Dragones de Tierra
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4: La historia reciente
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Muchas veces se había preguntado si su brazalete reaparecería. Desde que se había separado de Yuugi, el brazalete había desaparecido, y no se había animado siquiera a intentar usar sus poderes. Había empezado a pensar que todo era una pesadilla, que estaba muerto y que había ido al infierno, pero no era así. Eso le habían hecho creer, y si bien cuando Yuugi estaba con él había resistido, en el momento en que desapareció, rumbo a China, su ánimo cayó por debajo del subsuelo. Y ellos se encargaron de fomentarlo hasta mas allá del límite.
Desde ése entonces, su brazalete desapareció. Desde los siete años lo había tenido, seis meses después que se fusionara con Yuugi. Lo escondió durante años, hasta que cumplió diez. Faltaba poco para que él y Yuugi volvieran a ser dos entidades en dos cuerpos diferentes y no dos almas en un solo cuerpo. Sólo les faltaban seis meses, y entonces los descubrieron. Pasó a estar prácticamente del otro lado de la ballesta, pero esto era peor. A los vampiros que veía torturar en ése instituto por parte de los profesores o de sus mismos compañeros (mucho menores que él y ya con la mirada asesina que tanto deseaban los profesores) algún día les llegaría la muerte. Cuando sus cuerpos quedaran reducidos a algo sin nombre y sin alma, o cuando terminaran como comida en el comedor del instituto. Pero a Weevil no. A él lo pusieron frente a las celdas de lo que quedaba de los vampiros que veía en clase, y vio muchos pasar frente a él.
A los seis meses, tras mucho esfuerzo y con la ayuda de lo que quedaba de los vampiros (que jamás dudaron en ayudarle) logró que Yuugi obtuviera su cuerpo físico. Cuando lo conoció, tenía la misma edad que su gemelo, Yami, quien había escapado a Yiske. Pero cuando terminaron su fusión, Yuugi parecía tener su edad. Y esa era una consecuencia de la fusión: cuando llegaban al final del hechizo, la Sombra (Yuugi) tenía la misma edad física que el Portador (Weevil)
El hechizo de los Portadores de Sombra había sido prohibido luego de la 2° guerra mundial. Los defensores, que eran entrenados en Japón desde mucho antes de que se cerrara al mundo, pasaron a ser “capacitados” en Estado Unidos. Eso marcó el fin de la época de los defensores, y pasó a una nueva, la de los cazadores. El paso de cazador a asesino, y de asesino a destripador fue de uno o dos años. Estados Unidos había demostrado no ser digno de confianza, especialmente luego de usar la fórmula de un famoso físico judío que huía con ésa fórmula del nazismo. Había usado la fórmula para hacer lo que ése físico jamás había deseado: una bomba que podía devastar toda una ciudad en segundos. El pobre físico, que pecaba de ingenuo pese a ser un genio, había creído que un país del primer mundo no usaría su fórmula para hacer una de las armas más terribles de la historia conocida.
Pero se había equivocado. Entre las tantas exigencias que había puesto Estados Unidos a Japón, una de ellas era el traspaso del poder sobre los defensores. Sabían que ésa era una pieza que les aprovecharía en un lapso considerable, pero que llegaría tarde o temprano. Y que entonces sí, ellos serían los dueños del mundo.
Entonces la carnicería había empezado. De unos seres humanos que solo se defendían para no lastimar a nadie, los vampiros se toparon con los cazadores, o vampire hunters, que directamente mataban por, según ellos, necesidad de defenderse. Luego aparecieron los asesinos, o vampire slayers, que mostraban más técnicas y teatro, para demostrarles a los vampiros que no eran débiles y que no les demostraban más poderes porque no los querían ver más sobre la tierra. Y por último, ya casi en los cincuenta, aparecieron los destripadores, o vampire rippers.
Ningún vampiro había mostrado tanta crueldad como los destripadores. En una década se había pasado de los cuasi amables defensores (“una batalla de ingenio”) a los cazadores (“ellos son la presa”) de éstos a los asesinos (“matar o morir, vivir en el otro lado, jamás”) Y por último, los destripadores, cuyas crueldades a veces no se podía describir con palabras de éste mundo.
