Diosas del agua

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8: La decisión de las Diosas del Agua.

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-¡Maris! ¡Creí que nunca te volvería a ver!- le dijo Minako. Había sostenido el cuerpo de su ex Portadora desde que la barrera espiritual había desaparecido, y tenía la cabeza de Maris en sus rodillas. Vestía igual que ella, y tenía dos alas hermosas, de color azul con rayas negras, en la espalda. Tenía una medalla en el cuello, donde indicaba quién había sido, cuándo y cómo se habían separado, y durante cuánto tiempo habían estado unidas.

-Era necesario, y hemos ganado- dijo Maris, con algo de sueño.

-¡¿Le ganaste al padre de Len?!-

-Basón dejó a Len para que yo lo ayudara-

-¡Maris!-

-Si no lo hacía, no íbamos a salir de aquí. Pero ahora quiero ver a Manta, a Io y a los demás... vinieron para rescatarme-

-Sí, pero... ¿puedes caminar?- Minako dudaba. Maris se veía agotada.

-Sólo estoy cansada... Fue la primera vez que me fusioné con un Shaman... Pero estoy bien, no te preocupes-

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Maris me abrazó por la espalda, y me dio un beso en la cabeza, diciéndome que me había extrañado mucho. Me di vuelta y la abracé, y sólo después de separarnos ví que ahora tenía un traje extraño, una malla, guantes y botas, de color azul con rayas negras. Ella tenía una cola de tigre al final de la espalda, de los mismos colores que su ropa, y orejas de tigre. Y había algo más. Tenía una tiara dorada con dos alas que parecían de cristal, pero más oscuro, de color azul.

-Io, Amidamaru, les agradezco tanto el que hayan venido a rescatarnos... – dijo Maris, mientras abrazaba a Io.

Otra chica apareció, y la reconocí enseguida. Tenía el pelo largo y rubio, ojos marrones, era más alta que Maris, y su piel era muy pálida. Era Minako, pero ahora estaba vestida igual que Maris. Había recuperado su cuerpo humano. Me saludó a mí y me dijo que era un muy buen chico. Me alzó y me subió a caballito sobre sus hombros.

-Ellos son Ryu, con Tokageru, y Horo Horo con Kororo- se los presentó Io.

-Mucho gusto, les agradezco mucho el que se hayan preocupado por mí... – pero se notaba que estaba cansada.

-¿Qué le ha pasado?- le pregunté a Minako -¿Las atacaron?-

-Maris ayudó a Len, fusionando su espíritu con el de ella. Ya vieron la definición, supongo... – respondió ella.

-¡¿QUÉ?!- exclamé -¿Ése espíritu tan hermoso era Maris?-

Me callé enseguida, rojo como un tomate. Minako no dijo nada, y todos me miraban. Io sonreía, Amidamaru no estaba tan sorprendido como yo pensaba, Ryu y Tokageru, junto con Horo Horo, me miraban con la mandíbula casi en el piso, y Kororo me miraba son entender.

-Eres un buen chico, Manta- me dijo Maris, levantándome. Me dejó en el piso y se agachó para estar a mi altura –Te agradezco tanto el que me hayas ayudado... – y me dio un beso en la frente –y que todos hayan confiado en mí-

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En verdad, Maris estaba muy cansada. Nos quedamos hablando ahí, sin darnos cuenta de cuándo llegó Len, bañado y vestido, y con una cara de felicidad que no le había visto nunca. Abrazó a Maris sin darle tiempo a reaccionar. Minako sonrió. Ya se lo esperaba...

Len no dijo nada, y Maris tampoco, por un buen rato.

-Nunca antes- empezó Len, con una voz que no le había oído jamás -había sentido ésa calidez... Maris, no imaginé que al verte, encontrara a la persona más especial para mí. Maris, no podría soportar vivir sin ti, y me hubiera enfrentado a toda mi familia si fuera necesario, para que seas feliz- ¿Acaso estaba llorando? No, no podía ser. Pero al apartarse, pude ver que sí estaba llorando, de felicidad.

Maris sonrió, y después cerró los ojos. Cayó hacia adelante y Len la atrapó con suavidad, preocupado.

-Tengo sueño... Len-chan- dijo Maris con suavidad, y Len se sonrojó un poco. Pero después sonrió y levanto a Maris.

