DIALOGO DE AGIORNAMIENTO
ENTRE LA CARTA ENCICLICA
"CENTESIMUS ANNUS"
DEL SUMO PONTIFICE JUAN PABLO II
Y EL
L A B O R I S M O GREMIAL EVOLUTIVO
[EVOLABORISMO]
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CAPITULO VI
EL HOMBRE
ES EL CAMINO DE LA IGLESIA.
53. Ante la miseria del proletariado decía León XIII: "Afrontamos con confianza este argumento y con pleno derecho por parte nuestra...Nos parecería faltar al deber de nuestro oficio si callásemos". En los últimos cien años la Iglesia ha manifestado repetidas veces su pensamiento, siguiendo de cerca la continua evolución de la cuestión social, y esto no lo ha hecho ciertamente para recuperar privilegios del pasado o para imponer su propia concepción. Su única finalidad ha sido la atención y la responsabilidad hacia el hombre, confiado a ella por Cristo mismo, hacia este hombre, que, como el Concilio Vaticano II recuerda, es la única criatura que Dios ha querido por sí misma y sobre la cual tiene su proyecto, es decir, la participación en la salvación eterna. No se trata del hombre abstracto, sino del hombre real, concreto e histórico: se trata de cada hombre, porque a cada una llega el misterio de la redención, y con cada uno se ha unido a Cristo para siempre a través de este misterio. De ahí se sigue que la Iglesia no puede abandonar al hombre, y que "este hombre es el primer camino que la Iglesia debe recorrer en el cumplimiento de su misión..., camino trazado por Cristo mismo, vía que inmutablemente conduce a través del misterio de la encarnación y de la redención".
Es esto y solamente esto lo que inspira la doctrina social de la Iglesia. Si ella ha ido elaborándola progresivamente de forma sistemática, sobre todo a partir de la fecha que estamos conmemorando, es porque toda la riqueza doctrinal de la Iglesia tiene como horizonte al hombre en su realidad concreta de pecador y de justo.
El L. S. hace su teología de la evolución interpretando La Escritura a la luz actual de las ciencias humanas, cuya consideración servirá para ACLARAR MUCHAS CUESTIONES hasta el momento obscuras. Hechura de Dios, "hombre y mujer los creó insuflándoles el espírtu, seres en evolución de homínidos a humanos, mediante la insuflación del espíritu a un homínido (En la concepción o una vez con forma humana en el vientre); de infantes a adultos; de primitivos a civilizados. Y en lo individual, de injustos a justos, de pecadores a santos, o , en caso de reveldía a sus contrarios. Pero como humanidad -conjunto de individuos- la evolución siempre en espiral ascendente hacia el espíritu. YAHVE-Dios, Señor Y Planeador de la Evolución y ganador de sus batallas .
54. La doctrina social, especialmente hoy día mira al hombre, inserto en la compleja trama de relaciones de la sociedad moderna. Las ciencias humanas y la filosofía ayudan a interpretar la centralidad del hombre en la sociedad y a hacerlo capaz de comprenderse mejor a sí mismo, como "ser social". Sin embargo, solamente la fe le revela plenamente su identidad verdadera, y precisamente de ella arranca la doctrina social de la Iglesia, la cual, valiéndose de todas las aportaciones de las ciencias y de la filosofía, se propone ayudar al hombre en el camino de la salvación.
La Encíclica Rerum novarum puede ser leída como una importante aportación al análisis socioeconómico de finales del siglo XIX, pero su valor particular le viene de ser un documento del Magisterio, que se inserta en la misión evangelizadora de la Iglesia, junto con otros muchos documentos de la misma índole. De esto se deduce que la doctrina social tiene de por sí el valor de un instrumento de evangelización: en cuanto tal, anuncia a Dios y su misterio de salvación en Cristo a todo hombre y, por la misma razón, revela al hombre a sí mismo. Solamente bajo esta perspectiva se ocupa de lo demás: de los derechos humanos de cada uno y, en particular, del "proletariado", la familia y la educación, los deberes del Estado, el ordenamiento de la sociedad nacional e internacional, la vida económica, la cultura, la guerra y la paz, así como del respeto a la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte.
