La elección robada

Cuando se contaron todos los votos en la elección presidencial de 1876, el demócrata Samuel J. Tilden parecía haber derrotado al republicano Rutheford B. Hayes. Pero el resultado final quedó en manos del colegio electoral.

Rutherford B. Hayes, gobernador de Ohio y candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos, estaba en la terraza de su hogar, frente a la cámara legislativa de Columbus, con su esposa Lucy y algunos amigos, esperando ansiosamente los resultados electorales. Era el martes 7 de noviembre de 1876. Durante la tarde, los mensajeros de la oficina telegráfica entraban y salían con noticias, y la mayoría de ellas eran malas. Nueva York, que Hayes consideraba como vital para su victoria, fue leal a su coterráneo el gobernador Samuel J. Tilden, portaestandarte de los demócratas. Connecticut, Nueva Jersey e incluso la muy republicana Indiana votaron por los demócratas. Como éstos contaban también con los estados del Ilamado Sólido Sur, parecía que Tilden había ganado las reñidas elecciones. Tras consolar a su esposa con el argumento de que la derrota significaba una vida personal más apacible, Hayes se retiró a la medianoche; le parecía que todo había terminado. Mientras, en la ciudad de Nueva York, el gobernador Tilden recibía mensajes de felicitación en su mansión.

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Ambos partidos fueron acusados de fraude en la elección presidencial de 1876. En el sur, los demócratas blancos intimidaban a los negros.

La derrota se hace victoria

Pero John C. Reid, director del diario The New York Times, no concedió a Tilden la victoria electoral. Una investigación en la base de operaciones de los demócratas, recibida en el diario a las 3:45 del miércoles, insinuó a Reid que faltaba información precisa acerca de los votos emitidos en tres estados del sur: Luisiana, con ocho votos electorales; Carolina del Sur, con siete, y Florida, con cuatro. Según los cálculos de Reid, Tilden tenía 184 votos electorales contra 166 de Hayes: a los demócratas les faltaba un solo voto para la mayoría, pero si esos tres estados del sur quedaran del lado republicano, las cifras sufrirían un vuelco y el ganador sería Hayes. Reid, republicano acendrado, urdió un plan. Luego de despertar al líder republicano en su habitación de hotel, se autorizó a Reid a mandar mensajes a los líderes de partido de los tres estados: "Hayes se elige si ganamos Carolina del Sur, Florida y Luisiana. ¿Puede sostener su estado? Responda de inmediato." De vuelta en el Times, Reid cerró la primera edición del miércoles afirmando que "aún está en duda la elección presidencial". La segunda edición, publicada a las 6:30, concedió 184 votos electorales a Tilden, pero arbitrariamente atribuyó Louisiana y Carolina del Sur a Hayes, dando 181 votos a los republicanos. El Times afirmó ahora que las elecciones dependían de los cuatro votos electorales de Florida. A Reid sólo le tomó un día más otorgar la elección a los republicanos. La edición del 9 de noviembre del Times anunció, sin reservas, la consumación de la treta: "Hayes tiene 185 votos electorales y se elige."

 

Vericuetos constitucionales

Los historiadores concuerdan en que las favoritistas e irregulares actividades del director del Times iniciaron los eventos que culminaron en la elección de una persona que, en realidad, perdió las elecciones de 1876. Pero Reid y los que maniobraron para poner a Hayes en la Casa Blanca sólo aprovecharon dos puntos señalados con ambigüedad dentro de la Constitución de los EUA para asegurar la victoria de su favorito. Según la sección 1° del artículo 2° de la Constitución, el presidente de los EUA es en realidad elegido por el voto mayoritario del colegio electoral. Cada estado tiene el mismo número de electores que los senadores y diputados que lo representan. (Así, en 1876 el populoso Nueva York tenía 35 electores, correspondiendo a sus dos senadores y sus 33 diputados. El despoblado Oregon sólo tenía tres electores, en las personas de sus dos senadores y su único diputado.) Reuniéndose por separado en sus respectivos estados, luego de la elección general, los electores certifican los votos de sus estados y envían los resultados a Washington. El candidato que gana el voto popular, al menos por tradición, recibe todos los votos electorales de un estado. Así, es posible que aunque un candidato gane más votos que su oponente en todo el país, pierda en la cuenta electoral. La Constitución también estipula que el presidente del Senado es quien abre los certificados estatales de elección y cuenta los votos en presencia de los senadores y diputados. Pero no dice nada para el caso de que un estado envíe votos electorales en conflicto. Sin embargo, si los candidatos no ganan una mayoría clara en el colegio electoral, la elección del presidente se hace en la Cámara de Diputados.

