Fue en Junio.
Y tus ojos oscuros
de macho apacible y dulce
se clavaron en mí.
Y tu pelo y tu cara
y tu boca mediana,
abrieron en la noche pesada
de mi tierra
un sendero interior.
Fue en Junio y te amo.
Porque las flores tienen
la antigua sed del viento
que agrieta las esquinas
de la arena,
Y mis extrañas manos, húmedas,
de tu misterio.
Te amo porque el silencio masticado en etapas
se ha convertido en grito.
Sube por el vértice
azul de mi cuerpo
tu mano llena de amor.
Mientras desgarra el cielo
su porfiada existencia de algodonal,
te quiero.
Tomas como asalto la fortaleza
abierta de mis senos
y la música que crece de mi cuerpo.
Y otra vez subiendo la febril geografía
de mis costados
trepas a la cumbre dulce de mi quejido.
Ser felíz con la simple manera
de las aves.
Bebiendo el aire y asumiendo
la pura actitud del tiempo
Rayen