PARA UN MODELO DIALOGICO DEL PENSAR:(a)
reflexiones a partir de un espacio de diálogo intercultural

Mauricio Langon

1. Introducción. Desde hace algún tiempo venimos trabajando en cuestiones relacionadas al diálogo intercultural en perspectiva filosófica, reflexionando sobre nuestros contactos con un pequeño grupo de guaraníes mbyá que están en Uruguay(1). Nuestra intención es presentar aquí algunas propuestas para el debate basadas en esa reflexión.

Partimos de discutir algunas posiciones que no nos parecen fecundas y exponer un posible "modelo dialógico" (y no monológico) para pensar (y para pensar desde) nuestra identidad latinoamericana, o desde Latinoamérica. El "modelo" se hace en diálogo y el diálogo es siempre determinado diálogo concreto, empírico, que constituye una experiencia intercultural, que a su vez se construye sobre experiencias intraculturales anteriores. El planteo es por tanto histórico, al menos en el sentido de no "partir de cero", de no "deshistorizar" el "legado cultural", y de "reconocer el papel condicionado y condicionante del ser humano" (ROIG, 1994, I, 23).

2. Marcos teóricos inadecuados para concebir el diálogo intercultural. Nos parece fecundo discutir la idea que concibe el diálogo sólo entre sujetos constituidos, como una acción planificada de acuerdo a la racionalidad estratégica de entes que conscientemente optan por el diálogo como un instrumento para "tomar decisiones" y celebrar contratos beneficiosos (incluso la integración en "formas de identidad" superiores o más abarcadoras).

Parece que se planteara el problema en esos términos, cuando se entiende que la cuestión para América Latina es hacer un "diálogo intracultural" en su interior para constituirse como sujeto capaz de un el "diálogo intercultural" con Europa y con el mundo. Pero los diálogos internos a nuestra América son ya, muchas veces interculturales. Como los que establecimos nosotros con los mbyá guaraníes. Y muchos diálogos entre americanos y personas de otros continentes, son intraculturales, como lo es en gran parte el diálogo intrafilosófico que estamos sosteniendo en este Congreso (2).

En la perspectiva que piensa el diálogo entre sujetos ya constituidos, se está en un marco conceptual ontológico (el diálogo se da entre entes) y no histórico: los dialogantes no cambian, ni se ven "esencialmente" afectados por el diálogo. Menos aún se constituyen en y por el diálogo.

En esta perspectiva puede también caerse en la ilusión de creer que el diálogo se da siempre y sólo en un plano de total inteligibilidad y transparencia, es decir, estrictamente, que el diálogo no es nunca intercultural.

Esa perspectiva piensa sobre un modelo individualista y contractualista que visualiza las relaciones sociales desde individuos que entran en vínculo para, mediante un contrato, formar una sociedad y, sobre esa imagen, concibe las relaciones internacionales, como diálogos entre Estados soberanos que se unen para convenir integrarse en instituciones más amplias (tales como el Mercosur), entre las cuales es posible imaginar utópicamente acuerdos de integración abarcadores de América Latina y el Mundo. La compleja noción de cultura se disuelve en entidades definidas por límites geopolíticos. El diálogo intercultural se hace inconcebible, se invisibiliza su profundidad y también sus dificultades.

Por eso en este trabajo intentamos avanzar en la definición de un marco más amplio y adecuado para pensar nuestra "antropogénesis humanizadora" (ROIG, 1994, I, 83), sentando "la reflexión filosófica en el momento de la interconexión" (Fornet, 1994, 14) para intentar una "transformación de la filosofía" desde el diálogo intercultural. Ese marco se fue construyendo en contactos concretos sostenidos con la única comunidad indígena que hay en Uruguay, y en nuestra reflexión sobre los mismos.

3. Bases para un marco teórico desde el diálogo intercultural. Intentaré reflexionar sobre la experiencia de un diálogo intercultural para tratar de pensar todo diálogo intercultural a partir de ese modelo de base empírica y concreta (y no del modelo jurídico abstracto de la constitución de una sociedad a partir de un contrato entre individuos iguales), y para disponer de un modelo alternativo para interpretar las interrelaciones humanas, incluso la constitución de sociedades, desde la interculturalidad.

1) El diálogo (y no el aislamiento o la incomunicación) se da de hecho. Son hechos, por ejemplo, este Congreso y nuestro diálogo con los mbyá. 

