Escritor, periodista, cuentista y novelista costeño, nacido en Ciénaga, Magdalena, el 30 de marzo de 1923 y fallecido en Nueva York el 12 de octubre de 1972. Realizó sus estudios de secundaria en el colegio Americano de Barranquilla y en 1949 viajó a los Estados Unidos a estudiar periodismo en la Universidad de Columbia, en Nueva York. En 1951 regresó a Barranquilla y trabajó como corresponsal de The Sporting News. En 1955 se casó con Teresita Manotas, en 1951 tuvo una columna en la página editorial de El Heraldo, titulada la "Brújula de la cultura", y fue director del Diario El Caribe. Participó como guionista y actor en el cortometraje La Langosta Azul, al igual que en otras películas cortas y en un noticiero de cine, y organiz&oacutE; el cine Club de Barranquilla.
Hablar de Cepeda periodista equivale a hablar de él como intelectual y artista. Quería estar al tanto de todo y lo quería dar a conocer a todos. Precozmente había visto la necesidad de buscar, acoger y aclimatar valores nuevos y universales, tanto en las formas como en los temas, y de ello da fe su narrativa de ficción de esa primera &eacue;poca. Para Cepeda, en materia de arte y cultura, lo primordial era que circulara la información libremente.
En la producción de la primera etapa periodística de Cepeda, se advierte como va definiendo los rasgos de los que sería su periodismo. Sus dos primeros textos conocidos son: Una Calle, descripci&oacutE;n-relato y El periodismo como función educacional, ensayo-polémica-manifiesto, aparecidos en El Nacional de Barranquilla. Su primera columna publicada en El Nacional fue la titulada En el márgen de la ruta.
Cepeda Samudio perteneció al Grupo de Barranquilla, tertulia de intelectuales de la que formaban parte Gabriel García Márquez, Alfonso Fuenmayor, Germán Vargas, Ramón Vynes y José Félix Fuenmayor, entre otros; y publicó varios cuentos en la revista del grupo llamada Crónica.
De su novela La casa grande, García Márquez dijo : "Novela basada en la matanza de los peones bananeros en huelga, realmente efectuada por un comando del ejercito en 1928, La Casa Grande no exhibe muertos, y el único soldado que recuerda haber matado a alguien 'no tiene el uniforme empapado en sangre sino de mierda'... Esta manera de escribir la historia, por arbitraria que pueda parecer a los historiadores, es una espléndida lección de transmutación poética. Sin escamotear la realidad... nos ha entregado su esencia mítica, lo que quedó para siempre mas allá de la moral y la justicia y la memoria efímera de los hombre". sobre su cuento más conocido Todos estábamos a la espera (Barranquilla, 1954), el crítico Eduardo Pachón Padilla dijo "posee recursos tomados de la imaginación, estilo pulcro, nítido y mesurado. Todos los asuntos son exáminados por un único aspecto: el individuo sumergido en el vórtice de la multitud". En su afán renovador, Cepeda incorporó a la narrativa, técnicas periodísticas norteamericanas.