ARCHIVO PÚBLICO DEL COMANDANTE CLOMRO
Informe Clomro-4  RED MUNDIAL DE LIBRES REBELDES
Sección II  LA DESUNIÓN Y LA UNIÓN DE LOS PUEBLOS

Capítulo III
COMUNIDAD PLANETARIA
 

Parte I
CARACTERÍSTICAS, IDEAS, PLANES, ESTRATEGIAS
 

De la ausencia al logro de un proyecto de humanidad unificada
 

I
EL PERFECCIONAMIENTO HUMANO EN UN MUNDO IMPERFECTO

ADVERSIDADES Y PROBLEMAS

No interferencia cultural

    Después de siglos de exterminio, esclavización e invasión imperialista, los que formamos parte de la civilización urbana, observamos a pueblos primitivos como los del África, América u Oceanía, pensando en tratar de no contaminarles su cultura, dejándolos permanecer en su milenario estado. En momentos en que astrónomos, ingenieros y diversos científicos trabajan en hipótesis y proyectos de nuevas tecnologías para viajes espaciales a velocidades hiperlumínicas, ya hay quienes se están preguntando qué actitud tendrían nuestros astronautas, si llegaran a mundos habitados por gente menos avanzada que nosotros. Si interferir en el desarrollo cultural que tengan, enseñándoles cosas, modernizándolos, o si dejarlos seguir su curso sin meterse en el proceso que llevaran.
    Algo parecido a esto, es lo que se plantea cuando se habla de la posibilidad de que seres extraterrestres estén siguiendo -y desde cerca- el desarrollo de los acontecimientos nuestros sin intervenir. Aunque, en contradicción con ello, se plantea la posibilidad de que hubo injerencia extraterrestre en la antigüedad, cuando fueron hechas construcciones imposibles para pueblos sin la tecnología necesaria. El hecho de haber sido halladas evidencias de tecnología superior a la actual en obras de la antigüedad, ha llevado a reformular conceptos arqueológicos y a considerar como posible lo que la tradición científica se venía negando a admitir. De ser esto cierto, podría pensarse en una tentativa de ayuda extraterrestre en el pasado, y que luego la humanidad fue dejada a su suerte, vigilada pero no interferida. Tal vez nuestros astronautas procedan de modo semejante en caso de ser ellos los "civilizadores" de habitantes primitivos de otras esferas. Algo que, llegado el caso, les corresponderá decidir a las autoridades mundiales correspondientes.
    Por ahora, podemos seguir practicando conceptos de "no intervención interferente" respetando a los seres incivilizados de nuestro propio mundo. Así como respetando a las plantas, animales, aguas, tierras y la atmósfera, procurando revertir el proceso de destrucción de la naturaleza que hemos venido impulsando. Mientras anhelamos poner fin a las guerras, a la pobreza, a enfermedades, a conflictos étnicos, religiosos y demás cosas que nos mantienen bastante lejos de un ideal de mundo.
 

Mundo ideal

    Cuando se le pregunta a la gente cómo concibe que debe ser un mundo ideal, las respuestas que pueden obtenerse sugieren que no estamos precisamente en él: pese a las maravillas que posee y a todo lo que nos ofrece, este mundo no le parece del todo satisfactorio a nadie. Diversas formas de imperfección definen a este planeta como distante y distinto de lo que puede entenderse como un mundo feliz, normal, el paraíso que suele imaginarse que existe en "el Cielo", o alguna dimensión o lugar del cosmos. Incluso, ante la idea de que sin una humanidad tan imperfecta como la nuestra, el mundo funcionaría bien, siguen habiendo imperfecciones observables con sólo imaginar al mundo sin humanos, sólo poblado por las otras especies vivientes: ellas estarían, como lo estuvieron antes de la existencia del hombre, en constante lucha por la supervivencia, bajo riesgo de muerte por enfermedades, accidentes, sed, hambre o terminando como alimento de otras especies. Para muchos, la idea de "mundo ideal" no admite la existencia del sufrimiento, no sólo humano, sino tampoco para especie viviente alguna. Un mundo sin carnívoros, sin estructuras biológicas que puedan enfermar, dañarse, mutilarse sin capacidad regenerativa. Un mundo, también, sin terremotos, erupciones volcánicas, tornados, huracanes, inundaciones y sequías; inestabilidades ambientales que impidan vivir en paz y seguridad.
    Tal ideal de mundo, posiblemente, se trataría de un reino espiritual donde el medio físico y los cuerpos de los seres estarían bajo control de sus mentes y espíritus, capaces de obrar lo que para nosotros serían verdaderos milagros. Si aquí mismo, dentro de tanta imperfección, hay seres capaces de caminar sobre brazas sin quemarse, de levitar, de mover objetos con el pensamiento, o de curar enfermedades imponiendo las manos, bien puede imaginarse que en un mundo ideal todas estas cosas serían normales para cualquiera, dominando la materia a grados tales que allí pueda no existir la muerte. Si nos remitimos a libros sagrados o a enseñanzas espirituales de diversas culturas, vamos a encontrar la idea de una "vida eterna" en condiciones tales, ya sea fuera de la Tierra, o aquí mismo con posterioridad a las transformaciones mundiales que anuncian. Por lo tanto, a partir de la fe, el conocimiento o la libre especulación de cada uno, debemos considerar la posibilidad de que exista en el universo un plano o muchos lugares donde se cumpla el ideal de mundo que muchos tienen. Inclusive, es de considerarse como posible la existencia de una pluralidad inmensa de mundos habitados que vivan en amor, paz y felicidad, debido a la ausencia en ellos de todas las imperfecciones que conocemos.
 

Mundos imperfectos

    Podemos, también, considerar como posible la existencia de muchos mundos imperfectos, cuyos habitantes logren avances tecnológicos que les permitan ir a otros mundos, sin paralelamente haber avanzado espiritualmente. Consecuentemente, si poblaran otros mundos, proyectarían en ellos sus imperfecciones. Nosotros no estamos tan lejos de iniciar algo así fuera de la Tierra. ¿Por qué no considerar que hace miles o millones de años, en otros mundos ya lo hayan hecho, por ser humanidades más antiguas que la nuestra? Podría imaginarse, entonces, que seres imperfectos procedentes de diversos mundos, instalasen colonias no sólo en distintos planetas, sino en los mismos mundos que otros seres. En cualquiera de esos mundos, los colonizadores, disputándose el control de territorios, de espacios aéreos, de océanos, o del planeta todo, dada su baja evolución espiritual, tenderían a entrar en conflictos bélicos. De resultas de ellos, las colonias instaladas en diversos territorios podrían ser destruidas, y los sobrevivientes ser evacuados unos, mientras otros podrían iniciar progresivamente nuevas civilizaciones, en algún modo apoyados desde afuera por sus semejantes que quedarían en el espacio o en su mundo de origen. También podría suceder que los sobrevivientes quedaran sin apoyo, sin tecnología, en un planeta casi inhabitable luego del gran conflicto, y que sus descendientes fueran perdiendo sus raíces, su historia, a tal punto de ignorar que su genética es foránea, creyéndola surgida en ese mundo, producto de un proceso evolutivo.
 

Diversidad racial

    Los descendientes de las distintas civilizaciones iniciadas en aquellas colonias, luego destruidas, irían demarcando sus territorios, o invadiendo los ajenos, sin posibilidad de llegar a un entendimiento, por sus diferencias raciales, idiomáticas, religiosas, y la vocación de poder, expresada en el uso de las armas y el afán por los bienes materiales.
    Mundos que hayan pasado por tal historia quizá existan muchos, y el nuestro -¿por qué no?- puede ser uno de ellos. Al fin y al cabo, la antropología no ha podido explicar cómo la diversidad de razas humanas pueda proceder de un mismo tronco. Más bien, el legado histórico, la mitología de diversos pueblos de todo el mundo, remite al origen "celestial" de sus ancestros. Razas y pueblos de diversas genéticas, cada una oriunda de distintos mundos, en los cuales habría un cierto grado de unidad racial, cultural, para convivir -más allá de la falta de desarrollo espiritual- como convive pacíficamente una comunidad de hormigas. Y como sucede con las hormigas cuando se encuentran con otras distintas, el ser hormigas pese a las diferencias, no las hace necesariamente amigas, sino que entran en combate. El poblamiento del mundo por parte de diversas razas humanas, no responde a nada que pudiera ser definido como un "proyecto integral". Por el contrario, cada raza parece haber obedecido a un proyecto territorialista desentendido del de las otras razas. A tal punto que, a cierto grado de expansión y superposición territorial, el proyecto de cada una debía entrar en conflicto con el proyecto de otra.
    Podría considerarse la posibilidad de que no existieran tales proyectos territorialistas por separado, sino que directamente la expansión de las razas y pueblos se haya producido sin ningún proyecto por parte de alguna inteligencia que operara desde fuera de la Tierra. Aunque esto estaría en contradicción con la tradición judeocristiana, con la azteca, y otras, las cuales dan cuenta de que hubo una determinada "deidad" conductora de los destinos de su "pueblo elegido". Trátese de la hipótesis extraterrestre o de la tradición religiosa, cualquiera de los caminos conduce a la conclusión de que no hubo un proyecto global de poblamiento por parte de las diversas razas y culturas, sino más bien una verdadera "Torre de Babel" que conspiró contra toda posibilidad de entendimiento entre los pueblos.
   Más allá de si extraterrestres o dioses fueron los responsables de tan heterogéneo poblamiento del mundo, lo que tenemos en claro son las consecuencias de un desorden inicial que nunca pudo ser resuelto por los diversos representantes étnicos de la especie humana. Consecuencias que han conducido a la especie al límite de su autodestrucción.
 

Humanidad sin un proyecto

    A lo largo de toda la historia, hemos sufrido la ausencia de un proyecto de humanidad integrada. A mayor diversidad racial y cultural, mayor dificultad para integrarnos. En lugar de que la variedad de etnias y culturas aportara riquezas a sumar para el logro de una humanidad de grado superior, esa diversidad no se ha sabido manejar convenientemente, sino que ha sido tomada como separatoria entre los pueblos.
    Imaginemos un mundo en el que hubiera una sola lengua, una sola cultura para todos, una sola raza. Todos iguales, todos unidos. Allí no tendrían la posibilidad de vivenciar la diversidad, en una forma de entendimiento mundial que emerja del espíritu de convivencia e intercambio. Nosotros sí tenemos esa posibilidad. No somos una raza representante de un mundo, sino que somos una especie constituida de razas representantes de distintos mundos, dentro de un mundo. Cada raza, cada pueblo, es un mundo en el mundo. Estamos todos aquí, no unidos, sino reunidos, antagónicamente, por algún error en el proceso evolutivo. El error persistirá hasta el momento en que hagamos de esta reunión, la hasta ahora no aprovechada oportunidad, tan singular, de elaborar un proyecto de convivencia entre razas y pueblos.
    Inicialmente, las razas han estado más o menos separadas cada una en un continente o en regiones, y luego de subdivididas en pueblos, éstos han tenido cada uno sus demarcaciones territoriales. Actualmente, dentro de diversos pueblos, existen zonas, barrios, donde las razas están separadas. Por ejemplo, negros descendientes de esclavos en América, o blancos descendientes de invasores europeos en África. Esa tendencia de la gente a nuclearse por afinidad racial, nacional y cultural, coloca barreras a la relación con los distintos. El segregacionismo, la discriminación a los inmigrantes, son problemas que deben resolverse mediante un proyecto global para la humanidad. Movimientos migratorios no planificados, en los que grandes contingentes vayan de un país a otro, o del interior de un país a sus grandes ciudades, provocando conflictos poblacionales, económicos, y otros, sin ningún control que pueda administrar dónde van a residir y en qué van a trabajar esos ciudadanos, seguirán siendo un problema en tanto no haya un ordenamiento inteligente de tales desplazamientos humanos.
 
 

II
COMUNIDADES

REGIONES, LO ÉTNICO-CULTURAL Y LA NATURALEZA


Proyecto de humanidad unificada

    Para ir decreciendo el número de habitantes de los centros urbanos superpoblados, es necesario aumentar el número de comunidades pequeñas en zonas despobladas. Ésa es una de las planificaciones que deben ser instrumentadas en todo el mundo para dar inicio a un nuevo ordenamiento poblacional.
    Dentro de las posibilidades de movimientos migratorios y de un nuevo orden en la población de los países, imaginemos una instancia futura en la que ya no exista un continente donde predomine una raza, o una región donde predomine una cultura. Imaginemos que, dentro de varios siglos, pudiera lograrse que en cualquier rincón del mundo a donde se pudiera viajar, las poblaciones hubieran logrado cada una el mismo grado de diversidad que hoy encontramos en el planeta. Que tanto sea en la India, como en África central, en Nueva York o en Suecia, hubieran tantos blancos como negros, chinos, indios e híbridos de diversas razas. Que el control de la natalidad y una eficiente administración de las diversas comunidades, pudieran equilibrar en todo el mundo los índices poblacionales de todos los grupos étnicos y culturales. Que en lugar de habitar en zonas o barrios separados de ciudades grandes, lo hicieran en pequeñas comunidades, conviviendo de manera integrada, enriquecedora. Cada comunidad compuesta por representantes de cada cultura, de cada región, de cada continente, de cada raza.
    Imaginemos que, dada esa diversidad de habitantes, ningún país (si para entonces todavía existieran los países) pueda distinguirse de otro en cuanto a qué tipo de gente compondría su población. Cada país tendría gente viviendo en otro país. Y tendría gente de otro país viviendo dentro. ¿Qué pasaría con el concepto de frontera, el de orgullo nacional? ¿Dónde habrían de quedar esos conceptos, sino en la historia?
    Un mundo que pudiera tener mezclada y no separada por zonas a la gente de distinta genética, nación o cultura, no solamente debería ser un deseo, sino también un propósito. Una humanidad desunida desde su origen, debe buscar la unión no mediante deseos en el aire, sino mediante proyectos muy concretos, y la idea de ir estableciendo comunidades internacionales y plurirraciales en todo el mundo, es una posibilidad estratégicamente efectiva que debería haber sido implementada hace ya bastante.
    En la medida en que pequeñas comunidades de ésas vayan multiplicándose por el mundo, aunque, por lo pronto, no se vaya a resolver el problema de la humanidad, sí va a resolverse el problema de que hasta ahora no estábamos resolviendo nada al respecto. Y esto es un principio, más allá de si se logrará o no el propósito final, y como principio, tiene su valor, sus fundamentos, sus perspectivas. Un proyecto de humanidad unida debe empezar por lo más elemental: reunir a los representantes de todas las razas y culturas para definir qué clase de mundo queremos. Si queremos un mundo en el que cada región sea un mundo aparte, con su propia gente característica, o si queremos un mundo en el que cualquier población en cualquier rincón sea exponente del todo.
 

Preservación de la Naturaleza y de poblaciones indígenas

    La idea de tales comunidades integradoras, sin embargo, plantea el problema de qué hacer con las tribus indígenas que estamos tratando de preservar al no influir con nuestra cultura en sus modos de vida tradicionales. Quizá no ahora, pero sí en un futuro lejano, cabría preguntarse qué sería más conveniente para esos nativos: si dejarlos en su primitivo estado, o hacerlos avanzar, en caso de que integrarlos al proyecto comunitario mundial les otorgue más beneficios que problemas. Dado el estado de sociedad -indeseable- que podemos ofrecerles en estos momentos, tal planteo no cabe y por eso estamos tratando de no integrar a esa gente a la civilización, ni de invadirla con ninguna propuesta que introduzca cambios culturales en su estilo de vida. Pero si lográramos una sociedad en condiciones tales que resultara enriquecedor, sano, beneficioso en todo sentido para los nativos de esos núcleos humanos primitivos, al menos deberíamos ir a informarles sobre lo que podemos ofrecerles, y que ellos sean quienes decidan si estarían dispuestos a participar en algo así, o mantenerse aislados.
    Hasta tanto eso no ocurra, el proyecto de unificación de la humanidad mediante estas comunidades de diversidad racial, nacional y cultural, deberá tener presente que, como algunas de ellas podrán establecerse en áreas habitadas por esas tribus indígenas, o próximas a ellas, se deberá evitar interferirlas, y velar por que cuenten con la necesaria protección para que ni gobiernos ni empresas, en especial madereras, ni cazadores, incursionen en su hábitat con acciones depredadoras. La conservación de la naturaleza y la preservación de las comunidades indígenas ligadas a ella, deben dar lugar a la instalación de un anillo de protección constituido de comunidades del proyecto de humanidad unificada, en áreas boscosas y selváticas donde haga falta vigilancia. Ambientalistas, guardabosques, científicos naturalistas, de todo el mundo, nucleados en esas comunidades situadas en la periferia de las áreas protegidas, mantendrían un control que, a la distancia, ni gobiernos ni ecologistas están logrando para evitar acciones depredadoras.
    La  degradación del medio ambiente y la amenaza de extinción de especies vivientes, deberían llevarnos a cumplir con acciones preservadoras no por nuestro propio bien, sino por el bien de la propia naturaleza, más allá de nosotros. Porque ella, humanidad aparte, tiene sus propias razones para existir. Sin embargo, la situación del planeta ha llegado a un punto en el que cuidar la naturaleza no podrá ser algo que hagamos por ella, sin necesidad de pensar en nosotros. Porque tanto dependemos de ella, que cuidarla es cuidarnos, y descuidarla sería extinguirnos. Por lo tanto, ya no se trata de preservar el medio ambiente sólo por respeto al derecho a existir de las especies vivientes, sino también para que nuestra propia existencia pueda tener continuidad.
    No puede haber un proyecto de humanidad unificada, sin un proyecto de unificación de la humanidad y la naturaleza. Ambas han sido separadas en la cultura occidental, ya desde la tradición judía. La Biblia, en Génesis 1, enseña que el Dios Yahvé ha dado al hombre la autoridad para someter a su voluntad a la tierra, las plantas y los animales; enseñanza que ha sido aplicada destructivamente en grados que, bíblicamente, pueden ser reflejados en los catastróficos sucesos del Apocalipsis.(1)
 
 

