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24-9-2000
Pregunta formulada por Julia Mera Chu (Piura, Perú)
La planta del tabaco procede de América y fue introducida en Europa a partir del viaje de Colón. El almirante habla ya en su diario de esta planta, si bien no le da su nombre actual. A pesar de eso, dado su origen, se ha creído que el nombre procedía de una lengua indígena, sobre todo teniendo en cuenta las afirmaciones de los cronistas de Indias, como Gonzalo Fernández de Oviedo: aquel instrumento con que toman el humo... llamaban los indios tabaco; e no a la hierva o sueño que les toma (como pensaban algunos)"; "en lengua desta isla de Haití o Española se dice tabaco".
Sin embargo, más recientemente, algunos filólogos (entre ellos Coromines y García de Diego), han señalado la existencia de palabras como "tabacco", "atabaca" o "altabaca" (del árabe "tabbaq" o "tubaqq", relacionadas con el verbo usado en esta lengua para 'tapar') en España e Italia en fecha anterior al descubrimiento de América con las cuales se designaban diversas hierbas aromáticas, por lo que se supone que los españoles usaron este nombre por tratarse de una planta muy parecida a las que ellos conocían.
En la lengua de los indígenas antillanos, el tabaco se conocía con el nombre de "cohiva", que ha perdurado para designar un determinado tipo de cigarro puro.
Finalmente, hay que señalar como absolutamente carentes de fundamento las etimologías que hacen proceder la voz "tabaco" del estado mexicano de Tabasco o de la isla caribeña de Tobago.
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Pregunta formulada por César Apéstegui Mayorga
El verbo "tapar" deriva del sustantivo "tapa", de origen germánico, y existe también, además de en nuestra lengua, en portugués, catalán, occitano e italiano ("tappare"). En las lenguas germánicas se pueden encontrar palabras de la misma familia como el alemán "zapfen" y el inglés "tap", ambos con el significado de ‘tapón’. En castellano, "tapar" no se documenta hasta finales del siglo XVI, pero existía con anterioridad (documentado desde el siglo XIII) la forma "atapar", que se conserva todavía en algunas zonas rurales de la Península.
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19-10-2000
María Peirano (Argentina)escribió:
El motivo por el cual les escribo es para consultarles el origen y estructura etimológica de la palabra "TAREFERO", referida a la persona encargada de recolectar la yerba mate.
Con toda probabilidad del portugués "tarefa" (‘tarea’). Tanto la palabra española como la portuguesa proceden del árabe TARÍHA (‘cantidad de trabajo que se impone a alguno’), a su vez del verbo TÁRAH (‘lanzar’, ‘arrojar’, ‘imponer un determinado precio a una mercancía’)
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4-11-2000
Pregunta formulada por José Javier Vela Zaplana (Valencia)
La ciudad de Tarragona fue fundada por los romanos en un emplazamiento ibérico llamado Tárrakon. En los autores latinos (Estrabón, Plinio, Tito Livio...) aparece con la forma Tarraco-onis y en San Isidoro (en el siglo VI) ya con la forma Tarracona. En época medieval aparece en los documentos como Terraconam o Terragona. Se trata, evidentemente, de un nombre prerromano, cuyo significado ignoramos. Se ha señalado (por ejemplo, Coromines en su "Onomasticon Cataloniae") su similitud con Tárraka, nombre antiguo de Tárrega (en la provincia de Lérida) y con dos ciudades más así llamadas citadas por autores romanos: una en territorio de los vascones y otra en el "conventum caesaraugustanus", ambas sin identificar, aunque para la primera se ha propuesto la localidad navarra de Larraga.
Puesto que numerosos topónimos prerromanos de la península tiene t- inicial, se ha pensado que ésta puede equivaler al artículo determinado (tal y como sucede en las lenguas bereberes), pero no parece probable en el caso de Tarragona.
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8-3-2001
Pregunta formulada por Ana Mercedes Aradas (Buenos Aires - Argentina)
Palabra documentada en nuestra lengua desde principios del siglo XX. Como el adjetivo "técnico" o el sustantivo "tecnología" (atestiguados desde finales del siglo XVIII) proceden del adjetivo griego TEKHNIKÓS, derivado de TEKHNÉ (‘arte’, ‘industria’, ‘habilidad’)
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30-7-2000
Pregunta formulada por Juventino Carrillo
Teresa es un nombre de origen incierto. Se suele afirmar que este nombre procede de Grecia y en algunos casos se dice que de la supuesta isla de Therassia (que no hemos podido encontrar en ningún mapa). Lo único que podemos decir con seguridad es que en España se halla presente desde al menos el siglo X y que su popularidad posterior es debida a la figura de Santa Teresa de Jesús. Teniendo en cuenta que en época medieval en España, como en toda Europa occidental, predominaban los nombres de origen germánico, no nos parece descabellado suponer que pueda estar relacionado con la palabra gótica Thrasa (‘confianza’)
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10-8-99
Carlos Andrés Clavijo Prado escribió:
"El motivo por el cual les escribo es para consultarles el origen y estructura etimologica de las siguientes palabras : identidad,creencias,ideal,verdades,valores,vivencias."