2) Estrictamente, no hay logos sin dialogos; no hay palabras sin interlocutores diferentes. No hay humanidad en el aislamiento. En consecuencia, las relaciones humanas han de ser pensadas desde el vínculo mismo, y no desde el individuo abstracto o desde el monólogo.

3) Y, como la diferencia radical es la diferencia de palabras, de culturas, el diálogo por excelencia es intercultural: sólo allí se puede avanzar en dia-logos, a través de diferentes palabras, de diferentes lenguajes, de diferentes mundos.

4) El desafío de la filosofía intercultural es pensar (crear) el pensar desde el diálogo intercultural. Desde el diálogo, no desde el monólogo.

4. Un punto de partida: el encuentro entre culturas.

5) Al iniciar el diálogo intercultural: 

a. Partimos de la consideración más radical, aquella que entiende que cada cultura es, fundamentalmente, intraducible. Cada hombre forja su acción desde una matriz cultural (Picotti), que opera como baluarte simbólico (Kusch) que lo separa radicalmente de otros. Quiero decir que si cada uno se humaniza en un lenguaje, si cada cual se hace en la casa del ser que es su lenguaje, si cada cual habita y piensa desde su geocultura (Kusch), si cada cultura es un mundo (Panikkar), entonces "no hay camino de casa a casa", es una ilusión etnocéntrica la idea de una comprensión extracultural desde algún lugar neutro o superior, y no es posible comprender al otro sin prenderlo, sin agarrarlo, sin dominarlo, sin reducirlo a mi ámbito cultural. La posibilidad misma del diálogo intercultural -y por ende de todo diálogo- queeda en entredicho.

b. Pero el hecho es la interrelación y convivencia de diversas culturas. Lo cotidiano es encontrarse con otros, necesitarlos, tratar de entenderlos y darse a entender. Intentar traducir y traducirse. Tal vez toda comunicación real sea así, siempre un intento de salir de una clausura hacia el otro; de construir un espacio real de encuentro (aunque sea también lugar de desencuentros), siempre un avanzar entre incomprensiones y malos entendidos; entre esfuerzos por entenderse y acercarse; un caminar a través de diversos logos (dia-logos) y diversos paqos y hqos. Quizás sea importante tratar de pensar desde la comunicación real. La que se da cuando dos personas (es decir, dos culturas, dos modos de ver al mundo, dos pensamientos, dos palabras estrictamente intraducibles) acuerdan, igualmente, encontrarse o, de hecho, se encuentran. A lo mejor sólo cuando cada uno se topa con alguien incomprensible surge la necesidad y la posibilidad de la apertura y la ruptura del aislamiento.

Son los intentos (no necesariamente los logros) de convivir y comunicarse que abren fecundos espacios de diálogo, que fundan la constitución espacios inéditos, estrictamente interculturales. Es decir, son los intentos de comunicación entre los que no se entienden y se saben esencialmente intraducibles los que abren el ámbito donde es posible un espacio de encuentro entre las culturas; un espacio que no pertenece a la "clausura" de ninguna de las culturas y que tampoco es "supracultural".

Un espacio de encuentro sólo se genera, por la necesidad del otro y de lo otro. No tiene sentido (ni existencia) sin la radical diferencia, sin la opacidad de todo vínculo intercultural. Se define en una relación que no pasa por el parecido de los interlocutores, por su mutuo convencimiento, ni por su posible consenso. Sino por reconocerse distintos, por quererse distintos y por construir algo nuevo desde la distinción.

Si de hecho hay una humanidad plural, si de la conservación y desarrollo de tal pluralidad depende la existencia futura del hombre, ello ha de sobreabundar pese a las clausuras intraculturales y también gracias a las exigencias de apertura que provienen de esos mismos encapsulamientos.

6) Cada interlocutor, va a ese vacío intercultural (Kusch) llevado por exigencias internas a su cultura. Ya se sabe, es imposible entenderse pues cada uno actualizará en el diálogo su cultura radicalmente intraducible a la otra. Pero es el propio desarrollo interno de cada una de esas culturas incompatibles que la induce a abrirse a la otra, a intentar lo imposible. Son las voluntades de los interlocutores que fundan ese espacio. Se requiere de actos (actualizaciones de cada cultura) que inicien el diálogo y abran ese espacio. Estos actos surgen desde las necesidades de la propia cultura y la reafirmación de su valor e implican al mismo tiempo el reconocimiento del otro. De hecho, constituyen un espacio inédito, que no existía con anterioridad ese acto, que no pertenece al interior de ninguna clausura intracultural y que, una vez abierto, queda preñado de posibilidades.