UNIDAD Y DIVERSIDAD CULTURAL

Legislación

    Un proyecto de humanidad unida se hace difícil cuando se tiene en cuenta que hay culturas cuyas costumbres y leyes son francamente distintas ante un mismo problema. Lo que en una parte del mundo puede ser elogiable, en otra parte puede ser rigurosamente penado, prohibido; por ejemplo, que la mujer trabaje o que se vista sin cubrirse todo el cuerpo. O las mutilaciones genitales hechas a las mujeres para que no sientan placer. Entre lo prohibido y lo permitido, ¿cómo podrían concebirse comunidades en las que occidentales e islámicos pudieran convivir sin este problema?, ¿cómo, sin una legislación internacional con validez en todo rincón del planeta, que proteja los derechos de la mujer, que sigue siendo usada y dominada por los hombres donde las sociedades no avanzaron en ese sentido desde hace miles de años?
    Si la humanidad fuera UNA, tendríamos leyes para todos. Pero como esto no es así, cada pueblo tiene su ley, y en caso de un proyecto de comunidad internacional, donde haya que establecer una sola ley para la colectividad, cada participante trataría de que sea la ley de su país la que se imponga sobre la de los otros.
    Los planificadores de estas comunidades deberán tomar decisiones que los colocarán en posiciones encontradas. Deberá decidirse si la mujer debe ser libre o subyugada, si se cultivará tabaco o se prohibirá fumar, ya que se sabe que es nocivo para la salud ("es causa de cáncer", dicen los propios avisos televisivos de cigarrillos); deberá decidirse si se criarán o cazarán animales para alimentarse o si se establecerá un régimen alimenticio que reduzca o excluya la carne; si se usará dinero y habrá trabajo remunerado, o si se eliminará todo valor de intercambio, bajo un concepto de trabajo solidario; si se permitirá tener canarios en jaulas o se prohibirá aprisionar a los animales; si habrá circulación de automóviles con combustible contaminante o si se utilizarán automóviles con paneles solares, bicicletas, caballos u otros medios de transporte que no contaminen el aire. Más allá de las subjetividades causantes de que se tome partido por una opción u otra, habrá que establecer qué es lo objetivamente más favorable para el perfeccionamiento humano. Y habrá que ser rigurosamente estrictos para desterrar toda acción, hábito y costumbre que mantengan a los ciudadanos en una existencia retrogradante.
    Estas decisiones deben ser tomadas, porque no estamos hablando de una humanidad a ser armada con sus pedazos diversos, ensamblados sin argamasa en un débil rejunte que pueda resquebrajarse. Estamos hablando de fabricar la argamasa para lograr una sólida e inquebrantable unión de las diversas partes de la humanidad, y esa argamasa es el proyecto de una red mundial de comunidades con diversidad racial y cultural. Un proyecto es una argamasa, y la humanidad no está unida por argamasa alguna de valores y de planes, porque no tuvo proyecto en su origen, ni lo está teniendo todavía. Estamos a tiempo de reunirnos a empezar a proyectar lo que todos queremos de este mundo para el futuro; qué tipo de futura humanidad nos propondremos diseñar con un modelo único, ya que la actual y la pasada fueron obra de diseños fragmentarios y conflictivos entre sí. Cuando establezcamos qué sociedad humana empezaremos a elaborar, será viable la definición de qué leyes, qué prohibiciones y qué libertades deberán existir.
    No podrá tener lugar, en este proyecto internacional, ninguna costumbre retrógrada y degradante que esté amparada por la legislación de determinado país cuyos representantes convivan en estas comunidades. Una convención legislativa establecerá una única ley para todos los ciudadanos de los diversos países participantes de la experiencia. Esa convención determinará que, dentro de la diversidad cultural que se promoverá mantener paralela a la unidad cultural que se desarrolle, no podrá tener cabida ninguna conducta que se aparte de la legislación comunitaria.
    Todo ciudadano y toda organización que deseen participar en este proyecto, deberán atenerse al concepto de que ya no vivirán bajo el régimen de la nación a la que pertenezcan, sino bajo una ley internacional, cuyas libertades otorgadas y cuyas restricciones impuestas a los habitantes de estas comunidades, ellos deberán conocer a fondo antes de ofrecerse a participar en la experiencia, y las deberán aceptar para ser admitidos.
    No hay que confundir "respeto a las diferencias o a la diversidad cultural", con permisibilidad ante lo que determinadas culturas sustentan contra la dignidad humana. La determinación de qué humanidad futura queremos lograr, con qué vicios y males erradicados de la cultura planetaria que vayamos a conformar, exige restricciones a toda manifestación cultural que amenace con introducir en el proyecto de unificación de la humanidad, variables contaminantes.
    Habrá que tener en cuenta un serio inconveniente para el establecimiento de comunidades en países donde los gobiernos violan los derechos humanos que, pese a su Declaración Universal de 1948, la O.N.U. no ha podido hacer cumplir. Si los principios que se establezcan para la vida comunitaria prohibieran acciones que en tales países se permiten contra los derechos humanos, o bien permitieran acciones que en tales países -también contra tales derechos- se prohiben, existiría una sola forma de establecer en ellos estas comunidades. Consistiría en que ellas sean declaradas por los gobiernos de tales países, como zonas neutrales de cuyo funcionamiento a nivel normativo, en lo social y cultural, el gobierno nacional no se responsabilice. Algo así como porciones "desnacionalizadas" del territorio, sujetas a leyes internacionales aseguradas por la O.N.U. Las comunidades podrán tener su propio sistema normativo como lo tiene toda empresa o institución, pero cuando éste no se adecue a la legislación de los países donde los gobiernos violan derechos humanos, no es de esperarse que tales gobiernos declaren zona neutra con su propia normativa a las comunidades. Y aunque sí ocurriera, ¿a qué tribunal internacional, sino al de La Haya, tendrán que recurrir sus habitantes ante cualquier conflicto que se presentara con un gobierno nacional de ésos? Si la intercesión de la O.N.U. sería necesaria en tal instancia, mejor que lo sea en principio: con la O.N.U. haciendo respetar los derechos humanos en comunidades a establecer en países con el referido problema, y sus gobiernos delegando en la O.N.U. el control jurídico de las áreas comunitarias, para que toda libertad quede fuera de la responsabilidad del gobierno nacional, y que todo delito que la O.N.U. juzgue como tal, sea penalizado por una corte internacional. Pero mientras la O.N.U. siga sin poder jurídico para imponer sanciones a los países que violen derechos humanos, no podrá haber en tales países comunidad alguna del proyecto de humanidad unificada.
 

Religión

    Uno de los problemas a afrontar es el de la diversidad de creencias religiosas. Establecer si deberá haber una religión cuyas enseñanzas sean consideradas más próximas a la verdad que las de otras religiones, y que la cultura planetaria a constituir tenga un "culto oficial", no es algo a lo que pueda llegarse mediante una convención. Porque la parcialidad de quienes debatieran al respecto, no podría arribar a puntos de acuerdo, cuando lo que se estaría haciendo es una elección por exclusión.
    El problema de que los humanos estén divididos por religiones, según en qué lugares hayan nacido y habitado, resulta de la formación cultural que la educación proporciona en cada país, donde hay un culto predominante que es enseñado -en muchos lugares por imposición- y hay una absoluta ignorancia acerca de lo que dicen las demás creencias.
    Una cultura planetaria como la que se pretende para el proyecto de comunidades multiculturales, podrá no disponer de una religión (lo cual habrá que considerar si se tratará de una falencia o de una ventaja), pero lo que sí deberá propiciar, es que los habitantes sean instruidos en el conocimiento de todas las creencias, mitologías, cosmovisiones actuales y ancestrales, y doctrinas filosóficas acerca de la idea de un Ser Superior, deidades, el universo y la existencia.
    Una comunidad cuyos habitantes reciban un conocimiento diverso acerca de religiones, tendrá opciones que en el mundo no se han ofrecido, durante toda la historia, a los habitantes de las naciones. Los ciudadanos podrán arribar a esta experiencia de intercambio, cada uno con sus creencias. Pero es previsible que el conocimiento de lo que predican los creyentes de otras religiones, pueda hacer que muchos dejen de pensar que la suya es la única verdad religiosa, y tengan apertura a otros cultos. También es previsible que la profundización en el conocimiento de las religiones, lleve a muchos a terminar dudando de la veracidad de lo que creían, y a no creer en ninguna religión. Todas estas posibilidades estarán dadas dentro de la libertad de pensamiento que se estará favoreciendo con esta propuesta comunitaria de diversidad religiosa.
    Cada comunidad deberá contar con espacios en los que los adeptos a las diversas creencias puedan llevar a cabo sus prácticas. Y espacios en los cuales se pueda reunir a los representantes de los diversos cultos, para que unos enseñen lo suyo y otros lo aprendan. También espacios neutros de convergencia que puedan recibir a adeptos a creencias distintas, como el universalista Templo de la Buena Voluntad, en Brasilia.(2)
 

Diferencias culturales y factores ambientales

    La idea que tenemos acerca de las diferencias entre los países, está, en parte, determinada por factores ambientales dados por la geografía. Vestimentas de abrigo o ligeras, resultan del clima. Transportación en camello o en góndolas, nos pueden remitir al desierto del Sahara y a Venecia, respectivamente. En una comunidad internacional instalada en una zona subtropical campestre, los siberianos no estarán abrigados, los árabes no andarán en camellos, ni los venecianos irán de su casa al trabajo en una embarcación. Por lo tanto, muchas de las diferencias culturales que pueden observarse de un país a otro, no necesariamente van a estar presentes en la vida cotidiana de las comunidades internacionales.
    Las migraciones europeas a Sudamérica, donde en Navidad hace calor, han incorporado a la alimentación hábitos tales como el consumo de frutas secas. Algo típico de regiones frías, que al aportar calorías consumido en lugares cálidos para dicha festividad, es inconveniente para la salud. Si un proyecto de comunidad planificada, deberá establecer qué alimentos serán los que convenga que la población consuma y cuáles no, deberá romperse con tradicionalismos asociados a fechas o a regiones de procedencia. En las referidas migraciones europeas al hemisferio sur, no se hizo conciencia del cambio ambiental, climático, que exigía un cambio alimentario, y se introdujo en la población un modelo de alimentación navideña fuera de contexto, acompañado por el no consumo de frutas secas en invierno. Esta clase de desajustes, es un ejemplo de cómo determinadas características de una cultura pueden no ser reformuladas conforme al nuevo hábitat de un inmigrante.
    Un proyecto de comunidad que reúna a representantes de diversas culturas, procurará preservar en ella los hábitos y usanzas que constituyan su identidad, en tanto y en cuanto no entren en desajuste con el contexto geográfico.
 

Embajadas culturales

    Lo más característico de un país, entendido no como un territorio con determinada geografía, sino como una concepción humana, no es el subsuelo, ni el relieve, ni la hidrografía, ni la flora, ni la fauna, ni el clima. Los diamantes del subsuelo sudafricano o brasileño, no distinguen entre sí a los respectivos países: más aún, confirman que, antiguamente, las tierras de África y América estaban unidas. Similar relieve, similares costas marítimas y ríos, similar vegetación. Habría que encontrarse con especies animales diferentes de un continente al otro, para recién allí darse cuenta de si se está en África o Sudamérica. Pero en un vistazo panorámico, podría no advertirse diferencia alguna. Un paisaje andino del sur, podría ser confundido con el de montañas canadienses o alpinas, y un sector de un desierto del norte africano, podría confundirse con uno australiano o estadounidense. Antártida con el Ártico, un paisaje del Caribe con uno de Brasil, y un volcán en Italia con uno en México.
Imágenes televisivas de cualquiera de todos esos lugares podrían no dar una idea muy clara de a qué países pertenecen. Pero esa idea se puede llegar a tener con sólo ver en pantalla en cada lugar, a su gente característica, con su color y rasgos faciales, su vestimenta, su lenguaje, su música, sus danzas típicas, sus prácticas religiosas, sus casas, su arquitectura, sus mercados y productos. Un país no termina dentro de sus fronteras, sino que está representado por viajeros, emigrantes, que llevan al exterior una muestra de él. Como una embajada es una parte de un país dentro de otro, las comunidades de este proyecto serán nucleamientos de embajadas culturales. Serán una muestra del concepto cultural de cada país. No del concepto político con las leyes de cada país, porque habrá una ley única para todos, y porque los regímenes políticos en las naciones no son la esencia de las naciones. Ya fuera con los zares o con los comunistas en Rusia, con los gobiernos militares o con los democráticos en América, con las monarquías o las democracias en Europa, los países, su gente, sus idiomas, sus costumbres, han tenido una permanencia, han mantenido una identidad.
    Esa identidad, que define la diversidad cultural en el planeta, es lo que en estas comunidades permitirá "ir de un país a otro" dando apenas unos pocos pasos. En una de las diversas alternativas del proyecto, cada comunidad estará dividida en tres sectores: un sector central de convergencia donde se desarrollará la unidad cultural, un sector periférico de diversidad cultural, subdividido según razas, continentes y países, y un sector intermedio en el que residan las familias cuyos componentes sean heterogéneos o híbridos en cuanto a raza o nacionalidad.
    En el anillo periférico, habrá, de cada cultura, construcciones con su típica arquitectura, obras de arte, artesanías, música, danzas, rituales, deportes, juegos,  vestidos, comidas, libros, fotografías, videos, y toda otra manifestación cultural que pueda desarrollarse. Del ambiente natural de sus regiones de procedencia, se podrán colocar en cada subsección, ejemplares minerales muy característicos, vegetales y animales (no sometidos a cautiverio).
    Mediante tecnología computacional interactiva, se podrá trasladar en realidad virtual, a habitantes y visitantes de estas comunidades a muchos lugares del mundo de los que se disponga de programas de simulación. Será una manera de viajar y situarse en el contexto geográfico, natural o urbano, de donde procede la gente de cada sector de la comunidad.
 

Desarrollo y sostenimiento económico

    Para la etapa de inicio, algunas o quizá muchas de estas comunidades pueden ser planteadas no sólo como espacios de intercambio cultural para una población fija, sino también como lugares de atracción turística. Conocer otras culturas, cómo son y cómo viven ciudadanos de diversos lugares del mundo, aprender de ellos, recrearse con sus propuestas artísticas, deportivas, lúdicas; probar sus comidas, conocer y adquirir sus artesanías, todo ello puede ser motivo de interés y atracción para el turismo.
    La curiosidad de tomar contacto con tan diversa realidad cultural, puede motivar a los habitantes de las grandes ciudades más próximas a estas comunidades, a visitarlas. Como novedad para la gente de cualquier ciudad, la instalación de una población de estas características en sus proximidades, puede ser motivo de interés para conocer algo nuevo y diferente.
Teniendo en cuenta que estas comunidades deben ser establecidas en regiones deshabitadas o de mínima población, hablar de proximidad con respecto a ciudades, implica una distancia no menor a decenas y preferentemente centenas de kilómetros.
En segundo lugar de posibilidades de afluencia turística, se encontrarían interesados procedentes de lugares más distantes del país, o del exterior, que viajen especialmente a las comunidades, o que aprovechen la proximidad de alguna de ellas a su ruta de viaje, si se encontraran haciendo turismo. Esta última posibilidad, debiera dar lugar a que, en la primera etapa de construcción de este tipo de comunidades, se eligieran zonas cercanas a circuitos turísticos.
    Los ingresos económicos que proporcione el flujo de visitantes, podrán dar lugar a que este tipo de emprendimientos comunitarios pueda ser encarado -más allá de lo cultural y de lo humanitariamente unificador- como un negocio. Proponer como tal este proyecto, será una alternativa para la obtención de los medios financieros necesarios para llevar adelante la propuesta.
    Si se tratara con ONGs o con gobiernos, éstos podrían destinar fondos para colocar en las comunidades a representantes de sus países, pues en una experiencia mundial como ésta, nadie querrá quedarse afuera. Cada país tendrá derecho a un lugar en cada comunidad que exista, y ese lugar tendrá un costo. Ese costo no será más alto que el que está teniendo el movilizar políticos, artistas, deportistas y científicos de país en país para eventos internacionales. Éste será un evento internacional más, al cual, en cada país, se pueda resolver enviar gente.
    Debe considerarse, también, la posibilidad de solicitudes de residencia en las comunidades, por parte de ciudadanos que actúen a título personal, con sus propios medios económicos que cubran el costo de las viviendas y servicios a utilizar. Por una u otra razón, esas personas con posibilidades económicas han sido de algún modo privilegiadas por un sistema que a otros los ha desposeído. Por lo tanto, como una forma de compensación a los perjuicios ocasionados a unos por el sistema, en beneficio de otros, éstos, los que tienen medios económicos, podrán participar en una de estas comunidades bajo una condición que deberá exigirse: por cada casa a ser habitada por una o varias personas con altos recursos, éstas deberán cubrir los gastos que requieran familias de escasos recursos para habitar otras de las viviendas. Deberá estipularse los gastos de vivienda de cuántas familias carenciadas les corresponderá sustentar a quienes tengan altas posibilidades económicas, según sea el nivel de ingresos que perciban o el patrimonio con que cuenten. De esta manera, se evitará que las comunidades, el día de mañana, puedan degenerar en una nueva forma de "condominios", "fraccionamientos residenciales" o "countries" para gente pudiente. Se evitará, así, que esta clase de vida comunitaria privilegie sólo a los ya privilegiados por el sistema económico, y deje afuera a los pobres.
    Uno de los pilares del proyecto consiste, justamente, en ofrecer condiciones de vida más dignas, saludables y productivas de las que atraviesan, a personas carenciadas; las que, principalmente en los grandes centros urbanos, constituyen un problema que requiere soluciones. Por lo tanto, la idea no consiste en cuánta gente pobre será acoplada a la gente rica que se establezca en las comunidades, sino en cuánta gente rica querrá acoplarse a comunidades que deben ser básicamente de gente pobre. La solidaridad, que será el motor de la vida comunitaria, deberá comenzar por la disposición de los que tienen de más, a ayudar a los que tienen de menos. Será más fácil que un rico entre al Reino de los Cielos, a que entre a una de estas comunidades si su apego material y falta de vocación solidaria le impidieran ofrecer una parte del capital con que cuenta, a quienes no tienen.
    De todas maneras, a los que tienen, se deberá procurar no descapitalizarlos con exigiencia de aportes demasiado altos: con sólo un 10 % de sus recursos, podrán, según el capital con que cuenten, cubrir los gastos de vivienda desde muchas o algunas personas pobres, hasta al menos una familia.
    Para que los pobres que reciban esta ayuda no la sientan como limosna o, en el otro extremo, la tomen como una "obligación" de los que tienen, del gobierno, de las ONG's que los puedan patrocinar, o de quien fuese, deberá requerirse que participar de la vida en estas comunidades ocupando una vivienda sin pagar nada, no sea gratis, sino que progresivamente, con trabajo, se le reintegre a la comunidad lo que ella ha invertido en cada persona sin recursos.
 

