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Durante
los diez últimos años el mundo ha sido testigo
de acontecimientos que están determinando la situación
actual y el futuro del continente Africano. La caída
del comunismo y, por consiguiente, el final de la guerra fría
es uno de los sucesos geopolíticos que ha dado resultados
positivos en cuanto a las perspectivas de desarrollo social
y económico que a África se refiere. Ha empezado
a generar 'un nuevo orden mundial', una nueva visión
de paz, estabilidad y posibilidad de progreso del continente
africano. Estos cambios se han realizado con gran violencia
en muchos países africanos. Varios países occidentales
con intereses económicos reales en este continente no
han querido aceptar este cambio y han logrado a crear clima
de crispación, de violencia y de guerra civil en muchos
de los países de África (guerras de Ruanda y Burundi,
Congo-Brazza, Congo-Kinshasa, etc.).
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- Sudáfrica tomó la
delantera iniciando un proceso prácticamente irreversible
al desmantelar el apartheid. Todo el África subsahariana
generó mucha esperanza pensando en el 'efecto dominó'
que tal cambio podría crear en la zona revitalizando las
economías y democratizando los regímenes políticos.
Algunos efectos positivos de estos cambios se está notando
tímidamente: la economía: ha empezado un crecimiento
creciente y estable, los focos de grandes conflictos están
desapareciendo, las organizaciones políticas africanas
están teniendo cada vez más una implicación
real en la política social y económica del continente.
La adaptación del continente africano a este nuevo contexto
es un largo camino hacia su verdadero 'despliegue al desarrollo
humano', tan esperado. El desarrollo a corto y medio plazo del
continente africano depende más de la determinación
del pueblo y del apoyo de la sociedad civil de los países
o continentes vecinos que de las instituciones políticas
nacionales e internacionales.
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- El fracaso en la mayoría
de los países africanos en plan político, económico
y social es atribuible a una crisis de las instituciones (falta
de proyecto de sociedad, malversación, corrupción,
falta de motivación, etc.). En tres décadas prácticamente
los líderes africanos se preocuparon más de sus
intereses personales y de sus aliados occidentales que de los
del propio pueblo. Han contribuido en el saqueo sistemático
de sus propios países a cuento de los intereses de las
grandes potencias como Francia, Estados Unidos, Reino Unido, etc.
Este fracaso tiene también su origen indudablemente en
la incapacidad de los dirigentes para armonizar la riqueza cultural
y socioeconómica de las estructuras ancestrales africanas
con las aportaciones de la sociedad occidental. En todos los países
africanos, los dirigentes siguieron el modelo colonial de gobernabilidad
ignorando por completo las estructuras sociales y económicas
del propio continente. Dicho de otra forma, tanto los colonos
como los propios dirigentes africanos quisieron hacer una réplica
del mundo occidental en África, en los pocos lugares donde
se tomaron tales iniciativas. Esta tendencia se observa hasta
ahora en los programas de desarrollo que las instituciones internacionales
especializadas en el desarrollo, como el FMI, el Banco Mundial
así como en las tendencias generales de las ayudas públicas
para el desarrollo. Los programas de desarrollo para los africanos
se gestan en despachos climatizados de Europa y América
sin tener en cuenta las necesidades y las realidades locales.
Además no asocian a los propios africanos en la concepción
y en la realización de tales proyectos. Les asocian sólo
en la fase final, es decir, en la ejecución como mano de
obra barata. Como si los africanos no tuvieran ni opinión
ni capacidad de concepción para planes que afectan a sus
propias vidas. No es de extrañar que en más de treinta
años, África siga conociendo un retroceso en calidad
de vida. Cuanto más tiempo pasa peor vive la gente, y cuanto
más programa de desarrollo se elabora más calidad
de vida pierde la gente. La reconstrucción de África
pasa por la reconsideración del potencial de su pasado
y la implicación del pueblo en cada esfuerzo de desarrollo.
La reconsideración de su potencial histórico implica
una mirada hacia su historia, su cultura y el ‘savoir-faire’
de su pueblo.
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En su historia, África ha conocido grandes imperios que
llegaron a crear verdaderas confederaciones estatales (Imperio
de Ghana o Malí o Reinos Kongo, Zulú, etc.) o estados
independientes como Ibo y Yoruba, Etíope, Nubia, Sudán,
Kongo, etc. Aunque en la mayoría de estos imperios o reinos
el poder político era jerárquico, sus lideres (emperador
o reyes) gobernaban a sus pueblos por consenso, participación
y representación (representación de diferentes grandes
familias o grupos). Existía un mecanismo específico
de elección y elaboración o aprobación de
leyes por consenso, de tal suerte que se podía destituir
a un jefe que actuaba fuera de la ley o no era popular. Este procedimiento
es conocido como ‘Kikiri’ (en los Yoruba), ‘Itwika’ (en los Agikuyu),
‘Mfua ngemba’ (en los Kongo),…El sistema de repartición
de riqueza estaba asegurado, el proceso de la educación
era sistemático, la protección de las personas y
bienes, el respeto de los derechos humanos formaban parte integral
de la constituciones de los estados.
