.

Dragones de plata

.

Ésa noche, Daisuke sintió un escalofrío y se despertó Aún era de noche, pasaban de las dos de la madrugada, pero algo le decía que algo estaba mal. Ken dormía plácidamente a su lado, y pensó qué pasaría si algo le sucedía. No podría soportar ver a Ken lastimado por su culpa. Demasiado había hecho ya por él. Pero, a la vez, tenía la horrible sensación que algo, muy pronto, intentaría separarlos.

Volvió a abrazar a Ken. Y por primera vez en mucho tiempo, dejó correr sus lágrimas.

.

Algo frío me despertó. Abrí los ojos. Aún era de noche. No me moví, porque sentí que ese algo eran gotas de agua que caían. Pensé en una gotera, pero cuando ví que los brazos de Daisuke me rodeaban el pecho, me dije que no, que no era posible.

Pero sí. Daisuke estaba llorando.

Sentía cómo se movía su pecho por los sollozos, y me asusté. Me di vuelta y lo abracé, sorprendiéndolo.

-¿Qué te sucede, Daiku?- le pregunté, preocupado.

-Nada Ken, sólo un mal sueño- pero de inmediato se abalanzó sobre mí, abrazándome con más fuerza y volviendo a llorar con más ganas. Gracias a Dios, Osamu no estaba ésa noche en la pieza.

-¡Daiku!- estaba alarmado. Él nunca reaccionaba así.

No me quiso decir nada, sólo lloraba. No sé cuánto tiempo pasamos así, pero al final Daisuke se calmó.

-Disculpa, no me pude contener- me dijo, evitando mis ojos.

-Daiku... –

-Por favor, no quiero recordarlo. Sólo fue un mal sueño, un mal presentimiento y un escalofrío, pero ya pasó. Disculpa, intentaré que no me pase de nuevo- no me miraba a los ojos, pero se notaba que estaba muy arrepentido.

-Daiku... –

-Por favor-

Evitaba mis ojos a toda costa. De repente me abrazó. No lloraba, pero emitió un sollozo.

-Daiku... –

.

No me respondió nada de lo que quise preguntarle, así que lo dejé en paz. Me sentía mal por no poder ayudarlo, pero él me decía que no era culpa mía, que sólo había sido un mal sueño que no quería que pasara. Que no me pusiera mal, porque entonces él también se pondría triste.

.

A la noche siguiente, Káiser nos esperaba. Ya habíamos dominado todo mis poderes, excepto la invocación del Yumesan. Y eso era lo que íbamos a aprender.

-Ken, Daisuke, tengo que decirles algo- nos dijo cuando nos vio llegar.

Su voz era seria, y de inmediato supusimos que era algo grave.

-Daisuke ya te habrá contado sobre el peligro de ser un Portador de Sombra- asentimos, estábamos en nuestra forma de Dragón de Metal –Pero no sólo los nigromantes están tras ustedes, sino los vampiros. En especial los que Daisuke conoció en su vida anterior-

No podía ser. No después de tanto tiempo. No sé por qué, pero se me apareció esto en la cabeza.

-Uno de ellos los ha encontrado. Ayer habló conmigo, y está muy interesado en ustedes dos. Prefiero no saber para qué, y, si lo supiera, preferiría no decírselo- terminó Káiser.

No sabíamos qué decir. Ahora nos habían descubierto, y no habíamos terminado el entrenamiento. Ni siquiera podíamos levantar un edificio de metal del tamaño de una pequeña fábrica. No éramos lo suficientemente fuertes como para enfrentarnos a un vampiro.

-Káiser, por favor, enséñame a invocar el Yumesan- le dije, sorprendiendo a Daisuke.

-No puedo- dijo Káiser, apenado –Eso no se puede enseñar, sólo puedo darte pistas acerca de cómo y cuando aparecerá, pero yo nunca he podido invocar al mío-

Los dos nos sorprendimos. Káiser nunca había hablado del origen de sus poderes, y nunca había dicho que él hubiera sido un Portador de Sombra. Ni que lo fuera.

-Pero entonces... – empezamos, sin saber cómo seguir.

-Me dejé llevar por el poder- dijo Káiser de repente –Dejé de lado a mi Sombra y me concentré en obtener más poder. Y terminamos por ser separados. Él volvió a su mundo de las tinieblas, y yo quedé encerrado en el Mundo Digital, el Digimundo. Soñaste una vez con ése mundo Ken. ¿Recuerdas?-

Por supuesto que me acordaba.

