MORIR MATANDO

istola cargada en mano, no le hacÍa falta más, tenÍa a su enemigo delante. Le miraba desafiante, como retándolo a un duelo del que era imposible salir malparado... Comenzo a hablarle. Manteniendo la pistola abajo, dijo:

- "Tú, maldito hijo de puta, tú tienes la culpa de todo lo malo que ha pasado en mi vida. Tú, el causante de todos mis males. Te odio. ¿Por qué te empeñas en hacerme la vida tan complicada?, ¿por qué no sales de una puta vez de mi vida y me dejas vivir en paz? ¡¿POR QUÉ?!".

Bajó la cabeza. Se dio cuenta del poco efecto que surtirian sus palabras sobre él...No dejaría de hacer lo que siempre hace y tampoco desaparecería de su vida...Se enfurecía más y más, y ahora chillaba:

- "¿Es que acaso nunca me escuchas cuando te hablo? ¿Todavía no eres consciente de lo mucho que te odio?". Al tiempo que decía esto, levantó la pistola y, apuntándole al entrecejo, seguía chillando - "¿Sabes lo que es esto,no? Sólo hay dos opciones, o huyes o te disparo, y ten por seguro que no me echaré atrás. Todavía te estoy dando la oportunidad de irte. De huir. Aprovéchala".

No se movía. Los dos seguían allí. Tranquilamente,a la vez que muy alterados.

- "Voy a contar hasta diez. Es tu última oportunidad. Son sólo diez segundos, diez segundos que podrían valer el resto de tu vida. Piensa rápido. Espero que, cuando estos diez segundos pasen , hayas acertado con tu decisión, porque la mía es inalterable. Estoy totalmente decidido a hacerlo".

Comenzó la cuenta atrás.

- "Diez... Nueve... Ocho..."-seguían allí los dos, pistola en ristre- "... Siete... Seis... Cinco... ¿Te crees que tienes cojones por seguir ahí?"- se interrumpió a si mismo- "¿ Crees que al seguir aquí pasados los diez segundos, voy a apreciar tu estúpida valentía y voy a dejarte en paz? Crees muy mal, amigo mío... piensa, y piensa rápido... te juegas tu puto futuro... Cuatro... Tres..."-los números retumbaban en las paredes-"... DOS..."-Chillaba más y más...- "UNO...".

Se escuchó el estruendo. Había disparado la pistola, que nunca dejó de apuntarle al entrecejo. La bala se dirigía rápidamente a su frente... y al impactar con él, el escándalo volvió a violar al silencio que había vuelto a habitar la sala... El espejo reventó, y cayó en mil trocitos por toda la habitación...Había matado a su reflejo, que era su propio enemigo... Se odiaba como nadie sería capaz de imaginar.

Acto seguido, observó los cristales repartidos por todas partes en el suelo. Se sentó y comenzó a llorar como un niño con una pataleta histérica. No podía seguir adelante, no podía aguantarse a si mismo. «Siempre he sido un inútil, y siempre lo seré...las ilusiones no bastan, si es que todavía me queda alguna...». En cuanto pronunció esta última palabra, se llevó la pistola a la sien y se disparó.

Murió en el acto, sin sufrir. Nadie se percató de su muerte hasta que le encontaron yaciendo en el suelo de su casa. A nadie le importó su muerte. Nadie le lloró, nadie organizó su misa, nadie pagó su ataúd...a nadie le importaba si seguñia muerto o vivo, excepto a él mismo. Quizás, eso le impulsó a matarse, o quizás no pudo aguantar el triste reflejo de su pobre decadencia...Quizás, por eso mató a las dos personas que más odiaba...a su reflejo y a él mismo. Morir matando, la única salida que el veía «a este infierno que todos se empeñan en llamarlo vida».

 

Javi (Sevilla)

 

 Volver a relatos