Me apresuré a vestirme, tenía mucha hambre, me puse unos vaqueros y una camiseta, todo negro, y mi inseparable cazadora de cuero, cogí las llaves de mi querida Harley y me dispuse a salir, no sin antes comprobar que había cerrado todas las persianas y cortinas del apartamento, por si acaso llegaba tarde y me pillaba el amanecer.
Cuando salí me dirigí a un bareto
Heavy Metal que acababan de abrir hacía unos
meses. Cuando entré estaban poniendo "The bard´s song"
de Blind Guardian, uno de mis grupos favoritos.
Me situé en la esquina más oscura del
bar que pude encontrar vacía, para no llamar la atención,
porque al contrario que los Nosferatu, los
Brujah, no tenemos esa facilidad de
ocultación que los primeros poseen.
Una vez situado, me apresuré a buscar mi
presa, y pronto la encontré, una chica
joven de pelo largo y negro, como el mío, a lo puro estilo Doom,
vestía de negro, era la típica chica
normal, que no llamaba la atención, que precisamente
era lo que yo necesitaba, tenía demasiada hambre como para
dejarla con vida, así que me decidí,
dejé que mi bestia actuara por mí, no podía
permitirme tener remordimientos ahora, después quemaría el
cadáver y no se notaría.
Ahora actuaba mi bestia, con su presencia, una mirada y un rápido gesto de ojos, llamé su atención y la seduje, ahora me seguiría a cualquier parte, y allí la llevaba. No nos dijimos nada en todo el camino, yo iba delante de ella y ella me seguía unos pasos por detrás de mí. La llevé al lugar de siempre, un callejón oscuro y sin salida, estaba ansioso, necesitaba sangre, yo era un cadáver sin su energía, su sangre.
En cuanto llegó, mi bestia se apoderó completamente de mí y la mordió, ambos entramos n un estado de éxtasis, de frenesí, mi bestia no podía parar, estaba demasiado hambriento:
-¡Chico!- Ese era yo, levanté la vista, ¿quién cojones se atrevía a molestarme ahora?, estaba seguro de que era un vampiro, dejé a la chica en el suelo, me dispuse a averiguar de qué clan era mi acompañante inesperado:
No podía ser un Nosferatu, esos no se atrevían
a salir de sus jodidas alcantarillas para
molestarme, tampoco creía que fuera un Ventrue, ni un Toreador,
esos pijos de mierda no se atreverían con un Brujah. Me quedaban
los Gangrel, que no había ninguno en la ciudad,
y los Tremer, pero no estaba
rompiendo ninguna tradición de la jodida
Camarilla, no podían sobornarme un voto
a favor de ellos por eso. Solo me quedaban los Malkavian pero esos
chiflados no lo estaban tanto como para interrumpir
a un Brujah con su bestia en la superficie.
Por último estaba mi propio clan, los Brujah,...
Estaba totalmente desconcertado no sabía que podía hacer, ni qué quería mi acompañante. Sólo pasaron unas décimas de segundo cuando volví a oír:
- ¡Deja a la chica!
Por su voz supuse que estaba muy cabreado, tenía a su bestia en la superficie, pero aún así la dominaba muy bien. Se estaba acercando a mí, en ese momento un reflejo de la luna me permitió ver durante unos segundos su cara, era un vampiro de mi clan, el más antiguo de la ciudad, y el más raro, no se relacionaba demasiado con el resto, pero todos sabíamos que era uno de los favoritos del Príncipe y del Consejo de Antiguos, al que pertenecía, además ocupaba el sillón de los Brujah en La Camarilla; vamos, que estaba metido hasta el fondo en la vida política de los vampiros, aunque eso no parecía agradarle demasiado.
El vampiro en cuestión era un quinta generación (contando siempre desde Caín) y llevaba unos doscientos y pico años, como mínimo, viviendo. No podía compararlo conmigo, yo era un simple décimo tercera generación y sólo llevaba viviendo veinte años, así que si se cabreaba demasiado, no iba a salir yo muy bien parado (eso si salía de esta).
Tengo que admitir que estaba un poco asustado, mi acompañante era un vampiro muy enigmático y se oían bastantes cosas sobre él en la comunidad, claro que, no tenían porqué ser verdad (o por lo menos eso esperaba yo):
- ¿Qué pasa?- me atreví a
decir. - ¡Deja a la chica!