EVLO: Especial interes tiene el L. S. en aportar mayores conocimientos y soluciones a la sociedad moderna. Una de sus preocupaciones es que desaparezca -a su tiempo- el proletariado (ahora conformado en las condiciónes de los empleados y obreros (white and blue collar) cuya existencia, aún con el ascenso colectivo que supone desde la condición de esclavos y siervos, resulta aún una discriminación en la dignidad profesional y, en lo económico, una compensación desigual injusta, porque no hay razón para ello, de unos trabajos por otros: diferente en los trabajos directivos de los operativos, en los manuales de los intelectuales, en los artísticos de los prácticos, en los pragmáticos de los de investigación. El Laborismo social pone primordial énfacis en la igualación de la dignidad y del valor económico de unos y otros valores y propone interiorizarlos desde la familia y la escuela.
55. La Iglesia conoce el "sentido del hombre" gracias a la Revelación divina. "Para conocer al hombre, el hombre verdadero, el hombre integral, hay que conocer a Dios", decía Pablo VI, citando a continuación a santa Catalina de Siena, que en una oración expresaba la misma idea: "En la naturaleza divina, Deidad Eterna, conoceré la naturaleza mía".
Por eso, la antropología cristiana es en realidad un capítulo de la teología y, por esa misma razón, la doctrina social de la Iglesia, preocupándose del hombre, interesándose por él y por su modo de comportarse en el mundo, "pertenece... al campo de la teología y especialmente de la teología moral". La dimensión teológica se hace necesaria para interpretar y resolver los actuales problemas de la convivencia humana. Lo cual es válido -hay que subrayarlo- tanto para la solución "atea", que priva al hombre de una parte esencial, la espiritual, como para las soluciones permisivas o consumísticas, las cuales con diversos pretextos tratan de convencerlo de su independencia de toda ley y de Dios mismo, encerrandolo en un egoismo que termina por perjudicarle a él y a los demás.
La Iglesia, cuando anuncia al hombre la salvación de Dios, cuando le ofrece y comunica la vida divina mediante los sacramentos, cuando orienta su vida a través de los mandamientos del amor a Dios y al prójimo, contribuye al enriquecimiento de la dignidad del hombre. Pero la Iglesia, así como no puede abandonar nunca esta misión religiosa y trascendente en favor del hombre, del mismo modo se da cuenta de que su obra encuentra hoy particulares dificultades u obstáculos. He aquí por qué se compromete siempre con renovadas fuerzas y con nuevos métodos en la evangelización que promueve al hombre integral. En vísperas del tercer Milenio sigue siendo "signo y salvaguardia del carácter trascendente de la persona humana", como ha tratado de hacer siempre desde el comienzo de su existencia, caminando junto al hombre a lo largo de toda la historia. La Encíclica Rerum novarum es una expresión significativa de ello.
LABORISMO EVOLUTIVO: La ley de Dios por disposición de él mismo es evolutiva. Es decir, permaneciendo la misma va desenvolviéndose según la misma evolución decretada y conducida por Él, Señor de la Evolución, que rige todas las cosas suave y fuertemente aun la evolución futura. La Iglesia con Juan XXIII ha convocado a un agiornamiento que siempre es vigente y que llama al progreso del humano en todos sus campos a ayudar a agiornar la ley de Dios.
56. En el primer centenario de esta Encíclica, deseo dar las gracias a todos los que se han dedicado a estudiar, profundizar y divulgar la doctrina social cristiana. Para ello es indispensable la colaboración de las Iglesias locales, y yo espero que la conmemoración sea ocasión de un renovado impulso para su estudio, difusión y aplicación en todos los ámbitos.
Deseo, en particular, que sea dada a conocer y que sea aplicada en los distintos Países donde, después de la caída del socialismo real, se manifiesta una grave desorientación en la tarea de reconstrucción. A su vez, los Países occidentales corren el peligro de ver en esa caída la victoria unilateral del propio sistema económico, y por ello no se preocupen de introducir en él los debidos cambios. Los Países del Tercer Mundo, finalmente, se encuentran más que nunca ante la dramática situación del subdesarrollo, que cada día, se hace más grave.