Actividades y densidad de población

    Las comunidades pueden planificarse conforme a la actividad de sus residentes, de manera homogénea, por ejemplo, una comunidad de científicos, otra de artistas, otra de artesanos, otra de obreros, otra de agricultores, otra de floricultores, etc. Será necesario que todas ellas estén relativamente cerca, de manera que haya movimiento de gente de una a la otra para el intercambio de lo que en cada una se produzca. Así, entre todas, se forma una comunidad de comunidades. Para evitar exceso de densidad de población, cada comunidad de comunidades, considerando que pudiera tener un diámetro de cinco kilómetros, tendrá a cada una de esas comunidades (de 1.000 habitantes como máximo), situada a una distancia no menor a su diámetro, que será de un kilómetro. Esto es, un máximo de siete comunidades, seis periféricas y una central, sumando un máximo de 7.000 habitantes. La comunidad central puede estar compuesta por representantes de las comunidades periféricas, reuniendo a su vez, toda la información correspondiente a cada una de ellas y, con fines de intercambio, el producto del trabajo en ellas desarrollado.
    También pueden planificarse comunidades heterogéneas, que reúnan a representantes de cada una de esas actividades, las cuales estén distribuidas en zonas, dentro de un sector intermedio entre la periferia de diversidad cultural y el anillo intermedio de residencia de familias heterogéneas.
    La comunidades de actividad heterogénea son las más factibles de ser instaladas para proyectos de no más de mil habitantes. Proyectos que aspiren a instalar poblaciones de varios miles de habitantes, pueden agrupar a éstos por actividades, cada grupo en una comunidad.
 

Idioma

    Cada habitante de estas comunidades, hablará en su idioma dentro de su sección correspondiente en el anillo periférico, y hablará, si lo dominase, el idioma de la gente de toda sección que él visite. En la sección central, se hablará el idioma que una convención internacional designe para el proyecto de futura humanidad unificada. Se decidiría entre el Inglés (según la realidad actual) o, si prevaleciera lo ideado con vistas a la unificación del lenguaje: el Esperanto. También podría ser que, según sea el país donde se encuentre la comunidad, el idioma nacional sea el que -al menos en principio- se requiera a todo habitante de procedencia extranjera.
 

Prioridades en la selección de habitantes

    Para el desarrollo de un proceso que siente las bases humanas de una futura sociedad distinta de la actual, debe tenerse en cuenta que determinados tipos de personas son más adecuados que otros. Las comunidades de este proyecto, en la etapa experimental, podrán estar compuestas, en parte, por emprendedoras personas con deseos de iniciar una vida distinta y con recursos económicos que les permitan instalarse. Otras personas postulantes podrán carecer de recursos, los cuáles habrá quienes los proporcionen, pero lo que se deberá fijar con claridad son los propósitos que cada individuo deberá tener en función del conjunto. Deberá evaluarse en qué medida cada postulante estará sintonizado con los propósitos generales de esta experiencia de vida, tarea que requerirá gran responsabilidad, incluso en las resoluciones desfavorables para ciertos aspirantes, por cuanto las personas evaluables como más enviciadas con las falencias de la vida urbana y menos compenetradas con lo que en estas comunidades se pretenda, lógicamente no tendrán un lugar preferencial en el orden de quienes se determine que participen en la experiencia.
    Tratándose de un proyecto con fines solidarios, estas comunidades deberán estar conformadas por el equilibrio de dos tipos de habitantes: los que más ayuda necesiten, y los que más ayuda puedan brindar. Si los más necesitados de asistencia fueran a componer la totalidad, la casi totalidad o aun la mayor parte de estas comunidades, ellas terminarían siendo un fracaso, porque carecerían de material humano en condiciones de actividad plena y con recursos culturales, intelectuales y materiales necesarios para la prosperidad de la vida comunitaria. En el otro extremo, si la totalidad, la casi totalidad o la mayoría de los habitantes fueran a ser de estos últimos, la propuesta sería elitista, quizá hasta con derivaciones racistas, considerando que ciertas razas tienen más factivilidad que otras para el acceso a la cultura y beneficios materiales. El justo equilibrio estaría en la combinación cuantitativamente adecuada, en dos mitades, de representantes de ambas situaciones o realidades sociales.
    Si se tratara de comunidades en las que todo habitante deberá trabajar y producir, estaríamos dejando afuera a desnutridos, niños y demás imposibilitados de efectuar labores; sería una propuesta discriminatoria. La idea es que se brinde asistencia a un determinado número posible de personas en tales condiciones, para que más adelante, cuando sus posibilidades físicas y mentales lo permitan, se integre a esos habitantes a las actividades productivas.
 

La geometría en el diseño urbanístico y arquitectónico

    Dependiendo de la topografía -de preferencia llana- se deberá determinar qué forma tendrá la comunidad: círculo, estrella, triángulo, hexágono, octógono, u otras, podrán reemplazar la cuadrícula en damero con la que se ha venido simplificando el diseño urbanístico, encasillando a los habitantes. También las viviendas con ángulos rectos pegadas unas junto a otras y apiladas unas sobre otras, han comprimido insanamente a la población. La descompresión necesaria plantea la necesidad de espacios amplios entre las viviendas, que pueden ser con jardines entre una y otra, sin necesidad de paredes medianeras o alambrados para evitar la incursión de los vecinos, porque se tratará de comunidades donde el respeto mutuo hará esto innecesario. Y en cuanto a las formas cuadradas con que Occidente ha encasillado inarmónicamente a los moradores de las viviendas, los ángulos rectos podrán ser reemplazados por las curvas. Viviendas tipo iglú, con doble curvatura (hacia los lados y ascendente) desde el piso, cilíndricas con cúpula, o cónicas como las tipis de los indios de Norteamérica, son algunas de las alternativas posibles. Diseños piramidales podrán servir a fines terapéuticos, rearmonizadores, energizantes, o con fines de investigación. Arquitectos especialistas en Feng Shui (disciplina oriental para la creación de ambientes armoniosos, para una mejor integración entre las personas y su hábitat), podrán asegurarse de que las construcciones sean planificadas y levantadas en los lugares y de las formas más adecuadas a las posibilidades de bienestar de sus habitantes.
    Ni una sola forma geométrica para las comunidades, ni el tipo de construcciones para sus habitantes, deben ser de características uniformes para todos los lugares. En cada uno de ellos, dejando incluso la decisión librada a lo intuitivo, se deberá optar entre las geometrías y variables diversas que se tenga como alternativas posibles proyectadas, según cada caso en particular. A nivel experimental, cuanto mayor sea la diversidad de diseños urbanísticos y arquitectónicos que se apliquen, más resultados diversos se podrá tener para evaluar qué diseños brindan mejores condiciones de vida. La falta de antecedentes hace que lo que en teoría pueda ser considerado mejor, no lo sea en la práctica, y las experiencias acertadas o fallidas irán constituyéndose en esos antecedentes, que será necesario consultar.




    "La naturaleza está fuera de nosotros", señala como engañoso concepto, el periodista uruguayo Eduardo Galeano:
    "En sus 10 mandamientos, Dios olvidó mencionar a la naturaleza. Entre las órdenes que nos envió desde el monte Sinaí, el Señor hubiera podido agregar, pongamos por caso: "Honrarás a la naturaleza de la que formas parte". Pero no se le ocurrió.
Hace cinco siglos, cuando América fue apresada por el mercado mundial, la civilización invasora confundió a la ecología con la idolatría. La comunión con la naturaleza era pecado. Y merecía castigo. Según las crónicas de la Conquista, los indios nómadas que usaban cortezas para vestirse jamás desollaban el tronco entero, para no aniquilar el árbol, y los indios sedentarios plantaban cultivos diversos y con períodos de descanso, para no cansar a la tierra. La civilización que venía a imponer los devastadores monocultivos de exportación no podía entender a las culturas integradas a la naturaleza, y las confundió con la vocación demoniaca o la ignorancia. Para la civilización que dice ser occidental y cristiana, la naturaleza era una bestia feroz que había que domar y castigar para que funcionara como una máquina, puesta a nuestro servicio desde siempre y para siempre. La naturaleza, que era eterna, nos debía esclavitud. Muy recientemente nos hemos enterado de que la naturaleza se cansa, como nosotros, sus hijos, y hemos sabido que, como nosotros, puede morir asesinada. Ya no se habla de someter a la naturaleza, ahora hasta sus verdugos dicen que hay que protegerla. Pero en uno u otro caso, naturaleza sometida y naturaleza protegida, ella está fuera de nosotros. La civilización que confunde a los relojes con el tiempo, al crecimiento con el desarrollo y a lo grandote con la grandeza, también confunde a la naturaleza con el paisaje, mientras el mundo, laberinto sin centro, se dedica a romper su propio cielo". (Reforma, 1995).
    En un artículo escrito con motivo del advenimiento del nuevo milenio, titulado "Derecho al delirio", dice Galeano: "La Iglesia también dictará otro mandamiento, que se le había olvidado a Dios "Amarás a la naturaleza, de la que formas parte"; serán reforestados los desiertos del mundo y los desiertos del alma; los desesperados serán esperados y los perdidos serán encontrados, porque ellos son los que se desesperaron de tanto esperar y los que se perdieron de tanto buscar, seremos compatriotas y contemporáneos de todos los que tengan voluntad de justicia y voluntad de belleza, hayan nacido donde hayan nacido y hayan vivido cuando hayan vivido, sin que importen ni un poquito las fronteras del mapa o del tiempo; la perfección seguirá siendo el aburrido privilegio de los dioses; pero en este mundo chambón y jodido, cada noche será vivida como si fuera la última y cada día como si fuera el primero".

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    Construido por la Legión de la Buena Voluntad (LBV) conocida también como "Religión de Dios", (de línea cristiana diferente de la católica y la evangélica, pues acepta la reencarnación) este templo universalista no pretende ser un exponente de la doctrina. Sin símbolos cristianos, ni de ninguna otra religión, fue pensado como un espacio de encuentro para miembros de todas las religiones. Tiene un Parmamento Mundial, salones de arte, biblioteca; un lugar asombroso que tiene una mezcla de futurismo con reminiscencias milenarias, que tanto podrían parecer del año 7.000 después o antes de Cristo.

    Con sus siete caras y 21 metros (múltiplo de 7, número cabalístico empleado para su construcción), tiene en la punta un cristal de cuarzo que actúa como canalizador de energía cósmica.

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Comandante Clomro,
2001


PARA UNA PERSPECTIVA DE SOCIEDAD DISTINTA

RED INTERCOMUNITARIA MUNDIAL

Arte, milenarias sabidurías esotérico-espiritualistas, ciencia, tecnología, política económica, demográfica, ambientalista, alimentaria, educativa y sanitaria, para un modelo de humanidad ideal
 

Por el Comandante Clomro
www.oocities.org/clomro
(Especial para kiaosfera, http://dencity.com/kiaosfera)
 

Parte I
CONCEPTOS ESOTÉRICO-ESPIRITUALISTAS EN POLÍTICA DE PLANIFICACIÓN URBANA

    Siendo que la sección "subcultura" de Kiaosfera incluye artículos que -según cita textual del webmaster- "están escritos en aquella fina línea que divide Política y Ocultismo... es decir, son textos a mitad de camino entre ambas cosas", encuentro propicio un espacio de expresión así, para explicar algo que a los políticos y a los ocultistas se les suele hacer poco comprensible. Se trata de algo que los políticos necesitarán saber manejar, si pretenden introducir en la sociedad ciertas reglas de ordenamiento y determinación de funcionamiento armónico de la gente y de las cosas: el ocultismo. Y se trata también de algo que los ocultistas necesitarán comprender que es la estrategia para que la sociedad cambie: la política. Porque la mayoría de los políticos no entiende lo más mínimo sobre fuerzas energéticas que influyen en los seres vivientes, y porque la mayoría de los ocultistas se recluyen en sus micromundos, perdiendo de vista que hay que alcanzar los niveles del poder político efectuando una apertura del saber oculto, en vez de un hermetismo que lo mantiene como tabú (por algo son ocultistas y no reveladores). Esta apertura debe formar parte de un planteamiento a nivel político, y los "ocultistas" deben estar en disposición de compartir su saber, de convertirlo en factor de cambio social. Desde el momento en que pretenda introducir el conocimiento mágico, esotérico, en la visión y la acción política que una sociedad debe desarrollar, un ocultista que trabaje para que esto suceda, será del tipo de los que comprendan que la política se construye de abajo hacia arriba, desde las ideas individuales hasta las leyes nacionales e internacionales, y desde los ciudadanos comunes hasta los gobiernos.
 

Ocultistas y políticos

    La mayoría de los llamados "mentalistas", "parapsicólogos", "curanderos", y demás afines, con sus "trabajos" espirituales  con los que atienden a gente con problemas, mucho de lo que manejan son rituales y técnicas que esa gente a la que le dan atención ignora. Si la gente supiera todas esas cosas, no iría a pagarle dinero a ningún hacedor de milagros o de hechizos mágicos para conseguir trabajo, pareja o salud. Por eso es necesario para esta clase de ocultistas, que el conocimiento no circule, que sea patrimonio de unos pocos, porque así tendrán clientela. Cuando todo el conocimiento mágico, esotérico, es transmitido por instructores, por reveladores que enseñan cómo manejarlo, estamos hablando de personas que ya no son lo que se dice "ocultistas", aunque algunas crean serlo o aunque así se las crea. Cuando no es el propósito ocultar, sino compartir un saber, nada hay de "oculto", de misterioso, de inaccesible. Por eso no es a esta clase de -y ya no vale el término- "ocultistas", a los que me refiero cuando hablo de los que no comprenden la importancia de que el conocimiento esotérico tenga apertura y ascienda a los niveles políticos.
    Todo el halo de misterio con que se han rodeado estos personajes del ocultismo, ha mantenido vigentes los prejuicios que vienen desde siglos atrás. Brujería y superstición se entremezclan en la idea que mucha gente tiene de todo ese mundo mágico. Entre los políticos hay tanto escépticos e ignorantes del asunto, como creyentes que son consultores de sus astrólogos, videntes y pitonisas particulares. Así fue desde hace milenios. Algunos políticos recientes también han manejado conocimientos esotéricos, y seguirá habiéndolos. Pero hablando de la mayoría de los casos, no es regla que haya políticos capaces de desarrollar una visión de la sociedad con un criterio espiritualista que concilie lo mágico con lo científico, lo artístico, lo tecnológico, lo psicológico y sociológico, para el logro de comunidades humanas que funcionen diferente de lo que funcionan los núcleos urbanos y rurales en los que están centrados el concepto de "orden" y el afán de "progreso" de los países.
 

Ciudades sin orden ni progreso

    Las ciudades suelen ser desordenados conglomerados de gente sin fines comunes, sin un proyecto fundacional que se desarrolle a lo largo de la historia, del cual cada habitante participe conociendo para qué se construyó su ciudad, qué debe hacerse para mantener su ordenamiento y lograr que progrese, sin alterarse, sin deformarse los conceptos que le dieron vida. Los ciudadanos suelen no tener una idea clara del propósito de quienes edificaron su hábitat, o directamente puede no haber existido ningún propósito que a lo largo del tiempo perdurara o pudiera significar algo para las generaciones sucesivas. Ciudades mineras levantadas en proximidades de donde ya se agotó el mineral que se explotaba, deben desarrollar su vida en torno de otros recursos, en un nivel de ingresos muy bajo comparado con el de los fundadores, que se nutrían de la riqueza del subsuelo. Unos emigran, otros quedan apegados a una población sin perspectivas de progreso, en gradual decadencia. Quienes allí nacen, no están para nada que tenga que ver con las razones para las cuales se radicaron allí quienes trabajaron en los tiempos florecientes. Si no hay -y suele no haber- una política, un nuevo proyecto que le dé un sentido a para qué estar viviendo allí, los habitantes vegetarán en los vestigios ya sin sentido de un próspero pasado de sus ancestros, que no fue pensado para los descendientes, dada la agotabilidad de los recursos explotados.
    En el campo, como los tiempos de prosperidad también suelen ser historia, irse aparece como lo más adecuado, según muchos entienden. Irse, desde ya, a la gran ciudad; la de las "grandes oportunidadedes", que en la mayoría de los casos terminan siendo ni tan grandes, ni para tantos. La superpoblación desborda toda posibilidad de control, los que vivían con cierta tranquilidad y espacio, se ven invadidos y alterados, y ninguna política de restricción de radicaciones que asegure una población en número estable, preserva el orden, porque se piensa más en el progreso. Con lo cual éste termina por dificultarse.
    La desarmonía del espacio, de las construcciones, el cemento ganando terreno al verde, el aire circulando menos con los edificios, que también disminuyen la iluminación natural, los vehículos en cantidad creciente contaminando el aire y aumentando el ruido, todo eso y muchas otras cosas van degradando la calidad de vida, la salud física, mental y espiritual de la población.(1)
 

