Voy a relatar algunas de las impresiones vividas tras cinco semanas y media en Baback, un pueblo de la sabana del Sahel (lo que allí llaman "la brousse"), en Senegal, ese país a menudo conocido por albergar en su capital la meta del Rally París-Dakar. Pero pasa tan tan rápido que apenas da tiempo a conocer a sus habitantes ni a su interesante cultura, ni ellos a conocernos a nosotros. |
La
desforestación fomenta la erosión del viento y, sobre todo, impide la
formación de lluvias. Algunos autores afirman que la completa desaparición
de la selva de Costa de Marfil y de Nigeria es uno de los factores que
explican la falta de nubes en el Sahel que debían formarse allí. El cacahuete fue el producto estrella de exportación bajo el dominio colonial francés y periodo postcolonial que enriqueció a los intermediarios europeos |
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y a los gobiernos africanos empobreciendo profundamente a generaciones
de agricultores durante décadas. Los que aún lo producen siguen en esta
situación. Por estas razones no llueve lo suficiente durante esos tres
meses y la cosecha esperada no está asegurada. El espíritu de los africanos Lejos de lamentarse, los habitantes de Baback no perdían la entereza y dignidad. Tampoco la sonrisa (un visitante occidental comentó de los africanos que lo que más se ve en ellos son los dientes). Nunca encontré tantos hombres, tantas mujeres, niños y niñas, ancianos y ancianas, con tanta nobleza como allí. Las relaciones sociales están basadas en la solidaridad, en el respeto al otro. Su saludo no consiste sólo en un "¿cómo estás?". Consiste en una retahíla de preguntas y respuestas que se prolongan sobre la salud del otro, la de los suyos, su bienestar material, su estado de ánimo. Y no son mero protocolo. Son una manifestación de esa fraternidad. Se pasa mucho tiempo con los demás. La ayuda es constante y sincera. Sabes que nunca podrías quedarte en la miseria. Allí esta tu familia o tu vecino. Esto es lo que más cautiva del Africa rural: una vida vivida de verdad. Se trabaja duro, se recibe poco, pero se sonríe mucho y se quiere mucho. Me siento afortunado de haber conocido un rincón de este inmenso continente, tan desafortunado pero tan maravilloso. |