SENDERO DE SANGRE. EPISODIO 1: LA GUERRA DEL GRIAL. Capítulo 2: Stern el vampiro I Atenas, año 1126 D.C.
Se decía que el mismísimo Mahoma había vuelto a la vida y que Alá le había otorgado un gran poder con la misión de aplastar a los infieles occidentales, que habían insultado a Alá y a su pueblo con las Cruzadas. Así que haciéndose pasar por el fundador del Islam, Melkaia había reunido un inmenso ejercito bajo sus ordenes, solo era cuestión de tiempo para que oriente y occidente chocaran en un mar de sangre. Stern llegó al palacio del príncipe vampiro de Atenas dos horas después de anochecer, al verlo sintió una gran nostalgia y a la vez una inmensa alegría. Allí había pasado sus veinte años de vida mortal y sus cinco primeros años como vampiro. Habían transcurrido más de treinta años desde que abandonó ese lugar. Lo dejaron pasar sin problemas, al parecer su madre se había enterado de su regreso. Stern no se sorprendió, pues el lazo entre un creador y su protegido era muy fuerte, seguramente ella intuyó que volvía antes incluso de que Stern cruzara el mediterráneo. Inmediatamente se dirigió a los aposentos de Andrea. La puerta de doble hoja estaba abierta y ella lo observaba desde dentro, un mortal hubiera visto a una atractiva mujer de unos treinta años, con una larga melena oscura y rizada. Los ojos de los dos se inundaron de lagrimas de sangre. - "¡Oh Stern, al fin has vuelto!"-Dijo Andrea mientras los dos se fundían en un abrazo. - "He estado muy preocupada por ti". - "Perdóname por haberme alejado tanto tiempo, madre. Estaba equivocado, no te guardo ningún rencor, tu te ocupaste de mí y cuando me contaste lo de mi familia me aparté de tu lado, he sido un idiota". - "Eso no importa Stern, lo importante es que estás bien y has vuelto. Dime, ¿dónde has estado en este tiempo?, tienes muchas cosas que contarme". - "Bueno, he estado en muchos sitios. Durante 22 años estuve vagando de un lado a otro... hasta que llegue a un pueblo llamado Meinji". Se le hizo un nudo en la garganta al nombrar el pueblo, pero sabia que contárselo a Andrea aliviaría mucho el pesar de su alma, aunque no el de su corazón. Esa herida no se cerraría nunca y Stern lo sabía. Necesitaba contárselo a alguien. - "¿Meinji?"- Andrea se sobresaltó. Desde hacía dos décadas se contaban terribles historias sobre ese pueblo, de tal manera que el solo escuchar su nombre hacía que cualquiera, mortal o inmortal, fuera sacudido por un escalofrió.- "Te noto muy cansado Stern, siéntate y cuéntamelo. Vaya, parece que vas preparado para una guerra, ¿de donde has sacado esas armas?, son magnificas". - "Será mejor que no las toques, no son armas corrientes y podrían hacerte daño".- Dijo Stern mientras se sentaba y descargaba las armas, respiró hondo y observó la expresión que había adquirido el rostro de su madre cuando le nombró el pueblo.- "¿Has oído hablar de Meinji?"-Le preguntó. Aunque ya sabía la respuesta a su pregunta, todo el mundo había oído hablar de Meinji. - "Si, desde hace unos años se cuentan historias terribles sobre ese pueblo. Pero son demasiado horribles, no creo que sean ciertas". - "No, no son ciertas".-Stern se acomodó en el confortable asiento y se esforzó en intentar que sus recuerdos no le produjeran el inmenso dolor que siempre le producían. Como siempre, no tuvo éxito. -"La realidad es aun peor. Meinji era un pueblo de las estepas rusas, estaba cansado de viajar y decidí quedarme allí por un tiempo, era un pueblo muy tranquilo y acogedor". - "Siempre te ha gustado la tranquilidad".-Dijo Andrea. - "En ese pueblo encontré lo que estuve buscando tanto tiempo. Descansar, vivir en paz... y a ella". -Stern agarró fuertemente el colgante y continuó. -"Se llamaba Misha y era preciosa, estuve tres años junto a ella y fueron los más maravillosos de mi vida. Por primera vez me sentía lleno. Como si ella y yo fuéramos un único ser partido en dos que por fin volvía a estar completo". - "¿Ella era humana?" - "Sí, Misha también supo desde el principio que yo era un vampiro. Después de tres años estando juntos accedí a convertirla". - "¿Porqué no lo hiciste antes?" - "Tenia miedo de errar y hacerle daño, incluso podía matarla y eso me aterraba. De todas maneras no llegué a convertirla. Un día antes todo se acabó, la muerte llamó a las puertas de Meinji y yo me convertí en su verdugo..." Stern reflexionó un momento. Jamás había contado a nadie lo que ocurrió en Meinji. Y él era el único que conocía la verdad, ya que solo él sobrevivió a esa noche infernal. Pero si había alguien a quien Stern quisiera contar esa historia, esa era su madre Andrea. Se aclaró la garganta, cerró los ojos y empezó a contar su relato...
