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y Autoridades en el instituto Politécnico Nacional en donde se debatía un documento para su publicación en la prensa nacional. Presidía dicho acto el Sr. Guillermo Massieu, director general del Politécnico, y se encontraba el auditorio de Zacatenco prácticamente lleno. Pedí el uso de la palabra cuando ya se había cerrado casi el debate y propuse que se denunciara la violación a la Constitución cometida por los funcionarios citados para hacer la consignación correspondiente ante el Congreso de la Unión. La Asamblea aprobó por aclamación que duró varios minutos dicha proposición. El locutor declaró que la adición había sido aprobada. Cuando vi el documento en los periódicos, unos días más tarde, no se mencionaba el asunto…"

Más tarde, en la Asamblea de la Unión de Profesores de la Facultad de Ingeniería celebrada el 2 de agosto, se acordó hacer una protesta pública por la agresión a los estudiantes. En dicha asamblea se planteó otra vez la necesidad de hacer la denuncia de quienes habían violado la Constitución. Se aprobó también en forma casi unánime y se designó una Comisión redactora -a la cual fui designado- que junto con el Comité Directivo de la Unión de Profesores, elaborara el documento y lo hiciera público. Cuando se discutió su redacción, el Comité Directivo de la Unión se opuso a respetar el acuerdo de la asamblea, argumentando que se podría incurrir en el delito de difamación. No fue posible convencerles de lo contrario y cinco días después, se reunió de nuevo la Asamblea. En ella participaron un gran número de ingenieros empleados de confianza de grandes empresas constructoras (el presidente de la Unión es un ingeniero al servicio de la ICA) y de funcionarios públicos. El acuerdo de la Asamblea fue revocado porque planteaba duda mi proposición; al leerles los artículos de la Constitución que he transcrito en la entrevista, se dijo que "posiblemente hubiera otros artículos que aprobaran la represión". Cuando hice ver lo lamentable que resultaba el hecho de que un grupo colegiado de universitarios manifestara su ignorancia con respecto a la constitución de la República, un profesor admitió que a él no le daba en lo absoluto vergüenza el no conocerla. Semejante afirmación fue rubricada por una ovación de la claque enviada par invalidar el acuerdo de la asamblea. Ahí se propuso que la Unión no protestara sino que sólo se emitiera un comunicado "apoyando al rector Barros Sierra".

Cuando intenté explicar lo absurdo de un acuerdo tan abyecto, tan divorciado dl sentir de los verdaderos profesores de la UNAM, de los jóvenes estudiantes, al tomar el micrófono la porra de lambiscones con "estudios superiores" me quitó el uso de la palabra pidiendo la votación. Lo aprobaron por aplastante mayoría.

Refiero estos hechos a la revista porque, aun cuando anecdóticas, pueden dar una idea de lo grave que es la situación en la UNAM y en otros centros de educación superior. Los maestros, en su inmensa mayoría, son representantes de las grandes empresas o bien son funcionarios públicos que tienen como principal preocupación sostener y engrandecer sus posiciones de ventaja, no mejorar la educación superior en beneficio del pueblo. Sólo les preocupa preparar técnicos, científicos, literatos, etc., que sostengan en el poder económico y político a ese pequeño grupo que lo detenta en México, en perjuicio, naturalmente del pueblo.

Vemos entonces que, si para preservarlo, se debe reunir a la bajiza más violenta, no lo dudan un solo momento.

Yo afirmo públicamente que ese grupo de ingenieros profesores de la Facultad de Ingeniería no tienen las calidades humanas necesarias, indispensables para orientar a los estudiantes. Por ello renuncié a la Unión de Profesores y lo comuniqué a los estudiantes de la Facultad reunidos en Asamblea. Es importante destacar que los jóvenes de Ingeniería recibieron mi renuncia al grupo "charro" de la Facultad con una manifiesta y entusiasta simpatía.

Ahí mismo, en esa asamblea de la directiva de la Unión de Profesores les dije que en mi opinión ese grupo había actuado antiuniversitariamente, con bajeza, ya que quien tiene confianza en las razones que proclama no teme la discusión y esos profesores habían tolerado que a un profesor se le negara el derecho de expresión. Entonces me retiré.

El director de la Facultad, ante la simpatía de los alumnos hacia mi posición advirtió que yo faltaba a la verdad y los estudiantes me




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