Nosotros, llevados por nuestra necesidad cultural de conocer, de indagar; preocupados por la búsqueda de alternativas a situaciones de riesgo a nivel mundial que pensamos muy centralmente generadas en los modos genocidas, etnocidas y dominadores con que nuestra cultura se relacionó con otras; preocupados por la situación global de América Latina, oprimida y marginada en el concierto mundial y también llevados por una amplia precomprensión filosófica (y por las muy disímiles experiencias de los integrantes de nuestro equipo en ese campo) en la cual este tipo de investigaciones tiene un lugar importante, y de una concepción metodológica que nos previene respecto al etnocentrismo de nuestra actitud. Sabiendo que nuestros interlocutores son también sujetos pensantes desde su cultura (que son sujetos culturales) y que no es lícito reducirlos a la nuestra. Convencidos de que la identidad cultural no radica en la conservación incambiada de un "ser primigenio" sólo conservable en el aislamiento, sino el la continuación y desarrollo pleno de la vida de cada grupo en cada circunstancia histórica. Advirtiendo una analogía profunda entre la marginalidad mbyá y la nuestra (3).

Ellos, llevados por la necesidad comunicarse como estrategia para continuar viviendo como cultura, para continuar teniendo la posibilidad de desarrollar una vida propia. Una opinión de Andrés expresa claramente la posición fundante del diálogo de los mbyá cuando dice "que le gustaría aprender a hablar bien el español, así como leerlo y escribirlo para que los blancos sepan cómo viven los mbyá, quiénes son y cómo piensan" (4).

Sin este movimiento de dentro-afuera de cada sujeto cultural implicado el diálogo no es posible. El movimiento arriesga las convicciones propias justamente porque se las tiene y de ellas surge; supone la apertura al cambio y a la duda desde exigencias internas. Un movimiento de este tipo explica la hesitación de Sócrates cuando su sabiduría le exige entrar al Banquete donde se confrontará con otras. Quiero decir, que el espacio que se abre en este movimiento es el espacio propio de la filosofía.

5. Constitución de un espacio de diálogo.

7) El espacio de encuentro no se abre por contrato, por convenio entre partes. Algunos antropólogos habían descubierto al grupo de indios y entrado en contacto con ellos, llevados por su interés científico. Yo fui llevado al diálogo. Mi idea inicial era permanecer al margen, como una especie de asesor externo. No conocer personalmente a los indios, reflexionar de afuera, sin responsabilizarme por un investigación antropológica y sin comprometerme con los indios. O quizás buscaba no exponer mis ideas -mis seguridades- en un diálogo. Ir a visitarlos era, por un lado, una invasión que no quería hacer, por otro lado, responder a un llamado que no me atrevía a aceptar.

Cuando uno se decide, el contacto no se da sólo en el lenguaje. Es antes diapatía que diálogo. Compartimos paqos: tomamos mate (una aculturación de origen guaraní, tan entrañablemente nuestra como de ellos); jugamos mangá (juego característico de los mbyá que no tiene nada que ver con los nuestros pero en el cual nos sentimos cómodos los que practicamos jaialái); jugamos fútbol (otra querida aculturación nuestra -y de ellos- de origen inglés); comemos asado.

Compartimos aculturaciones mutuas (5) y ritos alimenticios en el asiento de los fogones, en la aldea mbyá, sentados en sus banquitos, cerca de su permanente fuego. Quiero decir que este compartir se da, inicial y básicamente (6) en el espacio mbyá (7) al cual nos trasladamos nosotros.

Y se da en lenguaje castellano. Para dialogar con nosotros los mbyá han tenido que traducirse elaborando una conceptualización propia en castellano, o en variantes del portuñol (8) ésta fue nuestra comunicación real: nosotros no sabemos su lengua, ellos manejan imperfectamente la nuestra, y quién sabe si la semántica es la misma. Puede ser, en el diálogo intercultural, que el lenguaje no sea una verdadera atmósfera, pues sea necesariamente interior a cada casa del ser, a la clausura de cada lengua. Puede que el lugar de encuentro real de diálogo intercultural no se dé centralmente en la atmósfera de una lengua, pero el diálogo hace también su lugar lingüístico donde es posible entenderse (9).

El espacio de encuentro puede empezar a caracterizarse apuntando a la superación de las conceptualizaciones que obligan al desencuentro, porque parten de una instrumentalización del lenguaje, del logos, para la incomunicación y la dominación.

