La pantalla se fundía en negro y empezaban a salir los créditos de la película. - "La verdad, esta peli ha sido una mierda" – pensó. Se esperó a que los otros tres espectadores de la sala se fueran para irse el último, siempre lo había hecho, desde que tenía diez años cuando se escapaba del colegio para ver todo tipo de películas que se proyectaban en este cine, su cine. Siempre se sentaba en su butaca, con su bolsa de palomitas y su refresco. Siempre veía las películas de principio a fin desde el primer fotograma al último. - "Hasta luego Carlos" – saludó al portero. -"Adiós Juan, hasta la semana que viene". Juan no era ni alto ni bajo, ni gordo ni delgado, era lo que se dice un tipo muy normal. De nuevo era Viernes y él siempre iba a su cine. En apenas cinco minutos llegaba a la sala desde su casa pero eso no impedía que Juan llegara veinte minutos antes, como siempre. Siempre salía
de casa con treinta minutos, se paraba a leer el periódico en el
quiosco de la esquina durante cinco minutos. Siempre saludaba al anciano
portero del cine y siempre subía al proyector a charlar con su amigo
Ramón.
Estaba en clase de Lengua Española cuando el profesor empezó a hablar de "el cine y el lenguaje", y a Juan no se le ocurrió mejor forma de aprender que irse al cine de su barrio. Cuando entró en la sala, las luces aún no estaban apagadas y sólo había cuatro espectadores más. Una parejita de enamorados que, en la última fila, no hacían mas que besuquearse. Un anciano que hacía gestos raros por debajo de su abrigo y un despistado que se había equivocado de sala buscando no sé qué película de 1920. Al apagarse las luces, los dos enamorados empezaron a gemir y a hacer mucho ruido mientras el anciano roncaba fuertemente. El Juan de hace veinte años aburrido, enfadado, salió de la sala y subió unas escaleras creyendo que le conducirían al servicio. Al entrar por una puerta vio a Ramón y su proyector. La cara del entonces muchacho era todo un poema, avergonzado pero curioso, sonrojado pero queriendo quedarse. Ramón lo llamó y vieron aquella inolvidable película en blanco y negro, juntos. Pero un Viernes Juan no apareció, Carlos subió todo preocupado a hablar con Ramón. Éste encendió las luces de cine, apagó el proyector y bajaron al gallinero para ver si estaba, pero fue inútil. Pasaron los días, las semanas y de Juan nunca supieron, pero un buen día cuando estrenaban una película, allí estaba Juan, en la pantalla. Juan gritaba pidiendo auxilio, sus amigos no podían dar crédito a lo que veían. - "¡Ayudadme, Ramón, Carlos, por favor! - "Pero … pero …" – Carlos apenas podía hablar. - "¿Qué ha pasado?" – gritaba Ramón. - "No lo sé. Estaba viendo una película cuando una llamarada salió de la pantalla y me engulló. Después sólo recuerdo que veía las butacas pero por mucho que corriera para alcanzarlas siempre estaban allí, lejos". Juan estaba atrapado, nadie sabía cómo sacarle. Un golpe seco cerró las puertas, y lo último que vieron Carlos y Ramón fue una llamarada que salía de la pantalla. "Noticias locales: Hoy se derriba el cine Monteón, tras pasar quince años de las extrañas desapariciones de sus empleados. El Ayuntamiento espera poder hacer en el solar viviendas de protección oficial para los menos pudientes". "Noticias de última hora: Hallados los cadáveres de tres personas en el cine Monteón. Dos son los empleados que desaparecieron hace quince años y el tercero es otra persona también desaparecida en la misma época. Los cadáveres fueron encontrados por operarios del Ayuntamiento. Los cuerpos se conservan en un muy buen estado". - "¿Cómo es posible?" – preguntó el comisario. - "Pues … no lo sé" – le respondió el forense. - "Lo más extraño es la expresión de sus caras, es de auténtico pavor, de miedo verdadero. La verdad es que nunca en mi carrera he sentido miedo de un cadáver, pero esta vez … " – prosiguió. Cuando las máquinas dejaron de trabajar y las calles estaban desiertas, una llamarada surcó el cielo y dejó de un eco tras de sí que se oía por cada una de las calles de la ciudad, un eco que decía: - "Siempre estaré aquí, siempre". JL |