Todos los términos señalados tienen en común su uso para la expresión de conceptos filosóficos. La palabra "idea" era ya usada por los filósofos presocráticos, si bien fue Platón quien la hizo el centro de su sistema filosófico, que es conocido precisamente como "idealismo". Procede del griego EIDEA, formado sobre el verbo EIDEIN (‘ver’), de la misma raíz que el latín VIDERE. En castellano está documentada desde mediados del siglo XV. Con respecto a su origen, comenta Covarrubias: "Díxose idea, (...) porque el que ha de hazer alguna cosa imitando el original, modelo o patrón, le es forçoso tenerle delante para irle mirando y contemplando, como haze el pintor que copia alguna pintura de su original.". El adjetivo (y luego sustantivo) "ideal", derivado de "idea", está documentado desde 1570.
En la misma época, coincidiendo con la labor de los humanistas castellanos, se documenta la palabra "identidad" que es una traducción de un término del latín tardío: IDENTITAS, formado (incorrectamente) a partir del pronombre IDEM (‘el mismo’), añadiéndole una terminación -TITAS por imitación de la palabra ENTITAS. El latín IDENTITAS traducía, a su vez, el término griego TAUTOTES.
Las palabras "verdad" y "valor" están acreditadas en castellano desde el siglo XII. La primera procede del latín VERITAS y la segunda del latín VALOR. En este último caso, su empleo como término con connotaciones morales es mucho más reciente; se halla por ejemplo en el filósofo alemán Kant (siglo XVIII).
Sobre el verbo castellano "creer", del latín CREDERE, se formó el sustantivo "creencia", documentado desde el siglo XIII. Existió también un cultismo "credencia", sin pérdida de la -d- intervocálica que se halla atestiguado en el "Tesoro" de Covarrubias.
El más reciente de todos estos vocablos es "vivencia". Fue usado por primera vez por Ortega y Gasset en 1913 para traducir el alemán "Erlebnis" (sustantivo abstracto formado sobre el verbo LEBEN, ‘vivir’). La palabra "Erlebnis" fue usada por el filósofo historicista (o vitalista) alemán Wilhelm Dilthey (1833-1911). Dilthey es también el acuñador del término "Weltanschauung", vertido al castellano como "concepción del mundo".
Para un mayor conocimiento del contenido e historia de estos conceptos, recomendamos la consulta del "Diccionario de Filosofía" de José Ferrater Mora, Alianza Editorial, Madrid.
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24-9-2000
Pregunta formulada por Julia Mera Chu (Piura, Perú)
"Terror" es un derivado culto del latín TERROR-ORIS, con el mismo significado. A su vez, TERROR está formado a partir del verbo TERRERE, (‘espantar, aterrorizar’). Está documentado en castellano desde mediados del siglo XV.
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15-12-99
Pregunta formulada por Alonzo
Del adjetivo latín TEXTILIS se creó, hacia mediados del siglo XIX, el neologismo castellano "textil" para hacer referencia a lo relacionado con la industria de los tejidos. El latín TEXTILIS está formado sobre TEXTUM, participio del verbo TEXO (‘tejer’), el cual deriva, según todos los indicios, de TEGO (cuyo pretérito es TEXI), que significaba ‘cubrir, ocultar, proteger’. Este último es de origen indoeuropeo y relacionado con palabras similiares en otras lenguas, como el griego STÉGO o el sánscrito STHAG. De TEGO proceden palabras como TEGULA (‘teja’) o TECTUM (‘techo’) en las cuales es visible la idea de ‘protección’ (el verbo "proteger" procede también de un derivado de TEGO: PROTEGO), presente también en la idea de ‘tejido, vestido’.
Del verbo TEXO y de su participio TEXTUM proceden, además de las palabras patrimoniales "tejer", "tejido", un numeroso grupo de palabras cultas: "texto", "pretexto", "contexto", etc.
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21-8-2000
Pregunta formulada por Jorge Ramos (Piura, Perú)
Según Coromines, la palabra "tiovivo" está documentada en España desde finales del siglo XIX y sugiere que su nombre puede hacer referencia a la "viveza" del "tío" que lo inventó.