8) Aunque el espacio de diálogo se da en el ámbito mbyá y en el idioma castellano, es estrictamente un lugar inter-cultural, no pertenece al interior de ninguna cultura, es un espacio entre las culturas. Ninguna cultura fija las reglas, condiciones o requisitos del diálogo.

En el espacio abierto por los mbyá cuando se traducen para nosotros ya no es nuestra cultura la que fija el lugar del encuentro bajo la apariencia de lugar neutro. Ya no son ellos vendedores de sus ideas en nuestro mercado filosófico, como son vendedores de sus canastos en nuestros mercados.

El lugar del diálogo intercultural no es un lugar neutro, exterior a toda cultura, que no lo hay; no es la interpretación del otro desde el interior de cada cultura, que deja ser al otro a costa del mutuo aislamiento. Es el espacio que se abre de hecho en cada encuentro real y el camino que en él recorren los interlocutores

9) El lugar de encuentro intercultural está fuera de la filosofía, si entendemos a ésta en un sentido estricto. Sin embargo es en los lugares de encuentro intercultural que se va forjando la transformación intercultural de la filosofía. Y, como dije antes, sólo hay filosofía en diálogos interculturales.

Esta comunicación, por ejemplo, es una representación para filósofos, intracultural, de un lugar de diálogo intercultural, pero no un diálogo entre sujetos culturales radicalmente distintos. No sería imaginable un mbyá en este escenario, con micrófono y traductores, hablando a un centenar de personas. Se trata de lugares distintos y no parece posible generar un lugar común para todos los diálogos. Sin embargo todos los diálogos han de tener lugar si queremos avanzar en una filosofía intercultural, y han de articularse de algún modo, traduciéndose y vinculándose, quizás sin centros, tal vez en redes. 

6. Constitución de sujetos de diálogo en una comunidad dialógica.

10) El espacio de diálogo genera una nueva identidad, no como reducción de la diferencia o logro de consensos, sino 

a. Mediante el enriquecimiento y apertura -el crecimiento y maduración- de cada uno de los sujetos culturales diferentes gracias al descubrimiento que va haciendo del otro y a los aportes que éste le acerca.

b. Mediante la identificación de ambos sujetos (por la vía de su aproximación) y su constitución como sujetos de diálogo (al menos como sujetos de ese diálogo), se va generando una comunidad dialógica. Esta nueva comunidad dialógica es intercultural, pues se da en el espacio de encuentro entre culturas, pero principalmente pluricultural, pues es integrada por sujetos culturales distintos. Es en el seno de comunidades de esta índole que puede irse generando un filosofar.

11) El desarrollo de esa comunidad es contingente. No hay garantía de la continuidad del diálogo. Las características fragmentadas del mundo de nuestra actual civilización inciden provocando hiatos, cortes, alejamientos. Mantenerse en diálogo, especialmente para los sujetos de nuestra cultura occidental, supone la decisión permanente de sostener el diálogo, implica una ética del diálogo. E igualmente resulta particularmente difícil darle continuidad y decae.

12) Esta comunidad dialógica, nos obliga a reorganizar todo nuestro ámbito relacional: reordena todas nuestras relaciones y nuestro modo de verlas, revoluciona nuestros modos de comprensión el mundo (nuestro mundo); modifica nuestras solidaridades (nos aproxima al indio y al antropólogo, radicaliza nuestra percepción y rechazo de actitudes etnocéntricas). Nos obliga -a nosotros filósofos- a recuestionar toda filosofía desde este ángulo, si nos tomamos en serio la propuesta de Fornet-Betancourt de hacer de este espacio "un nuevo lugar para el filosofar".

Podría ser bueno ahora desarrollar brevemente algunos ejemplos concretos de estas reformulaciones.

7. Un aporte para una filosofía intercultural desde los mbyá.

Parte del registro de Mabel Quintela de la visita que le hiciera Andrés (joven mbyá) el 25/6/92: "porque los mbyá tenemos una lengua diferente a los chiripá. Y creemos que hay muchos dioses porque hay muchas lenguas. Si hubiera un solo Dios (...) no seríamos distintos ni tendríamos dioses distintos. No hay un dios, hay muchos" (10).

