La evolución esquizofrénica de la medicina fetal

 

(ACEPRENSA)

 

Con motivo del Congreso internacional de medicina fetal celebrado en Ginebra, Jean-lves Nau informa en Le Monde (París, 3-V1-92) sobre la práctica esquizofrénica de esta disciplina; cada vez más, el feto es considerado como un paciente; y, a la vez, en ciertos casos no se duda en destruirlo. Resumimos algunos párrafos.

 

El Congreso Internacional de medicina fetal celebrado en Ginebra, ha permitido constatar una evolución paradójica, si no esquizofrénica: « 'Una transformación en virtud de la cual los mismos especialistas que responden favorablemente a las peticiones de interrupción voluntaria del embarazo, despliegan enormes dosis de energía y de ingenio para salvar embarazos en peligrosos; o que lleva a tratar al feto in útero como un paciente más y, paralelamente, a practicar la reducción de embriones ».

Hace menos de diez años, la expresión medicina fetal hacía sonreír. Pero los múltiples progresos en el diagnóstico y en la terapéutica hacen que hoy se esté constituyendo una nueva disciplina. Las comunicaciones presentadas en Ginebra afirman que la multiplicación del diagnóstico prenatal no ha tenido como consecuencia directa un aumento de abortos: « Mientras que la actividad de nuestro servicio crece entre un 10% y un l5% anual, el número de abortos terapéuticos permanece constante », subraya el profesor Yves Dumez (Port-Royal, París). « De 2.500 mujeres embarazadas que acuden a la consulta, 2.000 salen totalmente tranquilizadas, después de una serie de exámenes. En unos 50 casos se puede realizar una intervención terapéutica in útero. En 150 a 200 casos, la consulta permitirá preparar una intervención a partir del nacimiento. Y el número de abortos terapéuticos es de unos 150 ».

Los raros casos, siempre espectaculares y aireados por la prensa, de cirugía in útero no constituyen más que una parte muy pequeña de la actividad de la medicina fetal. Pero hay otros ejemplos que muestran la evolución de esta disciplina desde el mero diagnóstico hacia el tratamiento terapéutico (transposición de grandes vasos, malformaciones de las vías urinarias, ciertas formaciones quísticas...).

La explosión de las técnicas de procreación artificial ha provocado problemas nuevos. « 'Las incertidumbres de la procreación asistida y el escaso dominio de los procesos de reproducción conducen a esas situaciones anormales, y a menudo peligrosas, que son los embarazos múltiples ». Su frecuencia ha aumentado desde comienzos de los años 70, con la comercialización de los medicamentos inductores de la ovulación, y después, en los años 80, con el desarrollo de las técnicas de procreación asistida y la práctica casi sistemática de implantar en el útero un número elevado de embriones para tener más probabilidad de éxito. « En el 20% de los embarazos conseguidos por estas técnicas el resultado fueron mellizos (una tasa veinte veces superior a la natural). Y del 3 al 7% de los casos, según los distintos centros, trillizos. De este modo, los ginecólogos han tenido que ocuparse cada vez más de situaciones hasta ahora rarísimas ».

Ante estos embarazos múltiples, se han desarrollado las técnicas de reducción de embriones, que consisten en destruir in útero uno o varios embriones o fetos si se interviene más tarde. « Aparte de los problemas éticos evidentes que suscita, esta práctica no deja de tener contraindicaciones desde el punto de vista técnico. En efecto, es sabido que los riesgos obstétricos son menores cuanto más precoz es la intervención. Pero también se sabe que no todos los embriones son de la misma calidad y que no todos se desarrollan en el curso del embarazo. Entonces, el riesgo es que actuando demasiado pronto se destruyan los buenos embriones, lo que conduce a intervenir en una fase más tardía con todas las dificultades que se pueden imaginar ».

« La explicación oficial de los especialistas es que la reducción de embriones no es en el fondo mas que la resultante de un calculo de riesgos. Pero, en privado, muchos confiesan su malestar ante el trabajo sucio que consiste en practicar de visu una inyección intratorácica y en controlar la parada de la actividad cardíaca del embrión o feto. También hay que tener en cuenta que la destrucción de embriones in útero puede provocar, en el 20% de los casos, abortos que, a menudo, arruinan toda esperanza ulterior de procreación ».

« Las escasas investigaciones sobre los efectos psicológicos de esta práctica muestran que, si bien el hecho de poder dejar dos embriones se lleva bastante bien, no se puede subestimar la ansiedad que genera una intervención que puede conducir al aborto espontáneo y a la esterilidad definitiva. No se conoce ninguna cifra oficial sobre el número de reducciones de embriones practicadas en Francia. Según el Grupo de estudios de la fecundación in vitro en Francia. cada año habría algo más de un centenar de casos que probablemente producirían varios centenares de destrucciones».

 

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