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LA TEORIZACIÓN
DEL GÉNERO EN ESPAÑA : ILUSTRACION, DIFERENCIA Y TRANSMODERNIDAD
Toda etiqueta, corriente o denominación que
intente globalizar las producciones literarias, artísticas o teóricas de un grupo de
individuos resulta esquemática y engañosa
cuando no francamente distorsionadora de las singularidades.
Quisiera ocuparme de las filósofas
que teorizan hoy sobre el género en España. Un terreno fértil, si bien no
suficientemente divulgado, donde aparecen de nuevo los tres ejes o conceptos que, desde
distintos prismas teóricos y temáticos, hemos visto aflorar recurrentemente a lo largo
de este libro : Ilustración, Diferencia y Transmodernidad.
Parto del hecho de que no existe "literatura femenina", ni por supuesto
filosofía femenina, ni tan siquiera existe "La Mujer" como entelequia unitaria.
Podríamos aceptar que existe la Teoría Feminista como disciplina de
investigación, pero el adjetivo "feminista" conlleva una carga de militancia
que distorsiona el asunto teórico, pues ni todas las militancias feministas son
equivalentes, ni se implica necesariamente que de un interés teórico en los asuntos del sexo/género se siga una actitud
vital, ética y política feminista, y menos aún con una orientación determinada. Por
otro lado aunque son mujeres las que mayoritariamente desarrollan investigaciones sobre el
género, también lo hacen algunos varones, con lo que no podemos identificar sin más
temática y sexo del investigador.
El feminismo en España toma especial auge durante
la década de los setenta. El final del franquismo y la época de la transición marca la
polémica sobre la doble militancia y el análisis de
hasta qué punto los partidos tradicionales asumían las reivindicaciones de las mujeres . Se recogía
pues el debate internacional feminista entre Capitalismo y Patriarcado, frente a los que
consideraban que éste último era una manifestación más del capitalismo que quedaría resuelto con la superación de la lucha de clases,
iban surgiendo posturas cada vez más decididas a favor de los grupos de
mujeres y de la lucha por reivindicaciones que no recogían los partidos tradicionales o
que quedan supeditados a una lucha política general y postergados en el tiempo. Se
demarcaban así dos posturas la de un feminismo
socialista y la de un feminismo radical que en el ámbito internacional tenían referentes
en autoras como Sehyla Rowbotham o Sulamith Firestone
respectivamente.
Lidia Falcón, fundadora del Partido
Feminista de España, pretende desarrollar un feminismo científico marxista, asume así planteamientos marxistas leninistas aplicados
al análisis del Patriarcado como modo de producción de la reproducción social,
trasladando la categoría de obrero a la
categoría mujer como "última clase".
Este análisis
pormenorizado lo va a desarrollar en su
amplia obra : La razón feminista (Barcelona,
ed. Fontanella, 1981), realizando un exhaustivo estudio de las causas materiales de la
explotación femenina a través de la historia, recogiendo las aportaciones de las investigaciones antropológicas y económicas
desde una metodología marxista. Lidia Falcón enuncia las leyes del proceso reproductor
de la fuerza de trabajo, las relaciones de
reproducción sexual, y de la explotación de
la mujer en la sexualidad, la reproducción y el trabajo productivo. Tras un análisis del
desarrollo dialéctico de la sociedad, defiende la tesis de la mujer como clase social,
tratando pormenorizadamente el modo de producción doméstico. Desde este prisma
emprende la tarea de realizar
un exhaustivo estudio de la reproducción humana, comenzando por las raíces misóginas de
la ciencia, la biología, la ginecología ..., a través
una visión histórica, para tratar temas como la mujer sujeto productor, el
valor del hijo... y una vez asentado el papel exclavizante de la instrumentación
biológica de la mujer, propugnar las nuevas tecnologías de reproducción "in
vitro" como liberación de ésta frente a su destino natural.
El Partido Feminista de España, al igual que el Partido Feminista Unificado de
Bélgica o el Japans Women Party, surge en un clima concreto de militancia marxista
radicalizada y , como Carmen Elejabeitia
señala, su objetivo,al igual que lo que se
proponen los partidos obreros de corte marxista-leninista tradicional, es "la toma
del poder" para instaurar la "dictadura de la mujer", cuya otra cara es la
"democracia feminista". Amen de los estragos que sobre tales propuestas ha hecho
el paso del tiempo, su implantación ha sido y es ahora mucho más meramente simbólica,
pues los movimientos de mujeres han preferido integrarse en los grandes partidos o sindicatos, o mantenerse como grupos
independientes , para desde estos foros desarrollar su labor.
