DIOSA DE LOS SUEÑOS

a luna espiaba impaciente a través de las minúsculas ventanas que reposaban desde hacía siglos en la esbelta torre de Tharin-Gol. Mientras surcaba el cielo nocturno de los Reinos Elfos de Eleanor, observaba atenta cada movimiento del viejo sacerdote de Moulth, la diosa elfa de los sueños. Esa noche las cristaleras del antiguo torreón brillaban de forma diferente, una leve luz blanquecina traspasaba el azul y rosa de los símbolos religiosos de Moulth desprendiendo un suave aroma a incienso de los bosques Ildangardos. Naralth, el sumo sacerdote de Tharin-Gol, levantó la mano sujetando fuertemente su báculo de hechicero, los presentes en la sala se estremecieron, la fresca brisa se transformó en un viento que sacudió la torre con gran fuerza, las estrellas parpadearon un instante, el silencio se hizo en todo el valle de Tharin-Gol, la luna observó perpleja y se detuvo un momento, las nubes se disiparon en cuestión de segundos, la Reina de la Noche estaba siendo invocada.

- Soy tu siervo y tu humilde pastor, guío tus rebaños en nombre de la santa Reina Nocturna, tus hijos clamamos tu salvación en honor a tu poderoso Reino, lloramos a la muerte de cada estrella, soñamos con cada uno de tus designios. Tú que repartes la ilusión en nuestros corazones, tú que abrigas la noche dando la paz a Eleanor, tú que salvaguardas a cada uno de tus siervos avivando el valor y la templanza en nuestros temores, tú que me guías con tu suave mirada, acompáñanos esta noche y reconfortanos con tu consejo eterno.

La voz del sumo sacerdote se apagó junto con la luz de los nueve cirios que formaban el círculo de la invocación, el décimo, situado en el centro y hasta ese momento apagado, se encendió de pronto en una salvaje y armónica llama azul y rosa. Cada uno de los nueve sumos sacerdotes se dieron las manos y cerraron los ojos, abriéndolos a la fe de la noche eterna. Podían sentir el calor del fuego en sus corazones, les reconfortaba y les inundaba un sentimiento de paz, tranquilidad y armonía absolutos. La voz del sumo sacerdote Lathnenthil, chaman de los Tatay, resonó como campanadas en los oídos de los ocho sumos sacerdotes de Eleanor:

- Si estás entre nosotros, Reina de la Noche, manifiéstate, deléitanos con tu consejo.

Se hizo un silencio aterrador, por un momento las estrellas dejaron de brillar, el mar rugió azotando las costas de Eleanor, el viento se forjó en huracán y arrasó las cosechas circundantes a la Torre de Tharin-Gol, la noche se oscureció hasta perder su encanto e inundó de terror los corazones más puros, los niños tuvieron pesadillas en forma de los peores horrores, demonios sanguinarios invadiendo Viejo y Nuevo Mundo. La luna se estremeció y desapareció durante horas, aterrada, invadida por un miedo incontrolable, ella lo sabía, lo sabía todo. La Reina de la Noche no estaba junto a los elfos, Moulth no había respondido a la llamada de sus hijos. La Reina de la Noche Eterna había desaparecido. .

Memorias Olvidada
Darka Treake

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