- A su llegada, los colonos eran
conscientes de las estructuras políticas, sociales y económicas
de las zonas que ocuparon. Repartieron el continente en nuevos
estados sin tener en cuenta las naciones existentes. Los diferentes
poderes coloniales (francés, portugués, belga y
británico principalmente) usaron diferentes sistemas de
administración colonial pero tenían un elemento
en común: la represión y los trabajos forzosos.
Durante los procesos de independencia, los líderes africanos
heredaron las fuertes estructuras centralizadas de la política
y de la administración colonial que ponía énfasis
en el control y el poder. Consolidaron gobiernos en dictadura
monopartidista, sin control estatal y una fuerte represión
militar.
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Todas las instituciones que pretendan contribuir en el arranque
definitivo del continente africano hacia el desarrollo y el bienestar
deben de implicar al pueblo en cada palabra, cada línea,
cada ladrillo o sencillamente en cada proyecto que se intente
realizar dentro del continente y para el bien del pueblo. Si bien
es verdad que a los dirigentes occidentales nunca les ha interesado
el desarrollo del continente africano parece que están
de moda las nuevas iniciativas para impulsar (‘esta vez va en
serio’, dicen) el desarrollo de África.
- En las tímidas experiencias
de democracia los líderes políticos africanos están
cayendo otra vez en la trampa, copiando las prácticas occidentales
para aplicarlas literalmente en África. Algunos lo hacen
torcidamente: para demostrar que la democracia ‘no funciona’ en
África; por tanto, ha de volver a las antiguas dictaduras
y mantener la ‘burguesía elitista’ en detrimento del pueblo.
El juego democrático en África tiene que reconsiderar
las estructuras sociales del propio continente, incorporando a
los lideres tradicionales y jefes de los pueblos, descentralizando
el poder político y económico.
- Aparte de esta estrategia de incorporación
real del pueblo en la vida sociopolítica y económica,
la organización y participación de grupos de sociedad
civil es importante. El papel de las sociedades civiles es también
de regulación y orientación de los asuntos públicos
(desarrollo humano, derechos humanos, protección del medio
ambiente, difusión cultural, etc. ). Las sociedades civiles
vienen del pueblo; por lo tanto conocen sus problemas, intereses,
necesidades, … afortunadamente, está creciendo el número
de sociedades civiles en África, procurando luchar por
la promoción del todo el hombre y de todo hombre en el
continente africano. Una de las formas de esas sociedades civiles
son las llamadas ‘Organizaciones No Gubernamentales (ONG)’.
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Como las capacidades de reacción de los gobiernos africanos
frente a los problemas de cada día de los pueblos son casi
nulas, las ONG está rellenando el abismo. Buscan sus propios
recursos y actúan dentro y para el pueblo (salvo algunos
casos de ONG que se han convertido en ‘multinacional de la miseria
de los demás’). Realizan acciones concretas junto a las
personas con necesidades específicas. Tienen objetivos
claros y un alto grado de compromiso. Su tamaño pequeño
hace que sean más flexibles y operativas, incluso en tareas
tan delicadas como la construcción de puentes, hospitales,
escuelas, etc. Las ONG han llevado a la luz las políticas
del ‘mal desarrollo’ o mejor dicho ‘la política del desarrollo
del subdesarrollo’ que las instituciones implicadas siguen desarrollando
en África. Llevan demostrando a la opinión pública
que el problema de la pobreza en África no es la falta
de recursos, sino las estrategias del neocolonialismo que impiden
cualquier esfuerzo de desarrollo en el continente. El gran problema
que están teniendo las ONG es la falta de continuidad en
algunas de sus acciones o proyectos.
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África, en definitiva, necesita urgentemente un nuevo contexto
de dar y recibir. Este nuevo contexto debe empezar desde el propio
continente. Los líderes deben tomar conciencia de los problemas
de sus pueblos y evitar los errores que se han cometido: la evasión,
la esclavitud, la colonización, las independencias políticas
torcidas y los intentos de democratización falsos. La democracia
ha de apoyarse sobre las estructuras de los pueblos sin despreciar
las estructuras tradicionales ya que cada individuo se mueve en
esferas de su propia tradición y cultura. Es importante
que las sociedades civiles cobren fuerza y que vayan formándose
para trabajar teniendo en cuenta las necesidades del pueblo. En
esta era de fuerte intercambio los africanos deben asociarse al
concierto de las naciones. Las ONG locales deben de crear lazos
de amistad, de solidaridad y de cooperación con diferentes
sociedades civiles de otros continentes que tienen intereses,
necesidades y objetivos afines. El verdadero desarrollo integral
de todos los pueblos (y de África en este caso) pasa obligatoriamente
por el intercambio, respeto y el entendimiento mutuo. África
tiene mucho que dar …!
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