León XIII, después de haber formulado los principios y orientaciones para la solución de la cuestión obrera, escribió unas palabras decisivas: »Cada uno haga la parte que le corresponde y no tenga dudas porque el retrazo podría hacer más difícil el cuidado de un mal ya tan grave»; y añade más adelante: .
EVLO: En en L. S. considera al capitalismo puro, que considera al trabajador como propiedad, como quasiesclavo, y al trabajo como mercancía, como contrario a la naturaleza social y dignidad humana ya que nadie puede explotar el trabajo de su projimo: Hacerse rico con y a costa del trabajo de los demás. Hacemos otra vez referencia a que 'la cuestión obrera' debe desaparecer una vez que se declare la igual dignidad de los trabajos de todos de los laboradores y por tanto el derecho a igual retribución por el mismo esfuerzo y dedicación al trabajo mediante la distribución electronica de los beneficios entre los profesionales, los ahora llamados patrones, empleados y obreros.
57. Para la Iglesia el mensaje social del Evangelio no debe considerarse como una teoría, sino, por encima de todo, un fundamento y un estímulo para la acción. Impulsados por este mensaje, algunos de los primeros cristianos distribuían sus bienes a los pobres, dando testimonio de que, no obstante las diversas proveniencias sociales, era posible una convivencia pacífica y solidaria. Con la fuerza del Evangelio, en el curso de los siglos, los monjes cultivaron las tierras, los religiosos y las religiosas fundaron hospitales y asilos para los pobres, las cofradías, así como hombres y mujeres de todas las clases sociales, se comprometieron en favor de los necesitados y marginados, convencidos de que las palabras de Cristo: (Mt. 25, 40) esto no debe quedarse en un piadoso deseo, sino convertirse en compromiso concreto de vida.
Hoy más que nunca, la Iglesia es conciente de que su mensaje social se hará creíble por el testimonio de las obras, antes que por su coherencia y lógica interna. De esta conciencia deriva también su opción preferencial por los pobres la cual nunca es discriminatoria de otros grupos, opción que no vale solamente para el aspecto material, pues es sabido que, especialmente en la sociedad moderna, se hallan muchas formas de pobreza no sólo económica, sino también cultural y religiosa. El amor de la Iglesia por los pobres, que es determinante y pertenece a su constante tradición, la impulsa a dirigirse al mundo en el cual, no obstante el progreso técnico-económico, la pobreza amenaza con alcanzar formas gigantescas. En los Países occidentales existe la pobreza múltiple de los grupos marginados, de los ancianos y enfermos, de las victimas del consumismo y, más aún, la de tantos prófugos y emigrados; en los Países en vía de desarrollo se perfilan en el horizonte crisis dramáticas si no se toman a tiempo medidas coordinadas internacionalmente.
LABORISMO EVOLUTIVO: En su evolución, el concepto de pobreza-riqueza arranca del mandato segundo del Génesis que ordena al humano trabajar y cuidar de la naturaleza-mandato económico y ecológico- ordenamiento reforzado con el "trabajarás seis días". del Ex. y Dt. y cuya omisión condena S. Pablo a no comer "El que no trabaje que no coma". matizado en la evolución moderna cuando "hay falta de empleo". Es notoria el papel que en la pobreza desempeña la enfermedad, ya sea corporal o psiquica que dificulta y a veces impide o imposibilita la guarda del mandamiento del
trabajo.
Otra causa del incumplimiento del mandamiento se da por un falta dikemoral debida a la falta de cumplimiento vocaional de los que por voación está llamado a entrepreneurs y no lo cumplen.
