está ahí, ¿verdad? No puedo verla, pero sí sentirla-

-Sí-

Un gran ruido de madera rompiéndose nos llamó la atención hacia la casa que teníamos al lado. Len Tao había tirado allí a Io, y lo había literalmente sepultado bajo los escombros.

De repente, algo pasó a mi lado, volando. Se metió entre los escombros, y después emergió Io, con algo en la mano. Era una espada, pero no una común... Esta era de un color azul diferente a la energía que irradiaba Io.

-Vaya, Asakura, has conseguido algo de ayuda... – se burló Len Tao –Pero, aún así, no me derrotarás. ¡Cuchilla dorada!-

Ésta vez, Io contraatacó. Len Tao se sorprendió de su rapidez, y yo también. Ése poder era algo nuevo, algo que yo no había visto nunca. Len Tao fue derrotado y quedó tendido en el piso, desmayado.

Io se quedó parado por un instante. Estaba flotando sobre el piso. Después la espada perdió su brillo e Io cayó con lentitud.

Corrí hacia él, esperando que estuviera bien. Tenía algunas heridas menores, pero nada grave. Amidamaru estaba muy sorprendido, y por un rato no nos dimos por enterados de la presencia de Maris o de Yukari.

-¡Tenemos que llevarlo al hospital!- dije, e intenté alzarlo, pero yo era muy pequeño para llevarlo solo.

-Déjame intentarlo- dijo una voz a mis espaldas. Era Maris.

Lo alzó a caballo en su espalda y nos fuimos al hospital. Io tenía algunas heridas menores, muchos goles y magulladuras, pero nada grave. Maris estuvo al lado de él todo el tiempo, y, cuando desperté, ella estaba todavía despierta, a su lado, con Ana. Supongo que ella le había avisado a la sacerdotisa, y ella había venido.

Io despertó poco después, y Ana le dijo que apenas se recuperara, volvería a casa. Maris no dijo nada hasta que yo le hablé.

-¿Cómo lo hiciste?-

-¿Hacer qué?- me preguntó ella, apartando su vista de Io para mirarme a mí.

-Tú fuiste quien le dio ésa espada a Io-

Maris se quedó callada un momento.

-Te lo agradezco mucho- dijo Io, sonriendo –La verdad es que no sabía qué hacer sin una espada-

-Ésa era mía- dijo Maris. Todos la miramos. Ana estaba mirándola con algo extraño en la mirada, pero no sabía decir bien qué –Es una larga historia, y les agradecería mucho que no me pidieran que se las cuente ahora- Maris bajó la mirada.

Entonces lo ví.

No, no lo ví, y eso fue lo que me sorprendió.

Maris no tenía sombra.

Ella se debe haber dado cuenta, porque me miró a los ojos.

-Eso es parte de la historia también. Ella ya llegará-

-Ella ya ha llegado- dijo Ana.

Una sombra se deslizó por debajo de la puerta y se unió a los pies de Maris.

-Ella es Minako- dijo Maris.

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Cuando salimos del hospital, Maris intentó desaparecer, pero ana la tomó del brazo.

-Ahora irás a casa y nos contarás todo- dijo ella, con voz firme. Maris suspiró, y nos siguió.

Amidamaru no había hablado en todo el camino, pero ahora yo estaba seguro que Maris se había dado cuenta de su presencia todo el tiempo. No lo había visto, pero de alguna manera podía saber que él estaba allí. Miré su sombra, y me encontré con que era algo diferente; ésta tenía el pelo más largo, la figura más delgada y se notaba que era mayor que Maris. Igual que cuando Io y Amidamaru se fusionaban... Pero entonces ¿Maris era una Shaman?

Cuando llegamos a la casa de Io y Ana, todos nos sentamos en la sala. Ana estaba tan seria como siempre, y miraba a Maris todo el tiempo.

-Ahora dinos todo. Yo sé algo, pero Io, Manta y Amidamaru no- Maris levantó la vista.

-Ahora sí puedo verlo- dijo, mirando a Amidamaru. Y después miró a Ana -¿Lo sospechabas?-

-Tenía que asegurarme, y lo hice- respondió ella.