Esoterismo, geometría sagrada, y política en la planificación de ciudades

    Julio Verne ideó un proyecto de ciudad ideal (2) con características que la hicieran saludable; con calles anchas, ordenadas por número, arboladas, con plazas. Construcciones tales como La Plata en la Argentina (1882), y en Brasil, Belo Horizonte (1897) y Brasilia (1957), han seguido algunos de estos parámetros.
    En el caso de La Plata, como los fundadores eran esotéricos -masones-(3) y uno de ellos conoció a Julio Verne, parece ser que de él fue tomado algo de la idea y la desarrollaron. Hasta numerología y geometría sagrada se emplearon en el trazado.(4) Fue un modelo de ciudad ideal en América del Sur, que hasta tuvo un galardón en un concurso internacional. Luego, habitada y gobernada por gente que de las ideas esotéricas de los fundadores ni supo, ni quiso saber, ni continuó nada, la ciudad sufrió un excesivo poblamiento, ocupación de espacio verde con viviendas y hasta la radicación de una petroquímica que le contaminó su magnífico aire que era purificado por sus numerosos árboles.
    Belo Horizonte -cuyo trazado se habían basado en el de La Plata y el de Washington- sufrió una conurbanización de millones de habitantes que alteró el paisaje urbano y el ritmo de vida. La capital de Minas Gerais, así como Washington, y La Plata, también fue obra de masones. Ciudades así, entre todas las que se construyeron sin orden, con calles torcidas, sin una forma geométrica con simetrías, sin un plan, son un ejemplo de lo que sucede cuando un grupo tecno-político, integrado por gente de gobierno, arquitectos, ingenieros, posee una formación espiritual a nivel iniciático y conoce leyes cósmicas de armonía y equilibrio, a las cuales saben cómo obedecer para que una obra tan importante como lo es la edificación de una comunidad, no derive en un caos urbano.
    Dentro de las causalidades que un observador de estas cuestiones podrá encontrar, ya que hablábamos de Belo Horizonte, habrá que considerar que, a cuatro décadas de su fundación, quien fuera su intendente, le encargó la construcción de edificios a un afamado arquitecto,(5) quien introdujo su muy innovador y particular estilo en el paisaje urbano de la joven ciudad. Un estilo que, años después, materializó destacados edificios de la nueva capital nacional que se levantaba, bajo la presidencia de aquél que fuera intendente de la capital de Minas Gerais. Quien observe la modernidad de la Plaza de los Tres Poderes, la catedral y otros edificios de Brasilia, o cualquiera de las obras que realizó en otras ciudades brasileñas y en diversos países, al ver el estilo futurista, podrá tener la sensación de estar observando una cosa como de otro planeta; tal lo parece el museo de arte en Niteroi, Río de Janeiro, como un gran plato volador. Las formas con curvatura que tanto caracterizan su obra, remiten a la idea de una geometría cósmica, y el mismo arquitecto lo explica así: "el universo está hecho de curvas". Desde la curvatura del espacio universal, a las curvas de las galaxias, con sus brazos espiralados, en el microcosmos encontramos la doble hélice en espiral (6) en nuestro ADN.
    La influencia de las formas geométricas en los seres humanos y en el planeta, podemos observarla en la energía de las pirámides, en las estructuras cristalinas, donde la energía de los cristales no sólo influye sobre los seres vivientes, sino que tiene su papel en los procesos energéticos propios del equilibrio y funcionamiento la Tierra.(7)
    Lo cósmico y lo espiritual, se reúnen en lo geométrico a nivel místico, en la denominada "Geometría Sagrada",(8) que desde tiempos ancestrales hasta en las actuales escuelas, doctrinas y movimientos espiritualistas, ha venido teniendo una trascendental importancia.
    La misteriosa aparición de círculos en campos de cultivo (9) (en especial tienen fama los de Inglaterra), obedecen a un propósito de inteligencias cósmicas que no pretenden meramente dejar mensajes, sino también producir una activación de fuerzas positivas en el planeta mediante esos símbolos geométricos.
 

Ancestrales sabidurías para el diseño de hábitats

    Sin embargo, las líneas rectas y las superficies planas y cuadradas continúan dirigiendo la mente de la mayoría de los constructores, que mantienen a los habitantes de las ciudades en un encasillamiento mental cuyos alcances a nivel racional, emocional y espiritual son más serios de lo que se pueda suponer.
    La sabiduría de los indios de América nos aporta conceptos para el diseño urbano, como en el caso de tribus norteamericanas con sus viviendas circulares dispuestas en círculo,(10) cuyas razones para así montarlas nos enseñan las desventajas de los ángulos rectos de nuestros espacios habitacionales cuadrados.
    "Vivimos en nichos", decía el dueño de una inmobiliaria de la ciudad de La Plata, refiriéndose a la disposición de las viviendas, una pegada a la otra, en línea recta, con sus ángulos rectos, a semejanza de las nicheras de los cementerios.(11) Pese a que esa ciudad fue planificada con fines y conocimientos mágicos, evidentemente estuvieron presentes las limitaciones propias de una cultura de raíz europea que se ha venido caracterizando por aglutinar demasiada gente en espacios reducidos. Los cuales, a lo largo del tiempo y, en referencia todavía a dicha ciudad argentina, se han ido cerrando cada vez más, levantándose paredes donde, hasta hace un par de décadas, sólo había alambrados entre las casas, y edificándose donde habían jardines o huertas. Así, en estos "nichos" el aire es cada vez más viciado, la luz natural es cada vez más escasa, la vida se va haciendo cada vez más privada, los vecinos son cada vez menos visibles, menos tratables y menos conocidos, los amigos del barrio son cada vez menos, y así la vida social con quienes viven cerca disminuye en proporción inversa a las relaciones que se mantienen, crecientemente, con gente distante vía Internet.
    Nacemos y somos criados en una sociedad con una cuadrícula en la que se nos encasilla, en la que se nos aísla, en la que se nos mantiene desconectados. Ni los educadores ni los comunicadores sociales que podrían advertirnos dónde estamos metidos, para que podamos salir, ni los arquitectos, ni los ingenieros, ni los políticos, saben lo tan mal planificado que está el espacio en el que habitamos y los males que nos provoca. Les puede parecer que todo es "normal", que no hay necesidad de un cambio de conceptos en la construcción. De hecho, el sistema se ha encargado de que tal necesidad no se sienta, y de que lo necesario sea vivir como se está viviendo. Que la ropa no se lave y tienda en casa, porque para eso está el lavadero automático. Que los tomates y limones ya no se cosechen de la quinta familiar, porque para algo están la verdulería o el hipermercado. Que la necesidad de plantas y flores no motive a sentir la falta de un jardín propio, porque para eso están las florerías y el paseo por la plaza.
    Construimos, hacemos construir o nos construyen viviendas en las que que ni siquiera sabemos de las imperfecciones de asimetría, inarmonía y defectos diversos que ocasionarán malestar.(12) O bien, compramos o alquilamos viviendas que ocupamos con toda su carga energética de quienes las habitaron, sin saber cómo descargarlas y sufriendo lo negativo de las influencias de la energía impregnada; viviendas hechas en función de los gustos y necesidades de quienes las habitaron al principio, pero no en función de lo que somos nosotros.
    El Feng-Shui (13)  ha aportado conceptos a la arquitectura, al diseño y la decoración de hábitats, que están introduciendo en los profesionales y especialistas dedicados a esas actividades, una mentalidad abierta a algo que hace un tiempo -y todavía dentro de la formación universitaria- podría considerarse superstición, cosa falta de "seriedad", en Occidente, por ser típica de las disciplinas orientales.
    Decían ya los antiguos griegos, que cuando una mujer estaba por ser madre, colocarla en un ambiente primoroso le daba influencias positivas que eran recibidas por el feto. Que el ser humano nazca y sea criado en ambientes bellos, estéticos, donde pueda recibir tales influencias para su espíritu, reviste una importancia que la política normalmente parece dejar de lado en sus campañas, proyectos y obras. La antiestética urbana que inconscientemente altera a la población, es algo de lo que ni la mayoría de los ciudadanos comunes ni de los gobernantes tiene idea clara de lo que significa. La necesidad de viviendas, ámbitos laborales, educativos, sanitarios, recreativos, pensados conforme a la influencia psíquica y energética de las formas, de las dimensiones, de los colores, de la iluminación y ventilación, de la orientación magnética, de la limpieza y del orden, todavía está lejos de ser un problema político de prioridad en el rubro vivienda, en construcción, en obras públicas, en salud, en educación.
 

    1 Con respecto a deficiencias urbanas, en su libro La ciudad en discusión (1968), dice Edward C. Banfield, Profesor de Administración Urbana en la Universidad de Harvard: "El hecho de que enfrentamos una crisis urbana de suma gravedad ha llegado a ser en los últimos años parte de la sabiduría convencional. En todos lados nos dicen que las ciudades son inhabitables, que hay que demolerlas y reconstruirlas o levantar otras totalmente nuevas, que es preciso hacer -y pronto- algo drástico o de lo contrario…
    Según las apariencias, este panorama "crítico" tiene cierto grado de verosimilitud. No es necesario recorrer más que unas cuantas cuadras de cualquiera de nuestras ciudades para ver muchas cosas deplorables y que exigen urgentes mejoras. No deja de ser anómalo que en una sociedad tan rica y tecnológicamente tan avanzada como la nuestra existan muchos kilómetros de tugurios en las áreas urbanas y extensiones aun mayores que muestran condiciones deprimentes y un crecimiento caótico."

    "Si un verdadero desastre amenaza desencadenarse sobre la ciudad no es porque escaseen los lugares para estacionar, porque la arquitectura sea mala, porque disminuyan las ventas de las grandes tiendas o ni siquiera porque aumenten los impuestos. Si se produce una auténtica crisis, estará relacionada con el bienestar esencial del individuo o con la buena salud de la sociedad y no simplemente con el confort, la convivencia y las facilidades comerciales, por importantes que sean estos factores.
    Por extraño que parezca, los gigantescos programas gubernamentales para ayudar a las ciudades están orientados principalmente hacia los problemas del confort, la convivencia y las facilidades comerciales. Si algún efecto ejercen sobre los problemas graves, éste es, en general, el de agravarlos."

    "Muchos de los llamados problemas urbanos son en realidad condiciones que no podemos cambiar, o bien que no queremos cambiar para no sufrir las desventajas que acarrearía ese cambio."

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    2  Ver de Julio Verne: "Los quinientos millones de la Begún", conocida también como "Los quinientos millones de la princesa".

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    3  MASONES VINCULADOS A LA FUNDACIÓN DE LA PLATA
    Dardo Rocha:el fundador, Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, fue iniciado en 1858, a los veinte años, por su padre, el Venerable Maestro de la logia Constancia n° 7.
    Pedro Benoit: responsable del trazado de la ciudad, iniciado masón el 26 de octubre de 1858 en la logia Consuelo del Infortunio n° 3, y uno de los fundadores de la logia La Plata n° 80, fue nieto de Luis XVI y María Antonieta, e hijo de Luis XVII, el Delfín de Francia, cuyo nombre era Pierre Benoit, quien había sido iniciado en masonería en su país, y llegó a la Argentina bajo la presidencia de Bernardino Rivadavia, también iniciado masón.
    Carlos Guillermo Glade: colaborador de Benoit en el trazado de los planos de la ciudad, este ingeniero alemán que ejerció la docencia en la Universidad de la Plata, fue iniciado el 27 de setiembre de 1864 en la logia Germania n° 19.
    José Hernández: el autor de Martín Fierro, que fue quien propuso el nombre de "La Plata" para la Nueva Capital, fue iniciado el 28 de agosto de 1861 en la logia Asilo del Litoral n° 18 y era Miembro Libre de la Orden por haber cumplido 25 años de trabajos masónicos ininterrumpidos, y con grado 32 en el Escocismo.

    Masones presentes en la ceremonia fundacional
    Victorino de la Plaza, futuro presidente de la República, iniciado en 1867 en la logia Regeneración n° 5; Eduardo Wilde, ministro nacional, iniciado el 19 de setiembre  de 1871 en la logia Constancia n° 7; Domingo F. Sarmiento, Presidente de la República y Gran Maestre de la masonería Argentina, iniciado el 31 de julio de 1854 en la logia Unión Fraternal de Valparaíso, Chile; Benjamín Victorica, general, Presidente de la Suprema Corte, ministro, iniciado en la logia George Washington, de Concepción del Uruguay; Carlos D´Amico, Ministro de Gobierno de la Provincia y futuro Gobernador, fue Gran Maestre del Gran Oriente del Rito Argentino; Carlos Casares (h) Gobernador de la Provincia, fundador de la logia Unión del Plata n° 1, en 1855.

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    4  En los gráficos, abajo: símbolos masónicos como el compás (en azul) y la escuadra (en verde) en el plano de La Plata, pueden distinguirse también en el plano de Belo Horizonte.
 
 

La Plata

Con una plaza cada seis cuadras, coriendo en forma horizontal en el centro del plano: la avenida 13 (número muy significativo en escuelas iniciáticas) y corriendo en forma vertical: la proyección de la 52 (cuatro veces 13), se encuentran en la plaza central, donde en la fundación se depositó un cofre con objetos, para ser abierto cien años después, entre los cuales habían medallas de logias masónicas.

Belo Horizonte

Con una plaza cada siete cuadras, en el cruce de las dos principales avenidas (lugar conocido popularmente como "Paza Siete) se colocó un obelisco (monolito característico del antiguo Egipto).

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    5 Niemeyer Soares Filho, Oscar  Arquitecto brasileño (Río de Janeiro, 15 de diciembre de 1907), uno de los principales exponentes del movimiento moderno en Latinoamérica. El marcado carácter plástico de su obra se pone de manifiesto en la utilización del hormigón para obtener volúmenes arquitectónicos de una gran riqueza formal a la vez que incorpora los valores poéticos propios de las cultura de su país. Junto al arquitecto brasileño Lucio Costa es responsable de la planificación y construcción de la ciudad de Brasilia.
    Después de graduarse en 1934 por la Escuela Nacional de Bellas Artes de su ciudad natal, comenzó a trabajar con Lucio Costa, una de las principales figuras de la vanguardia en Latinoamérica. Ambos acometieron las obras del Ministerio de Educación de Río (1936) junto al gran maestro del movimiento moderno, el arquitecto franco-suizo Le Corbusier, que dejaría una profunda huella en ambos. En 1939 realizaron el pabellón brasileño para la Feria Mundial de Nueva York, y en 1943 la residencia Peixoto. En 1941 Juscelino Kubitschek de Oliveira, alcalde de Belo Horizonte, le encargó la construcción de una serie se edificios en los suburbios de esa ciudad. El resultado fue un magnífico conjunto en el que la pintura y al escultura se integran de forma magistral con la arquitectura, en un estilo muy personal e imaginativo (bóvedas parabólicas y muros inclinados) alejado del racionalismo imperante. Uno de los edificios es la polémica iglesia de San Francisco, tan radical en su estructura que su consagración se pospuso 16 años después de su finalización en 1943. Niemeyer representó en 1947 a Brasil en la realización del edificio de las Naciones Unidas en Nueva York.
En la década de 1950 el por entonces presidente de Brasil Kubitschek de Oliveira, le nombró asesor de Nova Cap, organización encargada de fundar la nueva capital del país, Brasilia. Bajo su consejo se decidió convocar un concurso nacional para las trazas urbanísticas del proyecto que ganó Lucio Costa. El propio Niemeyer es autor de varios edificios entre los que cabe reseñar el Supremo Tribunal Federal, el palacio de la Alvorada, la capilla presidencial y la famosa catedral Metropolitana, de planta circular, que posee una imagen muy expresiva marcada por una serie de nervios de hormigón que ascienden hacia el centro. También es obra de Niemeyer el centro neurálgico de la ciudad de Brasilia, la plaza de los Tres Poderes, un amplio espacio urbano rodeado por los edificios del Parlamento.
    A partir de 1960 ha trabajado indistintamente en su país y en el extranjero, realizando diversos conjuntos arquitectónicos en Alemania, Gran Bretaña, Italia, Argelia o Francia, entre otros países. Algunas de sus obras más destacadas durante estos años son la Universidad Constantina en Argelia, una biblioteca y una residencia de estudiantes en Oxford, Gran Bretaña, la embajada de Brasil en La Habana, Cuba, el Yacht Club en Río de Janeiro y el Ministerio de Defensa en Brasilia. También es obra suya el Memorial de América Latina, un inmenso centro cívico de ocho hectáreas inaugurado en 1989 en São Paulo. A lo largo de su dilatada carrera ha obtenido numerosos galardones entre los que destacan el Premio Lenin de la Paz (1963), el Premio Pritzker (1988) y el Premio Príncipe de Asturias de las Artes (1989).

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    6 Espirales
    En el filme "El orden del caos", se puede observar cómo la espiral está presente en muchos más procesos dinámicos y situaciones de lo que comúnmente se pueda pensar.
 

En el Templo de la Buena Voluntad (Brasilia), por una doble espiral superpuesta, la gente circula para llegar al centro del templo y luego salir. Ingresa por la parte negra "dejando sus negatividades" y sale por la parte clara, "purificada". 

El altar no tiene símbolos de ninguna religión en particular. Sólo una escultura en metal, con el símbolo del sol, el aire (espiral) y el agua que, además de los cristales, para la gente del templo son fundamentales fuentes de energía.

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    7 Sobre los cristales, en su libro "Cabalgando la ola de Zuvuya" (1992), José Argüelles, escribió: "...muchos de ustedes estuvieron recogiendo cristales como locos últimamente. La razón es ésta: los cristales son como remedios. Ustedes estuvieron recogiéndolos porque están fuera del centro. Tienen las formas d eondas temblorosas y confusas. Y los cristales, bueno, van hacia ustedes en realidad. Ustedes los atraen, como cuando un cuerpo se enferma y atrae los remedios que necesita para curarlo. Vibran a una velocidad muy elevada. Vibran hacia la forma de onda, y la refrescan. Traen mensajes, recogen mensajes y retienen mensajes. Y esos mensajes tienen que ver con la puesta en armonía de todos ustedes, armonía con ustedes mismos y con la Tierra. Porque es la Tierra la que los produce. Desde el punto de vista de la Tierra, no hay nada más común que el cristal de cuarzo. Pero para la Tierra, esos cristales y todos sus parientes son como nudos de información o inteligencia, hasta neuronas podríamos decir. Cada uno de ellos es especial, y sin embargo, cada uno contiene el holograma de la Tierra. Hay que concentrarse en esas piedritas. Poner toda nuestra intención en ellas. Mirarlas bien adentro. Escucharlas. Son sensibles a todos ustedes. Uno también puede pensar en ellas como la memoria de la Tierra, las ondas de inteligencia de la Tierra, ondas que buscan a la gente. Un cristal es la forma en que la Tierra reclama a un ser humano. Así que hay que rendirse cuando una de esas piedras encuentra a uno de ustedes. Ellas ponen a los hombres y mujeres a tono con la Tierra, y viceversa. La realidad es que cada uno de esos cristales es un ayudante espiritual, un aliado de la Tierra."

