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LAS TRES ESPADAS MELLADAS
Pompaelo es el burgo más poderoso del oriente de las Tierras Altas. Civilizaciones enteras se han disputado su dominio, civilizaciones más antiguas que los actuales dioses. No en vano para muchos Grandes Señores ha sido la llave de las indomables Tierras Altas Norteñas, la última frontera, la última puerta antes de entrar en terreno "bárbaro". Sus casas, al ser zona de ribera, tienen sus muros de adobe fortalecido con estacas, y sus techos, recubiertos con paja, tienen fama de ser los más resistentes al viento de todo Northland.
Sin embargo la ciudad, en contraste con sus edificios, está rodeada por una extensa muralla. Es recuerdo de tiempos bélicos que todavía no han pasado...El remate de la muralla, caída y reconstruida en el devenir de los años por millares de ataques, se corona como preciosa gema en un lugar llamado "La Ciudadela", donde vive Amurath, Señor de Navarrath. Amurath es un dirigente muy similar a los que dominan en las Tierras Medias...orgulloso, de pomposos movimientos, abandonado a los placeres y desconocedor de las miserias de los suyos. Las lenguas más osadas relatan entre callejuelas que Amurath optó al trono merced al asesinato-envenenado por tejo- de su hermano primogénito Abdurath, cuando estos eran apenas unos mocosos. Lo cierto es que Amurath se revela como un excelente esbirro real...y más cuando todos saben que el inoperante rey es marioneta de su Caid o mano derecha Moreded.
Las calles de la parte vieja, empedradas y húmedas por una reciente lluvia, llevan a una figura embozada en una capa roja que se mueve con sigilo hasta una pequeña plazoleta en la que hay varios puestos de mercaderes. Baratijas, armas de pésima calidad, camellos, caballos, enseres...Ipar ha logrado atravesar el Desierto Bardeno y despistar a sus perseguidores, sabe que nunca le buscarán en Pompaelo pues es entrar en las mismísimas fauces del lobo. Ahora debe encontrar refugio y abastecerse bien antes de emprender de nuevo su camino hacia el Norte, hacia la seguridad de la Gran Cordillera y por allí hasta su hogar; el Bosque del Mercenario.
A la derecha del puesto de un vendedor de artículos de jade (o imitaciones, según puede comprobar al acercarse) está lo que busca. La puerta de lo que parece una taberna; "Las Tres Espadas Melladas". Ipar sonríe y cruza el umbral de la puerta.
El interior del garito es una mezcla de claroscuros y rancios olores. Gente variopinta se reparte vaciando sus consumiciones o relatándose las más inverosímiles hazañas. Escuderos, borrachuzos, guerreros de siniestra mirada, prostitutas y ancianos abstraídos. Ipar busca con la mirada al tabernero... De repente alguien le llama por su nombre.
- ¡IPAR!
El mercenario se gira esperando ver a su gran amigo y sin embargo nada más darse la vuelta recibe un descomunal puñetazo que lo hace sentarse en el suelo noqueado. Entre las brumas de la semiinconsciencia, mientras trata de recuperarse, oye bramar furiosa a la misma persona:
- ¡Hijo de Seth! Te largaste sin pagar la última vez...¿Es que te crees que somos la beneficiencia?! Y claro...no sólo bebes en cantidad sino en calidad...¡Acabaste con la existencia de vino enanil! No te castro porque...
Ipar se lleva la mano a la boca y observa sonriente un hilillo de sangre:
- Piko? No cambias, viejo pirata...
Mosen Piko regenta la taberna de las "Tres Espadas Melladas", quizás el garito con peor fama de toda Pompaelo. Este ayuda a levantarse al Mercenario y lo estrecha entre sus descomunales brazos. La gente, repuesta de la sorpresa inicial vuelve a sus quehaceres.
- Cómo has cambiado! Menuda pinta que traes...y por lo que veo, la vida te ha abierto una fea cicatriz en la cara...
Ipar se toca la marca que le surca el rostro de izquierda a derecha en diagonal, recuerdo de un fugaz encuentro con el asesino de los suyos.
- Tendrías que haber visto cómo quedaron los otros...
Mosen Piko se lleva a unas mesas del fondo al Mercenario y hace traer unas jarras de vino de Navarrath. Ipar le explica, tras los saludos y los recuerdos, su actual situación; su escapada de las mazmorras de Martutainhs, su huída por el río subterráneo, la llegada al burgo de Tutera, el atravesar el Desierto Bardeno...