-Ése es el Digimundo. Ahí estuve encerrado todo éste tiempo, no me acuerdo desde cuándo. Era más grande que tú, un adulto, podría haber sido tu abuelo casi... Mientras, le perdí la pista a mi Sombra. A la única computadora a la que tuve acceso directo y sin restricciones fue a la tuya, Ken. Y empecé a vigilarte. Así sabía todo lo que hacías, y podría guiarte para que no cometieras los mismos errores que yo... –

¿Acaso estaba llorando? No, no era posible, Káiser nunca lloraba. Pero sí, estaba llorando.

Nos acercamos a abrazarlo. Seguíamos en modo Dragón de Plata.

-Ahora mi Sombra se llenó de odio y rencor, y quiere vengarse de mí... No me importaría si sólo fuera yo el dañado, pero se ha empeñado en ustedes dos... Y ayer me dijo que los eliminaría, o algo peor-

Ahora sí, estaba llorando a lágrima viva. Se sacó los lentes gigantes que siempre llevaba en la cara, y me di cuenta que era bastante parecido a mí. Incluso Daisuke se sorprendió por el parecido. Káiser lloró un buen rato, hasta que se calmó.

-Es por eso que quería entrenarte. Para que no cometieras los mismo errores que yo, y porque Daisuke es uno de los “hijos” de mi Sombra. Fue por mi culpa, así que les suplico que me perdonen-

Káiser se arrodilló frente a nosotros. No sabíamos cómo reaccionar. Al final lo levantamos del piso. No dijimos nada. Káiser huía de nuestra mirada como antes lo había hecho Daisuke conmigo. No sabíamos qué hacer o decir ante ésa confesión

-Káiser, no estamos enojados contigo- le dije al fin –Has sido una gran ayuda y un muy buen amigo desde que nos conocemos-

-Y sin ti, nunca podría haber conocido a Ken- dijo Daisuke, por medio de mi boca -¿Acaso hay alguien más encantador que él?-

Me sonrojé, y Káiser dejó de llorar. Nos miraba sorprendido.

-Vaya, vaya, un Portador fracasado y otro por fracasar- dijo una voz maligna.

-Es él- dijo Káiser –Myotismon-

Daiku se quedó sin aliento. Lo pude sentir, y me dio un escalofrío. Me parecía familiar, pero no me acordaba en dónde lo había visto. Cuando apareció, me sorprendió bastante. No esperaba que fuera rubio. Ni que no pareciera asiático. Aparentaba ser europeo, y entonces me acordé que el término “Káiser” estaba relacionado con los alemanes, y Káiser no nos había dicho en dónde había nacido. Entendimos todo en un segundo.

Myotismon miró a Káiser, y lo empujó por la espalda para hacerlo caer. Káiser no se levantó. Parecía desmayado, pero nosotros podíamos ver que no era así. Sólo tenía demasiado miedo como para moverse. Luego, Myotismon nos miró serio, y Daisuke empezó a temblar. Pero yo no. Si él quería hacerla daño a Daiku, tendría que pasar por sobre mí. Después de un momento, el vampiro se sorprendió que yo no temblara como Daiku, y sonrió.

-Vaya, tal parece que encontraste a alguien con más valor que tú, hijo- dijo Myotismon –No me extraña, siempre detrás de seres con más poder... Para que te protejan bajo sus alas. ¿Qué le dijiste para convencerlo, Dai-chan? ¿Qué estabas arrepentido? ¿Lo amenazaste? ¿Qué explicación tonta le diste?- hablaba casi divertido, como si estuviera diciendo un chiste muy gracioso.

-Lo que él es ahora no es de su incumbencia- le dije, sacando su mano de mi hombro. Su contacto me repugnaba. Podía sentir sus intenciones, y no eran nada buenas. Planeaba algo con el Digimundo y con Káiser. Entonces lo miré. Káiser no se había movido. Ni siquiera había levantado la cabeza. Creímos ver el movimiento brusco que producía un sollozo, pero no podía ser que estuviera llorando.