La transición democrática , con la muerte de Franco en 1975 y la redacción de la
Constitución en 1976, ofrecía para las mujeres el reto de salir de la sociedad
franquista tradicional,anclada en una moral nacional católica, ciertamente debilitada en
cuanto a las costumbres pero sin el
reconocimiento legislativo todavía de la igualdad de los sexos en asuntos como : la necesaria autorización del varón para acciones económicas de la esposa, la consideración del adulterio como delito
penado, la ausencia de una ley del divorcio, la normalización de la contracepción o la
regulación de la interrupción del embarazo.
A pesar del acuerdo por lograr los
avances sociales en los temas mencionados, las divergencias entre un feminismo socialista
y uno radical van a acentuarse originando todo un debate teórico : feminismo de
la igualdad versus feminismo de la diferencia,
que surge en las Jornadas Feministas de Granada de diciembre de 1979, retomándose en las
Jornadas de Patriarcat, Barcelona mayo de 1980 y en los Encuentros Feministas
Independientes, también en Barcelona en octubre de ese mismo año.. La
propuesta de la diferencia arranca de la ponencia de Gretel Amman en las Jornadas de Granada proclamando el
lesbianismo como la mejor opción para la mujer, el tema de la diferencia fue retomado
también por Victoria Sendón en las Jornadas de Independientes de 1980, y la polémica
igualdad/diferencia se expone y muestra ya claramente en el nº extra , 10, de 1980 de la
Revista El Viejo Topo en artículos de Celia Amorós, Amelia Valcárcel, Josep Vicent
Marqués, Genoveva Rojo, Empar Pineda...
Pasado el tiempo podemos encontrar el trabajo de diversas autoras más o menos
cercano a ambos epígrafes, si bien Celia
Amorós prefiere hablar de feminismos ilustrados y
feminismos helenísticos , Milagros Rivera de pensamiento
de la diferencia sexual femenina o yo misma de una propuesta de feminismo transmoderno.
Fuera de esta clasificación el origen de la familia y la configuración de la
"naturaleza femenina" en revisión de los postulados biologicistas, económicos
y antropológicos ha sido estudiado en libros como :Sexo
:naturaleza y poder de Sacramento Martí y Ángel Pestaña (Madrid, ed. Nuestra Cultura, 1983) o El orden femenino. El origen de un simulacro cultural
de José Lorite Mena (Barcelona.Anthropos. 1987). En el terreno de las lecturas
no-androcéntricas del saber cabe destacar La otra
"política" de Aristóteles de Amparo Moreno Sardá (Barcelona, Icaria.1988),donde se analiza
pormenorizadamente el arquetipo viril que subyace a la obra del filósofo y a la tración
que en ella se funda, método hermenéutico expuesto también en su libro Pensar la historia a ras de piel (Barcelona. ed.La
Tampestad. 1991).
Dentro de los feminismos ilustrados podemos destacar a Celia Amorós, Amelia
Valcárcel, Alicia H. Puleo, Rosa Cobo, Cristina Molina Petit...y toda una serie de
investigadoras que en torno al Seminario "Feminismo e Ilustración" dirigido por
la primera en el Instituto de Investigaciones Feministas de la Universidad Complutense de
Madrid realizan la reconstrucción histórica de una Teoría Crítica Feminista, y una
relectura de la filosofía clásica a la luz
del feminismo: Ángeles Jiménez Perona, Ana
de Miguel, Luisa Posada Kubissa, Neus Campillo...Partiendo de la tesis de que todo
feminismo es un movimiento ilustrado, pues comparte con éste los supuestos de
universalidad de la razón, exigencia de igualdad, liberación de los prejuicios y un
horizonte de emancipación , las autoras citadas han
profundizado en el androcentrismo subyacente en
las grandes corrientes o filósofos que conforman el
subsuelo del pensamiento actual :cartesianismo, enciclopedismo, Rousseau, Kant, Stuart
Mill ...