El ejemplo de Arkansas fue un modelo que se repitió, aún sin causa. Los vampiros de ése condado atacaron al ganado vacuno de una ciudad ganadera que abastecía a tres instituciones de destripadores, entre ellas, a la que iba Weevil.. Tal vez los vampiros creyeron que así se vengarían, o sólo por diversión. Pero los descubrieron, y le fue muchísimo peor que mal. La carne debía salir, era el día de faena. Y lo único que tenían allí era a un grupo de cien vampiros, todos los de ése condado y de los alrededores. La solución fue obvia, y al gobierno le gustó.
Después de todo, así asimilarían algunos poderes nuevos y los vampiros sabrían lo que era bueno. Pero cuando los vampiros empezaron a escasear, el presidente decidió tomar otras medidas. Secuestró en España a un científico chino, que estaba allí haciendo turismo, y lo obligó a que le revelase el secreto mejor guardado de los vampiros chinos. Ni bajo tortura accedió, pero bastó que violaran a su esposa y a su hija para que decidiera hablar. Y luego les dieron un ballestazo en el pecho, para ser arrojados al mar desde un avión militar.
Fue entonces cuando la fiebre del consumismo llegó hasta lo morbosamente ridículo. Había muchos indeseables en Estados Unidos, y se debía mantenerlos informados acerca de qué lugar debían ocupar en la sociedad. Se empezó secuestrando a los negros, luego a los latinos, a los musulmanes y, por último, a los asiáticos: como eran tantos, nadie notaría la diferencia. Se empezaron a “fabricar vampiros en serie”, hechos en laboratorios clandestinos, pero siempre amparados por el gobierno de turno. Jamás se descubrió ningún laboratorio y, si se hubiera descubierto, la policía no tomaba las denuncias, en especial porque el denunciante, por lo general negro, latino, musulmán o asiático, desaparecía y nadie quería saber de él, por miedo a averiguar personalmente dónde estaba.
Pero hubo incidentes dentro de la escuela. El día en que les sirvieron ese nuevo “menú”, dos chicos y cuatro chicas se negaron a comer. Entre ellos estaba Weevil, quien tenía ocho años en ese entonces. El otro niño había muerto ese mismo día, con la garganta desgarrada. Por dentro.
Se había dado cuenta de lo que les habían servido, pero sólo después de dar el primer mordisco. Podría haber jurado que la comida gritaba dentro de su boca, si hubiera sobrevivido. Corrió fuera del comedor, ante la mirada de los maestros y de todos lo que estaban allí, y fue al baño a toda velocidad a vomitar. Pero el esfuerzo fue demasiado para él, y su garganta no resistió. Murió desangrado, y se le informó a los padres que su hijo “se había pasado al otro lado” y que “tuvieron que eliminarlo” Sólo las cuatro chicas y Weevil sabían la verdad. Y eso no era nada.
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Ése había sido sólo el inicio. Después de que Yuugi lograra escapar, él se dejó atrapar y cortó su vínculo mental, para que Yuugi fuera a China a encontrarse con los únicos que jamás serían tocados por los destripadores. Los Ocho Vampiros Inmortales de China eran lo más sabios y misteriosos vampiros de la historia, y lo sabía porque existían desde que los vampiros caminaban sobre la tierra. Eran ellos quienes les habían enseñado el chino, y le habían regalado todos los libros que llevaba en su valija.
En las noches, cuando todos creían que estaban durmiendo, él y Yuugi se transportaban en alma hasta la montaña Lushan, donde habitaban los Ocho Inmortales. Así habían llegado al final del hechizo en seis meses. Así había soportado Weevil, pero cuando Yuugi logró escapar, su mundo se desmoronó. Su brazalete, el que tantas veces había admirado, desapareció de su mano izquierda. La gema verde esmeralda dejó de darle calor, y el frío de la celda se sintió más y más intenso.
Su brazalete había sido hermoso. La parte superior le cubría desde la muñeca hasta casi llegar al codo, y la inferior le cubría desde le muñeca hasta el dedo medio de su mano izquierda. Los dos dragones que resguardaban la gema, en el centro mismo del brazalete que cubría su mano, parecían reales, y muchas veces él y Yuugi habían soñado que los llevaban a conocer las selvas de China. Y eso le hacía más llevadera su vida, la que los destripadores habían intentado, inútilmente, llevar hacia ellos.