en el sistema económicos que tienen por objeto la adminsitración yreparto de los biens de la naturaleza. El L. S. ha puesto como definición de la función económica el conseguir que todos los miembros sociales tengan "su" trabajo
58. El amor por el hombre y, en primer lugar, por el pobre, en el que la IglesiA Cristo, se concreta en la promoción de la justicia. Esta nunca podrá realizarse plenamente si los hombres no reconocen en el necesitado, que pide ayuda para su vida, no a alguien inoportuno o como si fuera una carga, sino la ocasión de un bien en sí, la posibilidad de una riqueza mayor. Sólo esta conciencia dará la fuerza para afrontar el riesgo y el cambio implícitos en toda iniciativa auténtica para ayudar a otro hombre. En efecto, no se trata solamente de dar superfluo, sino de ayudar a pueblos enteros -que están excluidos o marginados- a que entren en el circulo del desarrollo económico y humano. Esto sera posible no sólo utilizando lo superfluo que nuestro mundo produce en abundancia, sino cambiando sobre todo los estilos de vida, los modelos de producción y de consumo, las estructuras consolidadas de poder que rigen hoy la sociedad. No se trata tampoco de destruir instrumentos de organización social que han dado buena prueba de sí mismos, sino de orientarlos según una concepción adecuada del bien común con referencia a toda la familia humana. Hoy se esta expérimentando ya la llamada , fenomeno que no hay que despreciar, porque puede crear oportunidades extraordinarias de mayor bienestar. Pero se siente cada día más la necesidad de que a esta creciente internacionalización de la economía correspondan adecuados órganos internacionales de control y de guía válidos, que orienten la economía misma hacia el bien común, cosa que un Estado sólo, aunque fuese el más poderoso de la tierra, no es capaz de lograr. Para poder conseguir este resultado, es necesario que aunque la concertación entre los grandes Países y que en los organismos internacionales esten igualmente representados los intereses de toda la gran familia humana. Es preciso también que a la hora de valorar las concecuencias de sus desiciones, tomen siempre en consideración a los pueblos y Países que escaso peso en el mercado internacional y que, por otra parte, cargan con toda una serie de necesidades reales y acuciantes que requieren un mayor apoyo para un adecuado desarrollo. Indudablemente, en este campo queda mucho por hacer.
El L. S. considera que en el cumplimiento del mandamiento de trabajar (Gn. Fue puesto en el Jardín de Eden para trabajarlo y cuidarlo, Dt. y Ex. trabajareis seis días), Dios ha dispuesto en su Plan divino la programación-vocación de cada uno de los laboradores depositándola en el interior de sus psicogenes disponiendo con ello la Economía a través de los humanos y no solo de las cosas. Dios, Señor de la administración económica, si da la obligación da también la forma del cumplimiento.
Entre las ocupaciones que en esta época de la evolución destacan como socialmente de primera importacia (como en otras los guerreros y los nobles), es la de los entrepreneurs y administradores de las empresas económicas (principalmente las bancarias), que como profesionales (como lo demás: sacerdotres, abogados, médicos, etc.) y sujetos a sus gremios profesionales están fundamentalmente obligados a proporcionar la fuerza motriz de la economía en servicio de las demás profesiones, por ser ellos su motor. Por la interdepedencia económica mundial, esa misma profesionalidad los lleva a ampliar al ámbito internacional sus capacidades para una economía sin fronteras, que es la mejor de las economías que se puede contemplar. y a considerar en primer lugar la emigración de los laboradores con un derecho humano sin más limitación que la de no tomar lo que ya tienen otros. Los lleva su misma profesión a cuidar, aprovechando a su máximo y reciclando, a la naturaleza común a todos los de la Tierra.
59. Así pues, para que se ejercite la justicia y tengan éxito los esfuerzos de los pobres para establecerla, es necesario el don de la gracia, que viene de Dios. Por medio de ella, en colaboración con la libertad de los hombres, se alcanza la misteriosa presencia de Dios en la historia que es la Providencia.
La experiencia de novedad vivida en el seguimiento de Cristo exige que sea comunicada a los demás hombres en la realidad concreta de sus dificultades y luchas, problemas y desafíos, para que sean iluminadas y hechas más humanas por la luz de la fe. Esta, en efecto, no sólo ayuda a encontrar soluciones, sino que hace humanamente soportables incluso las situaciones de sufrimiento, para que el hombre no se pierda en ellas y no olvide su dignidad y vocación.
La doctrina social, por otra parte, tiene una importante dimensión interdisciplinaria. Para encarnar cada vez mejor, en contextos sociales económicos y políticos distintos, y continuamente cambiantes, la única verdad sobre el hombre, esta doctrina entra en diálogo con las diversas disciplinas que se ocupan del hombre, incorpora sus aportaciones y les ayuda a abrirse a horizontes más amplios al servicio cada persona, conocida y amada en la plenitud de su vocación.