 

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Como lo muestra el mapa, Hayes ganó en el norte y el oeste. Tilden ganó en el sur, así como en su natal Nueva York y algunos estados del norte. La disputa electoral se centró en los estados de Carolina del Sur, Florida y Luisiana.

Tiempos difíciles

Para entender por qué y cómo fue Hayes y no Tilden quien se convirtió en el 190 presidente de los EUA el 4 de marzo de 1877, se deben explicar los difíciles tiempos en que se realizó la disputada elección. En 1876, a sólo 11 años de la victoria del Norte en la guerra civil, el país se recuperaba lentamente de los excesos de lo que ahora se conoce como periodo de reconstrucción. En los estados del sur, donde los demócratas recuperaron el control, se negaba a los esclavos liberados el derecho a voto, por medio de intimidación, cuando no por la fuerza. Pero en tres estados los republicanos ejercían el poder por la fuerza militar: Luisiana, Florida y Carolina del Sur. En Washington, Ulysses S. Grant concluía su segundo periodo presidencial y las irregularidades de su administración republicana habían escandalizado hasta a sus más recalcitrantes seguidores. Pero como partido en el poder, los republicanos querían repetir sus decisivas victorias de las dos últimas elecciones presidenciales. Los demócratas ansiaban terminar con la reconstrucción y recuperar el liderazgo nacional, perdido desde la victoria de Lincoln, en 1860. El Congreso reflejaba la profunda división del país en su Senado republicano y su Cámara de Diputados demócrata. Con tantas cosas en juego, los partidarios de Tilden no aceptaron el veredicto del New York Times, y los demócratas enviaron una delegación al sur para revisar que las autoridades que Ilevaron a cabo el proceso electoral no hubiesen ilegalmente negado a su candidato el voto de tres estados. Los republicanos hicieron lo mismo, para cuidar los intereses de Hayes. El presidente Grant, leal republicano, alertó a las tropas federales en los estados del sur, en caso de que se modificaran los resultados. Mientras, los escrutadores validaban las cuentas de sufragios que se enviarían a Washington. Controlados por los republicanos, los escrutadores de Louisiana, Carolina del Sur y Florida se corrompieron totalmente. James A. Garfield, líder republicano de la Cámara de Diputados (y futuro presidente de los EUA), Ilamó "torpes ladronzuelos" a los escrutadores de Luisiana. Hay evidencia de que el consejo de Luisiana ofreció asegurar la eleccion de Tilden si los demócratas les daban la jugosa cantidad de un millón de dolares. El 6 de diciembre los electores de Hayes y Tilden se reunieron por separado, en los tres estados en disputa, para votar por sus candidatos, y enviaron los resultados a Washington. Si la calificación de los resultados en conflicto dependía del presidente republicano del Senado, entonces Hayes sería el ganador. Si ningún candidato tenía mayoría en el colegio electoral, la elección constitucionalmente sería resuelta por la Cámara de Diputados, en poder de la mayoría demócrata, y el elegido sería Tilden. El suspenso creció cuando en octubre hubo otra duda sobre los resultados electorales en Oregon. Ahí, uno de los tres electores de Hayes era John W. Watts, un administrador de correos de cuarta clase con un sueldo anual de 268 dólares. El gobernador demócrata de Oregon dictaminó que el puesto de Watts era "de confianza y ganancia para los EUA", por lo que la Constitución le prohibía ser elector. El gobernador nombró en su lugar un elector demócrata que, si era aceptado por el presidente del Senado, daría a Tilden el voto final que necesitaba.