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    8 Sobre Geometría Sagrada,  talleres y cursos denominados "La Flor de la Vida", están siendo dictados en muchos países. Sus instructores dicen:
    "Cuando las enseñanzas sobre la geometría son utilizadas para mostrar la verdad ancestral de que toda la Vida emerge desde el mismo plano, podemos ver claramente que la Vida florece desde la misma fuente: la Fuerza Inteligente que algunos llaman “Dios”. Cuando se utiliza la geometría para explorar esta gran verdad, se despliega una comprensión más amplia del Universo, hasta que podemos ver que todos los aspectos de la realidad se vuelven sagrados. Comprender las simples verdades de la Geometría Sagrada, conducen a una evolución de consciencia y a a la apertura del corazón que es el siguiente paso en el proceso de la evolución humana. Las enseñanzas sobre Geometría Sagrada, alguna vez sólo disponibles para las escuelas Secretas de Misterios, ¡están disponibles ahora para todos! Estas pueden ayudarnos para conectar más plenamente con el Universo, así como para asistirnos con la curación emocional y física y una paz mental mucho mayor. Una vez que la mente (el cerebro izquierdo) comprende estas verdades, y son experimentadas a través del corazón (cerebro derecho), emerge un mundo totalmente nuevo. Esas enseñanzas antes se les daban a los iniciados de Egipto y eran llamadas La Escuela de Misterio del Ojo Derecho de Horus. En el Taller La Flor de la Vida, nosotros intruducimos las enseñanzas de esa Escuela (de acuerdo con las enseñanzas de Drunvalo Melchizedek) y las combinamos con una poderosa respiración y una técnica de meditación llamada La Meditación Mer-Ka-Ba. La combinación de las enseñanzas de la Geometría Sagrada y de la meditación, crean una puerta por medio de la cual el alumno puede viajar más allá del tiempo y el espacio hacia el campo unificado del que todos somos parte, la energía viviente de toda la Creación. Cuando se familiarizan con esta práctica, sus vidas cambian profundamente, mientras sus ojos se abren al potencial ilimitado del espíritu humano. La ciencia de la Geometría Sagrada, obtiene su nombre del hecho de que ciertas figuras y formas son consideradas "sagradas" y son encontradas naturalmente en toda la creación. Estas geometrías son tan comunes que se han vuelto el "lenguaje" de Dios. Este lenguaje, figuras, formas, proporciones, se encuentran en el ADN, en las células de tu cuerpo, de las plantas, animales, cristales, planetas, estrellas y galaxias. Exploraremos figuras geométricas específicas y proporciones consideradas sagradas como los Sólidos Platónicos, el Cubo de Metatrón, la Fruta de la Vida, la Flor de la Vida, La Espiral de Proporción Aúrea, la Secuencia Fibonacci y la  Estrella Tetraédrica."

    (Publicado en: www.avalon.com.ve).

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    9 Sobre los círculos en campos de cultivo, en su libro "Mensajeros del Alba" (mensajes de seres de las Pléyades), Barbara Marciniak reproduce lo siguiente:

    "La geometría lumínica representa una colección de experiencias de seres que han encarnado en el planeta, desafiando las leyes humanas y se han manifestado como un lenguaje. Hubo una vez en que estas energías existieron como hombres y mujeres en el planeta, ahora su evolución los condujo a ser símbolos geométricos y ellos existen en su reino, como ustedes existen en el vuestro.
    Hay universos en donde moran estos símbolos. Y en este momento están de visita aquí. Hay círculos y otras formas que han aparecido en los campos de cultivos, ellos imprimen su frecuencia con esos símbolos, y van a ir en aumento. Eventualmente ustedes construirán casas de formas geométricas y no meramente cuadradas o rectangulares.
    En esta tercera dimensión se están abriendo unos cuantos portales para que la Tierra evolucione.

    En un tiempo la Tierra estuvo en cuarentena debido a las luchas entre las fuerzas. Hubo increíbles guerras en este planeta y todavía quedan rastros de ellas en los lugares áridos y desérticos. Hace unos 12.000 años la Luz perdió la batalla, la Luz no siempre gana, porque la Luz también tiene que aprender a integrarse con todas las partes de sí misma. Ahora se vuelven a abrir los portales para que entre la Luz, y aumente diariamente, debe afincarse en el planeta. No es que una nave espacial baje y forme esos diseños en los campos, aunque algunos de los círculos fueron hechos por aterrizajes, la inteligencia puede asumir la forma que quiere, por ejemplo, una ola de Luz. En sí, los círculos y formas son logradas a través del sonido, para imprimir un lenguaje, un sonido más allá de la captación humana.
    Se han visto muchos de ellos en Inglaterra y Europa, pero también aparecieron en Rusia y Sud América, y aún en USA, aunque se estén esmerando en pretender que no sea así. Estas formas son como jeroglíficos, y según en qué se basan, por ejemplo, La Piedra Rosetta, les dice algo, aunque si pudiesen recordar el lenguaje secreto de los sacerdotes, tendrían otra interpretación.... Los círculos son impresos en los campos para ayudarles a mantener vuestra frecuencia y de tener el coraje de vivir vuestra Luz. De una manera muy sutil ellos ponen a disposición una información de las frecuencias, y si estuviesen escritas todos en un solo campo, sucedería enseguida algo con ellas, pues están todas conectadas. Ayudan a activar la red que rodea la Tierra. Les permitirán sentirse más cómodos con la información que les va llegando. Son como puertas energéticas. Trabajan con lugares que son centros, vórtices energéticos, muchos de ellos reactivados ahora. No son lógicamente explicables, hay que sentirlos".

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    10 Sobre el círculo y su significado en la cultura sioux, en su libro "El Legado Espiritual del Indio Americano" (1981), Joseph Epes Brown cuenta:
    "Quejándose de que el indio deba vivir ahora en su casa de troncos cuadrada, forma que para los indios carece de poder, Alce Negro dijo en una ocasión:
  "Habéis visto que todo lo que hace el indio lo hace en un círculo, y esto es así porque el Poder del Mundo siempre actúa en círculos, y todas las cosas tienden a ser redondas. En los días de antaño, cuando éramos un pueblo fuerte y feliz, todo nuestro poder nos venía del círculo sagrado de la nación, y en tanto el círculo no se rompió, el pueblo floreció. El árbol florido era el centro vivo del círculo, y el círculo de las cuatro direcciones lo nutría. El este daba la paz y la luz, el sur daba el calor, el oeste daba la lluvia, y el norte, con su viento frío y potente, daba la fuerza y la resistencia. Este conocimiento vino a nosotros desde el mundo exterior con nuestra religión. Todo lo que hace el Poder del Mundo se hace en un círculo. El cielo es circular, y he oído decir que la tierra es redonda como una bola, y también las estrellas son redondas. El viento, en su fuerza máxima, se arremolina. Los pájaros hacen sus nidos en forma de círculos, pues tienen la misma religión que nosotros. El sol sale y se pone en un círculo. La luna hace lo mismo, y ambos son redondos. Incluso las estaciones, con sus cambios, forman un gran círculo, y siempre regresan a donde estaban. La vida de un hombre es un círculo de infancia a infancia, y así en todas las cosas en que se mueve el poder. Nuestros tipis eran circulares como los nidos de los pájaros y estaban siempre dispuestos en círculo, el círculo de la nación, un nido hecho de muchos nidos en que el Gran Espíritu quería que cobijásemos a nuestros hijos."

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    11 Acerca de la disposición lineal de las viviendas, en Los ocho pecados mortales de la Humanidad civilizada, dice el Premio Nobel de Medicina 1973, Konrad Lorenz: "No sólo las consideraciones comerciales sobre el abaratamiento del material cuando se fabrica en serie, sino también la moda, universal niveladora, son causa de que se eleven en las barriadas periféricas de todos los países civilizados millares y millares de edificios masivos cuya única diferencia entre sí es el número sobre el portal; ninguno merece el apelativo "vivienda", pues todos ellos semejan, si acaso, una retahíla de cuadras para los "humanos útiles", si se nos permite emplear por una vez esta expresión para establecer una analogía con la denominación "animales útiles".
    Se dice con razón que el encerrar a las gallinas Leghorn en jaulas alineadas significa una tortura para los animales y un oprobio para nuestra civilización. Sin embargo, se tolera, e incluso exige, un proceder análogo con los seres humanos, aun cuando justamente el hombre sea quien peor soporta un tratamiento tan antihumano en la más pura acepción del término."

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    12 En cuanto a la antiestética de los diseños arquitectónicos y urbanísticos y sus efectos, dice Konrad Lorenz en su obra citada: "La Humanidad civilizada se encamina por sí sola hacia su ruina ecológica mientras asola, con obcecación y vandalismo, la Naturaleza que le circunda y nutre. Tal vez reconozca sus errores cuando sienta por vez primera las secuelas económicas de tal actitud, pero entonces probablemente será demasiado tarde. Sin embargo, lo que menos percibe es el daño causado a su alma en el curso de ese bárbaro proceso. La ruindad estética y ética de la civilización actual es imputable, en gran medida, al distanciamiento generalizado y acelerado de la naturaleza viva. ¿Dónde encontrará inspiración el hombre de la generación futura para respetar esto o aquello, si todo cuanto ve en torno suyo es obra humana, y, por cierto, una obra humana excepcionalmente sórdida y disforme? Incluso el firmamento estrellado se oculta a la mirada del ciudadano con los rascacielos y el enrarecimiento químico de la atmósfera. Por consiguiente, no es nada extraño que el progreso civilizador lleve como cortejo un afeamiento deplorable de la ciudad y del campo. Comparemos, con los ojos bien abiertos, el recinto antiguo de cualquier ciudad alemana con su moderna periferia, o bien sus contornos engullidos vorazmente por el envilecimiento cultural, con las localidades exentas todavía de tal carga. Será como comparar el cuadro histológico de cualquier tejido animal sano con un tumor maligno: ¡hallaremos sorprendentes analogías! Esta diferencia, analizada con objetividad y transportada de lo estético a lo calculable, estriba fundamentalmente en una pérdida de información.
    La principal diferencia entre la célula del tumor maligno y la del tejido normal estriba fundamentalmente en que aquélla ha perdido la información genética que necesita para representar su papel como miembro útil en la comunidad de intereses del organismo. Por ello se comporta como un animal unicelular, o, mejor dicho, como una joven célula embrionaria. Desprovista de estructuras especiales, se divide anárquicamente de tal modo que el tejido tumoral, al infiltrarse en los tejidos todavía sanos, se desarrolla y termina destruyéndolos. Estas analogías manifiestas entre el panorama de los suburbios y del tumor tienen el siguiente fundamento: en los espacios todavía sanos de uno y otro se realizan numerosos planes constructivos muy diversos, pero relacionados entre sí y diferenciándose de forma sutil. Estos planes deben su exacta uniformidad a la información acumulada durante una larga evolución histórica, mientras que en el tumor o las zonas asoladas por la tecnología moderna sólo imperan unas cuantas construcciones simplificadas al máximo. El cuadro histológico de las células tumorales totalmente uniformes y con mediocres estructuras deja entrever una desesperante semejanza con la vista aérea de cualquier arrabal moderno con sus edificaciones monolíticas proyectadas por arquitectos casi incultos o bien imprevisores y animados por un espíritu de competencia. Pues esa competencia de la Humanidad consigo misma surte efectos aniquiladores cuando se la aplica a la construcción de viviendas."

    "Evidentemente, los sentimientos estéticos y éticos están muy vinculados entre sí, y los hombres que deben vivir en las condiciones susodichas sufren a todas luces una atrofia de ambos. Tanto la belleza de la Naturaleza como la del medio ambiente cultural creado por los humanos son ostensiblemente necesarias para mantener la salud moral y espiritual de los hombres. La ceguera anímica total para todo cuanto sea bello -lo que se propaga hoy con suma rapidez por doquier- es una enfermedad mental cuya gravedad se acentuará irremediablemente porque va asociada a una vituperable insensibilidad ante todo lo ético.
    Las consideraciones estéticas no representan el menor papel para quienes han de decidir si conviene construir una carretera, una central eléctrica o una fábrica, la presencia de la cual destruirá para siempre la belleza de toda una comarca. En todos los cargos administrativos desde el alcalde de la localidad más modesta hasta el ministro de Economía de un gran Estado, impera el criterio unánime de que no está permitido hacer sacrificios económicos -ni políticos siquiera- a la belleza natural. Los escasos protectores de la Naturaleza y los científicos que vislumbran el inminente desastre permanecen inermes. El proceso subsiguiente se repite con exasperante frecuencia: algunas parcelas pertenecientes a la comunidad y situadas arriba, en el bosque, adquirirían un interesante valor de venta si una carretera condujese hasta ellas; así pues, se aprisiona en tuberías al encantador arroyuelo que serpentea por la aldea y se endereza y cubre su curso, tras lo cual el maravilloso camino aldeano queda transformado en una espantosa carretera comarcal."

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    13 Feng Shui. Milenario arte de crear ambientes armoniosos, que busca la mejor integración entre las personas y su hábitat. Basado en conceptos taoístas, procura la mejor fecha, orientación, formas arquitectónicas y decorativas, para atraer influencias positivas sobre la salud y la prosperidad. Sus orígenes se remontan a 5.000 años, en las planicies agrícolas de la China, cuando se comenzaron a configurar mapas o gráficos que explicaban la relación de la Tierra, el cosmos y sus ciclos. Alrededor de los años 480 a 221 A.C., utilizaban a los conocedores para elegir lugares a habitar, plantar semillas, cosechar, trabajar, etc. Para el año 200 AC eran comunes los profesionales del Feng Shui en China, quienes daban gran importancia a la orientación de las tumbas. Para el año 200 DC, los expertos en Feng Shui ya trabajaban en la corte. Entre los siglos IX y XVI aparecieron los más grandes maestros, quienes escribieron libros fundamentales sobre este arte-ciencia. Hoy, está abolido oficialmente en China comunista, pero se practica mucho en Taiwan, Hong Kong, Singapur, Malasia, y también en Occidente. Los grandes banqueros japoneses siempre solicitan la revisión de un experto en Feng Shui para elegir la zona mas adecuada para construir.
    Los términos "Feng-Shui" significan: "Viento-Agua". Los chinos dicen que este arte es como el viento, que no se puede entender, y como el agua, que no se puede agarrar. También es el viento que trae el agua para alimentar todo lo que esta debajo.
    Conceptos como el Lo Shu, los Trigramas, el Ba Gua, el manejo de la energía vital -llamada "chi"-, se suman a las interpretaciones del libro sagrado I Ching, para conformar la teoría y práctica de esta disciplina -también denominada- Geomancia. El calendario chino, la secuencia de los Cinco Elementos y el uso de la brújula magnética terminan de completar las herramientas de esta disciplina.
    Existen varias tendencias en la práctica del Feng Shui: La llamada Escuela de las Formas se basa en el entorno del sitio, forma de la casa y objetos que la decoran. La Escuela Budista toma la entrada de la casa como orientación y recurre a la interpretación de un gráfico Ba Gua para su análisis. La Escuela de los Ocho Presagios usa la brújula y puede o no usar los Cinco Elementos. La Escuela de las 24 Estrellas usa la brújula, el entorno, la fecha de construcción y los Cinco Elementos, siendo probablemente la escuela más sofisticada.
    El lugar que ocupamos en el universo depende de la relación dinámica entre nuestras energías personales, y las energías que moldean la naturaleza y el medio ambiente que nos rodea. Nuestras acciones deben encaminarse a mantener el equilibrio entre el hombre y la naturaleza y así lograr vivir en armonía con ella. La filosofía china, nos enseña que somos reflejo y producto del medio ambiente en el que vivimos. Debemos conservarlo de forma que nos brinde y promueva la cooperación familiar, la productividad en los negocios y la excelencia humana.
    El Feng Shui toma en cuenta la orientación hacia el norte o sur, la entrada de energía por el este, la fluidez de las corrientes subterráneas magnéticas, nuestros pensamientos, palabras y emociones, bloqueos por mala distribución de los muebles, bloqueos por incorrecta mezcla de colores, magnetismo de la tierra, puertas dimensionales por donde penetran entidades, etc. En un principio los sabios chinos colocaban un trozo de pan o alguna fruta y la dejaban algunos días en el lugar, observando diariamente, en los lugares donde había energía positiva, que el alimento permanecía intacto sin deteriorarse por varios días, mientras que, en los lugares donde había cruces de líneas magnéticas nocivas, la fruta o pan comenzaba a presentar deterioro rápidamente. Las energías magnéticas nocivas pueden estar causando que las personas enfermen constantemente sin razón aparente, se sientan débiles, demasiado alteradas, con dolores, sensación de ahogo, tristeza, depresión, angustia, etc. Es importante revisar el Feng Shui de nuestros lugares, para crear esa atmósfera que realmente nos ayude a sentirnos mejor, en armonía con nosotros y el entorno, así como aprovechar todas las fuerzas que nos da la tierra para nuestro beneficio. Cuando se encuentran lugares con emanaciones negativas propias de la tierra, hay formas de neutralizarlas para que no afecten en ningún aspecto físico, mental, emocional o energético. El Feng Shui nos da herramientas para poder alterar, corregir, sintonizar, armonizar y energetizar adecuadamente todos los espacios, armonizando también nuestra propia energía.

