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(BREVE RESUMEN DE CAPITULOS ANTERIORES: Ipar "El Mercenario" ha escapado de la hedionda prisión de Martutainhs por un tunel que le comunica a un río subterráneo. Cuando despierta tras caer inconsciente, ve que la corriente del Gran Río le ha arrastrado cerca del burgo de Tutera. Tras robar unas ropas, atraviesa el Desierto Bardeno con los cazarrecompensas de Moreded pisándole los talones rumbo al Norte, llegando a la poderosa ciudad de Pompaelo, donde se pone en contacto con un antiguo amigo de correrías llamado Mosen Piko. Este le hospeda en su taberna; " Las Tres Espadas Melladas", donde pernocta a salvo. Piko le indica el camino a seguir hacia "El bosque del Mercenario", por el Valle de los Agotes, pero él dice que emigrará hacia las Islas Kanards. En la madrugada, cuando se disponen a huir, son interceptados por el Sha Amurath, señor de Pompaelo y lacayo de Moreded, eterno enemigo de Ipar. Piko ha seducido a la mujer de Amurath y éste, enojado, les condena a los "Juegos de Pompaelo"; un encierro muy particular del que no se tiene noticias haya sobrevivido nadie...)
LOS JUEGOS DE POMPAELO
Los soldados se apartan corriendo dejando a Mosen Piko e Ipar en medio de la callejuela. Los laterales están protegidos por grandes muros de madera desde los cuales, parapetados, se reparten las gentes de la ciudad que gritan excitadas ante el espectáculo. Ante ellos, está un enorme portalon de roble tras el cual, llega un sonido brutal nada alentador.
Ipar evalua las posibilidades de huída. Parece imposible, sólo hay un camino; la callejuela que se extiende a sus espaldas, protegida a los lados por los muros de madera. Es imposible trepar a ellos; los soldados le empujan con sus lanzas desde arriba. No puede evitar sentirse como un ratón en el laberinto de un loco.
- Menudas diversiones que os gastais por aquí...
Mosen Piko suda, pero en esa mañana apenas si hace calor. Mira fijamente el gran portalón.
- Ipar...espero que estés en forma. Será mejor que empecemos a correr...desde ahora mismo.
- Correr?
Piko empieza una desesperada huida calle abajo entre los vítores de la muchedumbre. Un escalofrío recorre la columna del mercenario; nada bueno puede haber tras el siniestro portalón. Así que sigue los pasos de su compañero a la carrera.
- Qué es esto?
Mosen Piko habla con el corazón en la garganta, seguramente se arrepiente de la vida sedentaria como regente de "las Tres Espadas Melladas".
- Tras tirar el Txupinazo (una magia oriental que desconozco), se abre el portalón dejando escapar a los hijos de Taurus. Los he visto mercenario...son las bestias más grandes que puedas encontrar. Creo que los traen de las Tierras del Sur. Esas malditas reses, grandes como diez caballos, y con cuernos como lanzas, te persiguen por esta calle que comunica con la Arena de Pompaelo...
Una estrella que surge del suelo estalla en el cielo con un enorme estruendo.
- Ahora sí que sí...CORRE!!!!
El Mercenario y Mosen empiezan una huida desesperada callejuela abajo. Desde los muros la gente grita extasiada...pero Ipar apenas si tiene ojos para esas personas que la velocidad convierte en borrones difusos. El suelo es resbaladizo y las botas de cuero apenas si agarran bien en el empedrado. Las curvas son cerradas, sin embargo lo que más le preocupa es el sonido de unos cascos que, a sus espaldas, y ya no demasiado lejos, le van comiendo terreno.
En una de las curvas Ipar cae al suelo aparatosamente, es un instante, y mientras se levanta mira hacia atrás. Queda paralizado de miedo. Al menos diez toros, grandes como diez caballos, vienen a por él a la carrera oliendo el miedo.
Mosen vuelve sobre sus pasos y le ayuda a levantarse.
- Vamos Mercenario, CORRE!!!
La gente grita excitada por la escena. Ipar maldice a Sugar, y olvidándose del dolor en su rodilla renueva la carrera con los miuras a apenas diez metros a sus espaldas.
- Nos...alcanzarán...