Desarrollando el pensamiento de la diferencia sexual femenina encontramos a la historiadora Milagros Rivera Garretas, que dirige el Centre
d'Investigació histórica de la Dona de la Universidad de Barcelona, así mismo como la
revista Duoda exponente
de esta tendencia. Para Milagros Rivera resulta evidente que "vivir en un cuerpo de
mujer y escribir desde un cuerpo de mujer no ha sido ni ha significado lo mismo que vivir
en y escribir desde un cuerpo de hombre" (Textos
y espacios de mujeres. Europa siglo IV-XV. Barcelona. Icaria.1990. pag. 210). Ello no
nos aboca necesariamente a un esencialismo biologicista, pero es la conciencia de un trato desigual , de una situación
específica:económica, social y erótica la que determina una visión del mundo marcada
por la diferencia,una diferencia socialmente construida pero omnipresente e ineludible. La
cancelación sistemática de la genealogía materna en las sociedades
patriarcales es el dato a partir del cual intentar reconstruir una identidad y una genealogía propia. A este proyecto, el de la construcción de "una genealogía de
autoria femenina de sentido en y del mundo" trata de contribuir con su libro Nombrar
el mundo en femenino. Pensamiento de las mujeres y teoría feminista
(Barcelona.Icaria. 1994), donde desde una relectura histórica y de la teoría feminista
reciente se documenta y expone el cuerpo de doctrina del pensamiento y la política de la
diferencia sexual que, incorporando las aportaciones del feminismo francés de la
diferencia y el feminismo italiano asume el reto de trasformar el orden sociosimbólico basado en la violencia por otro orden simbólico apoyado en las mediaciones femeninas.
Por otro lado también en la Universidad de Barcelona, esta vez en la Facultad de
Filosofía el Seminario "Filosofía y Género" dirigido por Fina Birulés agrupa a investigadoras e
investigadoras en Filosofía y Filología y
tiene por objetivo, en palabras de su directora : no
tanto analizar lo que los filósofos han escrito acerca de las mujeres ( de hacer un
recuento de las "perlas misóginas") como de recuperar y estudiar los textos
donde se manifiesta la producción filosófica de las mujeres y, en el mismo gesto,
examinar y reconsiderar los criterios de la hermenéutica filosófica -tradicionales y
actuales-, sobre la base de categorías como las de género, feminidad, diferencia...En
torno a este grupo podemos encontrar a autoras como Rosa Rius, Mercé Otero,Carmen Revilla
... que han realizado trabajos sobre el pensamiento de Hannah Arendt, Simone Weil,
Lucrezia Marinelli, Christine de Pizan...entre otras.
Para Fina Birulés la reconstrucción de la historia de las mujeres filósofas
requiere una paciente tarea de indagación y reconstrucción, en el terreno hermenéutico
Birulés ha retomado las aportaciones de Walter Benjamin y Carlo Ginzburg, recurriendo a
las "micrologías" y al "paradigma indiciario" como forma de apuesta
por el fragmento, por el indicio, y método de acercamiento ante la escasez de rastros y
carencias de transmisión, apostando por un camino de
síntesis de lo heterogéneo que permita "dejar hablar" a las
mujeres del pasado, decirnos "quiénes eran". Obtenemos así una metodología
reconstructiva, conjetural, micrológica, que nos acerca a una realidad opaca, donde las
"disonancias" no se ocultan sino que se interpretan. La indagación no es mera
arqueología del pasado sino apuesta por la
memoria como condición de identidad, pues en sus propias palabras : "debemos entrar en el futuro retrocediendo".
Sus conferencias y estudios quedan por primera vez reunidos en el libro :Hacia una crítica de la razón patriarcal.(
Barcelona, Ed. Anthropos. 1985) . El punto de
partida es la tesis de que la ideología del patriarcado ha impuesto el tipo de
racionalidad que se expresa en el discurso filosófico, la Razón ha configurado su legitimidad a través de la genealogía patriarcal como
institución social y cultural . Ello no implica en modo alguno una puesta irracional ,
sino todo lo contrario una revisión crítica : "se trata de articular un punto de
vista y una perspectiva desde los cuales se
pueda proceder a una relectura de la historia de la filosofía - y más en general del
pensamiento y de la cultura - en la que no se
haga abstracción de las distorsiones patriarcales que inevitablemente han configurado
cierto tipo de discursos" ( op. cit. pag. 10) . El
feminismo entendido como crítica de la cultura patriarcal asume así una
dimensión epistemológica - como se acaba de esbozar- y debe asumir así mismo un
dimensión ética, que recoge, por otro lado las luchas y propuestas reivindicativas
feministas, reconociéndose como un proyecto teórico , ético y práctico de
emancipación.
