Muerte en Ndola
Estallaron las hostilidades entre fuerzas de Ia ONU y mercenarios de Katanga, provincia separatista del Congo, lo que requirió la intervención personal del secretario general de la ONU Dag Hammarskjold. Su gira por la paz culminó en un accidente fatal.
En el verano de 1960, las Naciones Unidas enfrentaron el desafío más grave en sus 15 años de historia: prevenir la guerra civil en la recién independizada República del Congo. Virtualmente no hubo preparación para la independencia de la excolonia belga el 30 de junio. Luego de protestas anticoloniales durante el año anterior, Bélgica hizo apurados trámites para ceder el poder. Como resultado de las elecciones realizadas en mayo, el nuevo gobierno sería una frágil coalición entre el presidente Joseph Kasavubu y su rival, el primer ministro Patricio Lumumba. En un país tres veces más grande que Texas, y cuya población era de 30 millones, no había un solo doctor, ingeniero o administrador africano. Los oficiales de su ejército eran belgas. En un desafiante discurso de independencia, Lumumba recordó a Bélgica que su pueblo conoció "ironías, insultos y golpes a mañana, tarde y noche, por el hecho de ser negros". Pero la población no tenía una conciencia nacional: las lealtades eran principalmente tribales. En un ambiente tan tenso y hostil, no fue sorpresa que la violencia estallara. El 5 de julio, tropas congolesas en la capital Leopoldville se amotinaron contra sus oficiales belgas. Cuando la rebelión se propagó a las ciudades de las provincias, las tropas belgas intervinieron para cuidar a la población blanca. El 11 de julio, Moise Tshombe, líder de la provincia minera de Katanga, anunció la separación y declaró estado independiente a su provincia. Kasavubu y Lumumba llamaron a las Naciones Unidas, en las que el Congo recién había sido admitido, para que restauraran el orden. Cuando, en abril de 1953, el diplomático sueco de 47 años Dag Hammarskjold fue electo secretario general de la ONU, tan sólo cuatro estados africanos eran miembros del organismo internacional. A fines de 1960, cuando Europa cedió el control colonial del continente, ya eran 26 los incorporados. Además del siempre turbulento Medio Oriente, Hammarskjold no enfrentaba otro problema tan apremiante como África. La crisis en el Congo requeriría de una total reevaluación del papel de la ONU en los conflictos mundiales y enfrentaría directamente a Harnmarskjold con la URSS, lo que a fin de cuentas le costaría a éste la vida. El 13 de julio Hammarskjold pidió al Consejo de Seguridad una pronta respuesta a la petición del Congo. La URSS quería condenar lo que consideraba una agresión belga; Francia, Inglaterra y EUA objetaron que se criticara a su aliado de la OTAN. Pero a las 3:25 de la madrugada del 14 de julio, el Consejo tomó una resolución de compromiso que autorizó al secretario general a pedir el retiro de las tropas belgas y movilizar una fuerza de la ONU al Congo. Su plan se puso en marcha al amanecer. Hammarskjold ya había pedido apoyo militar a otros países africanos. Cinco días después informó que 3 500 soldados de Túnez, Ghana, Marruecos y Etiopía ya estaban en Leopoldville y se desplegaban por todo el país.
La última fotografía: Dag Hammarskjold (centro), el 17 de septiembre de 1961, al abordar en Leopoldville el avión a Ndola
Bajo doble ataque
El despliegue de las tropas de la ONU en el Congo no resolvió la
crisis ni terminó con los problemas de Hammarskjold en la sede
en Nueva York. El 5 de septiembre Kasavubu destituyó a Lumumba,
quien inmediatamente anunció que deponía al presidente. Joseph
Mobutu, comandante del Estado Mayor, intervino a su vez
apropiándose del poder. Uno de sus primeros actos fue expulsar a
las embajadas del bloque soviético, sospechando su injerencia en
los hechos. Kasavubu quedó como presidente nominal, pero Lumumba
fue arrestado, entregado a sus enemigos de Katanga y asesinado
brutalmente en 1961. Moise Tshombe persistió en su desafiante
separatismo y alistó a mercenarios europeos para reforzar la
independencia de Katanga. La asamblea plenaria de la ONU que se
reunió el 20 de septiembre en Nueva York atrajo a 57 cancilleres
y 23 jefes de Estado, incluyendo al presidente norteamericano
Dwight D. Eisenhower y a los primeros ministros de Inglaterra,
Harold Macmillan; de la India, Jawaharlal Nehru; de Cuba, Fidel
Castro, y de la entonces Unión Soviética, Nikita Krushchev. El
líder soviético acusó a las expotencias coloniales de
"hacer su trabajo sucio en el Congo a través del secretario
general"; propuso abolir el puesto de Hammarskjold y
reemplazarlo con un triunvirato, o troika, que representara al
este comunista, al oeste capitalista y a los Estados neutrales.