II Meinji, año 1120 D.C. EL HOMBRE DE NEGRO OBSERVABA atentamente a los dos enamorados desde el pilar de agua bendita. Uno de sus pasatiempos favoritos era eyacular en la pila y luego partirse de risa cuando los paletos se mojaban la cara y las manos con ella, por eso la tuvo que llenar de nuevo, después de todo, el "Lago Espejo" solo funcionaba con agua cristalina. Estaba sumamente aburrido desde que llegó al pueblo hace poco más de un mes. Había sido fácil deshacerse del cura (después de todo, el pobre padecía del corazón) y tomar su lugar como nuevo inquilino de la Iglesia local. Desde entonces no había pasado nada interesante y pensó en marcharse. Entonces se fijó en el chupasangre y en la zorrita y se le ocurrió una idea genial. Había estado dos semanas con los preparativos y hoy era el gran día. Se lo iba a pasar de muerte, igual que la zorrita y todos esos jodidos paletos. Todos se lo pasarían hoy de muerte. Escuchó lo que decían, con una sonrisa de oreja a oreja. Los dos estaban en el viejo molino, que servía de refugio al chupasangre. Estaban tumbados sobre el heno y multitud de velas iluminaban el sótano. Todo muy jodidamente romántico, pensó el hombre de negro. - "¿Estas segura de que quieres hacerlo Misha?"-Preguntó el chupasangre. Ese era el que más le gustaba al hombre de negro, tenía grandes planes para él. Se lo iban a pasar bomba los dos jugando al gato y el ratón. - "Claro que lo estoy Stern, ya lo hemos hablado antes. Pero hay algo que me preocupa".-Dijo la zorrita. Estaba tremendamente buena. Tenía un enorme atractivo físico, un pelo castaño largo y sedoso y unos bellísimos ojos verdes; pero en lugar de hartarse de follar prefería estar con un chupasangre al que no se le levantaba el pito. Pero no había problema, pensó el hombre de negro. En este día la zorrita iba a joder todo lo que no había jodido en su vida, y todavía más. - "¿Qué es lo que te preocupa?"-Preguntó el chupasangre mientras acariciaba el largo pelo castaño de la zorrita. - "Dependes demasiado de mí". - "Claro que dependo de ti Misha, te quiero y..." - "No me refiero a eso Stern. ¿Qué harías si yo... si yo muriera?" - Eso no pasará nunca". - "Pero, ¿y si pasa?, los vampiros también podéis morir, ¿no?" - "Si, es cierto".-El chupasangre la abrazó más fuertemente-"Bueno, tu eres lo mejor que me ha pasado y todo lo que tengo, no podría seguir viviendo". - "A eso me refiero, Stern. Tu vida, no acabaría ahí. No querría que murieras por mi culpa. Además, yo siempre estaría contigo, aquí..."-Dijo la zorrita mientras posaba su mano en el pecho del chupasangre, en el lugar donde estaba el corazón.-"Tenemos que prometernos que, aunque uno de los dos muera, el otro seguirá adelante". - "De acuerdo Misha, te lo prometo". - "Yo también te lo prometo Stern". El hombre de negro estalló en carcajadas. Los humanos (tanto mortales como inmortales) eran tan extraordinariamente patéticos que por muchos siglos que pasaran no dejaban de divertirle, este día sería maravilloso. Pensó en celebrarlo por adelantado, así que se dirigió hacia el altar. Allí, en la cruz que se levantaba por encima, en lugar de una figura de Cristo estaba clavado el cuerpo desnudo de una niña de diez años. El hombre de negro había sido muy cuidadoso durante todo el mes, eligiendo a sus invitados de los pueblos adyacentes a Meinji. Incluso había reducido el numero de invitados a uno, cuando normalmente solían ser más de cinco a la semana. La niña había muerto hacía quince minutos, tenia múltiples heridas y hendiduras a lo largo de su cuerpo, el cuello desgarrado colgaba flácido, a punto de separarse del cuerpo. Su vagina estaba atravesada por una cruz, la cual había sido previamente afilada. - "Despierte hermosa señorita, ¡esto hay que celebrarlo!"-Dijo el demonio mientras descolgaba a la niña de la cruz.- "¿me concede este baile, bella dama?" A continuación el demonio al que llamaban el hombre de negro (un apelativo que le encantaba) comenzó a dar vueltas de un lado a otro sosteniendo el cadáver de la niña, mientras no paraba de reírse. El desgarrado cuello de la niña no aguantó más y se desprendió del cuerpo, haciendo un ruido sordo al impactar contra el suelo de piedra. - "Oh, vaya. ¡Es que caen rendidas a mis pies con solo mirarlas!" El hombre de negro tiró el cuerpo al suelo, no hacía falta limpiar nada, puesto que en este día la gente estaría demasiado ocupada como para acudir a la iglesia. Después de que anocheciera ni siquiera quedaría gente para hacerlo.