Solo releyendo las obras de los filósofos podremos entrever el sexismo ideológico
que imprenga la filosofía moderna. Una tradición que
ha igualado hombre a cultura, relegando a la mujer al ámbito de la naturaleza
. Para Hegel el
hombre se mueve en el terreno de lo universal mientras la mujer queda reducida al terreno
de la inmediatez, negándosele el acceso al estatuto de la individualidad. La
conceptualización de la mujer como naturaleza y como género aparece también en
Schopenhauer. Para Kierkegaard la mujer queda excluida de la existencia como
problematicidad, y para Sartre es la revancha dulzona de lo viscoso y en-sí. Celia Amorós recoge también las
críticas de Juliet Mitchel a Freud como ideólogo del patriarcado, sexismo que culmina en
la exclusión lacaniana. Igualmente es contundente en su crítica a los feminismos de la diferencia : "Si las
mujeres queremos y podemos, al menos en alguna medida, escapar al dilema de ser, o herederas de pleno derecho, a titulo igual al de los hombres, de un legado configurado y marcado por los sellos
patriarcales, o situarnos del lado de las
desheredadas que renuncian a conquistar su parte -renuncia que se dobla siempre del
sueño compensatorio, más o menos ilusorio, bien de que se tiene ya la mejor parte, bien
de que más pronto o más tarde nos corresponderá el
relevo civilizador como fruta madura que caerá ante la desintegración del patriarcado -,
tendremos que desmontar teórica y prácticamente
los conceptos de herencia, de genealogía y de legitimidad que están en la base del
planteamiento que nos obliga a aceptar los términos
del dilema...por medio de un análisis crítico de la impronta y del sesgo sexista y
patriarcal que se encuentra en determinados entramados conceptuales en base a los cuales
han sido construidos los sistemas filosóficos" (op. cit. pag. 78-79) . Un buen
análisis de su teoría de la legitimación genealógica patriarcal de la filosofía lo
constituyen su relectura de autores como
Aristóteles, San Agustín, y Kant (cap. 3 del libro comentado), sus estudios sobre Sartre
o sobre Kierkegaard, desarrollado éste último en su libro :Soren Kierkegaard o la subjetividad del caballero,
Barcelona, ed. Anthropos,1987).
Por otro lado, para la autora, en el ámbito de la ética, el feminismo, concebido
como movimiento de lucha de las mujeres para lograr el estatuto pleno del ser humano,
supone la máxima ampliación del protagonismo ético y por tanto su cumplida
universalización ( op.cit.pag.143, Véase también " El feminismo como exis emancipadora" en Feminismo e Ilustración. Actas del Seminario
permanente. 1988-1992 Madrid. Instituto de Investigaciones Feministas .Universidad
Complutense Madrid.1992).
A través de sus análisis sobre los conceptos de universalidad e
individuación, en el nominalismo o Hegel y de las relaciones entre el contrato social y
el contrato sexual ha acuñado conceptualizaciones tan felices y descriptivas como :
"Espacio de los iguales/ espacio de las idénticas" para manifestar cómo en el
ámbito masculino el reparto de poder se efectúa en virtud del reconocimiento de la
igualdad, mientras que si no está en juego ningún poder relevante falta "la razón
suficiente para realzar al individuo sobre el fondo genérico, las mujeres son así
"las idénticas" el cupo, la cuota a aceptar o invisibilizar. ("Espacio de
los iguales, espacio de las idénticas. Notas sobre poder y principio de individuación
" . Rev. Arbor. Madrid.).
En el debate entre feminismo de la igualdad/feminismo de la diferencia el artículo
de Amelia Valcárcel " El derecho al
mal" ( aparecido en el Viejo Topo citado) donde en aras de la igualdad se reclamaba para las mujeres no las felices
arcadias de la reserva moral incontaminada sino el derecho a asumir el rasero moral de los
varones incluso por abajo, para con las mismas armas acceder al poder de la universalidad.