Junto a la dimensión interdisciplinar, hay que recordar también la dimensión práctica y, en cierto sentido, experimental de esa doctrina. Ella se sitúa en el cruce de la vida y de la conciencia cristiana con las situaciones del mundo y se manifiesta en los esfuerzos que realizan los individuos, las familias, cooperadores culturales y sociales, políticos y hombres de Estado, para darles forma y aplicación en la historia.
El L. S. afirma el origen divino de todas las vocaciones o programaciones al trabajo infundidas por Dios a los humanos para cumplir su mandamiento del trabajo. Con ello afirma que los trabajos, cualesquiera que sean, tienen la misma dignidad y por tanto deben de estar sujetos a la misma remuneración: Compartición de la mesa común Social mediante la repartición por los medios electrónicos. Unas prograciones complemetan a las otras en un tejido divino de tareas profesionales que sólo es válido, por disposición de la Providencia, mediante el intercambio en toda la Tierra: Primero el de las personas con la libre inmigración laboral generalizada de todos los humanos y despues con el libre tráfico de todas las mercacías y servicios.
60. Al enunciar los principios para la solución de la cuestión obrera, León XIII escribía: . Estaba convencido de que los graves problemas causados por la sociedad industrial podían ser resueltos solamente mediante la colaboración entre todas las fuerzas. Esta afirmación ha pasado a ser un elemento permanente de la doctrina social de la Iglesia, y esto explica, entre otras cosas, por qué Juan XXIII dirigió su Encíclica sobre la paz a .
El papa León, sin embargo, constataba con dolor que las ideologías de aquel tiempo, especialmente el liberalismo y el marxismo, rechazaban esta colaboración. Desde entonces han cambiado muchas cosas, especialmente en los años más recientes. El mundo actual es cada vez más conciente de que la solución de los graves problemas nacionales e internacionales no es sólo cuestión de producción económica o de organización jurídica o social, sino que requiere precisos valores ético-religiosos, así como un cambio de mentalidad, de comportamiento y de estructuras. La Iglesia siente vivamente la responsabilidad de ofrecer esta colaboración, y -como he escrito en la Encíclica Sollicitudo rei socialis- existe la fundada esperanza de que también ese grupo numeroso de personas que no profesa una religión pueda contribuir a dar el necesario fundamento ético a la cuestión social.
En el mismo Documento he hecho también una llamada a las Iglesias cristianas y a todas las grandes religiones del mundo, invitandolas a ofrecer el testimonio unánime de las comunes convicciones acerca de la dignidad del hombre, creado por Dios. En efecto, estoy persuadido, de que las religiones tendrán hoy y mañana una función eminente para la conservación de la paz y para la construcción de una sociedad digna del hombre.
Por otra parte, la disponibilidad al diálogo y a la colaboración incumbe a todos los hombres de buena voluntad y, en particular, las personas y los grupos que tienen una específica responsabilidad en el campo político, económico y social, tanto a nivel nacional como internacional.
El L. S. propone como base del comportamiento social la moraldiké y la dikética como medio de entendimiento común entre los humanos "de buena voluntad". Moral y ética que no son simplemente las de las costumbres -moral en latín y ética en griego, ambas significan simplemente costumbres: porque es costumbre, por tradición civil o religiosa-, sino basadas en la justicia, virtud humana resumen de las demás que obra en razón y emana de la naturaleza de las personas, por la cual se huye del daño a uno mismo, o en los demás, del daño a los derechos o a sus personas, principalmente sus derechos naturales y divinos, y que por supuesto, porque son costumbres razonadas en la justicia, pueden regir a todas las personas de buena voluntad. "Si vuestra justicia no es mayor que la de los Escrivas y Fariseos que"siguen la tradición de sus mayores" no entraréis al reino de los cielos.
