Káiser trataba de liberarse de los Cables Negros. Desde que lo habíamos visto atrapado por Myotismon, no había demostrado tener energías para eso. Nosotros estábamos sorprendidos, pero el que había sido su sombra no.
-Sabe muy bien lo que pienso hacer, y cómo- y me miró a mí a los ojos. Káiser se debatía desesperado. Trataba de decir algo, pero los Cables Negros le tapaban la boca -¿Alguna vez pensaste en cómo se siente morir poco a poco, mientras destrozan tu cuerpo?-
Se
acercó más a nosotros. Los Cables Negros empezaban a moverse, buscando las
junturas de mis escamas y metiéndose bajo mi piel. Grité cuando empezaron a
tocar mis nervios. Me causaban todo el dolor posible, y Myotismon me tomó la
barbilla.
-Recuerda
que no te mato yo. Te mata un error de Káiser, tu maestro-
Sentí
una palpitación. Myotismon empezaba a rozar mi cuello con sus colmillos, y los
Cables Negros seguían torturándome, pero había algo más. Algo más aparte de la
desesperación de Káiser, que empezaba a llorar de impotencia y de vergüenza.
Cerré los ojos. Ése algo se extendía por todo mi cuerpo, desde mi...
¿brazalete?
Ya
no sentía el dolor que me hacían sentir los Cables Negros. Daisuke estaba
petrificado, de miedo y de sorpresa. Lo único que hacía era temblar. Y podía
ver que había algo, no, dos algos que luchaban por salir. Algo que yo conocía,
y que tenía desde antes de nacer... ¿La chispa que había encontrado en las
ruinas? No, éstas eran dos, pero una era mas débil que la otra, pero se hacía
más fuerte, y latía como un corazón...
Fue
entonces cuando Myotismon mordió. De un tirón me sacó de mi mundo interior, y
empezó a beber. Grité. Era como si me clavaran dos cuchillos en la garganta
hasta el mango. Mis escamas partidas eran nada en comparación con la vida que
me arrebataba. Daisuke intentaba mover mi cuerpo, pero los Cables Negros me
sostenían por fuera y por dentro.
No podía morir. No antes de terminar el hechizo. No antes de que Daisuke recuperara su cuerpo. Me moví, pero Myotismon tomó mi cuello y volvió a hundir sus colmillos con violencia. Más dolor.
No
tenía fuerza para gritar. Daisuke le gritaba a Myotismon, y yo empezaba a
sentir sueño. Ya no veía a Káiser. No quería dejar a Daisuke y Káiser solos. No
podía dejarlos solos. Y menos a Daiku. Él no tenía l culpa de haber elegido
a alguien débil...
La
chispa que había encontrado se unió a la otra. No sé cómo su cedió, pero
Daisuke también la sintió. La luz de las chispas empezaba a crecer. No sentía
más dolor, y Daisuke calló, miró sorprendido cómo mis heridas empezaban a
sanar. Myotismon se alejó de nosotros, todavía con mi sangre en la boca -¿acaso
era plateada, como mis ojos y mi pelo al transformarme o fue obra de mi semi
desmayo?- y nos miró sorprendido. Káiser levantó la cabeza. Dos líneas
plateadas le salían da cada ojo y llegaban hasta su barbilla.
Yo
no sabía lo que pasaba y, a la vez, sí lo sabía.
“Daiku,
ahora necesito toda tu ayuda” dije, todavía débil.
“Lo
que tú digas, Ken” me dijo, sin esconder sus sollozos.
“No
llores. Todo va a estar bien”
.
La
luz ya no estaba en mi interior. Ahora salía por debajo de mis escamas, fundía
mi cuerpo, Daisuke y yo nos fundíamos en uno solo. Myotismon retrocedió hasta
chocar contra Káiser, quien lo miró lastimero. Ahora estaba seguro que ésas
líneas blancas habían sido sus lágrimas de sangre.
Daisuke
y yo ya éramos uno con la luz, que seguía creciendo y creciendo. Estaba tomando
forma, la forma de algo que yo sólo había visto una vez, pero que recordaba muy
bien. Era Daisuke. Pero éste era una Daisuke de mi edad, de poco más de once años,
con doce alas de ángel en la espalda. En su mirada sólo había luz.
Dios,
él era hermoso.
Sabía
que yo no iba a vivir mucho más, así que me esforcé en desear que Káiser y
Myotimon volvieran a ser Portador y Sombra, y que Daisuke tuviera su cuerpo de
nuevo. Era todo lo que quería. Le rogué mentalmente a ése ser, que no sabía
bien qué era, que le regresara la confianza a ellos dos, y su cuerpo a Daisuke.