Pues para esta autora, como lo desarrolló más tarde en su libro Sexo y filosofía. Sobre "mujer" y
"poder" ( Barcelona. ed. Anthropos.1991) , hablar de sexo es hablar de
poder. Se trataría no de saber qué es lo esencialmente femenino, sino de averiguar por
qué se supone que tal esencialidad existe y
a que estrategia de poder obedece su postulación. Lo femenino se ha construido como un
conglomerado de las astucias del débil frente a su carencia de poder, mientras las
mitologías de la diferencia persisten en este rechazo
Valcárcel nos advierte que no solo el poder corrompe: "no tener poder
corrompe también y, en ocasiones , más deprisa". Una ética de la igualdad debe
acabar con la demonología del poder, defender el poder del sujeto, constituirse en una
"ética de la potencia" , clarificar en qué sentido la mujer o las mujeres como genéricos son sujeto u
objeto para una teoría sólida, que deberá basarse no en una supuesta esencia o
identidad compartida sino en la
consideración de una pluralidad de sujetos que constituyen un nosotros,
que pasan de la minoría de edad de la heteronomía impuesta hasta la autonomía de
quienes establecen nuevos pactos sociales de equipotencia. Es pues el logro de la
individualidad el que debe acabar con el estereotipo del genérico. El feminismo, por
medio del pacto y la igualdad debe completar el programa ilustrado.
No puede entenderse Occidente sin el pensamiento ilustrado, sin el contrato como
metáfora del fundamento de la sociedad y su corolario en la idea de progreso y
emancipación. Un trayecto en el que el
feminismo denuncia la falsa universalidad una de las formas más flagrantes de "miedo a la igualdad".
Dentro de esta tendencia de buscar en
la Ilustración tanto el modelo para un
feminismo equipotente cuanto el origen de la
exclusión femenina en el contrato social moderno podemos destacar diversas obras : Dialéctica feminista de la Ilustración de
Cristina Molina Petit (Barcelona ed. Anthropos.1994), Fundamentos del patriarcado moderno. Jean Jacques
Rousseau.(Madrid. ed. Cátedra.Feminismos. 1995) o La Ilustración olvidada. La polémica de los sexos en
el siglo XVIII. Selección de textos de Condorcet, De Gouges, De Lambert y otros a
cargo de Alicia H. Puleo, presentación de Celia Amorós. (Barcelona. Anthropos.1993).
También compartiendo la perspectiva del feminismo ilustrado pero analizando la
conceptualización de la sexualidad en la filosofía contemporánea, podemos destacar el libro Dialéctica
de la sexualidad. Género y sexo en la filosofía contemporánea de Alicia H. Puleo donde se van siguiendo las diversas
configuraciones de lo femenino de forma reactiva al
pensamiento de los filósofos que han configurado el substrato teórico al respecto: La
Mujer-Inconsciente frente al pesimismo de Schopenhauer, la "representante privilegiada del Eros" a partir de la línea
nietzscheana y freudomarxista o la presa codiciada del erotismo transgresivo de Bataille.
Las teorías del género o el
pensamiento feminista suelen tener, amen de su propia dinámica interna, una relación
explícita con las corrientes teóricas y debates de su tiempo, tanto para situarse frente
a ellos cuanto para hacer que éstos se
sitúen frente a los susodichos, esto es : tanto para asumir las líneas de su
contemporaneidad cuanto ejercer una revisión critica de esas mismas corrientes desde un
punto de vista del género. Si en los años setenta el debate lo constituyó la relectura del marxismo y el psicoanálisis,
para posteriormente repensar, y reciclar
principalmente desde el feminismo de la diferencia las aportaciones nietzscheanas, y postestructuralistas, el debate siguiente frente al cual deberá situarse y
que deberá situar desde su
prima es de modernidad/postmodernidad.