III - "¿A DONDE TE GUSTARIA IR?"-Preguntó Stern mientras la miraba soñoliento, estaba empezando a amanecer y sentía un gran sopor. - "Siempre he querido visitar las tierras de mas allá de Jerusalén, hasta esa isla que llaman Japón".-Contestó Misha. Estaba deseando irse de Meinji, no tenía familia que la atara al pueblo. Además, la gente estaba actuando de forma extraña desde hacía un par de semanas y había una gran tensión en toda la villa. - "Será un viaje muy largo". - "A partir de mañana, tendremos todo el tiempo del mundo". - "Trata de no comer hoy, así será más rápido". Misha lo miró a los ojos, estaba muy preocupado y le temblaban las manos ligeramente. - "No te preocupes Stern, todo saldrá bien. Además, se supone que soy yo la que tendría que estar nerviosa".-Dijo con una sonrisa. Le besó los labios y se levantó. - "Bueno, tengo que ir a despedirme de Mei y hacer los preparativos, que descanses". - "Hasta esta noche, cariño".-Dijo Stern. Levantó la losa de piedra y la cerró al salir Misha. A continuación apagó las velas y, por ultima vez en su vida, durmió sin que unas aterradoras pesadillas acudieran para martirizarle nada mas cerrar los ojos.
IV MISHA ERA HUÉRFANA DESDE LOS ocho años, cuando una enfermedad había acabado con la vida de su madre. Nunca había tenido padre, pues este abandonó a su madre nada mas enterarse de que estaba embarazada. Desde entonces había trabajado en una posada, consiguiendo el dinero necesario para salir adelante. Había acudido por ultima vez a la posada para despedirse de sus compañeros, pero estaba misteriosamente desierta. - "Romanov, Mei, ¿dónde estáis?" No recibió respuesta así que se dirigió a su habitación, preguntándose donde estaban todos. La puerta de la posada se abrió y al ver al hombre que estaba parado fuera, sin llegar a entrar, sintió un escalofrió recorrer su cuerpo, como le pasaba siempre que veía a aquel hombre. Era el nuevo sacerdote del pueblo, que llegó hace un mes para tomar el lugar del antiguo parroquiano. Nadie sabia su nombre, pues él se limitaba a decir que era un siervo anónimo de Dios y que su nombre no importaba. La gente lo llamaba el hombre de negro. A Misha no le gustaba aquel hombre, su mirada era fría. Pero lo que mas le asustaba no era su pelo oscuro casi rapado, ni sus ojos negros como una noche sin estrellas. Lo que más le asustaba era su sonrisa, siempre estaba sonriendo. No era una sonrisa alegre, era una sonrisa paranoica. - "Lo siento padre, pero no logro encontrar a los sirvientes. Espere un momento, por favor. Seguramente están arriba, subiré a avisarles".-Dijo Misha mientras empezaba a subir la escalera. De repente sintió la necesidad de huir, una voz en su interior le decía <¡corre, corre y salva tu vida!>, empezó a subir las escaleras rápidamente, se dirigió a su cuarto y atrancó la puerta. - "Oh, tu no vas a ir a ningún sitio, niña".-Una gran multitud se congregaba a espaldas del hombre de negro, el demonio se giró y se dirigió a ellos con una poderosa voz, que parecía surgir del abismo.- "¡Ahí tenéis a la bruja!, está acorralada en el piso de arriba sin posibilidad de escapar. No temáis al demonio que la domina, pues Dios lo ha sumido en letargo. Vuestra misión es salvar el alma de la bruja, ¡alabado sea Dios!". - "¡Alabado sea!".