Lenguaje taurino
La rica terminología taurina ocupa una considerable área del vocabulario castellano. Parece claro el origen popular de las formas y de los vocablos referentes a la fiesta de toros. Así, los términos privativos de la tauromaquia referidos a las condiciones y las características del toro, a las plazas y sus dependencias, a los instrumentos de la lidia o a las suertes del toreo, circulan en el uso cotidiano de la lengua castellana. (Ej: «El toro de cinco y el hombre de veinticinco».)
Esta parcela léxica de carácter jergal, entendida como
un lenguaje especial y familiar que usan entre sí los individuos
de ciertas profesiones y oficios como los toreros, se ha formado partiendo
de la lengua común y fundamental, enriquecida por la necesidad de
precisar significativamente campos léxicos muy específicos
(«Más cornás da el hambre», frase atribuida al
torero sevillano Manuel García, llamado «El Espartero»).
Esta terminología nacida en el uso de la profesión deslinda
los límites estrictamente taurinos para alcanzar el tejido social
y se consolida y difunde a través de revisteros tan reputados como
Mariano de Cavia Sobaquillo, Peña y Goñi, el primero que
utilizó la jerga y el lenguaje flamenco, y Gregorio Corrochano,
antecesores directos de López Becerra, («Desperdicios»),
«K-Hito» o Antonio Díaz-Cañabate.
Son frecuentes las expresiones taurinas incorporadas de antiguo al lenguaje coloquial («Ver los toros desde la barrera», «Coger el toro por los cuernos» etc.) asimiladas por la sociedad.
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