David Antonio González Calvo escribe:
Mi consulta no sólo se refiere a la etimología de una palabra, sino sobre si existe o no. La palabra en cuestión es "millardo", que quiere decir (de existir) "mil millones". La página que le envío adjuntada es para ayudarle a localizar la palabra, sobre todo por la afirmación de que ya está admitida en la Real Academia (en el diccionario de 1992, la última edición que yo conozca, no aparece). ¿Existe esa palabra? De existir ¿de dónde viene, del francés , del inglés? Y relacionado... ¿existe millarda, que vendría de milla?
Sobre el origen del asunto, es una polémica que tenemos varios compañeros de trabajo a raiz de leer esa palabra en un documento de internet. Unos opinan que existe la palabra, otros, que no.
La palabra "millardo" no consta, efectivamente, en la última edición del DRAE (1992), ni tampoco en el "Diccionario de uso del español" de María Moliner. No obstante, el hecho de que una palabra no conste en el diccionario no quiere decir que no exista. Hay muchas palabras que usamos a diario y que no constan en el DRAE. Basta con una breve hojeada para percatarse que no constan, por ejemplo, los gentilicios correspondientes a todas las ciudades y pueblos de España, sino sólo los referentes a las ciudades más importantes, lo cual no quiere decir que los demás no existan. El idioma es algo vivo que evoluciona constantemente para adaptarse a las necesidades de los hablantes. Lo único que hace la Academia es "fijar" aquellas palabras que han alcanzado una cierta difusión. Los criterios en que se basan los académicos son, por supuesto, discutibles. Por lo que respecta a la palabra "millardo" (de origen francés, como atestigua la terminación -ard) se usa desde hace años en la prensa española como resultado de la necesidad de expresar con una sola palabra la cantidad "mil millones". La Academia de la Lengua Española tiene previsto incorporarla en la próxima edición del Diccionario:
. El DRAE evoluciona, aunque lentamente. Hace poco tiempo que se modificaron definiciones tan líricamente desbocadas como la de poesía (acepción nº 5 de la edición de 1984) y ya no se llama, en un alarde de ironía etimológica, "secuaces" a los seguidores de Carlos Marx (véase marxismo en la edición de 1970). Don Manuel Seco, en su interesantísima y crítica conferencia de marzo del pasado año en nuestro SdT sobre La autoridad lingüística de la Academia, señalaba otras tantas definiciones anacrónicas en la última edición (p. ej., paje) y criticaba también el arcaísmo del metalenguaje de las definiciones del diccionario académico.
Las nuevas posibilidades de consulta que permite la interfaz electrónica dejan al descubierto algunos criterios caducos para los planteamientos de la lexicografía moderna: por ejemplo, en la consulta por el árbol de usos el registro popular aparece asociado a grosero,malsonante y vulgar; todos bajo el epígrafe variantes desprestigiadas. Además, si consultamos el DRAE por ramas del saber, encontraremos 844 entradas en el campo milicia y sólo 3 en el campo ingeniería (quizás por aquello de que siempre la lengua fue compañera del imperio).
El pasado 29 de diciembre (casi el día de los inocentes) la prensa nos sorprendía con la aprobación por la RAE de la voz millardo. Este neologismo, propuesto por el presidente de Venezuela, Sr. Caldera, vendría a resolver el problema que tienen los traductores con el billion inglés, que como todos los traductores del inglés saben no equivale a nuestro billón, como era el caso hace tiempo en inglés británico, sino a 1.000 millones: el valor del billion americano.
A juzgar por la aceptación del término en la prensa económica española el millardo tiene un brillante futuro. Nada que objetar a esta fulgurante consagración por la vía presidencial (hay palabras que llevan esperando siglos), pero ya hay quien la ha devaluado diciendo: "¡A mí esto me importa un millardo (o miliardo)!".
Ahora es de esperar que, con los millardos que la Academia consiga recaudar y los interesantes proyectos que prepara su Instituto de Lexicografía (el más monumental es el CREA, Corpus de Referencia del Español Actual, sobre el que informaremos en próximos números), desaparezcan del diccionario los perros estúpidos y tiritones y se dé cabida a las muchas palabras que los puristas censuran -qué digo, prohíben- blandiendo la edición en papel y exclamando obsesivamente: "¡No existe, no existe!". Sólo así el DRAE será el diccionario de referencia que nuestra lengua se merece; menos pintoresco, quizás menos "literario", pero más actualizado y riguroso. Eso sí que sería una ayuda a los traductores.
"El País", 21-2-1998
Por lo que respecta a la palabra "millarda", desconozco tanto su existencia como su significado. (¿sería ‘diez mil millas’?) En cualquier caso, no me parece que sea muy necesaria en español, ya que las millas sólo se usan en los países anglosajones y al efectuar una traducción existe la posibilidad de convertirlas en kilómetros.