-Gritó la multitud al unísono. Eran mas de ciento cincuenta personas, todas armadas con antorchas, picas, lanzas y rastrillos. Cincuenta de ellas se dirigieron a la habitación de Misha, atestando por completo el interior de la posada y las escaleras. Las demás se pusieron debajo de la ventana de su cuarto. Misha miró aterrorizada hacia abajo. Todo el pueblo quería cogerla, gritaban "¡bruja!" y "¡pecadora!". Alguien estaba golpeando salvajemente la puerta, no tardaría en ceder. La joven templó sus nervios, tenia que pensar con claridad. Aunque quizá no se hiciera daño al saltar por la ventana, la muchedumbre la atraparía. Sin embargo, quizás la ventana del pasillo no estaba muy vigilada. Tenía que abrirse paso por la puerta y llegar hasta la ventana. Sacó una caja de debajo de la cama, de ella extrajo una daga. Stern le había enseñado a manejarla y a luchar, quizá tuviera una oportunidad. Quizá podría esconderse en el bosque, Stern iría a por ella nada mas caer la noche y la rescataría. - "Te quiero, Stern".-La puerta no resistió mas y fue arrancada de sus goznes, Misha sujetó firmemente la daga y atacó al primero, era un hombre joven y tenia un brillo enfermizo en sus ojos, que se apagaron cuando la joven desgarró su garganta. Un hombre grueso derribó a Misha echándose encima de ella. Logró atravesar el corazón de su agresor, pero no tuvo otra oportunidad, aplastaron el brazo que sujetaba la daga con una gran roca arrojada con una fuerza terrible. Los huesos se astillaron y Misha gritó de dolor, golpearon su cabeza y perdió el conocimiento.
V LA JOVEN DESPERTÓ EN UN mar de dolor, el brazo roto le producía un gran sufrimiento, le arrojaron agua a la cara y alguien levantó su cabeza cogiéndola del cabello. Estaba desnuda y atada a un árbol. No sabía cuanto faltaba para el anochecer, ojalá llegara pronto, ojalá llegara a tiempo. Miró al rostro del hombre que le agarraba el pelo, era el sacerdote y estaba sonriendo. - "¿Cómo estas niña?"-Le susurró el hombre de negro al oído.-"La fiesta aún no ha terminado, pero no te preocupes. No volverás a desmayarte, de eso me encargo yo. Ah, por cierto, tu novio el chupasangre no va a llegar a tiempo. Que te divieeeertaaaas". - "¿Porqué me haces esto?, ¿quién eres?" - "Oh, no creo que te gustara la respuesta".-El demonio se giró a la multitud, que esperaba expectante y en silencio, de nuevo se dirigió a ellos con aquella voz atronadora.-La bruja no ha querido confesarme sus pecados, en lugar de eso a maldecido a Dios y a la Iglesia. Por lo tanto vosotros, fieles Cristianos, tenéis la misión de purificar su alma. La liberación de sus pecados llegará por medio de la gracia del dolor y el sufrimiento. Entonces, y solo entonces, ¡Dios salvará su alma!. El herrero local empuñó un látigo y empezó a azotar la espalda de Misha, la joven trató de no gritar, no quería darle esa satisfacción al hombre de negro. Giró la cabeza y vió a Mei-Yin. Era una inmigrante china que trabajaba con Misha en la posada. También era su mejor amiga desde hacía diez años. - "Mei soy yo, Misha. Por favor, dile a los demás que paren. Este hombre no es un sacerdote, tienes que... " - "¡Cállate zorra!"-Dijo Mei mientras cogía una piedra del suelo. Se la arrojó con fuerza, impactándole en la cabeza. Misha cerró los ojos, no había nada que hacer. El maldito hombre de negro tenía totalmente controlada a la muchedumbre. Pensó en Stern y viajó con su mente a cada uno de los momentos que habían pasado juntos. No sintió los más de cien latigazos. No sintió la sal que arrojaron sobre su espalda en carne viva. No sintió el dolor en el brazo sano, que le partieron nada mas desatarla. No sintió las incisiones por todo su cuerpo, las cuales le desgarraron un ojo. No sintió las repetidas violaciones. Solo sentía el tacto de la piel de Stern al abrazarla. Mei-Ling empezó a llorar. - "Tiempo muerto, tiempo muerto. Vamos paletos, retiraos al banquillo".