Una explicación muy extendida sobre la palabra "tiovivo" y que nos parece muy poco verosímil es la que sostiene que se originó el día 17 de julio de 1834 en Madrid cuando se procedía al entierro de un tal Esteban Fernández, propietario de uno de dichos aparatos. En medio del entierro el señor, que resultó no estar muerto, se levantó gritando "¡Estoy vivo!, ¡Estoy vivo!". Según quienes defienden esta teoría, la anécdota se popularizó y dio lugar al nombre con que se conoce al popular ingenio.
Además de la inverosimilitud de la anécdota, hay que hacer notar que la palabra "tiovivo" se usa también en los países de Hispanoamérica (incluso en lugares como Nuevo México) por lo tanto, es de suponer que su existencia es anterior a 1834, fecha en la que se había consumado la independencia de la mayoría de ellos.
Según Iribarren, en "El porqué de los dichos", la primera noticia que se tiene del tiovivo (aunque con otro nombre) se remonta al 17 de abril de 1812 cuando el Ayuntamiento de Vitoria autorizó a un francés de nombre Sebastiani a instalar en dicha ciudad un circo de cuatro caballos de madera movidos por una rueda. Para el folklorista Amades el juego infantil de "els cavallets" (nombre con que se le conoce en Cataluña; en el resto de España se le conoce también como "los caballitos" y, de hecho, en muchos lugares la palabra "tiovivo" no se usa) constituiría "un resto y una desfiguración del bárbaro juego del ganso y del de la anilla").
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15-1-2000
Pregunta formulada por Valentín Bojórquez (México)
"Tolerancia" es la adaptación al castellano del latín TOLERANTIA, derivado del verbo TOLERARE. Como otros muchos cultismos tomados del latín, esta palabra entró en nuestra lengua en el siglo XV. El verbo TOLERARE significaba originariamente ‘levantar’, ‘sostener’ (según Coromines deriva del verbo TOLLERE, con el mismo significado), y a partir de ahí adquirió los sentidos figurados de ‘soportar’, ‘aguantar’, ‘resistir’ que son los que adoptó el castellano "tolerar". "Tolerancia" es, pues, la ‘acción y efecto de tolerar’, pero en épocas más recientes adoptó el significado de ‘respeto o consideración hacia las opiniones o prácticas de los demás, aunque sean diferentes a las nuestras’. En nuestros días, la palabra se halla en retroceso, ya que se percibe su antiguo matiz negativo (‘soportar’, ‘aguantar’), por lo que muchos prefieren utilizar palabras como "convivencia".
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18-11-2000
Pregunta formulada por Marco A. Martínez
Del latín tardío TARTARUCHUS (‘demonio’) se formó un femenino "tartaruga", existente todavía en italiano. De "tartaruga" deriva el castellano antiguo "tartuga" documentado hacia 1490 y la forma moderna "tortuga", también desde finales del siglo XV. (posiblemente por cruce con el verbo "torcer"). La palabra latina está tomada del griego TARTARÚKHOS (‘demonio’, ‘habitante del infierno’), formada por TÁRTAROS ('infierno', 'mundo subterráneo') y el verbo ÉKHEIN (‘habitar’). La razón de ese nombre parece estar en alguna creencia oriental que relaciona a los quelonios con el averno y que retomaron los escritores cristianos de la Antigüedad. La palabra que designaba originariamente a las tortugas en castellano era "galápago" todavía muy viva actualmente en muchos lugares.
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26-10-2000
Pregunta formulada por Javier Sánchez Viñas (Baza, Granada)
Las palabras "trabajar" y "trabajo" están documentadas en castellano desde el siglo XIII; la primera con la forma "trebajar" y el significado de ‘sufrir, esforzarse’. En el siglo XIV se documentan ya con su significación actual. Su origen es el latín TRIPALIUM, atestiguado desde el siglo VI, al parecer una especie de instrumento de tortura formado por tres palos cruzados (de ahí su nombre) a los que se sujetaba al reo y que pasó a significar, por extensión, ‘tortura’, ‘sufrimiento’. La palabra TRIPALIUM ha pasado a casi todas las lenguas romances (francés "travail", catalán "treball", portugués "travalho"). El italiano ha conservado la antigua palabra LABOR-IS ("lavoro") con su acepción original, pero posee también la palabra "travaglio", aunque con un significado más restringido: ‘dolores del parto’ (Dante la usó con el significado de 'esfuerzo').
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10-10-2000
Pregunta formulada por Miguel Flórez Galecio (Perú)
Pese a que el sentido político que le damos hoy es muy reciente, la palabra "tránsfuga" tiene en nuestra lengua una larga historia, ya que consta documentada desde mediados del siglo XVI. Se trata de un cultismo tomado del latín TRANSFUGA, palabra formada por TRANS- y FUGA.