-Llora porque sabe que vine pare llevarme algo que él aprecia mucho... Pero sólo me lo llevaré a él- Káiser levantó la cabeza sorprendido. Sí había estado llorando. Myotismon lo miró, y Káiser volvió a bajar la cabeza. Myotismon sonrió –Así que despídanse de él, porque lo llevaré de regreso a su mundo, el Digimundo que él mismo creó para olvidar mi existencia... –

Daisuke y yo no nos podíamos mover. Myotismon caminó hacia Káiser y lo tomó de la capa. Lo arrastró hasta mi Laptop, que siempre llevaba a los entrenamientos. Y entonces nos miró y desapareció, de la misma forma que Káiser lo hacía. En el último instante, pudimos ver los ojos de Káiser. Estaba paralizado. Las lágrimas seguían corriendo, y tenía una mirada que me hizo estremecer. Ambos sabíamos que él tenía el poder para resistirse, pero no lo hizo. Sos ojos parecían decir esto es lo que merezco.

Entonces reaccionamos. Pero los dos ya habían desaparecido.

.

Corrimos hacia la Laptop, pero estaba apagada y no prendía. Era imposible que se le hubiera acabado la energía. Yo me había encargado de eso, pero ahora no prendía. Después de intentar prenderla usando mis poderes, opté por lo sano y volví a casa. Antes, junté del piso los lentes gigantes de Káiser. Ahora no me importaba si Osamu me veía o no. Entré por la ventana de nuestra pieza y prendí la computadora. No ví si Osamu estaba durmiendo o no. Ni siquiera volví a mi forma humana. Daisuke me decía una y otra vez que era una locura, pero yo no lo escuché. Estaba decidido a salvar a Káiser.

De alguna manera debía entrar al Digimundo y salvarlo, aunque no supiera cómo. Cuando la computadora arrancó, puse mi mano izquierda, donde tenía el brazalete, sobre la pantalla. Y entré. No se cómo, pero unos segundos después estaban en ése mundo con el que había soñado, el Digimundo. Estaba anocheciendo, los seres extraños que había visto antes estaban dormidos, y los pocos que no lo hacían se sorprendían de ver a un ser tan raro como nosotros.

No les presté atención y nos elevamos. Desde el aire, recorrimos un gran bosque lleno de ésas extrañas criaturas. Alguna vez Káiser había mencionado que eran Digimons. Me miraban sorprendidos, pero yo intentaba detectar a Myotismon o a Káiser. Debía salvarlo del que había sido su Sombra.

 Pero después, ¿qué? ¿Acaso podría matar a Myotismon, por más que fuera un vampiro? Yo nunca había visto morir a nadie en mi vida, aunque Daiku calló al respecto. No necesitaba decírmelo. Pero debíamos encontrar a Káiser, aunque me cayera de cansancio en el intento.

Después de volar por tres horas, no nos habíamos cansado ni sentíamos hambre o sed. Pudimos percibir una energía que no correspondía al entorno, una especialmente maligna. Volamos hacia allá y vimos que era un castillo enrome y oscuro. Yo no podía creerlo. ¿Acaso Myotismon iba a ser tan obvio? No lo creía. Pero igual entramos, debíamos explorar todas las posibilidades.

La energía maligna era más fuerte. Lo sentíamos en las escamas. El castillo estaba vacío, iluminado por entorchas, y pensé que era el protagonista de una película mala de vampiros. Creímos escuchar pasos a nuestras espaldas, pero nunca había nadie allí, al menos nadie que pudiéramos ver. Después de explorar un rato, llegamos a lo que parecía un sótano. Después de una larga escalera había dos puertas enormes, talladas con dibujos y símbolos extraños que ninguno de los dos conocía. Pero lo atrayente era de qué estaban hechas.

Estaban hechas de metal y madera. De una madera muy vieja y de un metal muy nuevo, de color plata oscuro, como si hubiera sido puesto recientemente. En las paredes del sótano había dos grandes estatuas de monstruos que preferimos no ver. Llegamos hasta la puerta y volamos hasta llegar al picaporte. Era una aldaba. Tiramos de ella con fuerza, ayudándonos con nuestras alas, hasta que la puerta se abrió con un crujido. Adentro no había luz, pero sólo pudimos verlo cuando volamos frente a la abertura que habíamos hecho.

Era Káiser. Atrapado. Estaba siendo aprisionado por miles de Cables, los mismos que me había enseñado a usar –pero éstos eran de color negro- y no lo dejaban moverse. Estaba inconsciente –así esperábamos, no queríamos ni pensar en otra posibilidad- pero no veíamos a Myotismon por ningún lado. La energía maligna era mucho más potente que antes, ahora nos erizaba el pelo de la nuca, pero no íbamos a dejar a Káiser allí. Intentamos volar hacia donde estaba él, pero los cables formaban una maraña impenetrable en algunas partes, y parecían alejar a Káiser de nosotros, y volverse más enmarañados mientras más intentábamos luchar.

