OTRA VEZ ELECCIONES |
Decíamos los pesismistas que si la selección pasaba a la segunda ronda
en las eliminatoias del mundial, podíamos darnos por satisfechos a fin de paliar de alguna manera
los duros golpes que día a día recibimos de parte de quienes tienen el encargo de cuidarnos. Se trata, por supuesto, del cuidado que asumen, en cuanto autoridades, aquéllos que nos representan y que tiene que ver, al menos en parte, con la búsqueda de los mejores medios para que el bien común social se realice. Claro que del dicho al hecho hay mucho trecho y la desilusión sigue creciendo -más todavía cuando no se ha visto realizado nuestro anhelo con respecto a la selección- porque vemos que, en lo sustancial, la tarea de hacer política sigue empeorando en la medida en que, ahora que se acercan las elecciones, el mercado de ofertas y de salvadores, nuevos y viejos, sigue teñido de la misma demagogia en la que, al menos los ecuatorianos, ya no creemos. Se repite sin cesar de la necesidad de darle a la estructura democratica de la sociedad nueva vida, de inyectarle nueva sangre, de de-formarla (en el sentido de romper la mera forma democratica) para hacerla más real... y nada se oye ni se ve como para decir que están empezando a soplar nuevos vientos. No hay duda de la urgencia que se impone a la sociedad civil de reivindicar una participación cada vez más efectiva a fin de dejar de ser meros números de una votación, pero también crítica a fin de hacer nuestra elección de una manera ponderada y juiciosa. Quizás nuestro papel principal sea éste: recuperar el juicio como un primer paso hacia la construcción de una democracia real, porque hemos de saber que eso no será posible sino bajo la condición de que cada uno se dé cuenta de que dicho sistema es, al menos, el más conveniente y de que siempre será necesario primeramente vivir actitudes democráticas y valores cívicos que nos ayuden a creer en nosotros. Quizás la mejor lección de la Selección, con una participación en el Mundial que nos alegró muy poco y que ni el triunfo del tercer partido logra resarcir del todo, es haber llegado a él gracias al espíritu de cuerpo que se hizo notorio antes de la clasificación (y que volvió a aparecer en su tercera intervención). Lo importante es mantenerlo y, aunque eso todos lo sabemos, vale repetir que del dicho al hecho hay mucho trecho. Vale, eso sí, reafirmar la validez del «sí se puede» yendo aun en contra de refutaciones que lo califican de ser una motivación falsa, de ser engañoso, etc. Los jugadores de la Selección nos dicen a voz en cuello que eso es posible porque ellos han subido desde abajo, desde allí en donde quieren que nos quedemos muchos de los que dicen que «no se puede». Quizás ellos no, pero los que estamos abajo no perdemos las esperanzas... ¿Será que necesitamos de un Bolillo para la política y otro para la economía y para lo social? Ojalá que no y que las próximas elecciones demos con el acertado.
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