-Dijo el hombre de negro, la gente se apartó obediente, puso boca arriba el destrozado cuerpo de Misha y le susurró al oído.-"Vamos, vamos niña. No estas colaborando, ¿dónde están esos, ¡no por favor, no me mateeeeis, piedad, piedad! y los demás grititos, eh?" - "Vete al infierno".-Dijo Misha con las pocas fuerzas que le quedaban. - "Oh, precisamente de allí vengo. Bueno, todavía queda el plato fuerte, la hoguera. Voy a mantenerte viva hasta que tus huesos se transformen en cenizas. Veremos a ver si gritas o no".-Volvió a levantarse.-"La bruja sigue sin confesar sus pecados, llevadla a la hoguera". Una de los que se adelantaron para transportar el cuerpo fue Mei-Yin. Llevaba un cuchillo en la mano, ya no estaba bajo el influjo del hombre de negro. - "Misha, por favor, perdóname".-Le dijo mirándola al único ojo que le quedaba sano. - "Mei, tienes que matarme. Ese demonio me esta manteniendo viva, el dolor es insoportable". Mei-Ling hundió el cuchillo en el corazón de su amiga con el rostro anegado de lagrimas. Misha trató de imaginarse los sitios que nunca visitaría con su amado. Ojalá hubiera podido seguir junto a él. < Adiós Stern, se fuerte.> Mei-Ling cerró el ojo sano de su amiga. Se levantó y gritando corrió hacia el hombre de negro empuñando el cuchillo. Hundió el cuchillo en el cuerpo del demonio. Este la miraba mientras mostraba su eterna sonrisa. - "¡Muere bastardo!" - "Eres una niña muyyyyy mala, me has estropeado la diversión". A continuación el hombre de negro agarró la cabeza de Mei con las dos manos y con un giro brusco le partió el cuello. La dejó caer y volvió a dirigirse a la muchedumbre. - "Esta pobre niña estaba bajo el control de la bruja. Aunque esté muerta, quemad a la bruja en la hoguera. Yo iré a la iglesia a rezar por la salvación de sus almas". Dos hombres transportaron el cuerpo sin vida de Misha en dirección a la pira. El demonio se dirigió a la iglesia. Tan feliz estaba, que ni siquiera se molestó en sacarse el cuchillo que tenía clavado en el estomago.
VI STERN BATTLER DESPERTÓ MEDIO SEGUNDO después de que el sol acabara de ocultarse bajo las montañas. Desde el primer momento supo que algo terrible había ocurrido. - "¡MISHA!"-Gritó mientras destruía la trampilla de piedra como si estuviera echa de papel. Se dirigió a una velocidad inhumana hacia el centro del pueblo, atravesando cualquier cosa que se interpusiera en su camino. Unos minutos antes de despertar había escuchado claramente la voz de Misha. < Adiós Stern, se fuerte. > Ojalá no llegara demasiado tarde.
VII EL CUERPO SIN VIDA DE la joven estaba atado a un palo. La madera apiñada debajo de él comenzaba a arder. El vampiro atravesó a la muchedumbre reunida en torno a la pira y descolgó el cuerpo destrozado. - "Oh, no Misha. No, por favor". Tumbó el cuerpo con delicadeza en el suelo. Había oído historias de mortales que fueron convertidos en vampiros poco después de morir. Habían pasado quince minutos pero quizá aun quedara esperanza. Stern desgarró su muñeca de un mordisco, abrió la boca de Misha y dejó que la sangre entrara por ella. Los habitantes del pueblo de Meinji miraban confusos la escena, mientras murmuraban entre ellos. - "Por favor, cariño. Despierta. Vive. Por favor. Por favor". Pero no ocurrió nada, el cuerpo