Después de un largo silencio, Maris empezó a contar.

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-En realidad... yo sabía que Manta podía ver fantasmas, que Io era una Shaman y que tú eras una sacerdotisa. Pero nunca creí que Io necesitara mi ayuda-

-¿De dónde sacaste ésa espada?- le pregunté yo -¿Te la dio Yukari?-

-No, me la dio Minako- dijo Maris –Ella... Ella y yo ya nos habíamos conocido en Japón, en nuestra vida pasada. Es algo difícil de creer y más difícil de explicar, pero lo intentaré-

“Ana sabe –o sospecha- que soy una Portadora de Sombra. Somos algo así como los primos segundos de los Shamanes, ya que nosotros también nos fusionamos con un ser sin cuerpo, y obtenemos ciertos poderes por eso. Pero la gran diferencia es que nuestra fusión puede durar años, décadas o hasta que la muerte, o un ser de la Luz nos separe.

“Yukari tenía un pariente con el que yo me había fusionado, mucho tiempo atrás, Minako. Cuando Minako se enteró que yo había reencarnado y que Yukari me mandaba cartas, se contactó conmigo. En mi vida pasada no habíamos terminado, Minako no había recuperado su cuerpo, y debíamos seguir hasta que lo recuperara su cuerpo humano.

“En ésta fusión, los dos seres deben tener el mismo signo del horóscopo chino. Minako era un tigre de agua, y yo también, en mi vida pasada, auque ahora nací en el año del tigre de fuego -1986- En nuestra vida anterior habíamos llegado a la anteúltima fase de la fusión, a un paso de que ella recuperara su cuerpo, pero me dejé llevar por el poder y morí antes de terminar nuestra fusión.

“El elemento agua es el elemento de los espiritistas, los Shamanes y los seres etéreos, los fantasmas y espíritus. Por eso podía sentir más que ver a los espíritus. Cuando vine a Japón, mi principal objetivo era encontrarme con Yukari, para que me guiara a Minako... Y lo hemos logrado. Recuperamos nuestros poderes, aunque fue mucho más rápido de lo que pensaba. Supongo que fue porque ví en peligro a alguien que no... no merecía ser tratado como Len Tao lo hizo.

“Es por eso que te di mi espada. Eres amigo de Manta, y no quería que te lastimaran por mi culpa. Manta estaba muy preocupado por mí, y si yo no hubiera estado triste, tal vez Len Tao hubiera seguido su camino. Era lo menos que podía hacer.

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Después hubo un largo silencio. Ana lo interrumpió, con voz firme.

-Los portadores de Sombra son seres que se fusionan con vampiros para que recuperen su cuerpo de humano. Los poderes que se les concedes son para defenderse de los seres que los quieran lastimar. Van evolucionando físicamente conforma los avances síquicos de los dos. Pero si se dejan llevar por el poder, reciben un duro castigo, que es lo que les sucedió a Maris y a Minako. Por lo visto, han perdido el brazalete donde pueden guardar sus poderes- después continuó –Eso fue lo que sentí, y pensé que podía tratarse de otro Shaman como Len Tao. Por eso envié a Amidamaru-

-Entonces... – dijo Io –Era por ellas que regresaste al lugar de tu muerte pasada-

-Sí- dijo Maris –Lamento mucho no habérselos dicho antes, pero tenía miedo de que algo saliera mal.

-¿Y qué harás ahora?- le preguntó Ana. Maris la miró –No puedes quedarte en el mismo hotel que Len Tao y su hermana. Tarde o temprano te descubrirán-

-Me mudaré de hotel- dijo Maris.

-Si quieres, puedes quedarte aquí- dijo Ana, con la misma voz de siempre. Todos la miramos –Si algo sale mal, lo mejor será que estés cerca de nosotros-

Maris no sabía qué decir.

-Eh... Bueno, gracias Ana, la verdad es que no esperaba esto- dijo Maris.