Las palabras son jadeos, el cansancio es enorme. Pero no hay tiempo de detenerse; significaría la muerte ensartado o pisado por los monstruosos volúmenes de los animales.
Ipar recoge del suelo unos pergaminos, seguramente de un bando que cayó al suelo, los enrolla y mantiene la distancia a la carrera con el primer toro que le echa ya el aliento en la nuca. El truco parece funcionar y el animal se centra más en el pergamino que en el trasero del Mercenario. Mosen Piko hace lo propio con las hojas de unas acelgas desparramadas por el empedrado.
- Quién me iba a decir a mí...que...las acelgas acabarían gustándome...
La callejuela desemboca en el Circo de Pompaelo. Un estrecho callejón da paso a la Arena, Piko e Ipar entran jadeantes, caer significaría la muerte...el callejón es tan estrecho que morirían aplastados.
Un enorme estruendo se deja oir a sus espaldas. El primer miura, el que ya rozaba al Mercenario, ha resbalado obstaculizando el paso de sus compañeros. El choque en el callejón es impresionante. Mugidos de dolor se dejan oir como una sinfonía de desesperación animal. Al volverse Ipar comprende que al menos seis toros han perecido ensartados por sus compañeros...Los otros cuatro son incapaces de atravesar la macabra barricada mugiendo furiosos al olor de la sangre.
- Por Mikelats! Voto a Sugar!. Si esto no es tener suerte que baje Atarrabi y lo vea...
- Los dioses nos sonríen...
Ambos compañeros jadean en la extenuación. La Arena de Pompaelo está repleta de gente, gente dispuesta a disfrutar de los Juegos de Pompaelo. En el palco presidencial está Amurath, rodeado de sus lacayos y serviles. Su cara refleja frustración...
- Creo que a tu amigo no le ha gustado lo que le ha pasado a sus mascotas...
- Se sentirá identificado...
Las trompetas resuenan en la Arena de Pompaelo cuando Amurath deja oir su aflautada voz. El silencio ante las palabras del Sha sólo es roto por la agonía del callejón.
- Hijos de Navarrath! Los dioses quieren su tributo, la sangre ha de derramarse...QUE EMPIECEN LOS JUEGOS!
Los Pompaelenses estallan en gritos de júbilo.
Ipar mira a Mosen Piko.
- Pero no habían empezado?
Mosen Piko, doblado sobre sus rodillas recupernado aliento, farfulla abatido.
- No, lo de antes era simplemente para "aderezar" el cotarro...Escoge las armas porque hay que batirse contra los gladiadores y presos traídos para la ocasión. Que los hados te sean propicios Ipar, de los que luchemos sólo puede quedar uno (Mmmm, esta última frase vendría bien para una película).
Dos enormes eunucos traen varias armas que dan a escoger a los dos amigos. Mosen se decanta por la red y el tridente, el Mercenario escoge la espada y el escudo. Las puertas se abren dejando paso a varios hombres armados a la usanza de los gladiadores. Las trompetas vuelven a sonar. Los gladiadores se juntan frente a la imagen del dios Ferminth y entonan un ceremonial cántico empuñando sus armas.
- A San Ferminth pedimos, por ser nuestro gran dios, nos libre en el combate, dandonos su bendición.
Piko tambíen ha cantado, mira a Ipar y susurra.
- Los juegos de Pompaelo son muy famosos. Vienen de todas las Tierras a disfrutar de este evento. Tierras Medias, nórdicos, sureños...Incluso cierto trovador llamado Jemingüeyk que es tan famoso por sus composiciones como por el vino que me debe.
Los ceremoniales concluyen y los combatientes se aprestan a luchar. Dos contra dos y así hasta que sólo uno quede en pie. Un orco malencarado, armado con un hacha de dos filos, mira con ojos enrojecidos a Ipar. Las luchas comienzan, los gritos de dolor en la Arena no se hacen esperar.
El orco blande su arma y ataca frontalmente. Parar el golpe con la espada sería de locos así que Ipar se hace a un lado dejando que el peso del ataque golpee la arena. Por el rabillo del ojo ve que Piko lucha contra un gigantesco Gnoll.