-Discúlpenme, ya regreso- dijo y se marchó.

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-Tal parece que lo han logrado- dijo Io, sonriendo, mirando a Minako.

-Maris era más fuerte de lo que pensaba... – respondió ella.

-Pero oye, ése Len Tao, ¿acaso se podía enamorar?- preguntó Ryu, y Horo Horo también esperaba ansioso la respuesta.

-Sí, ya lo han visto... Las latinas somos más románticas que las asiáticas, ¿verdad, Manta?- y me guiñó un ojo. Me sonrojé, y ella sonrió.

-Quién lo hubiera creído- exclamó Horo Horo –Es cierto eso que el amor es ciego... –

-No seas tan duro con Len, él tiene su corazoncito- le dijo Minako.

-Y por cierto, sí que era bonita... – agregó Horo Horo -¿Hay muchas en Carrieles?-

-Es Corrientes- aclaró ella –y sí, allá todos somos buenos hasta que no se demuestre lo contrario. No todas son bonitas, pero sí sin buenas chicas... – y agregó con rapidez –Seguro que encontrarás una chica para ti, pero no somos tan sumisas como las japonesas, de ningún modo-

-Minako, ¿Maris tiene una hermana mayor?- le preguntó Ryu.

-¿Por qué?- le preguntó ella -¿Buscas una candidata para novia?- Ryu se sonrojó –Ya me lo imaginaba. No, pero tiene una tía de tu edad, más o menos-

-¿En serio?-

-Sí, y cuando volvamos, si quieres, le digo que estás interesado en saber de ella... –

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Mientras tanto, Len había llevado a Maris a una habitación. La acostó en la cama y la tapó con cuidado, y después miró el rostro de ella un buen rato. Era más hermoso que la última vez, cuando casi la había besado en Japón... Miró para todos lados, para asegurarse que Basón no estuviera por allí. No, estaban los dos solos. Se tranquilizó, y volvió a mirar el rostro de Maris. Se acercó con lentitud, saboreando cada momento, hasta que pudo sentir su respiración regular y tranquila... Ella estaba sonriendo, sabía que había ayudado a Len y que él cambió la manera de pensar que tenía en su cabeza, y la manera de querer que había en su corazón... O de amar. Sus labios se rozaron, y Len le dio un beso en los labios.

Fue un beso dulce, tierno, muy diferente al primero que él le había dado cuando ella se había rendido. Le gustó mucho más, y después se quedó mirándola durante un buen rato, hasta que se levantó.

-Descansa, amor, yo regresaré pronto- le dijo a Maris, y salió.

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Mientras tanto, la familia Tao –menos Jun, Len y su padre- había encontrado al grupo de Io y los había llevado al comedor, donde les habían explicado el por qué de su aislamiento y su odio. Habían sido respetados por generaciones, pero empezaron a temerles por sus poderes y los habían expulsado. Desde entonces habían vivido aislados del mundo, profundizando en sus poderes, hasta ése día, cuando Len había roto la tradición familiar y había demostrado que no todos los seres eran tan desconfiados y malos como ellos creían. Cuando terminaron, aparecieron Jun y Len, ella estaba arreglada como su hermano menor. La cena empezó, y Ryu y Horo Horo estaban hambrientos, así que no se hicieron rogar.

-Maris está dormida- dijo Len.

-Me sorprendió mucho que ella se fusionara contigo- le dijo su madre –Te deba querer mucho-

-Sí, madre- dijo Len –pero creo que a padre le costará un poco aceptarla... –

-No lo creo, Len- dijo su abuelo –A nuestros antepasados les cayó muy bien ésa chica-

Minako se había quedado callada.

-Y nos sorprendió la fidelidad que le tenías- terminó el abuelo.

-¿Cómo?- preguntó Minako.

-Esperar toda una vida para volver a reunirte con tu Portadora debe haber sido difícil... –

-Sólo un poco-

-Una de nuestras antepasados fue una de las diez que inventaron ése hechizo-

-Yielan Tao- dijo Minako -Sí, era una gran Shaman–

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Maris estaba soñando. Había llegado a un lugar, algo similar a un lago de aguas bajas, con grupos de camalotes con flores de diversos colores. Estaba transformada en Tigre de Agua, las plumas de sus alas rozaban el agua, pero no tenía sus botas, y podía sentir el lecho del lago bajo sus pies. Sabía dónde estaba, y quién la esperaría allí. Yukari no descansaría hasta ver a Minako convertida en humana. Había algo de niebla, pero pudo ver a su amiga a la distancia.