A Occidente le resulta difícil aceptar ser "otro entre los otros" (Ricoeur). En la perspectiva habitual en nuestra cultura la alternativa parece ser férrea: 

- o hay un solo sentido, absoluto (una sola Verdad, un solo Dios, una sola Cultura, una sola lengua y todos dicen las mismas palabras), y entonces caemos en el ideal del Imperio que se castiga en el mito de la Torre de Babel;

- o, si hay diversidad, si todo es equivalente, todo es in-diferente, y no hay sentido; si escuchamos "todo vale" entendemos "nada vale", todoes sin sentido.

La idea de que algo pueda ser "relativo a" no es concebible: o dogmatismo absoluto o escepticismo nihilista.

En cambio para el mbyá reafirmar el sentido propio exige encontrar sentido en la diversidad.

Supone reconocer otra cultura y revalorizar la propia:

- No hay indistinción: que haya muchas culturas, valoraciones, modos de pensar, no es indiferente: está bien.

- Sería "malísimo" que hubiera un solo dios y una sola lengua: que no fuéramos distintos.

- Es importante para que cada cultura alcance su madurez, aceptar la existencia de otra.

- Es posible, entonces, con-vivir en el diálogo y en la diferencia. 

8. Algunas consecuencias de pensar desde un espacio de diálogo intercultural.

Pensar desde el diálogo intercultural reubica las identidades plurales (Cullen) de nuestros múltiples sujetos que se intersectan (Acosta) entrecruzados en diálogos diversos que a su vez constituyen nuevos sujetos. Un viejo poema mexicano que llora la conquista dice: "era nuestra herencia una red de agujeros". Pero quizás sólo es posible atrapar peces porque tiene agujeros y ahora sea el momento de asumir nuestra herencia de redes rotas, siempre desechas y falibles, y nuestra labor de malleros, tejiendo y entretejiendo redes dialogales.

Tanto a nivel de la sociedad civil como de la política, pensarlas como redes articuladas de relaciones interculturales y no como formaciones de individuos abstractamente iguales integrados a través de sus representantes en Estados presuntamente participativos que acuerden integrarse en "comunidades" económicas y en un "Estado Mundial".

Pensar desde redes dialogales supone ir articulando en diversos niveles de diálogo comunidades e instituciones de variada índole, generando nuevas formas de solidaridad (no necesariamente estatales) que se articulen pese y gracias a su diversidad, por ejemplo:

- Es posible ir articulando la educación filosófica de nuestros niños y jóvenes en comunidades de indagación (11) a partir del reconocimiento de la diversidad cultural que los constituye, y generando curricula que partan de la interculturalidad. Transformando la filosofía -y la educación- desde sus inicios. 

- La reformulación de los curricula universitarios, que parecen necesarios para el desarrollo de una filosofía intercultural, pueden pensarse desde la propuesta de Emilio de generar espacios a nivel de educación superior donde los adultos cultos de las distintas culturas pudieran enseñar lo suyo y dialogar libremente: una "universidad plurilingüe y pluricultural".

- Vale la pena pensar qué pasa con el diálogo en un ámbito como el de la filosofía donde siempre fue tan importante -y tan imposible- la traducción exacta y sin embargo en este Congreso donde africanos e hindúes hablan alemán e inglés traducido al portugués y lo entendemos en castellano, o hablamos en castellano y traductores portugueses lo dicen en alemán, y sin embargo se genera una comunidad filosófica y se dan diálogos en profundidad entre quienes apenas nos entendemos lingüísticamente.

- La periodista María Esther Gilio describe así un intercambio de ideas en un reciente Seminario Sudamericano para Filosofar con Niños, es una buena ilustración: " El mate pasa de mano en mano mientras dos lenguas se cruzan como si fueran una: español y portugués. El diálogo no pierde rapidez ni la comprensión se enturbia. Sin problema cada uno usa su idioma y entiende el del otro" (12).

- La comunidad dialogal que establecimos con los mbyá es radicalmente distinta que la constituida por estos Congresos de Filosofía Intercultural: sin embargo es posible entretejer esas dos esferas articuladamente como lo intento con este trabajo.

- Los más diversos movimientos sociales y políticos (asociados a menudo en torno a reivindicaciones sectoriales heterogéneas: obreros, mujeres, negros, homosexuales, ambientalistas, sin tierra, cooperativistas, religiosos, etc.) pueden encontrar en esta perspectiva una vía para dialogar reconociéndose en sus diferencias y articulando proyectos en común. La reflexión y el diálogo filosóficos articulados a esos movimientos tienen allí un amplio espacio para su oficio de tejedores de redes (13).

- En el plano político no habrá verdaderas unidades nacionales o internacionales sin redes de múltiples diálogos interculturales.