Con un ágil movimiento incrusta la espada a la altura del homoplato del orco, desprotegido por su poco racional ataque. El estentor del monstruo es el prólogo de la muerte que recoge su tributo. Pero apenas si hay tiempo para descansar, tras el orco le toca en turno a un Balamgump de las Dunas, y tras él un elfo negro que que le abre profundas heridas con su cadena batiente. Ipar recuerda las palabras de los mercenarios irlandeses.
- "Una cadena es como una lanza...sólo es útil a cierta distancia".
El elfo queda a su merced cuando en un giro de la cadena, Ipar entra en su radio de acción clavándole la espada en el esternón. Pero el Mercenario está cansado, la huída de Martutainhs, la carrera delante de los miuras...la Arena de Pompaelo...
Los enemigos van cayendo. Piko reparte bendiciones de izquierda a derecha, junto al tridente se ha hecho con una maza, y aplasta los cráneos de sus enemigos improvisados. Cuando el Sol está en lo alto, y la arena está teñida de roja. Sólo dos figuras renqueantes se alzan sobre los cuerpos caídos. Mosen Piko y un trasgo de mirada extraviada.
Piko comprende que sólo quedan vivos ellos dos. Azuza al monstruo con su tridente.
El trasgo no parece responder...su mirada está fija en algún punto. Al acercarse la bestia cae al suelo aparatosamente, muerta. Su espalda luce una mortal herida abierta y sangrante por la que ha escapado su negra alma. Ipar está en el suelo, semiinconsciente pero vivo. Con un último esfuerzo pudo librarse del trasgo lanzándo su espada desesperadamente y alcanzándole con fortuna. Mosen mira al Mercenario caído en el suelo.
Amurath desde su palco exige la muerte.
- A que esperais?? Mátadle y ganad vuestra libertad!!!
Las gentes se hayan sumidas en el silencio. Un silencio espectral. El mercenario abre sus ojos y ve sobre él a Piko que le mira tridente en mano.
- Venga Piko...acaba ya...Tú tienes mucho más que perder que yo...Haz que descanse de una vez de este sin sentido...
Mosen Piko suspira y alza el tridente. Ipar se dispone a reunirse con los suyos, allá en los jardines de Mari, junto a Sugar, Mikelats, y Atarrabi. Adios a la maldición, adios a una triste persecución. La muerte será una bendición...
Cuando abre los ojos, esperando ver el ansiado paraíso norteño. Ve que Piko le sonríe. Su mano se gira rápidamente y lanza el tridente alcanzando la garganta del Sha de Amurath. El sapo todavía está incrédulo cuando su sangre roja resbala por su ensortijada y oronda figura.
- Siempre te ha gustado ir de mártir norteño...Recuerda que me debes varios taeles de oro en concepto de cierto vino...¿cómo los cobraría si te mato? Ahora tienes menos dinero que una alcahueta sarnosa de Barrish...Además, le tenía ganas a Amurath...ya ves.
Ipar se incorpora renqueante. La gente tras el silencio espectral estalla en vítores.
- Les oyes? Te quieren hacer gobernador de Pompaelo!!!
Mosen Piko estalla en carcajadas.
- Yo gobernador? Amo demasiado esta ciudad como para sumirla en la bancarrota...Mi destino está en las Kanards, mercenario. Y el tuyo en el Norte. A ambos nos esperan caminos diferentes que pueden volver a cruzarse.
En el palco Amurath es esquilmado de sus riquezas. Las gentes de Pompaelo se revela contra un miedo que les ha hecho callar demasiado tiempo. Piko e Ipar salen de la Arena por su puerta grande ajenos al cambio de poder.
- Sabes Piko? Los Juegos de Pompaelo no están nada mal...Imagínate; noche de farra. amanecer en el encierro y luego dormir la mona. Yo creo que es una fórmula que tendría bastante éxito...
- Estás loco Mercenario, los golpes que has recibido han nublado tu entendimiento...¿Quién va a querer correr delante de unos toros?
Pd: No hay nada peor que un Happy End...pero peor es acabar con el compañero del protagonista o simplemente lisiarlo para la eternidad, y más siendo Mosen Piko con ese esperanzador futuro en las Islas Kanards.
Pd1: Las aventuras del Mercenario no acaban aquí (oh no!). Aún ha de llegar a su bosque, sortear los innumerables peligros y cómo no, atravesar el misterioso Valle de los Agotes...