-Yukari- dijo, feliz de poder darle un último adiós.

-Muchas gracias, Maris- dijo ella, sonriéndole.

-No gracias a ti... si no me hubieras respondido, nunca habría empezado todo... y no habría encontrado a Len-

-Minako ahora está feliz, gracias a ti-

-Fue por su voluntad... Por esperarme-

-Maris-

-¿Sí?-

-¿Me prometes que la cuidarás?-

-Te lo prometo-

-¿Y me prometes que nos veremos en el otro mundo?-

-Tenlo por seguro. Y Minako también irá algún día-

-Gracias, Maris-

-No, gracias a ti-

Maris sonrió, aún dormida. Yukari se iría al otro mundo, después de esperar meses por ella... Por lo que debía hacer. Al fin podría descansar...

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Cuando todos terminaron de comer, Len les preguntó a los otros si querían ver a Maris. Yo estaba ansioso por verla, y nos fuimos hacia la habitación donde dormía ella. Su tiara con alas de cristal –o lo que fuera eso- brillaba a la luz de la Luna, que ya había salido. Después nos fuimos, dejándola dormir tranquila.

Maris todavía recordaba las últimas palabras que le había dicho Yukari.

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-¿Qué me quieres decir?- Maris no podía creerlo.

-Que has evolucionado con una rapidez asombrosa. Las Diosas del Agua lo han visto todo, y dicen que serás una de ellas cuando mueras... Pero que debes atenerte a sus reglas desde ahora-

-¿Qué? ¿Deberé abandonar a Len?- no, no era posible. No ahora.

-Tal vez-

-Pero Yukari, no pueden hacerme esto ahora, he encontrado al fin alguien a quien amar, ¿y quieren separarme de él?-

-Yo no tomo ésas decisiones, Maris- Yukari estaba apenada. Se le estrujaba el corazón al ver así a su amiga.

-No... no pueden... –

-Maris, yo tampoco quiero que seas infeliz, pero ellas lo han pensado mucho... y al ver cómo te fusionabas con Len, el grado de espiritualidad que lograste... Fue mucho mayor al que él podrá llegar jamás-

-No... –

-Maris, ésta es una decisión tomada, ellas están por venir en el último minuto de la noche... –

-No quiero ser una Diosa del Agua- dijo Maris, terminante.

-Maris... –

-Yukari, me hace muy feliz el poder verte, pero no seré una Diosa del Agua. ¿De qué me sirve el poder si no tengo a quién amar? ¿Para qué ser una Diosa, si no podré tener el amor de mi Len?- Maris estaba empezando a sollozar.

-Maris... –

-Los seres humanos se enamoran, y son felices. Si las Diosas son seres superiores, ¿por qué no puedo enamorarme yo? ¿Acaso está mal?-

-Maris, créeme, yo también se lo dije, pero me ordenaron venir a decírtelo- dijo Yukari, abrazándola.

-No lo haré. Amo a Len, y no lo dejaré-

-Las Diosas del Agua me recordaron una regla de los Portadores de Sombra, cuando se los dije- Yukari hizo una pausa. Esto la iba a devastar, pero tarde o temprano debía enterarse –Han dicho que debes elegir entre Len o... Minako-

-¿Qué?-

Maris levantó la vista, y vio en los ojos de su amiga que era cierto. A Maris se le llenaron los ojos de lágrimas y se abrazó a ella. Por supuesto que lo recordaba, ahora sí. Para los Portadores de Sombra, la persona que era su Sombra era muy importante, y estaría con el o la Portadora por toda la vida. Era el ser a quien amarían más. Pero si aparecía una persona más, alguien a quien la Portadora amara con ése amor especial, debía elegir entre ésa persona especial o su Sombra. Si dejaba de lado a su Sombra, no sabía lo que podía pasar. ¿Volvería a ser una vampira? ¿Se quedaría en estado de Sombra, vagando sin rumbo para la eternidad? ¿Se volvería un fantasma? ¿Encontraría el descanso eterno? ¿Viviría como humana el resto de su vida? No lo sabía, y no pudo dejar de sollozar. Si dejaba de lado a Len, él y todas las personas a las que conoció en Japón y en China la olvidarían.