_________________________
(a) Pedimos mil disculpas tanto al autor como al sitio del que se tomó este artículo. Llegó a nuestras manos y dada su importancia para nuestro tema, nos pareció oportuno transcribirlo.

* En base a exposición oral en el II Congreso de Filosofía Intercultural. Sao Leopoldo, RS, Brasil, el 09/04/97.

1 Fernández, Álvaro y/o: "Un ensayo de diálogo intercultural con el pensamiento indígena", inéd. 1995. (Apéndice A, publicado: "Algunas consideraciones sobre el paradigma filosófico mbyá" en: Picotti C. Dina V. (comp.): Pensar desde América; vigencia y desafíos actuales. Buenos Aires, Catálogos, 1995, p. 327-338). Quintela, Mabel y Langon, Mauricio: Escucha de un filosofar marginal, 1996 (en la página web del Seminario de Filosofía Latinoamericana de la Univ. de Lund). Berttolini, Marisa y Langon, Mauricio: Lengua y diversidad cultural: debilidad, pluralidad, diálogo; en Página latinoamericana de filosofía, n.1, enero de 1997.Montevideo, http//www.ngweb.com/latinofil.

2 Decíamos en el trabajo citado: "De algún modo escribimos esto para un lector que, como nosotros, es occidental. En esa medida nuestra exposición es un monólogo. Porque, aunque sea un diálogo interior es siempre y no puede dejar de ser intracultural. Ahora bien, lo que nos interesa es el diálogo intercultural. Porque, si algo hemos descubierto, que no demostrado, en nuestro camino es que el diálogo intercultural es condición de posibilidad de todo diálogo. O que todo diálogo es, en última instancia, diálogo intercultural. O que no hay diálogo alguno (ni siquiera el diálogo interior de la reflexión y el pensamiento) si no hay diálogo intercultural. Que es condición de humanidad el diálogo intercultural."

3 V. op. cit. en nota1, Introducción y capítulo I.

4 Op.cit. anexo E, p.2. Un punto que no podemos tratar aquí tiene que ver con los desarrollos concretos del vínculo de los mbyá con grupos "blancos", especialmente en la Asociación Indigenista del Uruguay (AIDU) cuyo trabajo concreto en la concreción de logros tales como tierras en un hábitat adecuado para el grupo está ligado estrechamente al diálogo intra e intercultural: entre "blancos e indios", entre grupos mbyá, y entre diversos grupos indios de la región.

5 Empleo aculturaciónsin ningún sentido peyorativo en el sentido estricto de elemento cultural originario de otra cultura. En un trabajo inédito de 1988 estudio las diversas aculturaciones de los mbyá distinguiendo entre aquellas destructivas de su identidad, aquellas exigidas por situaciones concretas y que son irrelevantes, y aquellas que se incorporan a la identidad propia y la potencian como el uso sagrado de la mbaraca (guitarra) y el lave (por rave, de ravel, violín), o el labrado en madera de un chechuita (jesuita) en la puerta de la opy (casa de oración).

6 No exclusivamente: los mbyátambién nos visitan y nos encontramos en la AIDU y en otros lugares.

7 Bartomeu Meliá, ensu visita al asentamiento del Parque Lecocq, nos indicaba cómo los mbyá habían logrado construir su hábitat característico en una región geográficamente muy distinta al Guairá originario.

8 Algunos de estos conceptos, que consideramos en nuestro trabajo de investigación: nuestro sistema, nosso sistema, de antes, de ustedes, de los blancos, de nosotros, de agüelito... Debemos a B. Meliá la indicación de la importancia de este aspecto de la traducción hecha por ellos mismos.

9 Y donde los esfuerzos de traducción, es decir, de entendimiento en común, son constantes.

10 V. op. cit.Enprimer lugar en nota 1, anexo E.

11 La propuesta de transformar el aula en comunidad de indagación es uno de los puntos fuertes del Programa de Filosofía para Niños. Un estudio muy completo puede verse en Splitter, Laurance y Sharp, Ann : Teaching for Better Thinking (Trad. castellana: La otra educación; filosofía para niños y la comunidad de indagación, Buenos Aires, Manantial,1996)

12 Jugando para pensar en Brecha, año 12 n. 594, 18/04/97, p. 16.

13 Los Cursosde extensión de la Universidad Federal de Mato Grosso do Sul, en los veranos de 1995 y 1996, organizados por Jesus Eurico Miranda Regina y Euclides Mance, fueron pasos importantes en ese camino.


 
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