 

Se llega a un compromiso

El gobernador Tilden, hombre seco y digno, limitó sus actividades poselectorales a compilar un erudito estudio que demostraba que ningún otro presidente del Senado había ejercido su poder para contar votos electorales. Envió una copia a cada miembro del Congreso, esperando que el punto muerto se resolviera mediante el voto de la Cámara de Diputados, donde tenía posibilidad de ganar. Hayes también se mantuvo por encima de la refriega, aunque sus amigos políticos negociaban tras bambalinas un acuerdo con los demócratas del sur, a quienes les urgía más el repliegue de las tropas en sus estados que tener un presidente demócrata. Por fin, los partidos acordaron un método para resolver la crisis. El 29 de enero de 1877 el Congreso aprobó una ley que estableció un comité electoral especial de 15 miembros. Estaría integrado por tres senadores republicanos y dos demócratas, tres diputados demócratas y dos republicanos y dos jueces de la Suprema Corte de cada partido. El 15° comisionado, neutral, debía ser un juez independiente de la Suprema Corte, David Davis, de Illinois. El mismo día en que la ley debía ser rubricada por el presidente Grant, se notificó al juez Davis que la legislatura de Illinois lo había elegido para el Senado de los EUA. Se le sustituyó en la comisión por el juez Joseph P. Bradley, cuya neutralidad no era tan patente. Cada vez la solución del conflicto parecía más turbia. El 10 de febrero, las dos cámaras se reunieron para contar los comicios, revisando los estados en orden alfabético: Alabama y Arkansas, Tilden; California y Colorado, Hayes; Connecticut y Delaware, Tilden. Pero cuando los conflictivos resultados de Florida fueron revisados, el presidente del Senado detuvo la cuenta y remitió la disputa al comité electoral. Una noche antes de que la comisión anunciara su fallo respecto a Florida, el delegado nacional de los demócratas visitó al juez Bradley, quien le aseguró que votaría a favor de los demócratas. Pero entre la medianoche y la madrugada, y tras ser visitado por dos influyentes republicanos, Bradley se arrepintió. Por ocho votos contra siete, con Bradley votando por los republicanos, la comisión otorgó a Hayes los cuatro votos de Florida. Aunque ya no se dudaba del resultado final, la charada continuó hasta las 4:00 del 2 de marzo, cuando concluyó la revisión. Se declaró a Rutherford B. Hayes como vencedor sobre Tilden, con 185 contra 184 votos electorales. Dos días después, Hayes prestó juramento como presidente de los Estados Unidos.

 

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Luego de tomar posesión el 4 de marzo de 1877, el presidente Hayes (tercero desde la derechca) fue retratado en una reunión con su gabinete. En la extrema izquierda está su secretario del Interior, el republicano liberal Carl Schurz, campeón de la reforma del servicio público, que fue el mayor logro de la administración Hayes.

¿Quién ganó las elecciones realmente?

Cuando se computaron los comicios, Tilden tenía 4.300.590 votos populares contra 4.036.298 de Hayes, una clara mayoría para el abanderado demócrata. Sin embargo, el voto final del colegio electoral es discutido hasta hoy en día por los estudiosos de ese periodo. Casi todos los historiadores concuerdan en que sólo por un formalismo Hayes no pudo tener los tres votos de Oregon. También conceden Carolina del Sur al candidato republicano. Al otorgar a Hayes el voto electoral de Luisiana, los escrutadores estatales, y luego la comisión electoral en Washington, ignoraron el voto popular. Pero la intimidación de los votantes negros en Luisiana ayudó a crear una mayoría popular para Tilden; en una elección justa, Hayes pudo haber ganado. Pero en Florida, los republicanos perpetraron el mayor fraude electoral. Si las elecciones hubieran sido justas, los votantes blancos, en su mayoría demócratas, habrían dado el triunfo estatal a Tilden. Los cuatro votos de Florida habrían dado a Tilden la victoria por un margen de 188 votos contra 181 para Hayes. A pesar de la controversia de esta elección, Hayes fue un presidente capaz, que cumplió en su periodo presidencial con lo prometido en su discurso inaugural: "Sirve mejor a su partido quien sirve mejor a su país." Por su parte, Tilden se retiró en 1877 luego de dos años como gobernador de Nueva York. Estaba convencido de que la presidencia le fue arrebatada. No volvió a desempeñar un puesto público.

 

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