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Parte II
COMUNIDADES PEQUEÑAS ANTE EL PROBLEMA DE LAS GRANDES CIUDADES


Ciudades grandes y comunidades pequeñas

    A partir del momento en que se expanda en la sociedad la conciencia de todo esto que sucede, será posible crear la necesidad de dignificar las condiciones de vida en comunidad. Pero ya será tarde para rediseños urbanos que exijan demoler y reedificar viviendas: habrá que empezar desde los cimientos en lugares despoblados y con núcleos sociales reducidos, que no sobrepasen una determinada cantidad planificada de habitantes, que puedan convivir interactuando entre sí, sin el aislamiento a que estamos sometidos, y sin la amenaza de un sobrepoblamiento.(1)
    El proceso no debe ser de fuga masiva de las ciudades, desintegrando de una vez todo lo que está funcionando, para poner de repente a funcionar a toda la gente en millones de comunidades. Dentro de lo gradual que debe ser este proceso, no existe en él la antítesis gran ciudad-pequeña comunidad; deben estar una en interrelación con la otra, no en oposición. La idea es un proyecto mundial de pequeñas comunidades en red, pero en interacción con las grandes ciudades, que seguirán siendo necesarias para ciertos fines, como de producción, comercio y administración.
    Si no existiera este proyecto conciliador de ambas formas de vida y desarrollo social, y sólo existieran las grandes ciudades como lugar de progreso ambicionado y como continuidad indefinida de la degradación y decadencia continuas en la vida urbana, sí estaríamos planteando una antítesis, porque el ideal comunitario tendría a la gran ciudad como obstáculo. Pero si vamos a plantear un mundo del futuro poblado de comunidades pequeñas y con ciudades despoblándose gradualmente, la antítesis no tiene razón de ser en el planteo. Porque hasta el proyecto mismo de las comunidades en red mundial, es una idea concebida en el seno de una cultura urbana, y es desde ciudades y por medios tecnológicos como lo es Internet, o los medios de prensa, desde donde habrá de armarse, difundirse y hacerse viable este proyecto. Nunca se podría haber llegado a una formulación política, social, demográfica de estas características, de no haber existido la gran ciudad como polo de desarrollo cultural, donde convergieron las fuerzas productivas que definieron las posibilidades tecnológicas de que podremos disponer en esas futuras comunidades pequeñas.
    Todo este planteo no ha tenido la intención de descalificar a la ciudad considerándola nociva para nuestro desarrollo, sino que es de reconocerse que sin las ciudades no habríamos descubierto ni la electricidad, ni las vacunas, ni mucho de lo que ahora hasta los indígenas pueden desear para vivir mejor. Y eso sin desmerecer la vida que llevaban los sioux, los hopi o los patagones, que tenían muchas menos razones que nosotros los civilizados para quejarse de los problemas de la existencia. Pero como la historia, la genética y el presente de la civilización urbana, sitúan al ciudadano muy lejos de conformarse con vivir en carpas, cazar con arco y flecha, danzar alrededor de una hoguera y andar descalzo, no podemos aplicar el ideal de vida de unos a lo que son otros, los que no son de pueblos con vida tribal en el campo, la selva o las montañas. La ciudad, la tecnología, la ciencia, las fábricas, las escuelas y universidades, todo eso integra una realidad que para nuestros antecesores era preciso desarrollar, y sólo en ámbitos muy poblados era posible. Se logró. Se está llegando a la conclusión del proceso. De los frutos de ese logro se puede iniciar un proceso inverso: desconcentración poblacional; todo retorna a su punto de origen: la pequeña aldea en un medio natural, pero enriquecido por todo el proceso histórico de la civilización, y en intercambio con la gran "aldea global" por los medios de comunicación. Toda la convergencia poblacional hacia ciudades de cientos de miles a millones de habitantes, ha sido necesaria y útil en tanto forjadora de futuras generaciones de ciudadanos potenciados y listos para vivir fuera del contexto urbano, provistos de las pautas y los elementos educativos, científicos y técnicos necesarios para tener una vida mejor que si no hubiera existido todo el  proceso de urbanización.
    De no producirse ese retorno a un sistema social de pequeñas comunidades, la experiencia del progreso en las grandes ciudades seguiría sobrepasando el punto de saturación, de manera autodestructiva, sin la válvula de escape de presión que significa una perspectiva de descongestionamiento como la que propone este proyecto comunitario. No tendría sentido tanto aglutinamiento de siglos y siglos, sin una descompresión posterior. En cambio, seguir soportando las calamidades urbanas podrá adquirir el sentido que no está teniendo, en tanto y en cuanto haya de operarse una política mundial de despoblamiento urbano y de establecimiento de comunidades pequeñas. Sólo entonces todo el flujo de cultura, de tecnología, de recursos producidos en la sociedad urbana tendrá tal importancia que, sin las ciudades, las comunidades del proyecto no tendrían el abastecimiento necesario. Porque no se trata de establecer comunidades donde cazar con arco y flecha, sino donde aplicar todo el producto de la civilización.
    Por eso este proyecto debe ser entendido no como una ruptura con la sociedad industrial, capitalista, urbana, sino como un proceso mixto de conciliación del ideal comunitario, con los factores propios de la civilización que hemos desarrollado, aplicados a una nueva civilización a edificarse bajo factores ambientales y humanos armonizados como no pueden serlo en la gran ciudad.
 

Formulación de una política mundial de pequeñas comunidades en red

    Para llegar al establecimiento de una política formulada con presupuestos, estrategias y plazos de ejecución de planes a nivel mundial, hasta la realización de este proyecto, podrá pasar un tiempo indeterminado, y no debe esperarse a que en las Naciones Unidas se resuelva algo al respecto, para recién entonces empezar. Aunque la globalización del comunitarismo propuesto se produjera como consecuencia de exitosas experiencias piloto realizadas por gobiernos, ONG's, empresas e individuos de diversos países, en vez de una utopía para un futuro lejano, en el cual la cuestión adquiera trascendencia en el seno de la ONU, debemos abocarnos a un planteo pragmático para el aquí y ahora. En el cual las ONG's e individuos participantes del proyecto, no necesariamente deban contar con apoyo guberanamental y empresarial para poner en marcha el propósito.
 

Globalización, localización y diversificación cultural

    El mundo del futuro está siendo concebido a partir de lo que es el mundo del presente, y no de lo que, más allá de lo que conocemos, proponga una realidad totalmente distinta de todo lo conocido. Lo que conocemos es que las sociedades humanas integran lo autóctono y lo foráneo, en una fusión donde lo segundo, debilitando a lo primero, tiende a instalarse como característico de la vida diaria, con mayor facilidad cuanto más difusión mundial tenga. El diseño arquitectónico de un shopping será el mismo en cualquiera de los continentes, y en ellos nunca estará ausente la Coca-Cola; se va desde la infancia a la vejez tomando esa bebida sin que importe de dónde salió, porque es un producto más, ya tradicional, en la economía nacional. La "cultura planetaria" que integran Shell, Microsoft, Marlboro o Philips, son parte de una globalización que hace necesarios y hasta imprescindibles muchísimos productos que las culturas locales no están en condiciones de proveer.
    Por eso el mundo está siendo planificado para el futuro en una continuidad de la actual coexistencia de lo local y lo global, donde el ciudadano viva en la mezcla de lo autóctono y lo foráneo a niveles tales en que se pierda la noción de dónde termina una cosa y empieza la otra. Desde fenómenos localizados como lo brasileño y lo africano, fusionados en lo "afrobrasileño" a nivel religioso, o la tradicional "bombacha" del gaucho argentino-uruguayo, inventada en Inglaterra, hasta cuestiones globales como el consumo de cigarrillos o automóviles de fabricación nacional, pero de marca extranjera, que resuena familiar, como cosa característica del país, pues Philip Morris o Ford son parte de la historia del siglo XX en tantos países, tanto como pueda serlo cualquier marca nacional .
    Cuando las formas culturales puras se alteran al combinarse unas con otras, terminamos viendo indígenas cambiando sus viviendas por cubículos de cemento, yendo a trabajar a la fábrica maderera, desde donde los bosques en que vivían sus ancestros son devastados. También vemos que esos indígenas tienen, en ciertos aspectos, ventajas tales como expectativas de vida, confort y salud, superiores a las de sus antecesores. Por lo tanto, la idea no es presentar a estos procesos culturales ni como perjudiciales, ni como beneficiosos. La idea es presentar una situación en la que la resultante mixta, que combina lo local con lo foráneo influyente en el cambio, no tiene punto de retorno a la situación anterior. Es decir, no podemos plantearnos un futuro en el que los indígenas de Estados Unidos deban volver a cazar bisontes, o en el que los nativos del África cacen elefantes, así como no cabe que los blancos también hagan cacerías indiscriminadas de animales hoy protegidos de ser extintos. Si la cultura de hoy nos exige la preservación de especies vivientes amenazadas, toda tradición indígena, negra o blanca de cacerías no tiene cabida.
 

No hay vuelta atrás

    De no haber llevado a muchas especies al riesgo de extinción, los nativos que hoy practicaran las ancestrales cacerías no estarían haciendo más que obedecer a su historia, tradiciones y necesidades básicas naturales. No ha sido precisamente por culpa de ellos que hoy les está restringida y penada la caza "ilegal": fueron los blancos quienes les introdujeron el uso de rifles (a quienes no siguen todavía con sus primitivas armas); fueron ellos quienes cazaron en exceso, hasta ser ellos mismos quienes tuvieron que establecer leyes de protección a la fauna. Ignorantes de la situación del ecosistema, nativos cazadores furtivos en busca de marfil y cuernos han perdido el sentido original de lo que debía ser la caza para la vida en las tribus. El hombre blanco, al haber alterado los conceptos de cacería para subsistencia, por los de una ambición desmedida que redujo al extremo el número de animales, ha terminado por privar a las poblaciones indígenas hasta de lo que era su natural derecho a subsistir mediante una caza en su justa medida. A fines del siglo XIX, dos docenas de bisontes fue todo lo que los Winchester dejaron a los indios de las grandes manadas que les proveían carne y pieles. De no haberse reproducido los bisontes sobrevivientes a un número hoy de miles, ya serían una de las múltiples especies animales extintas por el hombre. Pero lo que no pudo -ni quiso- ser evitado, fue la extinción de la cultura autóctona de la caza del bisonte con fines de subsistencia.
    Ya no se trata de devolverle a los indios esa tradición el día de mañana; no se trata de buscar culpables ni de reparar daños volviendo a situaciones anteriores a los errores: no hay vuelta atrás, hay daños irreparables, culpabilidades que no podrán ser reivindicadas y víctimas que no podrán ser compensadas con beneficio reparatorio alguno. La realidad es ésa, y exige una visión del futuro que poco o nada puede llegar a tener que ver con lo que fue el pasado. Mientras muchos indígenas deberán comprender que la situación ha puesto fin a la posibilidad de que la tradición de las cacerías perdure o que alguna vez se restablezca, muchos blancos deberán hacer exactamente lo mismo. En el Forum Global Rio'92, durante la Cumbre de la Tierra, el stand de la "Asociación de Caza y Conservación..." (¿"conservación" de qué hacen los cazadores deportivos?) fue hostigado por ambientalistas, quienes le pintaron con aerosol: "Fuera asesinos", tras lo cual el stand permaneció vacío... Realmente, en medio de una reunión global de ONG's allí presentes para aportar cada una lo suyo a la salvación del planeta, la presencia de ese stand era una verdadera burla y falta de respeto a la vida. En Animal Planet, National Geographic, Mundo, Discovery y canales de esa línea, es evidente por qué no hay programas sobre cazadores. "Hasta que los animales tengan sus propios historiadores, las historias de cacerías seguirán glorificando al cazador", dice un proverbio africano. Y gente como la de dichos canales, que comienza a ser integrante de los historiadores con que los animales ya pueden contar, se está encargando de que al cazador se le termine toda y cualquier glorificación.
    Los conceptos de los occidentales deberán seguir en esa línea de cambio. Quizá hasta los raticidas habrá que prohibir algún día, pues de seguir como vamos, las ratas serán del poco alimento que muchos tendrán disponible. Si eso todavía no es de descartarse porque el futuro es imprevisible, para que tal cosa no suceda, habrá que prever muchas cosas en vez de seguir dejándolas a su suerte arriesgando la nuestra. Lo previsible en estos momentos y conforme a los acontecimientos, es que pase algo muy grave en poco tiempo con el ecosistema y con las ciudades. Algo para lo cual, de no haber vuelta atrás, habrá que buscar soluciones en una dirección distinta de todo lo ya conocido y practicado por nuestra civilización, y una de esas soluciones es un despliegue de comunidades como la planteada en el presente estudio. En qué medida los políticos y empresarios podrán o querrán comprender la necesidad de tal estrategia demográfica, y hacer algo al respecto, dependerá menos de ellos mismos que de movimientos ciudadanos gestados por organizaciones e individuos en particular, concientes de la realidad y de sus urgencias antes de que gobiernos y empresas lleguen a dar un primer paso en el asunto. La fiebre del oro en Estados Unidos generó todo un fenómeno migratorio que ningún político o empresario tuvo que incentivar para que los propios ciudadanos decidieran materializarlo. Es cierto que resulta más fácil hacer que la gente sea captada por la fuerza centrípeta de un polo de atracción como puede serlo un mineral precioso, a que sea lanzada por la fuerza centrífuga de lo insano de las ciudades. Porque es una fuerza menor que la fuerza centrípeta de las necesidades artificiales que han sido creadas para que sea imprescindible seguir integrando el engranaje de la vida urbana. De no ser atractivas las comunidades de este proyecto, no generarán la fuerza centrípeta necesaria para ofrecerles a los habitantes de las grandes ciudades, motivos que contrarresten la fuerza centrípeta que ellas ejercen sobre sus pobladores. Si el kibutz tuvo éxito en Israel, por algo fue: nadie iba a radicarse allí si no ofreciera condiciones de vida deseables.
    Pero lo que hoy puede ser considerado deseable y atractivo, quizá el día de mañana sea considerado superfluo. Si ver televisión es hoy tan importante que hasta podrá faltar comida para los niños, pero no un televisor, el día que haya conciencia de los daños físicos y mentales a futuro provocados por la desnutrición, quizá haya más familias que prefieran cultivar la tierra, criar animales y consumir los alimentos necesarios en una pequeña huerta de su hogar sin televisión. Conforme la crisis económica siga provocando el hambre de cada vez más gente, mucha de ella dejará de tener por ideal contar con sus electrodomésticos, automóvil y un "prestigio social" académico que de nada sirve con diplomas colgados o enroscados y profesiones sin posibilidad de ser ejercidas. Quizá el ideal sea tener para comer, las comodidades básicas del hogar, y algo en qué trabajar. De hecho, ese es precisamente el ideal de muchos que han dejado de creer en las falsas promesas del sistema, porque se toparon con la realidad de que, en los grandes núcleos urbanos, hay menos posibilidad de ser protagonista que mero espectador y observador frustrado de lo exhibido en las vidrieras, inaccesible a su bolsillo. Frustración ésta que el sistema le compensa al individuo al hacerlo sentir "espectador privilegiado" de un sinfín de propuestas baratas o gratuitas del circo urbano con su diversidad de shows que puede presenciar en TV, en el cine, en el estadio deportivo o en la calle. Viejos slogan políticos tales como "marchemos hacia las fronteras" (hacer patria poblando los deshabitados confines del país) no tienen fuerza ante el bombardeo propagandístico de consignas para vivir en medio de donde sucede todo lo que es mostrado como "trascendente" (farandulismo, por ejemplo), y donde se puede ser "importante"...
    Para muchos, llegados a las ciudades con tantos sueños, rotos éstos al toparse con que eran ficticia propaganda, es inconcebible un retorno a sus poblaciones, donde la pobreza nada les promete que sea mejor que la pobreza en las capitales. Porque sus poblaciones de origen no están exentas del mismo problema de la falta de solidaridad y comunitarismo que en las grandes urbes. Por algo se dice tanto lo de "pueblo chico, infierno grande"; a no engañarse: los lindos pueblitos pueden estar muy lejos de ser un paraíso. No confundamos pueblito con "comunidad", o las comunidades del presente proyecto con futuros pueblitos que puedan parecerse a tantos otros. Este proyecto no propone que quienes se hayan ido de sus pueblos a las grandes ciudades retornen a ellos. No sería solución, no hay esa vuelta atrás. A toda esa gente hay que ofrecerle algo mejor que su punto de origen y que la ciudad de destino en que no encontró lo que buscaba. Y ese algo es: "comunidad chica, paraíso grande". No es lo mismo ir a vivir a un pequeño poblado cuyos habitantes no tengan sustanciales fines en común, que participar de un mismo fin en un proyecto comunitario. La diferencia entre un infierno y un paraíso no es otra cosa que el grado de integración, de unidad, cooperación, solidaridad entre los miembros de un conjunto humano. Disgregados en sus respectivos fines no siempre congregativos, y hasta en muchos casos competitivos entre los pobladores (por ejemplo: en lugar de una cooperativa, competencia entre comerciantes del mismo rubro), a los pueblos pequeños puede no tener mucho que envidiarles la ciudad grande en este aspecto. La integración al ritmo y a los valores impuestos por la civilización dirigida desde los núcleos superpoblados, hace que cinco mil habitantes de un poblado (por más que vivan en tranquilidad por la seguridad que permitida por el hecho de que todos se conozcan entre sí), no escapen a la dispersión de fines entre envidias y competencias. Una réplica en miniatura de la gran ciudad y sus problemas.(2)
     El material humano salido en tales condiciones de tales poblaciones, e incorporado a las ciudades grandes, ¿cuánto puede ofrecer que no sea más de lo mismo? El mito de la "buena gente" de los pueblitos y la "mala gente" de las capitales, puede ser fácilmente demolido por la relatividad de esa idea ante la evidencia de la realidad; la cosa hasta puede darse a la inversa. Quizá, como una forma de evitar que de estos pequeños pueblos mucha gente siga yéndose a las grandes ciudades, lo conveniente sea fundar cerca de ellos comunidades que capten a los potenciales migrantes, dándoles condiciones de vida mejores que en las poblaciones de las que desearan irse. Esto también contribuirá a disminuir el flujo migratorio hacia las ciudades; evitará que el día de mañana muchos migrantes frustrados, viendo que "no hay vuelta atrás", queden sin solución en estado tan lamentable como en el que llegaran, o peor, en muchos casos en la marginalidad de las capitales, donde sumen su cuota de problemas para empeorar la situación.(3)
     Si los políticos comprendieran la importancia de una propuesta tal, la idea de planificar comunidades ya tendría larga data. Pero como sus políticas han venido incentivando valores anticomunitarios, competitivos e individualistas (propios de la sociedad de producción-comercio-consumismo) como pilares de la economía, ser político ha sido sinónimo de ser preservador del sistema económico que necesita ciudadanos individualistas con espíritu de competencia y antisolidarios; sistema donde el corporativismo es un semidiós cuya refulgencia opaca al cooperativismo a tal punto, que muchas cooperativas quiebran mientras las multinacionales florecen en el tercer mundo haciendo estragos en las industrias nacionales. Ésta es la obra de la mayoría de los políticos, quienes buscando soluciones corporativas para el ahora, generan a futuro -inmediato- nuevos y mayores problemas económicos en la población, que no tienen vuelta atrás, cuando un país ha sido vendido a las transnacionales y su bandera en los mástiles es de lo poco que de nacional queda. Llegados a tales instancias en que la bandera es lo de menos y quién maneje las empresas y los países importará igualmente poco, porque vamos entrando en órbita de una economía global pluri-imperialista oligopólica, la cuestión no es declararle la guerra a ese sistema, sino interactuar con él mientras se vaya montando otro paralelo, de comunidades en red, en cada una de las cuales los conceptos de nación y territorialismo sean irrelevantes. Y el las cuales los sentimientos humanos sean el pilar constitutivo y no una circunstancia colateral: los más altos valores humanos serán el objetivo de la convocatoria, y no la eficiencia de las fuerzas productivas aplicadas a un proyecto generador de recursos económicos, como ha ocurrido en las civilizaciones espiritualmente vacías, con el -equivocado- espíritu impulsor de la vida urbana, consistente en la codicia individualista y en las glorias personales de los gobernantes, atentos a los envoltorios más que a los contenidos, es decir, a las estructuras de hormigón y demás indicadores de "desarrollo y modernidad", más que al estado de vida de la gente.(4)

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    1 En su obra citada, dice Konrad Lorenz sobre la superpoblación y otros males de la civilización:"¿Para qué le sirve a la Humanidad su multiplicación desmedida, su espíritu de competencia que se acrecienta sin límite hasta rayar en lo demencial, el incremento del rearme, cada vez más horripilante, la progresiva enervación del hombre apresado por un urbanismo absorbente, y así sucesivamente? No obstante, si afinamos un poco nuestra observación nos percatamos de que todos esos adelantos erróneos son perturbaciones de unos mecanismos muy concretos del comportamiento, en cuyos comienzos se desarrollaría, con toda probabilidad, como un valor inalterable, la conservación de la especie. Para expresarlo con otras palabras, se les debe conceptuar como rasgos patológicos."