El
ser de luz hizo desaparecer los Cables Negros. Káiser, para no caer, se abrazó
a Myotismon, quien lo miró sorprendido. Ya no encontró ésa arrogancia que había
visto cuando había sido su Portador. No había nada de ésas ansias de poder.
Sólo ése Portador, Káiser, que buscaba su perdón. Sólo eso.
Myotismon
tomó en sus brazos a Káiser y lo abrazó. El ángel Daisuke los tomó en sus manos
y por un momento no los pude ver, porque estaban dentro de sus manos. El ángel
los estaba juntando de nuevo, o al menos eso esperaba. Eso rogaba.
El
lugar se llenó de luz. Ya no podía ver las paredes o el piso de la habitación
donde estábamos. No nos encontrábamos en el Digimundo, sino en otro lugar,
lleno de una luz cálida de color plata. A mi lado había dos personas, uno era
Káiser, quien se abrazaba sollozando con su nueva Sombra. Y el otro...
Daiku
también lloraba.
Era
más hermoso de lo que recordaba. Por supuesto, cuando lo encontré era poco más
de un infante, pero ahora debía de tener al menos doce años. Me estaba
abrazando, y me miraba a los ojos. Estaba como Dragón de Plata.
Lo
habíamos logrado.
Káiser
y Myotismon habían recuperado su confianza mutua, su autoestima y su antigua
amistad, o lo que fuera que los hubiera unido y lo que los uniera ahora.
Daisuke se veía hermoso como Dragón de Plata, pero se envolvió en sus alas y
volvió a su forma humana.
Ya
no tenía sus colmillos. Su mirada ya no era la de un vampiro, sino la de un
humano. Quise volver a mi forma humana, pero ya lo estaba. Miré los ojos de
Daisuke, y ví algo que me sorprendió. Lágrimas. Daisuke se abrazó a mí y no
dejó de llorar. Yo quería abrazarlo, decirle, algo, lo que fuera, pero no tenía
la fuerza para hacerlo. Estaba demasiado débil.
Daisuke
me abrazaba el pecho, y su rostro estaba a mi lado. Nunca alguien me había
abrazado así, ni siquiera Miyako, porque con ella no había sentido lo que
sentía por Daisuke. Ahora que él había recuperado su cuerpo, me sentía feliz, y
me moví un poco para abrazarlo. Él se sorprendió al sentir mis brazos a su
alrededor.
-Gracias-
le dije.
-Soy
yo el que te debe agradecer- me dijo Daisuke –Nadie había hecho eso por mí
jamás-
Yo
sonreí. Estaba más cansado que nunca, pero no quería dormir. Miré de nuevo los
ojos de Daisuke.
-Daiku,
no llores por favor. Eres más hermoso cuando sonríes- Daiku cesó de llorar y se
sonrojó. Era más hermoso cuando se sonrojaba –Siempre que sonreías sentía tu
calor... Y quiero volver a sentirte sonreír-
Daiku dejó de llorar, y me miró a los ojos. Eran dulces, muy dulces, los más dulces y hermosos que había visto en mi vida. Tenía un par de anteojos en la cabeza, parecían de aviador. Su pelo enmarañado me pareció tierno, como si fuera un niño. Se había sacado los guantes, y me pasaba la mano por el rostro.
-Ken, lo que no te quería decir ésa noche... – empezó Daisuke –Sentía... sentía que algo nos iba a separar. Sentí una gran tristeza porque yo... no quiero separarme de ti-
Me sorprendió, pero después sonreí. Daiku era cálido... Su cuerpo y sus palabras me daban calor. Porque empezaba a sentir frío, un frío que empezaba en mi cuello y se extendía por mis extremidades, pero no podía llegar al pecho y a mi cabeza. No tenía fuerzas siquiera para tiritar.
-Daiku... Yo tampoco quiero separarme de ti... – le dije, y luego dije lentamente -Tengo frío- antes de cerrar los ojos.
Daisuke me abrazó con fuerza y empezó a frotarme las manos y los brazos, para devolverles el calor. Podía sentir su corazón latiendo aceleradamente, en su desesperación de darme calor. Escuché la voz doble de Káiser y Myotismon, de nuevo como Portador y Sombra.
-Es un efecto secundario. Usó el poder de dos Yumesan, el nuestro y el suyo, y es por eso que perdió demasiada energía- Daisuke se movió hacia ellos, y luego volvió a sus intentos de darme calor -Debemos llevarlo a otro lugar, deprisa- Sentí cómo Me levantaban del piso, y después ya no supe más.