Porque ellos eran los destripadores. Los vampiros eran nombrados despectivamente, con diminutivos u ofensas, por los humanos. En el 2001 la paranoia se disparó, y con la caía de dos torres se decretó que los vampiros debían ser expulsados. Les dieron una isla, que hasta el momento había sido usada para deshechos nucleares, y les dieron una semana.
En esa semana se construyó Yiske. Sólo en las siete noches de invierno que transcurrieron, se creó una ciudad en medio de un lugar que era inhabitable. Los vampiros habían logrado construir una ciudad en siete noches, con sistema político y social incluido. Una semana más y ya tenían agua y luz, otra semana y ya eran un modelo para cualquier ciudad del primer mundo. Y eso había sido sólo el principio.
Pero no era fácil legar a Yiske. La isla viajaba de polo a polo, pero lo suficientemente lento para no perpetrarse en una sola estación, dada la rotación de la tierra y la velocidad de desplazamiento de la isla. Porque habían hecho que la isla navegara como si fuera un barco, y tan lentamente que no se notaba para nada que se estaba sobre el mar.
Todo eso y mucho más se le vino a Weevil a la mente luego de tocar su mano izquierda. Esperaba no encontrar nada, sólo su mano, pero cuando sintió algo más, dio un salto y vio, incrédulo.
Su brazalete había vuelto.
Estaba allí, tal y como lo recordaba, los dos dragones al lado de la gema, más verde que las esmeraldas. La fina cadena que unía las dos partes de su brazalete había regresado, y Weevil no podía cerrar la boca por la sorpresa. Estaba allí. Realmente estaba allí.
Tocó la gema con los dedos. Ése calor lo inundó, como tantas veces lo había hecho mientras él y Yuugi progresaban con el hechizo. Ése era un brazalete de un Dragón de Tierra. Y eso eran ellos. Dragones de Tierra.
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Al bajar, más alegre que nunca, sabía que Pegasus y Cecilia lo habían notado. Ésa clase de energía era algo nuevo, algo que no habían sentido jamás en sus existencias. Y ahora estaba dentro de Weevil. La mínima posibilidad de dejarlo correr desaparecieron, y Weevil les mostró el brazalete antes que atinaran a preguntar.
Y eso fue suficiente.
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No le quedó otra opción más que decirles todo lo que había pasado. O lo necesario. Les habló de Yuugi y del hechizo que habían realizado juntos. De cómo él había sido su soporte y de cómo ahora volvían a estar conectados. Yuugi había llegado a China, el único país neutral en todo el mundo. Allí habían nacido, el mismo día, los humanos y los vampiros. Y allí habían nacido los Portadores de Sombra, para volver a unirlos.
Y era eso lo que enseñaban los Ocho inmortales. Eran los únicos vampiros originales, los primeros, los que ya habían abandonado su cuerpo físico para pasare a ser espíritus. Ellos eran los que ayudaban a los Portadores a evolucionar. El concepto del hechizo de los Portadores era el del Ying y el Yang, si se veía un poco más allá de las apariencias. Y los mismos vampiros chinos (siete hombres y una mujer) habían ayudado, desde el primer día, a que ésa fusión llegara a buen puerto.
Ésa fusión hacía que la Sombra pudiera ver lo que su Portador sentía y pensaba. En las etapas avanzadas, hasta sentían y pensaban lo mismo. Y luego el cuerpo de la Sombra regresaba, y el del Portador se transformaba... En dos entidades separadas, pero pertenecientes a la misma raza.
Y esa era la raza que Dios había creado antes que se separaran.
Ésos eran los lilim.
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Sentía que el tercero no adelantó mucho, así que en el cuarto les tiré una bomba informativa. Si creen que esto es revelador, esperen a ver los que sigue, porque éste Fic recién empieza. Y si les sorprende que ponga a Weevil de protagonista de principal y lindo y no de secundario, malo y tramposo, pues así soy yo. Esperen cualquier cosa de mí, menos que respete al pie de la letra a los argumentos de las series... Creo que debería registrarlo.
Y sé que dije que no iba a publicar en un mes, pero los nervios me ganan, y si no escribo algo exploto. Es más, ahora estaba preparando un oneshot Yaoi, pero algo... extraño, un rape con Mokuba como víctima, y adivinen quién es el seme... No, no es Seto y tampoco... bueno, adivinen ustedes, je, je.
Nos leemos
Nakokun
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