La gente se agolpaba fuera de aquella casona, todo el pueblo estaba pendiente del acontecimiento, las viejas chismosas descueraban con sus inescrupulosos comentarios a cada uno de sus vecinos. – "Supiste que la casa fue allanada por los milicos". – "¿Tú crees que fue por eso?". - "No , yo creo que como es esa chiquilla de suelta, uno de sus amantes la debe haber matado". - "Dicen que la casa estaba poseída por los espíritus malos". Palabras que rondaban en el aire y convertían al pueblo en una perdición sin dueño ni voz, donde todo el mundo creía ser el dueño de la verdad, todos creían poder acariciarla entre sus manos, estirarla y romperla cuando quisieran, todos creían poder descubrir el misterio de la mente humana, sin saber siquiera qué es lo que esto significaba. Todos los lugareños querían entrar a la pieza, palpar el desorden involuntario de la pequeña pieza, las ventanas abiertas y rasgadas, la sangre salpicada por todos lados, la imagen de la virgen que miraba acusadora el cuerpo inerte. Todos se trataban de adivinar el pensamiento, querían clavarse los ojos y dar un pinchazo en el fondo de la mente de cada uno de ellos, cada uno decía manejar una distinta versión, pero en realidad a ninguno le importaba que ella hubiera muerto, había cosas más importantes en que pensar, había familias pobres que necesitaban de alimento, ropa que lavar, arados que sembrar, largos caminos de tierra que faltan aún por recorrer... esto era solo un pasatiempo, un somnífero que aleja a un pueblo desgraciado y anónimo de sus problemas y carencias. - "No, si esa cabrita era de lo mas suelta que hay, no hay hombre que no haya pasado por su cama". - "Esa no merece ni funeral, ni entierro, dicen que era de esas que andaban haciendo brujerías". - "No era de los trigos muy limpios". - "Harto mala gente que era la finada". Todos agolpados afuera, los niños que corrían detrás de un viejo trompo, los campesinos que llegaban de sus faenas, las viejas copuchentas, nadie sabía ni quería siquiera poder imaginar en el fondo de su alma, lo que esa mujer sentía antes de que la vida se le acabara... ...Sólo quien se la lleva a la tumba Despierto, tengo la cabeza aplastada, las manos enredadas en mis sábanas, las palabras, que aún no forman una frase coherente, aún no se muestran por completo. Un rayo de luz atravieza mi cabeza y la hace tira, la desarma, me la revuelve, me la da vuelta, me ciega la mirada abierta inconclusamente, clava hondo dentro de las reminicencias de la noche anterior, recuerdo y no recuerdo, no sé qué es lo que estoy pensando. Me gustaría tanto levantarme, pero no puedo, no sé lo que hago, caigo cientos de veces con cosas que parece que chocan conmigo de adrede, los objetos me atacan, la pieza parece tan grande hoy día, pero no hago mas que tropezar con cosas en un espacio reducido. Aún divagan en mi mente esas palabras incoherentes, entre mis manos aún siento la textura de las sábanas húmedas por el frío de la noche anterior, el mismo que siento ahora... Tiemblo, ese fugaz rayo de luz no logro calmar mis palpitantes escalofríos, trato de abrigarme, agarro dos o tres prendas de ropa y las lanzo encima de mi cuerpo, se me enredan entre mis articulaciones, me atrapan, no puedo sacarlas de mi. Aún las palabras rodean mi alma. Aún la duda coge mis pensamientos. Quiero despegar los pies y salir de aquí, quiero adivinar lo que quiero, no puedo saberlo, porque al hacerlo descubriré que ya no quiero nada, aún no puedo sacar siquiera la cabeza de mi cojín... ¿Cómo podría coger las ideas vagas que retuve antes de despertar? Al frente mío hay una imagen , una sombra, no , una virgen, me mira, no deja de observarme, sus ojos quieren juzgarme, parece que soy culpable, esa mirada quiere verme muerta. Me acuerdo que en un ayer no muy lejano sufrí, sufrí por algo que hoy no sé... Bebo algo, no sé que es lo que baja por mi garganta, pero me hierve la sangre, enciende mi dolor, veo que mi pieza se mueve de un lado para otro, se me nubla la mente, no sé quién soy, ¿Moriré en el intento de saberlo? Fin, por fin llegó el fin. Javiera |