- Piko, debo llegar a la Gran Cordillera. Esos cazarrecompensas no podrán encontrarme allí, y ya luego, podré alcanzar mi Bosque.
Mosen Piko apura su jarra pensativo.
- Tienes más suerte que una campesina con dote. Me pillas de milagro pues me disponía a abandonar Navarrath para instalarme en las Islas Kanards...Dicen que sus vientos vienen bien para la salud de un vividor como yo, además son muchos los barcos que por allí fondean y puede que entre ellos alguno traiga alguna Teutona...
Los dos amigos estallan en carcajadas.
- De todas formas si quieres alcanzar la Gran Cordillera tienes dos opciones...La oriental y hacerlo por el reino encantado de Andor o seguir la linea más recta y atravesar el valle de Agoteland.
- ¿Qué me aconsejas?
Mosen suspira y hace una señal a un camarero para que saque a la calle a dos borrachos.
- Andor es tierra de driades...Yo no me fío mucho de esas hijas del demonio. Te atrapan con encantamientos y sortilegios y te hacen esclavo...Hombre! A mi no me importaría mucho ser esclavo de alguna de esas rameras...Pero bueno...Y en cuanto a Agoteland, voto a Sugar! Ya sabes lo que dicen las leyendas. Los Agotes son los malditos, no les permiten salir de su valle a mezclarse con otras estirpes. dicen que traicionaron al mismísmo dios Mikelats y que este les condenó por toda la eternidad.
Ipar mira pensativo a Mosen Piko.
- No creo en estúpidas maldiciones.
Mosen sonríe con malicia.
- Siempre has sido un bribón, Mercenario, pero hazme caso; si me dan a elegir entre los encantos de ninfas y driades, o por el contrario a esos bastardos Agotes más feos y rústicos que una moneda orca...tú me contarás; me quedo con las hechiceras.
- Debo llegar cuanto antes a mi hogar...El Valle de los Agotes es la línea más rápida.
- Tú verás. Pero será mejor que descanses, tienes peor pinta que una vieja desahuciada...
Mosen Piko acompaña al Mercenario a la parte posterior de la Taberna, donde se juntan en una especie de bodega descomunales barricas. En un ágil movimiento, tocando un resorte, una barrica se abre y da paso a una escalera oculta que lleva a un piso inferior.
- Descansa bien, Ipar, mañana hay que hacer el petate. Yo abandono Pompaelo y tú es mejor que salgas hacia el Norte. Las tabernas tienen mil oídos, y más la mía, que es centro de malvividores y cautivos de los secretos del alcohol...Venderían a su madre por una jarra de mal vino de Sinderland. Abajo tienes comida y un lecho seco...No es gran cosa, pero no me pidas delicadezas después de ventilarte toda mi existencia de vino enanil...
Ipar sonríe bajo su capa.
- Si te sirve de consuelo calentó mi cuerpo mejor que un burdel de Rid-Mad.
El Mercenario baja las escaleras y se dispone a descansar tras comer lo que Mosen Piko le ha brindado; espárragos de Navarrath y vino de la Ribera. Es la primera noche que dormirá con cierta comodidad tras ser capturado por Moreded. Antes que el Dios Gaueko le suma en los velos del sueño, Ipar se hace muchas preguntas. ¿Quién le traicionó? ¿Cómo pudieron encontrarle y llevarle a Martutainhs? ¿Qué camino será mejor para alcanzar su hogar? ¿Cómo meten la mina en el interior de un lapicero? Las dudas acosan su cabeza, pero pronto yace rendido con su mano aferrando la empuñadura de su espada.
Pd: Muchas son los garitos de "Pompaelo". Pero en su parte vieja, junto a una estatua desde la que se tiran los "güiris" en pelotas (estampándose en el suelo) allá por San Fermín, recuerdo una taberna de la que ya éramos socios de honor mis amigos y yo. No sé si se llamaba "Las Tres Espadas Melladas" o "La Tasca de Paki"...el caso es que guardo muy buen recuerdo (bueno, acordarme, me acuerdo de bastante poco...). Juerga y música de Offspring...y mañanas de encierros tras los toros. Estoy seguro de que al Mercenario le hubiese encantado acompañarnos.