.
Cuando desperté, estaba en mi habitación, en mi cama. Mi brazalete había desaparecido, pero yo sentía que tenía un poder nuevo dentro de mí. Daisuke estaba a mi lado, abrazándome. Estaba tapado con todas las frazadas y colchas que había en la casa, y por lo que pude ver del reloj que tenía cerca, eran las nueve de la noche.
Daiku estaba dormido, y su semblante mostraba una gran preocupación. Hasta me había puesto su campera con bordes de piel y con llamas en el ruedo para darme calor. Sonreí. Daisuke se veía tan tierno durmiendo a mi lado... Pero no quería que estuviera preocupado por mí, así que le di un beso en la frente y lo desperté.
-Gracias- le dije, cuando abrió los ojos.
-Eso fue lo que me dijo Káiser y Myotismon antes de irse- dijo Daisuke –Gracias por todo. Y es lo que yo debo decirte ahora: gracias-
-¿Ellos están bien?- pregunté.
-Sí. Nunca ví, a ninguno de los dos, tan felices. Dijeron que regresarían a Alemania, a terminar su fusión, y que seguirían tu ejemplo. Y Ken... –
-¿Sí?-
-Tú... me gustas-
-Eres más hermoso cuando te sonrojas. ¿Te lo había dicho?-
.
Daisuke me abrazó y así nos dormimos. Sentir el calor de otro ser a mi lado era reconfortante... No sé qué habrán dicho Osamu y mis padres, pero no me importaba. De hecho, no aparecieron hasta que despertamos, a la mañana siguiente.
Cuando nos levantamos, le devolví a Daisuke su campera. Había dejado sus zapatillas abajo, al lado de la cama de Osamu. Volví a besarlo antes de bajar, pero ésta vez en los labios. Daisuke se sorprendió, pero no se resistió. Luego él me besó, y bajamos de la cama.
-¿Cómo hiciste para que nadie se enterara?- le pregunté, señalando la montaña de colchas y frazadas que había en mi cama.
-Es un pequeño hechizo temporal... El tiempo se detendría hasta que tú despertaras. Si tu familia te veía así, se iban a llevar un buen susto-
-No me importaría su tú estabas conmigo- le dije, y le sonreí.
.
Osamu se sorprendió al verme entrar al comedor con un chico al que nunca había visto. Él estaba con Mamini, su novia, y mamá y papá me preguntaron quién era mi amigo.
-Soy Daisuke Motomiya- dijo Daisuke –Soy nuevo aquí, y Ken me invitó a almorzar con ustedes. Espero no les moleste-
-Oh, para nada- dijo mi madre, y puso otra silla y otro plato en la mesa, a mi lado.
El almuerzo transcurrió de una forma muy alegre, una que no recordaba haber tenido en mucho tiempo. Daisuke era una chico muy alegre, y hacía reír a todos. Cuando terminamos de comer, salimos a la ciudad. Quería hablar con Daiku a solas, sin que Osamu ni mis padres se enteraran.
-Lo logramos Daiku- le dije, emocionado.
-Si no hubiera sido por ti, jamás lo hubiera logrado- me dijo Daisuke. A la luz del día era aún más atractivo -¿Y sabes qué?-
-¿Qué?- le pregunté.
-Creo que Myotismon y Káiser estarán igualmente felices que nosotros. Todo gracias a tu valor-
Y me dio un largo beso en los labios.
.
Fin
.
.
.
Guts!!! Terminé!!! Después de un período de sequía imaginativa, al fin logré terminarlo en dos días. Ésos períodos de superinspiración son muy provechosos cuando se pueden usar... Y ahora, gracias a la música de X-1999 y de Utena pude terminar ése Fic... Mi primera realidad alterna, y me dejó satisfecha...
Por si les quedaron dudas, el Yumesan aparece en momentos de gran poder emocional, donde un sentimiento puro, como el amor, se manifiesta con más fuerza. Así que toma la forma del ser más amado del Portador... Como es visto por el Portador. Es por eso que el Yumesan toma formas humanas, o semihumanas. Daisuke estuvo muy cambiado en éste Fic, pero ya supieron la razón...
Envíenme sus opiniones sobre éste Fan Fic. Me gusta Digimon 02 y pienso hacer más realidades alternas como ésta, pero necesito que me critiquen para poder mejorar, así que envíenme sus opiniones a mi e-mail.
Hasta pronto
Nakoruru