Avanzais entre las mesas acercándoos al rincón donde se sienta Ipar. Este no levanta la mirada cuando vos os acomodais en una silla...Teneis muchas preguntas que hacerle, sentis cierta curiosidad. ¿Quién es? ¿Qué hace? ¿Es este su hogar? ¿De quién huye? ¿Por qué se esconde?
El Mercenario sigue jugueteando con su puñal mientras que el duende tabernero os acerca un par de jarras de algún furioso brebaje (como podeis comprobar al posar vuestros labios en el líquido). Ante vuestra tos y cara de repugnancia, Ipar levanta la mirada y parece sonreir. Sus ojos reflejan cansancio y una honda tristeza.
La verdad es que no sabeis muy bien por dónde empezar...Tal vez querais volver.
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