Llegó un momento en que era casi imposible liberarnos de los cables, y nos estaban aprisionando. Entonces usamos nuestras garras. Casi me había olvidado de lo filosas que eran. Cortaron los cables con facilidad a nuestro alrededor, y parecía que, cuando dábamos un zarpazo, salían ondas blancas de nuestras garras, que cortaban más allá de nuestro alcance físico. Sí, así era. Incluso pudimos cortar algunos de los cables que sostenían a Káiser. Y ya casi podíamos tocarlo...

-Oh, no, no lo permitiré- nos dijo una voz conocida en la oreja.

No necesitamos darnos vuelta para saber que Myotismon estaba a nuestro lado. Le lanzamos un zarpazo, pero el ya no estaba allí, y los cables a nuestro alrededor empezaron a moverse. Los que habíamos cortado se repararon al instante. Y se empezaban a mover. El primero nos pegó en el rostro, el segundo en la espalda, y así siguieron. No podíamos contar los golpes, pero aunque lanzábamos zarpazos por todos lados no podíamos pararlos.

-¡¡¡CABLES DE PLATA!!!-

El ataque no salió con mi voz, sino con la de Daiku. Los cales salieron de nuestras manos, y los golpes cesaron. Habían formado una barrera entre los Cables Negros y nosotros. Yo estaba muy golpeado, pero no iba a dejar que Myotismon ganara. Así que me levanté y le dije a Daiku que se preparara, que volveríamos a luchar.

Ésta vez fueron más veloces, pero ahora habíamos aprendido a verlos. Hasta casi podía predecir sus movimientos, y evitarlos o contraatacarlos a tiempo. Daiku también me avisaba si se me pasaba alguno, y así avanzamos lentamente, hacia Káiser. O hacia donde suponíamos que estaba Káiser. No recordábamos dónde estaban las puertas por las que habíamos entrado, ni si seguían abiertas. Seguramente no. Así que seguimos peleando contra los Cables Negros, avanzando hacia donde suponíamos que estaba Káiser.

.

Llegamos al piso, a una claro donde los Cables formaban una caverna, o algo similar. Allí sólo había cables viejos y rotos, sin energía. Los Cables Negros no nos siguieron, era como si ése lugar no existiera para ellos. O hubiese sido olvidado. Había poca luz, como si fuera una casa abandonada alumbrada por la Luna entre los agujeros del techo roto. No sabíamos lo que buscábamos, al menos ése pensé yo.

Llegamos a una zona circular, donde las paredes y el techo estaban a mayor distancia. Había dos o tres túneles de menor tamaño que partían de allí, igualmente abandonados. Pero había algo en el centro de la zona, algo que brillaba con una luz tenue, como la llama de una vela antes de apagarse. Nos acercamos lentamente, con miedo a que ésa luz se apagara, pero no lo hizo.

Era una pequeña estrella plateada. Estaba sobre un pedestal hecho de los mismo Cables de Plata que usábamos. Lo tomé con cuidado, sabiendo que ése era frágil y que podría dejar de existir. Me recordaba algo, pero no podía decir a qué. Era algo que habíamos vivido, pero que a la vez no habíamos vivido. Algo nuestro que también era de otra persona.

Un ruido nos sacó de nuestros pensamientos. Los Cables Negros estaban destruyendo el lugar en donde estábamos. La luz actuó con voluntad propia y se metió dentro de mi brazalete. No tuve tiempo siquiera de sorprenderme, porque el lugar empezaba a derrumbarse. El túnel por el que habíamos entrado estaba destruido, así que tomamos por otro que estaba a un lado.

Podíamos oír cómo los Cables Negros se deslizaban fuera del túnel, tratando de alcanzarnos. Volaban a nuestra misma velocidad, podía verlos por los orificios del túnel. Pero no nos atacaron, esperaban a que saliéramos. ¿Por qué lo hacían, si antes no habían tenido problemas en destruir un túnel mayor? ¿No querían lastimarse? ¿Tendrían más ventaja?

.

Cuando salimos, los Cables Negros volvieron a atacar, pero esta vez había algo más. A veces podía ver que, en realidad, los Cables Negros eran Myotismon. A veces adquiría su figura, le podía ver los ojos rabiosos llenos de odio. ¿Hacia Káiser? Seguro. ¿Hacia nosotros? Tal vez. ¿Hacia mí?