seguía sin moverse. La joven estaba mas allá de toda salvación. Stern la abrazó, por sus ojos fluía mas sangre que por su muñeca desgarrada. Pasaron cinco minutos, la hoguera y las antorchas comenzaban a iluminar cada vez más a medida que el resplandor del sol desaparecía. Stern levantó el cuerpo y lo puso sobre un carromato de paja, que había sido traído para encender la hoguera. La multitud lo rodeó, blandiendo sus antorchas. - "Es el diablo, el diablo ha venido a liberar a la bruja". < ¿Bruja?. > - "Hay que quemar al diablo, hay que quemarlo o nos llevará a todos al infierno". < Oh, Misha. > - "Dios está con nosotros, vamos a quemar al diablo". < Enseguida vuelvo, cariño. > Stern se encaró con la muchedumbre que estaba empezando a avanzar hacia él, a muchos de ellos los conocía. - "¿Qué habéis hecho?, me habéis quitado a la única persona que llegó a amarme. Habéis matado a una inocente de una forma terrible. ¿Qué habéis hecho?. Romanov, trabajaba en tu posada desde los ocho años. Petrovich, la conocías desde que nació. ¿Qué habéis hecho?" - "¡Hemos matado a una bruja que fornicaba con el diablo y tu Lucifer, eres el siguiente, vamos a matarte!"-Gritó Romanov. La muchedumbre siguió avanzando, pero se detuvo de inmediato. Los ojos del vampiro empezaban a brillar con un fulgor rojo. Un fulgor que no venía de la luz de las antorchas. - "¿¡Queréis muerte!?, no permitiré que volváis a acercaros a Misha. ¿¡QUEREIS MUERTE!?. Bien, ¡tendréis muerte, muerte y condenación para todos vosotros, mal nacidos!. La Muerte ha llegado a Meinji, ¡recibidla con los brazos abiertos!" Stern se arrojó a la muchedumbre, desgarrando gargantas y atravesando pechos con las manos desnudas. Al principio los lugareños trataban de quemarle con las antorchas, pero para el vampiro se movían a cámara lenta. La gente empezó a correr gritando de un lado para otro. Pero el vampiro no pensaba parar, solo dos palabras resonaban en su cerebro: muerte y venganza. No pensaba parar hasta que el ultimo habitante de Meinji hubiera muerto. Hombres, mujeres, niños. Eso le daba igual. No podían escapar, no podían correr. La Muerte había llegado a Meinji y nadie podía escapar de su helado abrazo. El hombre de negro observaba desde el pilar de agua bendita todo el espectáculo, era grandioso. Se sacó el miembro viril en erección y empezó a masturbarse, al poco tiempo, el semen salpicó la pila y la imagen se desvaneció. - "¡Oh, demonios!"-El hombre de negro se rió a carcajada limpia. Su infernal risa resonó en las paredes de piedra, aumentándola todavía más.
VIII MÁS DE TRESCIENTOS CADÁVERES YACIAN apiñados en las calles sin vida de Meinji, solo quedaban dos seres con vida en el pueblo, y no eran humanos. La luna llena brillaba en el cielo, como único testigo de la matanza ideada por el demonio y perpetrada por el vampiro. Stern se dirigió a la iglesia. ¿Iba a matar también al cura?, estaba confundido, con la cabeza embotada y el cuerpo totalmente cubierto de sangre. Sí, sí iba a matarlo. Ya nada importaba, nada. El cura. Recordó que Misha le dijo, un mes atrás, que el cura había muerto y otro llegó en su lugar, un cura misterioso al que llamaban el hombre de negro. Pero eso daba igual, todos morirían, todos, sin excepción. Stern arrancó las gruesas puertas de madera de sus goznes. Las puertas se astillaron al impactar contra las columnas que sustentaban la iglesia. En el altar, el cura le miraba, le miraba. Y sonreía. No era una sonrisa alegre, era una sonrisa paranoica.