    "Nosotros, lo que vivimos en países civilizados de gran densidad demográfica o en inmensas urbes, ignoramos ya cuanta falta nos hace el altruismo generalizado, entrañable y acogedor. Uno necesita llegar como visitante inesperado a una casa de cualquier país densamente poblado donde muchas calles sórdidas de varios kilómetros separan entre sí a los vecinos, para apreciar lo hospitalario y filantrópico que puede ser el hombre cuando no se le apremia constantemente, a desplegar su capacidad para los contactos sociales.
    Sin duda el confinamiento de las masas humanas en los modernos centros urbanos tiene mucha culpa de que no percibamos ya el semblante del prójimo en ese escenario fantasmagórico donde se trocan, superponen y desdibujan incesantemente las imágenes humanas. Nuestro amor al prójimo se atenúa tanto con la excesiva proximidad de los innumerables semejantes, que en última instancia apenas queda rastro de él. Quienes deseen exteriorizar todavía unos sentimientos cordiales y afectuosos hacia su prójimo deberán concentrarlos en un círculo reducido de amigos, pues no hemos sido criados para repartir nuestro afecto entre todos los seres humanos aun cuando la exhortación a hacerlo así sea justa y ética. Por consiguiente, debemos adoptar una determinación, lo cual significa que es preciso "evitar todo contacto sentimental" con otras muchas personas que serían ciertamente dignas de nuestra amistad. La consigna not to get emotionally involved representa una preocupación preponderante entre muchos habitantes de grandes ciudades. Pero ese proceder, absolutamente insoslayable para cada uno de nosotros, va asociado ahora a un soplo pernicioso de inhumanidad; nos recuerda el del antiguo plantador americano que trataba con excepcional humanitarismo a su "servidumbre negra" y, sin embargo, manejaba a los trabajadores esclavos de sus plantaciones como si fueran valiosos animales domésticos en el mejor de los casos. Cuando este acorazamiento premeditado contra los contactos humanos se acentúa, origina, en combinación con las manifestaciones de un sentimiento decadente, esos aterradores indicios de insensibilidad sobre los cuales nos informa cada día la Prensa. Cuanto mayor es la "masificación" de los seres humanos, tanto más urgente le parece al individuo la necesidad del not to get involved, y por eso mismo hoy día se pueden cometer robos, asesinatos o violaciones a la luz del día en las grandes urbes sin que intervenga ni un solo "transeúnte"."

    "El confinamiento de muchos seres humanos en espacios muy angostos no sólo acarrea indirectamente una deshumanización incipiente con el agotamiento y entorpecimiento paulatinos de las relaciones interhumanas, sino que también suscita un comportamiento agresivo y definitivamente directo. Se sabe, por muchos experimentos con animales, que la agresividad dentro de una misma especie suele acrecentarse con el confinamiento. Precisamente, cuando uno procura dominarse y se esfuerza por observar un comportamiento cortés o, mejor dicho, amigable, se acentúa esa disposición anímica hasta representar una verdadera tortura. La conducta incivil generalizada que observamos en todos los grandes centros urbanos es claramente proporcional a la densidad de las multitudes aglomeradas en determinados lugares. Y alcanza un grado alarmante, por ejemplo, en las grandes estaciones ferroviarias y terminales de autobuses neoyorquinas."

  "La superpoblación contribuye directamente a todas las manifestaciones de malestar y decadencia. En mi opinión, es un delirio peligroso la creencia de que se puede establecer, mediante el correspondiente "acondicionamiento", una nueva clase de seres humanos inmunes a las temibles consecuencias del confinamiento intensivo."

  "Las influencias del medio ambiente impiden que la especie sujeta a una selección intraespecífica siga caminos evolutivos cuya culminación sería una monstruosa catástrofe. Sin embargo, ninguna de esas fuerzas reguladoras y salutíferas se manifiestan en el desarrollo cultural de la Humanidad: ésta ha aprendido -para desgracia suya- a dominar todos los poderes de su medio ambiente ajenos a la especie, pero sabe tan poco sobre sí misma que queda indefensa ante los satánicos efectos de la selección intraespecífica."

    "Homo homini lupus…", el hombre es un lobo para el hombre… Tal como la famosa máxima de Heinroth, este aforismo es un understatement. Pues el hombre, cual único factor determinativo de la selección para un desarrollo continuo de su propia especie, no tiene, desgraciadamente, ni mucho menos, una actuación tan inofensiva como el animal rapaz y, comparado con éste, es el más peligroso. La competencia del hombre con el hombre reacciona directamente, como no lo hiciera jamás con anterioridad a ella ningún otro factor biológico, contra "la fuerza eternamente estimulante, curativa", y destruye todos los valores creados más o menos por ésta con un puño tan diabólico e impávido que su tarea se atiene exclusivamente a las consideraciones comerciales, ciegas ante los verdaderos valores."

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    2 Sobre la competencia, dice Konrad Lorenz: "Todo cuanto es bueno y provechoso para la Humanidad en su conjunto e incluso para el individuo, se está olvidando ya bajo la presión de la competencia entre humanos.
    Uno se pregunta qué causará más daño al espíritu de la Humanidad actual, si la codicia cegadora o el apresuramiento agotador. Sea como fuere, los gobernantes de todas las orientaciones políticas se esfuerzan por promover ambas cosas e incrementar hasta la hipertrofia aquellas motivaciones que impulsan al hombre hacia la competencia.
    Junto a la ambición material o el deseo de ascender en el orden jerárquico, o bien combinado con ambos, el miedo representa también un papel esencial…, miedo de verse superado por la competencia, miedo de empobrecerse, miedo de adoptar determinaciones erróneas y no encontrarse ya nunca más a la altura de la tensa situación. El miedo en todas sus formas imaginables es, sin duda, un factor fundamental que mina la salud del hombre moderno desarrollando alta presión arterial, cirrosis hepática, infartos cardíacos prematuros y otras dolencias similares. Indudablemente, el hombre apresurado no se siente movido tan sólo por la codicia, pues ni los incentivos más atrayentes podrían inducirle a dañarse con sus propias manos como lo está haciendo: está sometido a la acción de un impulso, y este impulso sólo puede ser el miedo.
    La prisa temerosa y el miedo apremiante del hombre se confabulan para arrebatarle sus principales cualidades. Una de éstas es la reflexión. Un ser que cesa de reflexionar se arriesga a perder todas las cualidades y aptitudes específicamente humanas. Entre las secuelas más perniciosas de la prisa, o quizá directamente de la prisa engendrada por el miedo, figura la incapacidad patente del hombre moderno para estar a solas con su propio Yo, aunque sólo sea durante un breve lapso de tiempo. Con temeroso empeño procura soslayar toda posibilidad de meditar sobre sí mismo y hacer examen de conciencia, como si temiera que la reflexión le enfrentara con un horrible autorretrato, algo similar a lo descrito por Oscar Wilde en su clásica novela dramática El retrato de Dorian Gray. La manía generalizada de escuchar y producir ruido -lo cual resulta paradójico si se considera la neurastenia habitual del hombre moderno- no tiene explicación alguna, salvo la de que por una razón u otra el mundo haya ensordecido. Cierta vez, durante un paseo por el bosque, mi mujer y yo oímos inesperadamente el estruendo de un transmisor acercándose con rapidez. Lo llevaba sobre el portamaletas un solitario ciclista de dieciséis años más o menos. "¡Ése tiene miedo de oír cantar a los pájaros!", comentó mi esposa. Yo creo más bien que aquel muchacho tenía miedo de encontrarse consigo mismo, aunque sólo fuera por un instante. Pues, de lo contrario, ¿por qué prefieren muchas personas con auténticas pretensiones intelectuales la publicidad televisiva -verdadero emoliente del cerebro- a la propia compañía? Sin duda, sólo porque les ayuda a arrinconar la reflexión.
    Así pues, los seres humanos padecen las tensiones nerviosas y espirituales a que les somete la competencia con sus semejantes. Aunque se les haya adiestrado desde la primera infancia para ver un progreso en las desatinadas aberraciones de la competencia, se percibe el miedo con mayor claridad, justamente en los ojos de los más progresistas, mientras que los más competentes, es decir "quienes marchan con los tiempos", mueren prematuramente de infarto de miocardio.
    Aun cuando hagamos la conjetura optimista aunque infundada, de que la superpoblación terrestre no seguirá aumentando al ritmo amenazador de nuestros días, debemos evaluar la competencia económica de la Humanidad consigo misma como un elemento suficiente por sí solo para arrastrarla hacia una ruina total. Todo proceso cíclico con acoplamiento regenerativo positivo conduce, tarde o temprano, a la catástrofe, y el fenómeno al que nos referimos aquí contiene varios de ellos. Aparte de la selección intraespecífica comercial, cuyo ritmo se acelera sin pausa, actúa también un segundo proceso cíclico sumamente peligroso contra el cual nos previene Vance Packard en varios de sus libros y que tiene como consecuencia un aumento progresivo de las necesidades humanas. Por razones evidentes, todo fabricante procura estimular al consumidor para hacerle experimentar la necesidad de los productos que fabrica.
    Las lujosas estructuras resultantes del diabólico ciclo constituido por el crecimiento de producción y necesidades con acoplamiento regenerativo, acarreará el desastre, tarde o temprano, a los países occidentales y, sobre todo, a los Estados Unidos, ya que su población no podrá seguir compitiendo ventajosamente con las de los países orientales, menos malacostumbradas y más sanas. Así pues, los gobernantes capitalistas dan prueba de una miopía extremada al mantener hasta ahora ese curso consistente en recompensar al consumidor elevando su "nivel de vida" e imponiéndole, por ende, la "condición" de proseguir su competencia -causante de alta presión sanguínea y alteraciones nerviosas- con el prójimo."

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    3 Sobre los pobres empeorando la situación en las grandes ciudades, dice en La ciudad en discusión (1968) Edward C. Banfield: "La ciudad atrae a los pobres, sobre todo a los padres pobres con muchos hijos, al ofrecer mejores condiciones de vida: mejor comida, ropa, techo, asistencia sanitaria, educación y trato por parte de los empleadores y funcionarios; por esta razón hay siempre tantos pobres en las ciudades. El problema de la pobreza en las ciudades rara vez tiene su origen en la propia ciudad; se trata esencialmente de un problema que surge en otra parte y es llevado después a la ciudad."

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    4 En el capítulo sobre "MUERTE EN VIDA DEL SENTIMIENTO", en su obra citada explica Konrad Lorenz: "Todo adiestramiento concebido para imponer determinado comportamiento mediante una recompensa corroborativa, preparará al organismo para aceptar cualquier incomodidad inmediata a cambio de obtener una satisfacción futura, o, expresándolo objetivamente, a soportar de forma pasiva situaciones estimulantes de dicho tipo que si no hubieran sido precedidas por el proceso educativo hubiesen resultado repelentes y conducido a la deshabituación.
    Hoy día, el desenvolvimiento de la tecnología moderna, y sobre todo de la farmacología, favorece en una medida jamás conocida hasta ahora la tendencia humana generalizada a evitar todo desagrado. Apenas nos percatamos ya conscientemente cuánto dependemos de la comodidad moderna, pues hemos llegado a entenderla como una cosa natural.
    Mediante la dominación progresiva de su medio ambiente, el hombre moderno ha orientado inevitablemente el "mercado" de su economía "agrado-desagrado" hacia una sensibilización continua y ascendente contra todas las situaciones causantes de desagrado y una insensibilización equivalente con respecto al placer en todas sus formas. Esto tiene consecuencias deletéreas por una serie de razones.
    La elevada intolerancia contra el desagrado -asociada con una atracción decreciente del placer- ha hecho perder a los hombres la capacidad para invertir un trabajo penoso en empresas que aporten beneficios lisonjeros mucho más tarde. El resultado es esa petición impaciente exigiendo la satisfacción inmediata de todos los deseos incipientes. Por desgracia, las empresas comerciales y los fabricantes alientan a todo trance esa necesidad de satisfacción inmediata (instant gratification) y, aunque parezca extraño, el consumidor no se da cuenta de que las "serviciales" ventas a plazos le están esclavizando.
    Como la indolencia y, por ende, la elaboración del contraste son inherentes a la economía del "agrado-desagrado", según hemos dicho, ese exagerado afán por evitar a toda costa el menor disgusto tiene como secuela insoslayable el imposibilitar ciertos procedimientos para llegar al placer que estriban precisamente en el contraste y sus efectos. Y lo que se ha hecho inalcanzable mediante la discordante evitación del desagrado, es la alegría. Sea como fuere, se puede obtener satisfacción sin pagar el precio del desagrado en forma de trabajo amargo, pero no la alegría producida por el hermoso estro divino. El complejo desagrado-intolerancia, que crece incesantemente hoy día, transforma los altibajos connaturales de la vida humana en una llanura aplanada artificialmente donde los grandiosos vértices y senos de las ondas apenas dejan sentir su vibración, donde luces y sombras forman un gris monótono. En suma, engendra un aburrimiento mortal.
    Ahora, esta "muerte emocional en vida" parece amenazar muy especialmente a los sufrimientos y alegrías que se derivan por necesidad de nuestras relaciones sociales, de nuestros vínculos con cónyuges e hijos, con padres, familiares y amigos. "Un error muy generalizado y desorientador para numerosos adolescentes -dice Wilhelm Busch- es el de interpretar el amor como una cuestión que produce siempre placer exclusivamente." El pretender esquivar todo sufrimiento significa sustraerse a una parte esencial de la vida humana. Esta tendencia manifiesta se funde peligrosamente con las derivaciones de la superpoblación (not to get involved). En muchos grupos culturales, el afán por evitar a cualquier precio todo sinsabor surte efectos extraños, casi diríamos inquietantes, en la actitud ante la muerte de un ser querido. Una gran parte de la población norteamericana descarta a ese ser en el sentido freudiano, el difunto desaparece súbitamente, no se habla de él porque hacerlo constituye una indiscreción, todos se comportan como si jamás hubiese existido."

    "Puesto que el desvanecimiento paulatino de la capacidad para saborear los acontecimientos placenteros se origina, en su mayor parte, con la habituación a situaciones cada vez más estimuladoras, no es de extrañar que los hombres indiferentes busquen situaciones excitantes siempre nuevas. Este "neofilismo" abarca más o menos todas las relaciones que pueda establecer el hombre con los objetos del medio ambiente. Para quien padezca esa enfermedad cultural crónica, un par de zapatos, un traje o un automóvil perderán todo su atractivo cuando haya disfrutado de ellos durante cierto tiempo, y lo mismo ocurrirá con la amante, el amigo e incluso el hogar. Por ejemplo, muchos americanos suelen vender con sorprendente despreocupación todo su menaje cuando cambian de domicilio, y seguidamente se compran cosas nuevas. Un acicate permanente en los anuncios de muy diversas empresas turísticas es la perspectiva de to make new friends.
    El neofilismo es una manifestación muy bien acogida por los grandes fabricantes, puesto que merced a la inculta formación de las masas puede aportar beneficios mercantiles a gran escala. "Built-in obsoletion" (inculcar la idea de lo anticuado): he aquí un principio que desempeña un papel muy importante en la moda del vestido y del automóvil."

    "Antes de terminar este capítulo convendría sopesar las posibilidades existentes para combatir terapéuticamente el enervamiento y la muerte en vida del sentimiento. Siendo tan fácil comprender sus causas, resulta sumamente difícil extirparlas. Sin duda lo que falta es el impedimento de origen natural, cuya superación fortalece al hombre, pues le impone el desagrado-tolerancia y, si consigue hacérselo aceptar, le depara la alegría de la confirmación, del éxito. La gran dificultad estriba en que el citado impedimento debe ser, como hemos dicho, de origen natural. La superación de obstáculos interpuestos premeditadamente en la vida no proporciona satisfacción alguna.
    A decir verdad, no nos faltan los impedimentos en este mundo, y debemos superarlos si queremos atajar el hundimiento de la Humanidad; sin duda el triunfo sobre ellos será lo suficientemente costoso como para proporcionar satisfactorias situaciones de confirmación a cada uno de nosotros. Una misión perfectamente realizable de los medios educativos, debería consistir en divulgar la existencia de tales impedimentos."