- ¿Por qué? – no se me ocurrió
otra cosa mejor que decir.
- Porque es mía.
- ¿Por qué?- por una extraña
razón no sabía decir otra cosa y sabía que así
lo estaba cabreando más.
En ese preciso instante miré a la chica, que estaba agonizando, como mucho le quedaban dos litros de sangre, pero creo que ni eso:
-Sálvala – dijo
Eso sólo podía querer decir una
cosa: que la convirtiera en vampiro, no había
otra manera de salvarla, pero sabía que no podía hacer eso,
si lo hacía sin pedir permiso antes
al Príncipe nos matarían a los dos, a ella y a mí,
y sinceramente, apreciaba mucho mi vida, aunque fuera la de un
depredador asesino.
- No puedo – contesté – nos matarán.
- Vas a morir de todas formas si no la haces.
No tenía otro remedio, en mi cabeza empezó
a sonar, de repente, "The Bard´s song"·
otra vez: "Now you all know, the bards and their songs,..." me estaba
volviendo tan loco como un Malkavian. No sabía
qué hacer, estaba paralizado, así
que mi acompañante me cogió del brazo y con una de sus uñas
me abrió una herida y dio de beber
a la chica.
A mí me parecía estar viviendo
una pesadilla, una horrible pesadilla, no iba a
vivir más de una noche, en cuanto alguien se enterara de esto, me
iban a matar, tenía que escapar, pero
no podía, me estaba agarrando el brazo.
En ese momento pensé en porqué lo hacía, porque si yo moría, la chica moriría también, y entonces esto no habría servido de nada. Creo que en ese momento él también se dio cuenta de eso, porque me miró y cuando la chica se empezó a levantar, él le dio un empujón y consiguió tirarla al suelo, y allí mientras la chica se intentaba recomponer sacó una lata de gasolina para Zippo y se la echó encima a la chica, yo estaba petrificado, no podía dar crédito a lo que veía:
-Apártate chico – me dijo, y como no me movía, me tiró al suelo de un empujón y me apartó de allí mientras encendía un zippo y prendía fuego a la chica, ésta empezó a gritar y a revolverse, pero ya no podíamos hacer nada, era la única manera rápida y sin problemas que teníamos de matarla. No es fácil matar a un vampiro, sólo se podía matar con fuego o con el sol, y no podíamos esperar a que amaneciera.
-Será mejor que te vayas a casa, chico, no te preocupes, yo me encargaré de todo.
En ese momento hice lo más sensato que
pude hacer, irme a casa, y como por el camino
me acordé que tenía hambre me alimenté de todos los
perros, palomas, y gatos que encontré,
tuve cuidado de lamerles las mordeduras para que
se cerraran y no quedaran huellas, era la primera tradición de los
vampiros, La mascarada.
En cuanto llegué a casa me puse a pensar: ¿Por qué había intentado salvar un vampiro a una simple chica?, Yo no lo sabía, y no podía encontrar ninguna razón para ello, y entonces no pude evitar pensar en todos los hombres, familiares y conocidos, que había dejado de ver de repente, cuando me convertí en vampiro. Llevaba veinte años sin ver a mis padres, hermanos, amigos,... y sabía que no los iba a volver a ver, era otra tradición, y estaba hecha para proteger a los vampiros, como todas, no podíamos dejarnos ver por los humanos, era un gran riesgo. En la Edad Media, la comunidad de vampiros disminuyó notablemente por culpa de no escondernos (y de la Inquisición).
Pensando en ese tipo de cosas, me puse triste
y me quedé dormido en mi mullida cama.
Después, unos meses (o años), de
esa noche tuve otro encuentro con mi acompañante,
y me contó cómo había arreglado con unos Nosferatu
que se habían enterado de lo de aquella
noche para que no vendieran el secreto a nadie,
además había hablado con el príncipe y no íbamos
a tener problemas, de hecho nunca los hemos
tenido, por lo menos por lo de aquella noche.
Aún ahora, de vez en cuando nos encontramos
en algún bareto y salimos juntos de
caza, pero aún así nunca me he atrevido a preguntarle por
qué quiso salvar a la chica, y él,
por supuesto, no me lo ha dicho nunca.
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