La defensa de la modernidad está en consonancia con los feminismos ilustrados, si
bien el pensamiento de la diferencia sexual arrancaría más bien de la constatación de
la quiebra de la modernidad si bien no enmarcándose necesariamente en un movimiento tan heterogéneo como ha
resultado ser el postmoderno. Revisiones explícitas de este debate lo constituyen tanto la apuesta postmoderna
heterodoxa de Sendón cuanto el libro
coordinado por África Vidal y Teresa Gómez Abanicos ex-céntricos. Ensayos sobre la mujer en
la cultura postmoderna (Salamanca .Universidad de Alicante. Anglo-American Studies
1995) o desde el terreno de la estética las aportaciones de Juan Luis Moraza y Estrella de Diego. Es desde
este mismo eje temático del que parten mis libros :
La sonrisa de Saturno. Hacia una teoría transmoderna, (Barcelona, Anthropos, 1989),Femenino fin de siglo. La seducción de la
diferencia (Barcelona, Anthropos,1994) y Foucault y la genealogía de los sexos
(Barcelona, Anthropos, 1996). A partir de lo desarrollado en ellos paso a considerar lo que a mi modo de ver
constituye hoy la tarea pendiente de un pensamiento del género.
La Modernidad se ha construido no sólo con la ausencia de las mujeres sino
legitimando subrepticiamente en dicha ausencia su misma condición de posibilidad,
estableciendo así engañosamente una supuesta universalidad sobre la base de un
ocultamiento y una discriminación. Como Genevieve Fraisse
ha mostrado (Muse de la Raison), el
sistema democrático y burgués moderno (que arrancando del modelo Ilustrado se consolida
a lo largo del s. XIX) se edificó sobre la exclusión de la mujer de la esfera política
y pública como requisito para la construcción de la nueva configuración moral y
axiológica, legitimada desde el derecho, la ciencia y la filosofía. Frente a las
expectativas de igualdad creadas por la Revolución francesa y ya trazadas en los textos
de Condorcet, Montesquieu, Olimpia De Gouges, D'Alembert, Madame D'Epinay, Madame De
Lambert... va a prevalecer durante el siglo
siguiente el modelo de mujer-madre preconizado por Rousseau, consolidándose un triple
proceso de exclusión de las mujeres : legal: supeditación de las esposas,suspensión de
las expectativas revolucionarias de las mujeres, moral: condena del estilo de vida
aristocrático prerrevolucionario, creación normativa de la "ficción
doméstica", y científico : teorías del intelecto sexuado y teorías de los
médicos filósofos (Cabannis,Virey)...todo ello plasmado en un nuevo modelo de
domesticidad que separa lo público y lo privado y en las reformas sociales inspiradas en
la filantropía y el higienismo.
Normalmente esta configuración del nuevo modelo democrático burgués moderno se
ha estudiado , desde el punto de vista de las mujeres, en su manifestación represora y de
exclusión, olvidando resaltar lo que a mi
modo de ver puede representar la óptica más
rupturista y novedosa : el constatar cómo este modelo social está determinado no por la
exclusión de un sexo, sino por una subterránea conceptualización de los géneros, por
una biologización y naturalización de lo
femenino que no obstante su reclusión va a
impregnar todo el espacio social, otorgando la matriz a partir de la cual va a pensarse la subjetivación y el horizonte moral deseable
del individuo moderno.
Foucault ha hablado de bio-política o bio-poder para caracterizar esta nueva configuración política que del XIX a
la actualidad implica en el desarrollo del capitalismo la inserción controlada del cuerpo
en los aparatos de producción, el control de
poblaciones, el desarrollo de la demografía, la higiene , la sanidad ... Pero todo ello
no hubiera sido posible sin una previa gestación
de la noción del cuerpo-especie
que subyace a la nueva tematización de "lo social" y "la población" y que implica una redefinición de la
conyugalidad, de la esfera doméstica, que está basada como prerrequisito en todo el
esfuerzo que desde el XVIII se realiza por hacer retornar a la mujer a su naturaleza, como
cuerpo reproductor, vehículo de la especie, ensalzamiento de su labor maternal,
transmisora tanto de los nuevos conceptos de higiene(física y social) cuanto del
mantenimiento de los valores morales. No es pues la puesta en marcha de una nueva configuración del poder : la biopolítica la que genera la visión de los
individuos como cuerpo especie, y que representa para las mujeres el corolario de su
reclusión en la esfera privada y la histerización del cuerpo femenino, sino que esta
estrategia de reclusión de las mujeres en el ámbito doméstico, las justificaciones del
los médicos filósofos de los siglos XVIII y
XIX, las teorías del intelecto sexuado, su consideración como cuerpo-especie responsable
de la salud de las generaciones, su identificación con la naturaleza, su constitución
como objetivo principal y transmisor de las normativas de higiene, su responsabilidad en
el bienestar físico y moral de la familia ...son las que hacen posible el desarrollo del
bio-poder, que a su vez caracteriza la configuración moderna de un poder, pastoral
individualizante. La familia amen de lugar de encierro, espacial y simbólico, posee una
potencia productiva en cuanto que ficción doméstica ( en el sentido de Nancy Armstrong),
pues el ideal femenino conforma a su vez el ideal burgués, que marca las pautas, en su
reconversión moral universalizante del individuo
moderno.
