Hoy nos dicen que podemos volver, que aquí no ha pasado nada. Ya estoy de regreso, en mi casa. Mi habitación y la de mis padres están completamente destruidas, les debió caer un proyectil de mortero. Las paredes están totalmente derruidas. En cambio el salón y la cocina están intactos, como si aquí no hubiera pasado nada. He encontrado trabajo, ayudo a quitar escombros para luego reconstruir las casas de mis compatriotas. Esta tarde me he cruzado, en el parque, con Miroslav Meric, un serbio con el que iba al colegio. Iba de la mano de su mujer y de su hija. Iban riendo, jugando, estaban felices, como si aquí no hubiera pasado nada. ¡Malditos serbios! ¡Malditos asesinos! Matáis, violáis, asoláis mi país y vosotros reís, paseáis como si no hubiera pasado nada. Llevo una semana trabajando quitando escombros. Ni os podéis imaginar las cosas que salen cuando los quitamos. He encontrado peluches, fotos, cacerolas, cualquier tipo de utensilio de la cocina, del baño, …, cosas sin importancia, sin valor, ¡sólo eran la vida de las personas que vivían en estas casas!. Esta mañana he encontrado el cuerpo descompuesto de un soldado, tenía gusanos por todo el cuerpo, he vomitado. Mientras esperábamos a la ambulancia me he acercado al cadáver y le he cogido su pistola. Cuando he llegado a casa, la he limpiado y engrasado, he comprobado su cargador. Mi mente no hacía mas que recordarme a Meric con su mujer y su hija. Y a mis padres y mi hermano muertos, mi casa medio derrumbada, mis amigos asesinados o desaparecidos, mis vecinos sin casa, mis compatriotas muertos. ¡Ahí está! Meric anda hacia mi silbando, como si aquí no hubiera pasado nada. Le sigo, espero mi oportunidad y … ¡BANG! ¡BANG! No ha sido tan difícil. Dos tiros y se acabó. ¡Le he matado! ¡He matado a un serbio! ¡he matado a… a… a una persona! He dejado a una mujer sin esposo, a una hija sin padre, a unos padres sin hijo. Me he convertido en uno de ellos, soy un maldito asesino, un vulgar criminal. He dicho en el trabajo que me encontraba mal, que no iba a trabajar, hoy no tengo ganas de nada. Apenas puedo dormir, la imagen de Meric cayendo ensangretado al suelo se repite en mi cabeza una y otra vez. Llevo así una semana, los del trabajo me han dicho que no me moleste en volver. No duermo, apenas como. He quitado las balas del cargados, bueno, todas menos una. Esa bala es para mí. ¡No puedo vivir así! No puedo fingir que aquí no ha pasado nada. Me pongo la pistola en la boca ¿seré capaz de apretar el gatillo?. Me tiemblan las piernas apenas pueden sostenerme, será mejor que me siente. Mis dedos agarran fuertemente la pistola, uno de ellos se aproxima al gatillo y … ¡BANG!. JL |