IX - "Aommm, aommm. Doominus cominus erectum endiñum por el cuuuuulum. Saludos hijo mío, ¿qué te trae a la humilde casa de Dios?"-Dijo el cura. Stern vio el cuerpo descabezado de la niña tirado en el suelo. La cabeza estaba en el altar, el cura la sostenía. No, no la sostenía. Había introducido su mano por el orificio que antaño unía la cabeza con la base del cuello. Los insectos se arremolinaban alrededor del cuerpo de la niña. Un perro que se había unido al festín huyó corriendo y chillando cuando Stern miró el cadáver. A pesar de que el vampiro estaba cubierto de sangre y el demonio sostenía la cabeza (a la cuál le había arrancado la lengua y quitado parte del cerebro) ni una sola mosca se atrevía a acercarse a menos de diez metros de los dos seres inhumanos. -"¿Qué has hecho?, ¿por... por qué la has matado?"-Stern estaba empezando a marearse. - "Oh, bueno. Porque me aburría. Y tu, ¿por qué has matado a todos los paletos?" - "¿Paletos?" - "Pueblerinos, chusma, gentuza... - No... ellos... ellos mataron a Misha". - "Pero eso no es así, ¿verdad señor N'Asthir?"-El demonio estaba hablando con voz aflautada mientras movía la mandíbula de la niña.-"Usted controlaba a la muchedumbre, la mataron porque usted así lo quiso, ¿no es cierto?" - "Shhh, cállate, que se va a mosquear".-Dijo el demonio mientras miraba la cabeza de la niña y se ponía un dedo en la boca. - "¿Quién eres?"-Preguntó Stern. - "Oh, perdona. No me he presentado". - "Tiene usted muy malos modales, señor N'Asthir".-Dijo el demonio con voz aflautada. - "Cállate un momento niña".-El demonio carraspeó para aclararse la garganta.-"Encantado, me llamo N'Asthir. Soy un general de elite en el séptimo circulo del infierno. Un ángel negro, un ángel caído. Como prefieras. ¿Quieres mi tarjeta?" Stern no sabía a lo que se refería, estaba demasiado confundido. - "Tu... tu has". - "Bueeeeno, pues sí. Yo controle a los paletos que mataron a tu zorrita. Nada personal, solo es mi hobby. Hay gente que colecciona sellos, que colecciona mariposas... yo colecciono dolor y sufrimiento". Stern se quedo de piedra. Algunas de las cosas que decía el demonio no tenían sentido. Pero esa gente. No lo hicieron ellos. Durante toda su vida no había matado a nadie. Se alimentaba de la sangre de los animales. También de los bandidos y asesinos, pero hasta a ellos les perdonaba la vida. Y ahora, ahora... Ahora había matado a más de trescientos inocentes. Stern se derrumbó de rodillas en el suelo. < Oh, Dios mío, que he hecho. Misha, oh Misha.> - "¡Sííííí señor!"-N'Asthir comenzó a hablar entre espasmos de risa.-"Eso es lo que yo quería ver. Esa cara que has puesto Stern, es gloriosamente dolorosa. Lastima que falten ocho siglos para que se inventen las videocámaras. Este momento tenía que haberlo grabado. Joder, me estoy empalmando". < Los he matado. > - "Es usted muy malo, señor N'Asthir".-Dijo el demonio con voz aflautada mientras giraba la cabeza de la niña hacia su rostro. < Hombres, mujeres, niños, recién nacidos. Oh Dios, los he matado a todos. > - "Pero yo no he matado a nadie niña, ha sido él quien los ha matado".-Contestó N'Asthir mientras miraba la cabeza de la niña. < Ese demonio los controlaba. > - "Eso no es cierto, señor".-Dijo N'Asthir con voz aflautada.-"Usted me ha matado a mí". < Ese demonio hizo que la gente matara a Misha. > - "Ya estoy harto de ti, niña repelente".-A continuación, el demonio comenzó a golpear la cabeza de la niña contra el altar. Los ojos salieron disparados. La mandíbula se desprendió. El cráneo se partió en dos. El demonio tiró los restos al suelo y se limpió la mano en la túnica, que quedó manchada de sangre y restos de materia gris. < Ese demonio debe morir. La muerte ha llegado a Meinji. N'Asthir, recíbela con los brazos abiertos.> - "Antes de que te cabrees del todo, Stern, quiero mostrarte algo". N'Asthir levantó la ensangrentada mano izquierda, al instante, la mente de Stern fue bombardeada con imágenes. Imágenes que recorrerían sus sueños en los años venideros, convirtiéndolos en aterradoras pesadillas. Todos y cada uno de los terribles segundos de la agonía de Misha fueron transcurriendo por su mente, como si él mismo hubiera estado allí presenciándolos sin hacer nada. Stern comenzó a gritar. El dolor, las violaciones. Stern siguió gritando. El ensangrentado rostro de su amada, contraído por un dolor infernal. Los insectos que danzaban en torno al cadáver de la niña huyeron asustados. El demonio se reía a carcajada limpia. - "¡¡¡BASTARDOOO!!!"-Stern agarró una de las grandes y gruesas astillas de la puerta, que acababa en una afilada punta. La lanzó en dirección al demonio con una fuerza aterradora, impactando en el centro del pecho de N'Asthir. El tremendo impacto impulsó el cuerpo del demonio hacia atrás, quedándose clavado en la puerta que separaba el altar de los aposentos del antiguo sacerdote. El demonio seguía riéndose. - "¡¡¡MUEREEE!!!"-Stern corrió hacia el cuerpo empalado. Comenzó a golpearlo salvajemente. Las costillas se quebraban, los órganos vitales quedaban aplastados. El demonio seguía riéndose. Stern cogió el cuchillo clavado en el estomago de N'Asthir y se lo rajó. Los intestinos salpicaron el suelo. El demonio seguía riéndose. Le arrancó la garganta de un mordisco y un brazo de un fuerte tirón. El demonio seguía riéndose. Incrustó los dedos en el pecho, le sacó el corazón y se lo metió en la boca. El demonio se lo escupió en la cara y siguió riéndose. - "¡MALDITO SEAS, MUERE!"-Le agarró la cabeza con las dos manos y se la arrancó. Luego la estrelló contra el suelo, con parte de la espina dorsal sobresaliendo de la base del cuello. El demonio dejó de reírse. En sus labios quedó grabada una sonrisa. No era una sonrisa alegre, era una sonrisa paranoica.
