se encontraban los estudiantes. Con la protección de tanques y vehículos blindados, armados de cañones y ametralladoras, varios paracaidistas se situaron con bazookas frente a la puerta colonial -más de 400 años de historia- de la Preparatoria. Conminaron a los estudiantes para que desalojaran el recinto y, habiéndose negado ante el temor de ser nuevamente golpeados en forma salvaje, temor que ahora era mayor pues tendrían que enfrentarse también con las bayonetas caladas del Ejército, se dio la orden de disparar una de las bazookas y mediante certero tiro el proyectil derribó la puerta colonial, detrás de la cual se encontraban no pocos estudiantes que "trataban de sostenerla".
La inmediata presencia de las tropas que irrumpieron en el plantel educativo impidió que, en ese momento, se conociese el número de estudiantes muertos o heridos.
Por otra parte, testigos presenciales de la escena afirman que los granaderos, quienes durante horas se habían visto humillados e impotentes ante los escolares que una y otra vez rechazaron los asaltos, etc., fue el motivo por el cual se solicitó la ayuda del Ejército-, esperaban a cada uno de los estudiantes apresados por los soldados y empujados a punta de bayoneta y los recibían a golpes, hasta que se desmayaban. Logrado este objetivo brutal, los