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Parte III
LOS POLÍTICOS ANTE EL CHOQUE DEL FUTURO


Gobiernos sin propuestas de cambio

    En el mundo del futuro que se proyecta desde este presente, si los gobernantes de las naciones, estados y provincias, hubieran planteado hace algunas décadas, proyectos demográficos tendientes a establecer numerosas poblaciones pequeñas lejos de las ciudades, el mundo de hoy no sería tan parecido al de los últimos siglos, y no tendríamos que estar pensando en un mundo del futuro distinto del de hoy. Tampoco cuenta entre las estrategias el cambio del espíritu de competencia por el de cooperación solidaria, para edificar nuevas comunidades integrantes de una humanidad unida, luego del rotundo fracaso de la humanidad dividida por la competencia. Pero dada la falta de estrategias para transformar el mundo, que hasta ahora se puede observar en todas las políticas gubernamentales, en especial del siglo XX y de la actualidad, cabe preguntarse: ¿hay un proyecto de transformación en las naciones, o el proyecto es que todo siga más o menos como ha venido estando? ¿Quieren realmente los políticos solucionar los problemas de los países, o pretenden administrar la falta de soluciones, mediante proyectos que dejan la realidad tal como está, poniéndole apenas algunos parches o remiendos para aliviar, pero no para terminar con las situaciones de crisis?(1)
    El planeta no soportará por mucho más tiempo los daños ambientales causados por la sociedad, sin tornarse mucho más hostil de lo que se está volviendo. La protección de bosques y selvas con absoluta prohibición de desforestación, no está del todo clara en las políticas a futuro con plazos definidos. La reducción de contaminantes a niveles EXTREMOS, no figura en ningún plan que fije para qué fecha habrá de prohibirse la fabricación y uso de ciertas sustancias que están arruinando la tierra, aguas y alterando el clima. El Protocolo de Kioto sobre reducción de gases de efecto invernadero recién para el 2012 es una muestra de lo poco que les urge lo urgente. Porque la fecha para la cual se estima que no quedarán glaciares en la Tierra (muchos dejaron de existir en los últimos años), fecha en que no quedarán ciudades costeras por el aumento del nivel del mar, ya está prevista por los científicos: apenas es cuestión de unas décadas, y no sólo llegarán a ver el desastre nietos e hijos de los actuales adultos, sino también muchos de éstos. Revertir el proceso climático de calentamiento global, requerirá políticas que planteen con absoluta claridad que hay intención de solucionar el problema.
    Pero ninguna campaña electoral  de candidatos, ni discursos de gobernantes, pregonan programas de acción para salvar al ecosistema de la catástrofe que la ciencia anuncia; catástrofe provocada autodestructivamente por la parte más corrupta y antinatural de la humanidad, arrastrando al desastre a la parte compuesta por los humanos que viven en armonía con la naturaleza.(2) Al pueblo se le hacen promesas laborales, económicas, dentro de un sistema de producción y consumo que exige la continuidad de los factores industriales que agravan constantemente el estado del medio ambiente. No hay políticos que propongan medidas extremas para contrarrestar los efectos de la industrialización excesiva. "Crecimiento y desarrollo" son las metas, pensando en las naciones y no en el planeta.
    El mundo del futuro que se proponen construir los políticos, no difiere sustancialmente del actual. En 1930, la crisis económica con epicentro en Nueva York tuvo alcance internacional. Cualquier acontecimiento parecido que ocurriera allí, o alguna catástrofe, tendría efectos devastadores en la economía mundial. Los científicos han determinado que el lugar donde está asentada la ciudad es agitado cada tantos siglos, por actividad sísmica de intensidad suficiente para destruir lo edificado, a niveles catastróficos. La pregunta no es si va a suceder o no, sino cuándo, dicen los especialistas. Pero la mayoría de la población neoyorquina ignora que hay tal riesgo. Las políticas económicas de los países dependen de que lugares como Nueva York, u otros puntos neurálgicos de la economía mundial, no sean afectados por algún imprevisto.
    Riesgos por impactos de asteroides son objeto de seguimiento y estudio científico permanente, y han sido objeto de varias películas recientes, mostrando lo que puede pasarle al planeta ante un evento tal. Alteraciones en el campo magnético terrestre, efectos electromagnéticos de fenómenos que a nivel cósmico se están considerando posibles, con capacidad de impedir el funcionamiento de cualquier aparato eléctrico, nos presentan la posibilidad de un futuro en el que tengamos que arreglárnoslas sin nada de todo lo que la actual tecnología nos permite para nuestro confort, trabajo y supervivencia. Parece poco creíble que tal cosa pueda suceder, pero bastaría una huelga de trabajadores del gremio de la electricidad para quedarnos a oscuras; o alguna grave crisis económica que quiebre todos los sistemas que mueven a las sociedades, para que en medio de la anarquía resultante todo se paralice, las fábricas cierren, los alimentos escaseen, la delincuencia desborde, la policía se repliegue, la ley se pierda y el desorden conduzca a un sálvese quien pueda…
    El mundo del futuro que los políticos han venido definiendo, es un mundo dependiente de la tecnología, de la economía, de las grandes fábricas, de las grandes ciudades y de que el clima no cambie. Pero con sólo cambiar el clima, se inundan muchas grandes ciudades, se pierden muchas grandes fábricas, se quiebra la economía y se reduce la utilidad de la tecnología. Y el clima ya empezó a cambiar: en África, el monte Kenya ha perdido como un 80% de su glaciar, para dar una idea de lo que está pasando, también en los hielos de todo el mundo, con destino inevitable al aumento del nivel oceánico.
    Pero esto que pasa y que es tan grave como para ser titular constante en los medios de prensa, sigue siendo ajeno a ella e ignorado por la mayoría de la gente en todo el mundo. La explicación: el alerta mundial exigiría acción inmediata, y la acción, políticas que inevitablemente deberán hacer que el "desarrollo" cese en ciertos ámbitos industriales. Consecuencia: trabajadores en la calle. Pero ha llegado la hora de parar las máquinas y dar un golpe de timón; no para esquivar el iceberg, porque justamente los icebergs no serán el problema, sino la ausencia de icebergs.
    Ése es el mundo del futuro para el cual están gobernando y planificando los políticos que tenemos por "representantes". Un mundo degradándose ambientalmente, con una civilización frágil, que no podrá tener futuro cuando el sistema colapse. No hay una conciencia que permita ir amortiguando el choque del futuro, el cual hará impacto con todo su rigor en la civilización, de seguirse sin efectuar la debida preparación para dimensionarlo en toda su realidad.
 

Mundo paralelo

    Ajeno a ese mundo de la civilización fácilmente vulnerable, habrá un mundo paralelo: el de las personas aisladas que, en pequeños núcleos alejados de las ciudades, eventualmente podrán carecer de electricidad, de confort (más o menos como hasta ahora), y por eso, en caso de estallar una crisis que haga de las ciudades verdaderos infiernos, lejos de ellas esas personas seguirán viviendo más o menos como lo hacen.
    En medio del "sálvese quien pueda", muchos sobrevivientes emigrantes de las ciudades irán a parar a sitios alejados, en donde habrá quienes morirán por no estar adaptados a una existencia sin horno a microondas, sin empleada doméstica que les cocine, sin coche para pasear, sin Master Card, y sin un centavo, o con los bolsillos todavía guardando billetes que habrán perdido todo valor. No se trata de un futuro de película de ciencia-ficción, sino de un futuro probable con bases científicas.
Los políticos no han planteado proyectos de países que, ante una crisis nacional o mundial, dispongan de una alternativa para que al menos una parte de la población quede a resguardo. Si acaso algunos gobernantes han previsto la posibilidad de alguna crisis tal, y han evaluado las consecuencias posibles, calculando qué porcentajes de sobrevivencia  y de qué parte de la población, podría haber, esto no se ha traducido en ningún planteo serio a nivel pragmático, acorde con la realidad ante la cual estamos a punto de chocar. Sólo una pequeña porción de ciudadanos acedería a refugios subterráneos -eso sí hay gobiernos que han construido- con reservas de alimentos para un cierto tiempo... Pero el mundo de la superficie, el de los que en vez de refugiarse como ratas, tengan que seguir adelante como puedan, no cuenta con perspectivas de desarrollo de proyectos comunitarios gubernamentales como el del presente planteo.
    La ausencia de políticas gubernamentales para ir preparando comunidades alejadas de las ciudades, que estén relativamente independizadas de la economía y de la tecnología globales, plantea la necesidad de encarar acciones no gubernamentales por parte de organizaciones y de individuos a título personal. Gente que se proponga trabajar para que, ante la eventualidad de una crisis del sistema, para entonces ya existan núcleos suficientemente autónomos para sobrevivir y, en lo posible, vivir; entendiendo por "vida" un intercambio con la naturaleza en mayor plenitud de lo que las ciudades permiten, y un intercambio con los demás más humanizado que en el funcionalismo de las sociedades urbanas.
    La amenaza de catástrofe ambiental -que ya es un hecho concreto y no un fantasma- no debía ser necesaria para que la humanidad comprendiera que la vida en las ciudades requería un descongestionamiento, que la contaminación requería un freno a tiempo, y que los lugares despoblados eran los ideales para establecerse, en núcleos reducidos, solidarios y ajenos a las ambiciones materiales desmedidas que propone la sociedad de consumo. Todo esto debía haberse planificado mucho antes de que se tornara una urgencia. Pero no fue así; y como no se hizo por voluntad, tendrá que hacerse por obligación; como no se hizo para dignificar la existencia, tendrá que hacerse para seguir existiendo.
    En estos momentos, para darse una idea de que la existencia en la sociedad urbana no está asegurada, basta tener en cuenta que muchas grandes ciudades se han tornado inhabitables por el alto riesgo para sus pobladores, de ser víctimas de delitos. Allí no hay ley, policía, ni políticos que puedan hacer lo suficiente para garantizar el orden público, o la vida del ciudadano. Por lo tanto, la elección de seguir viviendo bajo tales condiciones supone no sólo el riesgo de que a uno le pase algo, sino también que, aunque no le pase nada, su estado de alerta e intranquilidad constante no valga la pena ser la rutina diaria. No es sano. Muchos prefieren irse, pero no pueden. Otros podrían irse, pero no quieren.
    Vivir en paz y con un buen margen de seguridad lejos de las ciudades que se han vuelto inapropiadas para la vida, está siendo la consigna de cada vez más gente, sobre todo la que tiene creencias o ideas espiritualistas. Si bien espiritualidad no es necesariamente sinónimo de naturaleza y de repudio a la vida en grandes capitales, es más probable que la persona espiritual sea menos dependiente de las cosas materiales de la vida urbana, que la persona cuya rutina pase invariablemente por la dependencia de esas cosas. Por lo tanto, es más probable que se vaya de la ciudad a un lugar despoblado o de escasa población, alguien con orientación espiritual, que alguien carente de ella, que no quiere ni puede vivir fuera de la sociedad de consumo. Y el problema es el exceso de manipulación ejercida para hacer del ciudadano un consumista, y la falta de orientación para hacerlo libre de tal dependencia de cosas externas, y rico a nivel interior. Por eso una política que propusiera una forma de vida que no necesitara de los lujos innecesarios que el sistema proporciona, a los cuales se los presenta como necesidades, no contaría con mucha adhesión. La gente no está entendiendo y le costará entender que el cambio que la sociedad necesita no es el cambio de los demás, sino el de uno mismo. Que no es el otro el que tenga que irse a la dificultad del campo o la montaña para que sea uno quien se quede en el confort capitalino, sino que es uno quien debe tomar la iniciativa de irse a la bendición del campo o la montaña. Porque alguien deberá hacerlo, y se precisan voluntarios. Alguien deberá dejar de contaminar el aire con su automóvil, y para ir en en bicicleta, a caballo o a pie por los caminos del campo, se precisan voluntarios. Alguien deberá dejar de seguir alimentando a los millonarios petroleros y de los hipermercados, para que el producto de su trabajo beneficie a gente más próxima a él, y para eso también se precisan voluntarios.
    Ninguno de esos voluntarios será rico, pero tampoco pobre, o esclavo a perpetuidad del sistema impositivo con el que se provee fondos a ejércitos y fabricas de armamentos. No verá en el estadio a los futbolistas famosos, y tal vez ni siquiera los vea por televisión, pero no le faltará tiempo para jugar a la pelota, y ser más protagonista que espectador. No será envidiado por sus bienes, pero tampoco tendrá a quién envidiar. No llegará a ser famoso o "importante" para muchos, pero será importantísimo para todos; empezando por quienes comunitariamente convivan con él, y terminando por el planeta como totalidad.
    En ese "mundo nuevo", paralelo al mundo de viejas estructuras, podrá parecerle a muchos ilusionados de progresar económicamente, desmotivadora la propuesta de que los que hoy son pobres, nunca serán ricos, y ni siquiera tendrán algunos de los bienes materiales de confort que son considerados una necesidad elemental. Pero tampoco sufrirán la miseria, la falta de trabajo o la explotación laboral, ni el riesgo de caer en la delincuencia o la drogadicción. Tampoco sufrirán el abandono y la falta de solidaridad a la hora de la necesidad. Ni padecerán la soledad de vivir rodeados en una sociedad de relaciones superficiales y vacías, muy competitivas y poco o nada cooperativas.
    Al ver en marcha este propósito que comience a ejecutarse con la participación de ONG's e individuos en particular, que políticos y empresarios fuertes abran los ojos y deseen integrarse a la consigna, será algo de lo que no tendrá que dependerse: sin ellos, habrá que hacerlo de todos modos. Pero si gobiernos y capitales privados aumentaran las posibilidades de acción en este sentido, el "mundo paralelo" al sistema, que estaremos construyendo en conjunto con ellos, podrá tener perspectivas mayores. ¿Cambiará la óptica de los gobiernos? No se puede ser profético en esto, ni para bien ni para mal; por lo tanto no se debe ni creer que eso va a ocurrir, ni descreer de tal posibilidad.
    Básicamente, no se debe estar a la espera de una definición gubernamental para llegar a la ación. Si hay quienes piensan que hay que recurrir a los gobiernos para establecer las primeras comunidades e implementar las primeras migraciones hacia ellas, sepan que no será así: los gobiernos deberán observar los logros hechos por vías no gubernamentales. Los millonarios que podrían construir las primeras comunidades con sus abundantes recursos, deberán observar cómo con escasos recursos, grupos de personas emprendedoras habrán concretado la idea. Este proyecto no necesita ni millones de dólares, ni millones de personas para empezar: con poco, con pocos y de a poco, será suficiente para llegar a ser muchos los participantes; no miles, sino millones.
 

CONSIDERACIONES FINALES

    Conforme a lo tratado en  la Parte I, si todo este proyecto tecno-político no tuviera en cuenta lo que era "oculto" (ahora revelado), lo sagrado, lo energético, recaeríamos en construcciones y proyectos carentes de los valores trascendentes que determinan el orden del cosmos. Concebir un modelo de comunidad con nuevas formas de organización social, sin retornar a antiguas sabidurías acerca de cómo funcionan las cosas en el Universo, sería perdernos en una política vacía de los contenidos y de las orientaciones espirituales que una sociedad superior necesita.
    En cuanto a lo tratado en la Parte II, si la propuesta de comunidades pequeñas ante los problemas derivados de las grandes ciudades, no fuera a constituirse en la principal estrategia a tener en cuenta para que la Humanidad realmente empiece a cambiar en favor de la preservación de sí misma y del ecosistema, podríamos pasarnos años de sesiones en la ONU para buscar soluciones dentro del "orden establecido" para establecer un "Nuevo Orden" que será más de lo mismo, sin solución para el deterioro ambiental y humano.
    Por eso en la Parte III, se deja claro que hay un riesgo ambiental inminente, ante el cual los políticos que irresponsablemente
postergan medidas para revertir el problema, recibirán el choque de la realidad que no están queriendo enfrentar, cuando ella sea irreversible. Ante esto, en vez de esperar a que los políticos y los poderosos de la economía mundial tomen conciencia y hagan algo, los ciudadanos deberán ocupar ese vacío de responsabilidades con acciones concretas y urgentes, a las cuales los gobernantes podrán o no plegarse cuando comprendan que el camino es por allí.
    Que una sociedad superior, en vez de estar compuesta por megalópolis ultratecnificadas, esté hecha de redes de pequeños núcleos comunitarios mínimamente equipados a nivel tecnológico, y máximamente desarrollados urbanística y arquitectónicamente según místicas sabidurías ancestrales, podrá parecer un retroceso. Y lo es: el retroceso a formas de vida más elevadas y dignas, que se perdieron por darle poder absoluto a una mentalidad industrialista y progresista sin orden y sin rumbo que no sea el de la autodestrucción. Hace un siglo, el futuro ideal podría verse reflejado en las torres gigantes de Manhattan, o en el futurismo de la "Ciudad Gótica" de "Eternamente Batman" o de las construcciones en "El quinto elemento". Hoy, si, en busca de conceptos para la armonía de los hábitats, ese ideal no se desplazara a las aldeas indígenas o a la Acrópolis ateniense, tal vez podamos esperar a que el sistema colapse y la Estatua de la Libertad y su entorno terminen como en "El planeta de los simios".

    1 Sobre los problemas de los países y la actitud de los gobernantes, en su libro citado escribió Konrad Lorenz: "Uno se pregunta qué causará más daño al espíritu de la Humanidad actual, si la codicia cegadora o el apresuramiento agotador. Sea como fuere, los gobernantes de todas las orientaciones políticas se esfuerzan por promover ambas cosas e incrementar hasta la hipertrofia aquellas motivaciones que impulsan al hombre hacia la competencia.
    Las lujosas estructuras resultantes del diabólico ciclo constituido por el crecimiento de producción y necesidades con acoplamiento regenerativo, acarreará el desastre, tarde o temprano, a los países occidentales y, sobre todo, a los Estados Unidos, ya que su población no podrá seguir compitiendo ventajosamente con las de los países orientales, menos malacostumbradas y más sanas. Así pues, los gobernantes capitalistas dan prueba de una miopía extremada al mantener hasta ahora ese curso consistente en recompensar al consumidor elevando su "nivel de vida" e imponiéndole, por ende, la "condición" de proseguir su competencia -causante de alta presión sanguínea y alteraciones nerviosas- con el prójimo."

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    2 Sobre la tendencia autodestructiva de la humanidad, dice en su obra citada Konrad Lorenz: "Todas las facultades inherentes al hombre y derivadas de sus profundas percepciones en la naturaleza circundante, es decir, el progreso de su tecnología, los adelantos de las ciencias química y médica, todo cuanto parece hecho para aminorar los sufrimientos humanos se traduce, de forma horripilante y paradójica, en una corrupción de la Humanidad. Ésta amenaza con hacer precisamente lo que casi nunca han intentado los sistemas vivientes, a saber, estrangularse a sí misma. Pero lo más espantoso de este acontecer apocalíptico es que las cualidades y aptitudes óptimas, las más nobles del hombre, aquéllas que conceptuamos y valoramos con razón como específicamente humanas, son las primeras en sucumbir, a juzgar por las apariencias."

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