-No... No pueden hacerme esto... ¡No es justo! ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡NO ES JUSTO!!!!!!!!!!!!- gritó Maris, y después no pudo seguir. Las lágrimas se lo impidieron.

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Minako no sintió nada. Al despedirse de los otros –todos se quedarían allí a pasar la noche, y después regresarían a Tokio- se fue a dormir, pensando que al fin Maris había encontrado el amor... En un muchacho chino que había cambiado su forma de ver, había abierto su corazón y había encontrado su alma gemela... Le molestaba un poco, porque ella sentía algo más que amistad por Maris, como toda Sombra por su Portadora o Portador, pero ella decidiría a quién amaba más. Sabía que Maris no era lesbiana, sino que le gustaban tanto chicos como chicas, pero igual sentía una punzada de celos al ver a Len... Seguro que Maris se decidiría por él... Al fin y al cabo, gracias a él había vuelto a tener su cuerpo humano.

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Cuando Yukari se fue, Maris siguió soñando, pero no pudo descansar. Simuló que estaba bien, que lo pensaría, y después se desahogó, llorando como nunca lo había hecho. Sabía que tenía hasta el amanecer para decidirse, pero no podía. No podía decidirse entre Len y Minako, los amaba a los dos... Pero debía decidirse, se recordaba a cada momento.

Se despertó a las tres de la mañana, y descubrió que había estado llorando dormida. No reprimió sus lágrimas, y siguió llorando, reprimiendo sus sollozos con la almohada, para no despertar a nadie. Esperaba con horror el minuto previo al amanecer, porque entonces las Diosas del Agua aparecerían y le preguntarían qué había sucedido. Y ella no quería que vinieran.

Pero vinieron. Las Diosas del agua la hicieron dormir dos minutos antes del amanecer, y la rodearon. Ellas tenían las alas como los peces voladores, algunas con cola de sirena, otras con piernas, otras con aletas, otras con membranas entre los dedos... todas de color azul, celeste y, a veces, unos toques de rojo, verde o violeta. Maris temblaba.

-Marisa, has escuchado el mensaje que te enviamos, y ahora debes decidir- dijo una de ellas.

-En un minuto amanecerá-

-En ésta dimensión, el tiempo puede durar tanto como deseemos-

-Pero no vamos a esperar-

-Dinos cuál es tu decisión-

-No puedo... – dijo Maris.

-Si no lo haces-

-Decidiremos por ti-

-Así que hazlo tú-

-Ahora-

Maris cerró los ojos. Pensó el Len, en su sonrisa, en el tierno beso que le había dado anoche, cuando ella no estaba tan dormida como creía... Pensó en Minako, esperando años por volver a encontrarse con ella, obligando a Yukari a quedarse en éste mundo. Pensó en Len, en los años que había pasado odiando al mundo sin conocerlo, en el odio que su familia había tenido durante siglos... Pensó en Minako, matando a los seres humanos –muchos muy jóvenes- antes de darse cuenta del enorme pecado que estaba cometiendo, y buscándola con desesperación para que le diera la redención. Pensó el Len, cuando se había fusionado con él, había sentido latir su corazón lleno de amor por ella... Y ahora...

-Decide ya- dijo una de las Diosas del Agua-

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NOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! NO ME PONGAN EN ÉSA SITUACIÓN!!!!!!!!!!!!!!!!!!! Dios mío, y yo que pensé que esto iba a terminar, ¡¡¡y resulta que recién empieza!!! Ni me pregunten a quién elegirá Maris, porque ni siquiera YO lo sé. Maris!!!!! Dios mío, ella no se lo merece. Si me llego a enterar que Saya está en algo de esto, la mato.

Ya en serio, yo creía que iba a terminar!!! Es que ellos, como ya les dije, son los que escriben, yo sólo soy su instrumento para expresarse, son los personajes que me obligan a escribir. Dios mío, no le hagan esto a Maris, no a ella no... No me quedé hasta las dos y media de la madrugada escribiendo para que le hicieran esto!!!

Nos vemos (espero)

Nakoruru

nakokun@yahoo.com.ar

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