-Maris, de ahora en adelante, vivirás con nosotros durante tu estadía en Japón. Falta una hora para la cena, así que puedes empezar a planchar. Manta, tú prepararás la cena-

Ésa era la Ana de siempre. Ella se levantó y se fue a mirar televisión, dejándonos a Io, Amidamaru, Maris, su sombra y a mí solos.

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Después de un rato, ya nos conocíamos bien. La sombra de Maris decidió que ella plancharía. En realidad, lo único que la diferenciaba de las sombras normales es que ésta era como un humano, pero totalmente negro y algo transparente, como en medio de la penumbra, podía tomar objetos, y en vez de ojos tenía dos gemas azules. Ella planchaba muy bien, y cuando yo me acordé que debía hacer la cena, Maris dijo que ya estaba lista.

-Vaya, no sabía que cocinabas- le dije, sentándome a comer.

-Es que mamá y papá trabajan hasta tarde, y a mí me toca hacer la cena, así que tuve que aprender- nos explicó Maris.

-Pero nosotros no teníamos esto- dijo Io. Algunos de los ingredientes que había usado Maris no había en la casa.

-Yo los compré. Es que no me sale muy bien la comida japonesa-

-Tal parece que tu sombra también puede trabajar- dijo Ana, apareciendo en la puerta –Desde ahora, hará el trabajo de Manta-

Se sentó a comer. Nadie había probado bocado, y esperábamos el veredicto. Maris había vuelto a sonreír, y esperaba la opinión de Ana.

-Esto está aprobado- dijo Ana, y después de un suspiro general, empezamos a comer.

La verdad es que era algo extraño, pero rico. Después Maris nos dijo que habían sido milanesas de pescado con salsa blanca, pero Ana no preguntó qué era. Después la sombra de Maris lavó los platos mientras ella dijo que iba a buscar sus valijas.

-Será mejor que lo hagas mañana- le advirtió Ana –Si Len Tao te ve, tal vez te ataque. Yo te prestaré algo de ropa. Después de todo, somos de la misma talla-

Era una de ésas raras ocasiones en que Ana era caritativa con alguien, y Maris se lo agradeció. Cuando hubo terminado de bañarse, pude ver que era más linda de lo que recordaba.

-Y bien Manta, ¿no crees que ya es hora de que te vayas a dormir?- le preguntó Ana. Yo me despedí enseguida, y me fui a casa, esperando con ansias el día siguiente, lunes, para volverla a ver.

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Pero al pasar enfrente del cementerio, no lo resistí y entré. Los fantasmas no habían vuelto. Len Tao ya debía haberse ido, furioso. Yo esperaba que no notara la espada que Maris le había prestado a Io, pero me equivoqué. La espada no estaba por ningún lado. Tal vez había desaparecido, o él se la había llevado, en venganza. Como fuera, no estaba allí, y volví a casa, cansado, pero feliz. Al menos Maris y Minako estaban a salvo.

Pero me equivoqué.

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Guts! El tercer capítulo y las cosas empiezan a tomar forma. Espero que les guste el personaje de Maris y de Minako, son dos buenas chicas... Además, algún día albergo la esperanza de poder ir a Japón, al publicar alguno de mis libros... O al menos al Parque Japonés de Buenos Aires –que sí existe en la realidad- Como verán, Maris es una especie de doble, porque la serie de SK empieza en 1999, e Io y Manta tiene 13 años, por lo tanto nacieron en 1986 más o menos, y yo también (en marzo)

Bueno, espero que el Fanfic les esté gustando. Es algo raro escribir sobre una serie nueva, pero lograré terminarlo antes de fin de año –termino quinto año y tengo que ir a estudiar, lo más probable es que a otra ciudad- y me quedará menos tiempo para escribir. Así que éste año escribiré como nunca, ya sean libros (tengo dos inconclusos) cuantos o Fanfics, muchos Fanfics –estoy haciendo otro de Sailor Moon al mismo tiempo que éste-

Y por cierto, dentro de poco estará lista mi página con algunos de mis escritos, capítulos de mis libros y algunos cuentos.

Nos vemos!

Nakoruru

nakokun@yahoo.com.ar

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