Así de la misma manera que por un
lado se define a las mujeres por su biología y se las recluye en su especificidad y
privacidad, por otro los valores morales domésticos se extienden e impregnan lo social,
el cuerpo social se feminiza, completando lo que en otro lugar he codificado como "asunción hegemónica de los
valores del heterodesignado", lo que refleja el mecanismo de circulación de valores,
en el cual los grupos hegemónicos, en momentos de agotamiento de sus propios valores,
asumen otros de grupos discriminados, generalmente sin asumir sus reivindicacioes,
desposeyéndolos de su identidad pero impregnándose
paradójicamente de ellos.
Es a partir de esta situación paradójica,pero no coyuntural o periférica sino
nodular que cabe releer el género como condicionante
de la Modernidad, y replantearnos la
emergencia del sujeto-mujer tras la crisis de la Modernidad.
La crisis de la Modernidad conlleva, como se ha repetido exhaustivamente, una
quiebra de nociones canónicas como las de : Historia , Progreso, Sujeto, Realidad y
Razón. La teoría del género hoy, amen de realizar una relectura histórica de su lugar
oculto pero fundamentante en las Grandes
construcciones teóricas del pasado, debe asumir el reto
de valorar cómo trabajar en la
consolidación de una identidad y presencia
femeninas, precisamente cuando los pradigmas clásicos de igualdad, emancipación,
objetividad y cientificidad se hayan contestados. Ello nos aboca, como ha quedado patente
en los debates sobre feminismo y postmodernismo, a una reconsideración pragmática,
situada, falibilista (Frasser , Nicholson, Alcoff), a valorar la creación culturalista
del genérico mujer más allá de las tentanciones más
esencialistas de la diferencia, porcediendo
tras la deconstrucción del genérico y la
subversión de la identidad heredada, a una minuciosa "resignificación "
(Butler), a la reconstrucción de la
subjetividad personal ( De Lauretis).
La teoría del sujeto-mujer hoy debe reunir una serie de requisitos para, asumiendo
la crisis de la modernidad mantener su
operatividad y consolidar su presencia :
autonomía gnoseológica y crítica, elementos para analizar la formación cultural,
histórica y social de la identidad de género, construcción de un genérico,
operatividad y reconocimiento como agentes sociales y políticos del cambio.
Desde la denominación de "transmodernidad" como la situación que retoma
los retos pendientes de emancipación de la
modernidad , pero asumiendo su crisis,
habremos de utilizar la ausencia de la mujer , su carencia de presencia y esencia,
precisamente como arma efectiva y creativa
precisamente en unos momentos en que el adelgazamiento de las Grandes Teorías nos ofrece
el simulacro como escenario. Así pues en esta simbiosis de simulacro y teoría del
género transmoderna, frente a los conceptos fuertes de los ejes de la modernidad
requeriremos : un sujeto estratégico, que encuentra su fuerza no en su fundamento
metafísico sino en su permanencia situada; una razón entendida como foro comunicativo
pactado, una historia múltiple no unitaria ni unidimensional,; una realidad que se sabe
ficción o exceso hiperrealista, paso del "factum" al "fictum" que
reconoce en la acción el elemento generador
de identidad.
Esta opción transmoderna por la constitución del sujeto-mujer configura sin duda una ética, pero crítica y
deconstructiva frente a las tendencias universalizadoras, reserva nominalista ante las
teorías unitarias, inmersa en la
heterogeneidad y la contextualidad,
comprometida en una constante analítica del poder, en la reconstrucción de una
genealogía propia, de una mitología, de un imaginario creador y electivo, en la apertura
y exploración de nuevas formas de subjetividad, que apuesta por la libertad y la ficción
de unir la estética a la ética en el reto de la autonomía. |