X STERN AMONTONÓ TODOS LOS CUERPOS de los antiguos habitantes de Meinji. No tenía tiempo para enterrarlos a todos, así que les prendió fuego. Los restos de N'Asthir los quemó aparte, aplastando con un mazo los huesos ennegrecidos hasta que no quedó mas que polvo y ceniza. También prendió fuego a las casas. Como estaban construidas con madera y paja, ardieron fácilmente. Encontró las ropas de Misha y su colgante. Era un pequeño Fénix de hierro que ella compró a un mercader cuando tenía quince años, la delgada cadena se había roto, pero podía arreglarla. Recogió el cuerpo de Misha y lo llevó a lo más recóndito del bosque cercano a Meinji. Allí había una pequeña cascada, rodeada de árboles. Era el sitio preferido de Misha y allí fue donde Stern y ella pasaron la mayor parte del tiempo juntos a lo largo de los tres años. La enterró allí, a los pies de un árbol. En el tronco grabó: MISHA
LITHMUN 1100-1120 Cariño, descansa en paz. Pensó en volver a Meinji y arrojarse en la gran hoguera en que se había convertido, pero recordó las palabras de Misha en la noche anterior. < No querría que murieras por mi culpa. Además, yo siempre estaría contigo, aquí... > Stern agarró fuertemente el colgante del Fénix. < Tenemos que prometernos que, aunque uno de los dos muera, el otro seguirá adelante. > Se lavó en la cascada. Quedaba poco para el amanecer, así que volvió al molino. A la noche siguiente, estuvo cinco horas arrodillado delante de la tumba de Misha. Después abandonó las ruinas humeantes de Meinji, sin tener un rumbo fijo. < Adiós Stern, se fuerte. >
XI DURANTE UN MES, NINGUN SER vivo volvió al sitio que antiguamente se conoció como Meinji. Los habitantes de los pueblos de alrededor, aunque habían visto la inmensa columna de humo que se levantó sobre el pueblo, también oyeron los desgarradores gritos de sus habitantes y no osaron acercarse. En lugar de ello, llamaron a la Iglesia. Una gran hueste de Inquisidores, Exorcistas y Caballeros Templarios llegó al lugar y sus investigaciones fueron llevadas al Vaticano. El Papa declaró el lugar como "maldito por el infierno" y nadie, (ya fuera sacerdote, campesino, vampiro u hombre lobo) se atrevió a acercarse a menos de veinte kilómetros del desaparecido pueblo. Se decía que, en una calurosa noche de Junio, la Señora Muerte llamó a las puertas de Meinji... Y sus habitantes la recibieron con los brazos abiertos.
XII Atenas, año 1126 D.C. HABIAN TRANSCURRIDO DOS DIAS DESDE que Stern llegó a Atenas. En ese tiempo descansó del largo viaje y se entrevistó con Maximo. Les contó a él y a su madre su conversación con el Extraño sin edad, (al cual Maximo había conocido). El Príncipe llegó a la conclusión de que era demasiado importante, y él y Andrea convocarían el gran consejo de vampiros. numerosos mensajeros fueron mandados a todos los lugares de Europa. Stern se marchó de Atenas en dirección a España, a seguir con la misión que el Extraño sin edad le había confiado. Una figura observaba desde la sombra de un edificio la partida de Stern. Iba cubierta con un manto negro. En sus labios se dibujó una sonrisa. No era una sonrisa alegre, era una sonrisa paranoica.
Quino-Wan (Córdoba) |