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22-12-2000
Pregunta formulada por "Shizuku" (España)
El adjetivo "triste" deriva del latín TRISTIS-E, con idéntico significado (aunque también con algunos matices desconocidos por nuestra lengua: "Triste lupus stabulis"; ‘el lobo es cosa funesta para los establos’). En castellano está documentado desde el siglo XIII, al igual que sus derivados "tristeza" (latín TRISTITIA) y "entristecer", así como "tristura" (desde el siglo XIV) . Existe, además, en casi todas las lenguas románicas: catalán "trist" (femenino "trista"), francés "triste", italiano "triste", etc.
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17-2-2000
Pregunta formulada por Alejandro Domínguez (México)
"Turbulento" es un cultismo documentado en nuestra lengua desde mediados del siglo XV. Se trata de una adaptación del adjetivo latino TURBULENTUS, formado sobre el verbo TURBARE (‘turbar’, ‘enturbiar’). El verbo latino TURBARE ha dado lugar a un gran número de derivados en nuestra lengua, algunos de caracter culto como "turbulencia", "turba", "conturbar", "turbación", "perturbar", "perturbación", "disturbio", "turbamulta" y otros de carácter patrimonial como "estorbar", "estorbo", "turbio", "enturbiar", "torbellino", "turbón", etc.
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23-5-2000
Pregunta formulada por José Fermín Fuentes Suárez
El nombre de este río está documentado desde época romana ya que lo mencionan, entre otros, Salustio y Pomponio Mela y, con la forma TURIUM, el naturalista Plinio. Cicerón usó incluso el adjetivo "turiensis" para referirse a los alrededores del río Turia. Se trata, pues, de una palabra de origen prerromano y, por tanto, de origen incierto, lo que no ha impedido que se haya especulado abundantemente sobre su etimología.
Lo único que parece cierto es la relación de Turia con Turiolum, el nombre antiguo de Teruel, lugar donde confluye el río Turia (que hasta aquí suele ser llamado Guadalaviar) con el Alfambra.
Algunos han supuesto que Turia podría estar relacionado con el vasco "iturri" (‘fuente’). Otra hipótesis lo relaciona con "zuri" que, en el mismo idioma, significa ‘blanco’, lo cual encaja con el hecho de que los árabes lo llamasen Wad-al-abeid ('río blanco', de donde el actual nombre de Guadalaviar) y con el hecho (que cita la Enciclopedia Espasa) de que se le llama también río Blanco. Coromines, sin embargo, en su "Onomasticon Cataloniae" se muestra escéptico ante esta posibilidad ya que observa que el color blanco del río sólo es aplicable a su recorrido por tierras aragonesas (donde, precisamente, se le suele llamar Guadalaviar), mientras que en la huerta valenciana su color es claramente rojizo. Otras hipótesis lo relacionan con el nombre del río Duero, con el del río Thuir o con una raíz iliria TUR- que estaría también presente en el nombre de la ciudad de TURICUM,actual Zürich.
Por lo que respecta a la posible relación de Turia con Turienzo o Tureno no parece, en principio, demasiado verosímil, ya que, además de la lejanía geográfica, los sufijos presentes en esta palabra inducen a pensar que se trata de antropónimos.
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23-2-99
Pregunta formulada por Gerardo Cabada.
La palabra "turrón" es, con toda probabilidad, de origen catalán. En castellano está documentada desde el año 1423, concretamente en el "Arte cisoria" del Marqués de Villena, si bien no se usa muy profusamente hasta el siglo XVII .
En catalán, la palabra está documentada desde finales del siglo XIV, con las formas "terró" y "torró". El paso de "terró" a "torró" es similar al que se da en otras palabras catalanas, como "redó" > "rodó", "fenoll" > "fonoll", etc. Del catalán, la palabra pasó a otras lenguas, como el portugués, el provenzal, el francés y el italiano ("torrao", "tourroun", "touron" y "torrone", respectivamente).
Partiendo del origen catalán del vocablo, J. Coromines supone que procede de la palabra "terra", por comparación de la masa de miel y almendras u otros ingredientes con un terrón de tierra. No obstante, no descarta de modo absoluto la posibilidad de que esté relacionado con el verbo "torrar".
Circula en algunas partes la leyenda de que el turrón fue inventado por un pastelero barcelonés apellidado Torrons hacia el siglo XVII o XVIII con ocasión de un asedio (atribuido por unos a la "Guerra dels Segadors"; por otros a la Guerra de Sucesión) durante el cual las autoridades convocaron un concurso para crear un alimento que pudiera conservarse durante largo tiempo. Aunque ignoramos de donde ha surgido dicha leyenda, la damos por falsa puesto que, como hemos visto, tanto el turrón como su nombre se conocen desde mucho antes.