Giarun y yo entramos juntos en la bruma de la Cueva. Fuimos a escoger nuestro destino, eramos unos niños y queríamos convertirnos en hombres. Entramos juntos para presentarnos ante el Dios del Bien y del Mal. Entramos juntos para no volver a ser nosotros nunca más. Entramos juntos, mi hermano y yo. Vagamos por los intrincados
laberintos de la Cueva sin saber muy bien lo que hacíamos, o hacia
donde nos dirigíamos. Se supone que cada uno debía tomar
su camino propio, pero Giarun y yo siempre, hasta entonces, tomamos las
decisiones en común. Como el día en que nacimos, él
me precedía y
Nos cruzamos con
algunos compañeros, pálidos de miedo, cansados de
Cuando vi que el
Dios era un anciano arrugado, prácticamente una ruina humana, sólo
el codazo de Giarun contuvo mi risa, pero cuando el viejo
Cuando nos recuperamos, Giarun parecía diferente, y supongo que yo también. Puse en mi boca una sonrisa correspondiendo a la suya, pero él irradiaba luz y yo tuve que sujetarme para no matarle allí mismo. Giarun no paró
de hablar durante la vuelta, satisfecho porque los dos hubiéramos
superado la prueba sin problemas. Al final de la Cueva nos esperaban nuestros
padres, ansiosos. Terglan fue acogido con cariño y lástima,
Idden, Giarun y yo, con gran satisfacción. Durante los días
siguientes, los padres vigilaban nuestro comportamiento, pero yo siempre
fingí muy bien. Una noche, cuando todos dormían, atravesé
a mi hermano con mi espada de adulto y bebí su sangre con fruición.
Luego huí, soy la deshonra de mi pueblo,
Estoy cansado de
huir. Anoche intenté volver a la Cueva en busca de un nuevo destino,
pero sólo se abre a los que tienen el alma intacta, y la mía
no lo es, demasiada oscuridad. Estoy lo suficientemente cerca para
que mi pueblo sepa que estoy aquí, y vengue la muerte de Giarun.
Mañana,
S. |