(ACEPRENSA)
Cuando el embarazo es consecuencia de una violación, como se ha
alegado en el caso de la joven irlandesa, se presume que el aborto es la
solución. Pero rara vez se han estudiado los mejores modos de ayudar a las
víctimas de violación en esas circunstancias. En este sentido, es revelador un
artículo de David C. Reardun, es autor del libro Aborted Women: Silent no
More (1987). El artículo, titulado The Abortion Experience for Victims
of Rape and Incest, del que tomamos algunos párrafos, se publicó en el
boletín de la Association for Interdisciplinary Research, vol. 2, n. 1
(otoño 1988).
Hay personas que, con una actitud general provida, admitirían el
aborto en los casos de violación o incesto, porque no saben qué otra solución
se puede ofrecer, Y lo aceptarán como un caso muy poco frecuente. Estas
dificultades que encuentran incluso las personas provida para defender al no
nacido en los casos de violación o incesto, se deben a la ignorancia. Porque
los hechos, a raíz de las investigaciones que he realizado, muestran que a las
víctimas no se les ayuda con el aborto.
Jackie Bakker, una mujer que abortó a raíz de una violación y que
testimonia en mi libro dice: "Pronto descubrí que el recuerdo del
aborto continuaba presente mucho tiempo después de haber borrado de mi memoria
el trauma de la violación. Me sentía vacía y espantosamente mal. Nadie me
advirtió del vacío y del dolor que sentiría muy dentro de mí, ni de las
pesadillas y profundas depresiones que esto origina. Todos me aseguraron que
después del aborto mi vida continuaría como si nada hubiese ocurrido''. Es
la misma historia que he oído en muchas mujeres que abortaron. Pero para las
que abortaron por ser víctimas de una violación o incesto la historia es
especialmente dolorosa, porque casi no se les dejó elegir. Se les dijo: ''en en
tu situación es lo único que puedes hacer".
Nadie ha estudiado el mejor modo de ayudar a las mujeres embarazadas por
violación; simplemente se presupone que el aborto soluciona el problema
Quizás el mejor estudio sobre la materia lo ha realizado la doctora
Sandra Mahkorn, y ha sido recogido en una obra titulada Psychological
Aspects of Abortion. Durante una época de su vida profesional, Mahkorn se
especializó en el asesoramiento a mujeres violadas. En 1979 estudió los casos
de 37 mujeres embarazadas a raíz de una violación. De estas 37, sólo cinco
eligieron abortar. De las 28 restantes, que dieron a luz, 17 dejaron a sus
pequeños en adopción, y 3 se hicieron cargo del bebé. En los 8 partos restantes
fue imposible saber cuál fue el destino del niño.
Estas mujeres encontraron razones de peso para no abortar. En primer
lugar, varias pensaban que el aborto era simplemente otro acto de violencia,
inmoral u homicida. Una de ellas afirmó que el quitar la vida al pequeño sólo
le causaría nuevos motivos de ansiedad. En segundo lugar, algunas veían un
significado en ese hijo. El niño había irrumpido en sus vidas sin pedir su
parecer pero, por otra parte, intuían algún tipo de sentido oculto tras ese
acontecimiento. Y aunque no eran responsables en su concepción, lo cierto es
que había sucedido y afrontarían las consecuencias.
Además, la víctima de una violación entiende, en lo más profundo de
sí, que si lleva a termino el embarazo, habrá triunfado sobre la violación.
Seguir adelante es la mejor manera de demostrar que ella es mejor que el hombre
que la forzó. Dar a luz es un modo de reafirmar su dignidad. Es un acto
totalmente desinteresado y generoso, teniendo en cuenta la presión que se
ejerce para que aborten. Para ellas, es un modo de demostrar que tienen el
coraje y la fuerza necesarias para superar incluso una violación.
En su estudio, Mahkorn encontró que el 19% de las víctimas hacían
énfasis en la necesidad de hacer frente a los sentimientos que el embarazo les
suscitaba, incluidos los de resentimiento y hostilidad hacia el no nacido. Pero
la primera dificultad que experimentaban todas ellas ante ese embarazo forzado
era la presión de quienes lo veían como una mancha que debía ser borrada. La
familia y los amigos no estaban dispuestos a apoyar la decisión de 1a madre de
dar a luz al niño.
Mahkorn registró también que, entre el grupo que quiso seguir
adelante con el embarazo, la mayoría mejoraba su actitud hacia el niño a lo
largo del embarazo, mientras que en ningún caso crecían los sentimientos de
rechazo. Nacido el bebé, nadie se arrepintió de no haber abortado. El aborto,
por lo tanto, inhibe la capacidad de recuperación de las víctimas y refuerza el
arraigo de actitudes negativas .
Otro ejemplo es el de Vanessa Landry, víctima de violación, que
afirmaba: ''Yo, en realidad, no quería abortar. Toda mi vida he sido
contraria al aborto. Sin embargo, mi asistente social me dio muchos argumentos
para animarme a hacerlo. No me daban otra salida que no fuera el aborto. Me
dijeron que si daba a luz, no tendría dinero para mantener al niño. (...)
Afirmaban que la seguridad social no me pagaría por dar a luz, pero sí por
abortar. Me dijeron que yo sería una chica negra que más que trae un niño al
mundo, y que ya había demasiadas''. He aquí una mujer víctima no sólo de
una violación, sino también por el hecho de ser negra y pobre. Esta es una de
las historias que m~ le impresionó.
Lo que realmente pasa en nuestra sociedad es que el aborto es la solución
para la gente a la que no queremos. Y esta actitud —presentar el aborto como la
única solución en circunstancias difíciles— es atroz. El aborto no ayuda a las
víctimas de una violación. Al contrario, anima a la mujer a descargar su ansia
de venganza contra el niño no nacido. Enfrenta a la madre contra el hijo, lo
cual no es bueno para ninguno de los dos.
Por otro lado, el nacimiento del bebé puede ser una victoria. para la
mayoría de las víctimas de violación que eligen dar a luz, tener el hijo es triunfar
sobre la violación. Es la elección que permite decir: "la violación no se
impuso sobre mi vida'', lo cual permite mostrar el propio coraje y generosidad.
Cuando se estudian las necesidades de las mujeres embarazadas por violación, se
demuestra que el aborto no es necesario, y que es muy probable que dificulte su
recuperación, al aumentar los sentimientos de culpabilidad y vergüenza, que
socavan su propia estima.
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