61. Fue , al comienzo de la sociedad industrial, lo que obligó a mi Predecesor a tomar la palabra en defenza del hombre. La Iglesia ha permanecido fiel a este compromiso en los pasados cien años. Efectivamente, ha intervenido en el período turbulento de la lucha de las clases, después de la primera guerra mundial, para defender al hombre de la explotación económica y de la tiranía de los sistemas totalitarios. Después de la segunda guerra mundial, ha puesto la dignidad de la persona en el centro de sus mensajes sociales, insistiendo en el destino universal de los bienes materiales, sobre un orden social sin opresión basado en el espíritu de colaboración y solidaridad. Luego, ha afirmado continuamente que la persona y la sociedad no tienen necesidad solamente de estos bienes, sino también de los valores espirituales y religiosos. Además, dándose cuenta cada vez mejor de que demasiados hombres viven no en el bienestar del mundo occidental, sino en miseria de los Países en vía de desarrollo y soportan una condición que sigue siendo la del , la Iglesia ha sentido y sigue sintiendo la obligación de denunciar tal realidad con toda claridad y franqueza, aunque sepa que su grito no siempre será acogido favorablemente por todos.
A cien años de distancia de la publicación de la Rerum novarum, la Iglesia se halla aún ante y ante nuevos desafíos. Por esto, el presente centenario debe corroborar en su compromiso a todos los y, en concreto, a los creyentes.
Con su doctrina de la igualdad en dignidad y retribución de todas las labores en favor de los humanos el L. S. no solo sienta las bases de la disminución del en que se encuentran los empledos y obreros en las sociedades avanzadas del primer mundo sino que su mirada se dirige principalmente a las repecuciones que traerá en las sociedades menos desarrolladas de los terceros mundos en los cuales las diferencias en dignidad y retribución de las labores son aún más abismales.
El L. S. sostiene que en la evolución en espiral ascedente del grueso de la humanidad, los quehaceres profesionales ascienden: de esclavos a siervos, de siervos a empleados, de empleados a profesionales y quiza en un futuro de profesionales liberales a dueños.
En la etapa actual de empleados a profesionales, a los humanos les toca un ascenso de servicio al prójimo ("ama a tu prójimo") mediante un cumplimiento cabal del servicio profesinal a la exelencia. Cumplimiento principal de la Ley de Cristo del amor al prójimo.
62. Esta Encíclica de ahora ha querido mirar al pasado, pero sobre todo está orientada al futuro. Al igual que la Rerum novarum, se sitúa casi en los umbrales del nuevo siglo y, con la ayuda divina, se propone prepara su llegada.
En todo tiempo, la verdadera y perene viene de la infinita potencia divina: (Ap. 21, 5)! Estas palabras se refieren al cumplimiento de la historia, cuando Cristo entregará (1Cor 15, 24.28). Pero el cristiano sabe que la novedad, que esperamos en su plenitud a la vuelta del Señor, está presente ya desde la creación del mundo, y presisamente desde que Dios se ha hecho hombre en Cristo Jesus y con él y por él ha hecho (2Cor 5, 17; Gal 6,15).
Al concluir esta Encíclica doy gracias de nuevo a Dios omnipotente, porque ha dado a su Iglesia la luz y la fuerza de acompañar al hombre en el camino terreno hacia el destino eterno. También en el tercer Milenio la Iglesia será fiel en asumir el camino del hombre, consciente de que no peregrina sola, sino con Cristo, su Señor. Es él quien ha asumido el camino del hombre y lo guía, incluso cuando éste no se da cuenta.
Que María, la Madre del Redentor, la cual permanece junto a Cristo en su camino hacia los hombres y con los hombres, y que precede a la Iglesia en la peregrinación de la fe, acompañe con materna intercesión a la humanidad hacia el próximo Milenio, con fidelidad a Jesucristo, nuestro Señor, que (Heb 13, 8), en cuyo nombre os bendigo a todos de corazón.
El L. S. contempla al Señor Jesús, más que derrotado con la muerte a manos humanas, triunfador de la vida con la resurección. Yahveh Dios, Señor de la Evolución, triunfador en la evolución futura de la humanidad: en la otra vida pero también en esta.
Director providencial que lleva a la humanidad en espiral ascedente al siguiente milenio que debe corresponder a más gente que siga al Señor Jesús en la Tierra. no basandose solo en principios sino más que lo comprendan y lo amen. Más que a Mahoma y a Buda que no sin plan de la providencia se han presentado en la Tierra para cumplir los planes de Dios.
Dado en Roma, junto a San Pedro, el día 1 de mayo -fiesta de San Jose Obrero- del año 1991, décimo tercero de pontificado.