Volamos hacia arriba, y los cabes Negros me siguieron. Empezaba a cansarme de tanto pelear, y no lograba ventaja. Llevábamos mucho tiempo peleando, y los Cables Negros empezaban a atrapar mi cuerpo. Volé, lancé zarpazos, hice todo lo posible, incluso usé los Cables de Plata, pero no pude zafarme. Los Cables Negros empezaron a envolverme. Cuando ya me habían inmovilizado, los Cables Negros formaron su cuerpo, y Myotismon apareció frente a nosotros.

Durante un rato, nadie dijo nada. Sólo se escuchaba mi respiración agitada por el agotamiento físico. Cuando se normalizó, Myotismon habló.

-¿Cómo se siente?-

-¿Qué?- no entendía lo que me quería decir.

-Qué cómo se siente el haber fallado-

-No he fallado-

-Sí- replicó él –Fallas cuando cometes un error como tu maestro- ésa palabra la dijo despacio, como saboreándola –o cuando mueres. Y ahora vas a morir-

-No moriré, Myotismon-

Los Cables Negros empezaron a apretarme. Reprimí el grito, pero él sonrió al ver mi mueca de dolor.

-Los Cables Negros representan... – empezó

-Los poderes tecnológicos, los avances científicos- lo interrumpí –Lo sé, ya lo había descubierto. Puede ser positivo cuando ayuda a la humanidad y negativa cuando ayuda a una parte, perjudicando al resto. EL negativo tiene el color negro, y el positivo el color de la plata-

Los Cables volvieron a apretarme.

-No me gusta que me interrumpan- dijo Myotismon, fulminándome con la mirada. Yo no bajé la vista.

-¿Por qué detestas tanto a Káiser?- le pregunté –Él está arrepentido y quiere remediar lo que hizo. Ya ha sufrido bastante. ¿Por qué lo torturas así?-

Ésta vez los Cables me llevaron al borde del desmayo, y no pude resistir el gritar. Myotismon sonrió.

-Él y todos los que le ayudaron merecen sentir todo el dolor que él me hizo sufrir a mí... Sólo así sentirán todo el peso de mi venganza-

-¿Vengarte de qué?- le grité, medio inconsciente -¿De un error que el tiempo ha olvidado? ¿De un orgullo que ya no existe? ¿De alguien que te pide perdón a cada instante?-

Los Cables Negros no se movieron. Myotismon estaba atónito, pero después se acercó a mí, furioso. Me tonó el pelo de la nuca y puso su cara muy cerca de la mía. Podía sentir y oler su odio.

-¿Sabes acaso en qué circunstancias puedo morderte?-no contesté. Tampoco me interesaba demasiado –Si entras a la zona que yo y quien ha sido mi estúpido Portador hemos creado, o que ha creado uno de los dos. Esto es parte de nuestra conciencia, y por eso, pierdes algunas cosas al entrar, porque estás en algo nuestro. Entre tras cosas, tu protección.

“El escudo que me repelía antes ya no está más. Ahora nada me impide violarte, morderte o arrancarte el corazón y mostrarte cómo late antes de que mueras y que mi hijo sea una sombra. Nada me lo impide, ¿Entiendes? Nada.

Había acercado una de sus manos a mi cuello. A pesar de tener las escamas menos sensibles que mi piel, podía sentir que deslizaba una de sus uñas sobre mi cuello.

-Ni tú, ni mi estúpido hijo saldrán de aquí. Y Káiser lo verá-

Las Cables Negros trajeron a Káiser, y le levantaron la cabeza. Al vernos, primero se sorprendió, y después empezó a moverse. Myotismon sostenía mi barbilla con un dedo.

-No los voy a dejar en paz, no los dejaré ir, y empezaré con ellos... Porque quiero que ves lo que tu cobardía ha hecho-

.

.

.

Al fin terminé este capítulo!!! Tuve muchas cosas que hacer –los exámenes de quinto de secundaria son... mejor ni hablo- Pero hoy me agarró una musa inspiradora y estoy completando todos los Fan Fics que tengo inconclusos, o al menos le agrego algún capítulo. El próximo capitulo de “Dragones de Plata” será el último... De una forma o de otra.

Chau

Nakoruru

nakokun@yahoo.com.ar

Volver

Todos los MIDIS, Mp3 y demás sonidos, todas las imágenes y videos que aparecen aquí son © de sus autores. Todos los derechos reservados. Las imágenes son expuestas sólo con fines informativos.