En respuesta, Hammarskjold pidió conservar su puesto y recibió
una ovación de la asamblea. Pero a fines del año, el abrumado
secretario general describió su labor como "si se tratara
de luchar contra una avalancha; ya conoces las reglas: quítate
los esquíes, no trates de resistir, nada en la superficie y
espera a que te rescaten".
El 17 de febrero de 1961, el Consejo de Seguridad reforzó el
mandato de Hammarskjold para poder prevenir la guerra civil en el
Congo y, en verano, un gobierno de coalición en Leopoldville
logró unir a todas las facciones, con la notable excepción de
Moise Tshombe. La independencia de Katanga estaba de algún modo
apoyada por Bélgica, Francia, Inglaterra, EUA y el vecino
protectorado inglés de Rhodesia del Norte (hoy Zambia) . A fines
de agosto, con unos 16 000 soldados de la ONU en el Congo,
Hammarskjold decidió actuar, autorizando el arresto de
mercenaries europeos que se hallaran en Katanga y la ocupación
de puntos clave en Elisabethville, capital de la provincia.
Entonces tocó a Occidente el turno de atacar al secretario
general, acusándolo de procomunista y antioccidental. El 12 de
septiembre, luego de confesar a un colega de la ONU que
renunciaría si no resolvía el problema de Katanga, Hammarskjold
partió de Nueva York hacia el Congo.
El secretario general Hammarskjold pasa revista al contingente sueco de la fuena de la ONU en el Congo.
Encuenfro con Tshombe
Cuando el secretario general llegó al Congo al día siguiente,
habían estallado enfrentamientos entre las tropas de la ONU y
los mercenaries de Katanga, y Tshombe había huido hacia Rhodesia
del Norte. Convencido de que sólo su intervención personal
podría apaciguar al líder separatista, Hammarskjold propuso a
Tshombe una reunión en Ndola, al otro lado de la frontera.
Enviando antes al diplomático británico lord Landsdowne en el
DC4 reservado para su uso personal, Hammarskjold decidió viajar
en otro avión de la ONU más veloz, un DC6B llamada Albertina,
recién llegado de Elisabethville. Seguramente el secretario
general no sabía que el Albertina fue dañado con
disparos al despegar de Katanga y que, aunque reparado, estuvo
sin vigilancia durante cuatro horas antes de ser abordado por él
y su grupo de nueve asistentes el domingo 17 de septiembre a las
17:00. Para no sobrevolar Katanga, el Albertina voló al
este y luego al sur, sobre el lago Tanganica, hacia Rhodesia del
Norte.
Terribles noticias de África
Luego de notificar erróneamente el lunes que el secretario
general se había reunido con Tshombe en Ndola, el diario The New
York Times publicó el martes 19 de septiembre el titular:
"Hammarskjold murió en accidente aéreo; Kennedy va a la
ONU en la crisis de sucesión." El presidente pedía apoyo
de EUA para hacer de la ONU el "instrumento efectivo de
pacificación que era la gran ambición de Dag Hammarskjold"
Los detalles del accidente tardaron en darse a conocer. Luego de
mantener silencio radial durante cuatro horas, el Albertina notificó
que su tiempo de llegada a Ndola sería las 00:35 del 18 de
septiembre. Diez minutos después de medianoche reportó que el
aeropuerto estaba a la vista y que iniciaba el aterrizaje. Luego
de sobrevolar el aeropuerto a 700 m, con el tren de aterrizaje
bajado, el Albertina realizó una maniobra obligatoria
de circunvuelo. Nunca reapareció. Hasta la tarde siguiente se
descubrieron los restos del Albertina, unos 15 km al
oeste del aeropuerto. Aparentemente volaba demasiado bajo y
arrasó las copas de los árboles, para caer después e
incendiarse. Los seis tripulantes y los ocho miembros del grupo
de la ONU murieron, la mayoría de ellos calcinados en sus
asientos. Dos de los pasajeros salieron despedidos: el sargento
Harry Tulien, oficial de seguridad de la ONU, tan gravemente
herido que falleció cinco días después, y Dag Hammarskjold,
que murió a causa de heridas múltiples, pero que no presentaba
en realidad ninguna,quemadura. El secretario general vivió hasta
poco después del accidente: tenía en la mano un manojo de
hierba que aferró en su agonía.
