NATHALIE MINGELE MPESAMPAM |
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Pregunta.-¿Dónde
has vivido últimamente? Respuesta.- En Zaire, mi país de origen. Ahora se le conoce como República Democrática del Congo, pero nosotros decimos Congo-Kinshasa, para distinguirlo del vecino Congo-Brazzaville (República del Congo). |
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Fui a la misión de Matshi. Estuve colaborando con el párroco y un laico que estaba trabajando allí. Me dedicaba a la formación en las comunidades cristianas, a la profundización de la fe. La formación del grupo de matrimonios, la vivencia del matrimonio cristiano. Pero fueron solamente siete meses porque se murió una Hermana y mi Superiora me pidió que volviera de nuevo al Congo-Brazzaville. |
Allí estoy trabajando en una parroquia que carece de párroco: no es que yo celebre la misa dominical porque suele venir un sacerdote, pero si falta, entonces yo hago la celebración de la palabra y la oración del pueblo. Organizo además todas las actividades del parroquia en unión con alguna Hermana de mi comunidad, pero yo soy la responsable. Tenemos la biblioteca y un centro cultural para la formación de las mujeres, también una farmacia. La biblioteca está organizada para ayudar a los niños de primaria, y en general a los adolescentes en edad escolar. Además de los libros escolares, tenemos algunos otros de tal manera que pueden venir a leer porque hay una salita para el estudio. Hay mayores que también quieren leer y vienen allí durante los tres días que está abierta. En el Centro impartimos cursos de nutrición, economía familiar, higiene y farmacia. Porque una madre con hijos debe tener unos mínimos conocimientos en esta materia. Damos catequesis y formamos catequistas; nosotras mismas damos también catequesis. Tengo un grupo de jóvenes que quiere recibir formación cristiana. El grupo se llama en lingala Bilenge ya Mwinda (Jóvenes de la Luz). Tenemos otro grupo de carismáticos: cada día viene la gente con sus problemas y yo estoy allí para escucharles (esto me ocupa muchas horas, pero no puedo cerrarme a ese tipo de ayuda: la ayuda de escuchar a los demás). También voy por los barrios con objeto de interesarme por los cristianos a los que hace tiempo que no veo, para ver si están enfermos ... o porque no tienen ya ganas de rezar. De lunes a sábado tenemos abierta la oficina de farmacia. |
P.- ¿De qué ha servido la pequeña ayuda que has recibido de AMICONGO? R.- Reconozco que he recibido dos veces esta ayuda. La primera, en Zaire, para un dispensario que hacía de hospital con tres áreas: medicina, nutrición y maternidad. Cuando llegó el dinero, yo estaba ayudando a una chica que se ocupaba de tareas nutricionales; y se preparaba para entrar en nuestra comunidad. Nos preguntábamos cómo podríamos ayudar a las madres para que alimentaran bien a sus hijos: no es que les faltara comida sino que ignoran cómo alimentarles. Les dan, por ejemplo, un sólo grupo de alimentos o arroz. Y se acabó. Nosotros les enseñamos que hay tres grupos de alimentos para dar a los hijos, para que no caigan enfermos. Les animábamos a trabajar la leucena además de la soja, el cacahuete y las pipas: las cosas que ellos mismos podían sembrar y que les proporcionaban nutrientes del grupo de carnes y pescados, de los que carecíamos. Cuando me llegó el dinero compramos un poquito de pescado, de sardinas, para ayudar a la recuperación de los niños. Teníamos ya cuarenta niños enfermos de los que dos murieron pero el resto sigue por ahí. Recibí 5.000 francos belgas (19.985 PTA). El segundo envío me llegó estando ya en M’Fouati (Congo) pero lo empleé de otra forma, porque allí ya no me dedicaba a labores asistenciales. Había un chico minusválido, David Ngouala, que no podía trabajar en el campo y le di 3.000 francos franceses (71.850 PTA) para que tuviera la posibilidad de comprar algunas cositas para venderlas. También ayudé a otro muchacho llamado Edouard Malanda para comprar libros que le hacían falta para sus estudios; le di 1.500 francos franceses (35.925 PTA). Con 500 francos (11.975 PTA) he comprado semillas de judías para dárselas a un chico que se llama Mpandzou Benoit. Tengo entre manos un proyecto para crear una cooperativa de mujeres, orientándoles a ellas para trabajar los campos y que puedan sobrevivir con sus hijos. Empecé con Mpandzou, luego trabajando yo misma con una mujer llamada Suzane Yengo y que se vayan animando otros grupos del poblado. Tenemos ya cuatro campos. Y he calculado yo misma con mi cabeza la superficie según me pidió el presidente de AMICONGO, porque allí, como sabéis, nosotros no hacemos estos cálculos. Creo que pueden ser unos 200 metros de largo por unos 100 de ancho. Allí hemos sembrado cacahuetes, yuca, judías. Después ya veremos. Quiero mejorar las técnicas y aumentar la superficie. |
P.- ¿Cuáles
son las condiciones sociales en estas poblaciones en las que tú has
vivido? P.- ¿Te atreverías
a contarnos lo que realmente piensan de los europeos? |
P.- Antes has dicho
que en M’Fouati tenéis una oficina de farmacia ¿podrías comentar algo
acerca de la situación sanitaria de la población? P.- ¿Cuáles son
las autoridades de tu poblado? P.- ¿Cuántas personas
disponen de empleo o ingresos fijos? P.- ¿Cómo discurre
la vida diaria? ¿Qué hacen los distintos miembros de una familia a lo
largo de una jornada? P.- ¿Hay fiestas?
¿En qué consisten? P.- ¿Qué transportes
usáis y para qué ocasiones? P.- ¿Cuál es la
situación política en el Congo actualmente? |