EI último vuelo de Hammarskjold: desde la ciudad de Leopoldville, el avión de la ONU voló hacia el lago Tangañica en el este, y luego a Ndola, en Rhodesia del Norte (hoy Zambia).
Preguntas sin respuesta
Como en todos los casos de fallecimiento de figuras públicas,
circularon rumores acerca del accidente aéreo. Muchos se
oponían a las negociaciones del secretario general para terminar
la secesión de Katanga, como los británicos de Rhodesia del
Norte, que consideraban a Tshombe y sus mercenarios europeos un
bastión contra el nacionalismo negro. La Unión Soviética
había pedido abiertamente en la ONU la destitución de
Hammarskjold y varias potencias occidentales lo habían acusado
de ser procomunista. Una comisión investigadora de la ONU llegó
a la descomprometida conclusión de que no había evidencia de
sabotaje, ataque o falla mecánica, aunque no excluía ninguna de
estas posibilidades como causa del accidente. Curiosamente, se
descartaron como poco confiables los reportes de los nativos,
quienes recordaban haber visto dos aviones, uno pequeño que
perseguía a uno grande, el cual cayó luego de incendiarse.
¿Posible suicidio?
Pocos años después de la muerte de Hammarskiold circuló una
extraña historia: abatido por el fracaso de sus negociaciones y
frustrado por la oposición en el seno de la ONU, el secretario
general decidió suicidarse; obligando a punta de pistola al
piloto a realizar la maniobra de circunvuelo sobre el aeropuerto
de Ndola, Hammarskjold había causado el accidente. Las
evidencias de esta descabellada versión eran un manuscrito
hallado en su departamento en Nueva York, con la instrucción de
que se publicara después de su muerte; un testamento escrito
poco antes de partir al Congo y, finalmente, junto a la cama de
su habitación de hotel de Leopoldville, el libro Imitación de
Cristo, de Tomás de Kempis, obra clásica del siglo xv, con el
lugar de lectura marcado con un ejemplar del juramento de
Hammarskjold como secretario general de la ONU. La hipótesis es
refutada por los hechos: el testamento de Hammarskjold fue
escrito años antes de su muerte y no fue alterado antes de
partir de Nueva York. El manuscrito, una especie de diario
espiritual que escribía desde 1956, se publicó en 1964 con el
título Markings (Señales) y lo muestra como un hombre
comprometido con la religión, la poesía y el servicio público,
y no como alguien que sacrificaría 15 vidas para suicidarse. En
el vuelo llevaba un libro que traducía del alemán al sueco, un
cepillo de dientes y una camisa limpia, que no necesitaría si
contemplara quitarse la vida.
Restos del Albertina en un bosque en las cercanías de Ndola, donde se estrelló la medianoche del 18 de septiembre de 1961.
Honor póstumo
El martes 19 de septiembre, el día en que se confirmó la muerte
de Hammarskiold, se reunió en Nueva York la Asamblea General de
la ONU. A la derecha del presidente de la Asamblea se encontraba
el asiento vacío del secretario general. Luego de un minuto de
silencio en su honor, un funcionario de la ONU declaró:
"Nunca antes fue tan largo un minuto, tan silencioso un
silencio ni tan vacío un asiento." Al mes siguiente se
otorgó póstumamente al secretario Hammarskjold el premio Nobel
de la paz.
Lumumba: Nacionaista africano
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